Tal vez uno de los principales motores de la protesta es la rabia. Sin embargo, en una cultura que castiga las emociones, pareciera que no hubiera vínculo alguno entre sentir la injusticia y salir a la calle a reclamar un cambio. Por otro lado, en épocas de encierro, el activismo se ha volcado a las redes sociales. Sin embargo, los formatos digitales muchas veces premian la sobre simplificación y en vez de lograr un mensaje contundente que invite a la acción, el resultado son miles de likes maniqueos que consolidan audiencias sin pensamiento crítico. ¿De qué manera la cultura influencer cae en los mismos vicios de pedirle a las activistas que sean modelos impolutos de coherencia? ¿Cómo podemos transformar las emociones en razones para salir a protestar? En este episodio de Womansplaining con Mariana Matija: activismo y emociones.