La pandemia del Covid-19 ha cambiado la cotidianidad de la mayoría. En Colombia, el gobierno decretó cuarentena hasta el 26 de mayo. Esta medida ha generado polémica pues ha puesto de manifiesto la terrible desigualdad social del país, el precario sistema de saludad, la avasallante cantidad de empleos informales y la pobreza en la que viven millones. Del mismo modo, la reorganización de las aulas de clase en espacios virtuales, ha puesto de manifiesto la imposibilidad que tiene la mayoría de los colombianos de recibir este tipo de educación, ya sea porque no cuentan con la conectividad necesaria, porque tienen que cumplir otras tareas domésticas o porque no cuentan con computadores, celulares o tabletas que les permitan asistir a clase. Dentro de este panorama, resulta urgente analizar esta nueva cotidianidad desde la bioética. ¿De qué manera el concepto de autonomía aparece bajo un sesgo que contempla únicamente a los hombres, blancos, heterosexuales? ¿Qué fuerzas económicas y políticas se ponen en juego cuando se hace el llamado a quedarse en casa? ¿De qué forma la virtualización de las aulas evidencia la debilidad del tejido social? ¿Qué hacemos con tanta vigilancia hacia los cuerpos?