A la hora de hablar de acoso sexual es común desviar la discusión hacia el malentendido. Que no era acoso, sino un piropo. Que ahora todo acto de galantería se confunde con acoso. Sin embargo, para muchas mujeres que han sufrido este acto de violencia, el acoso sexual se ha convertido también en el lugar en donde su palabra ha sido vista con suspicacia. En Colombia, a pesar de que la Ley 1257 de 2008 intentó sensibilizar, prevenir y sancionar esta y otras formas de violencia y discriminación contra las mujeres, aún nos enfrentamos a un ambiente hostil y revictimizante a la hora de denunciar casos de acoso sexual. ¿De qué manera las instituciones podrían crear protocolos que cuiden a las mujeres en sus lugares de trabajo y estudio? ¿Por qué razón cuando hablamos de acoso estamos hablando también de desigualdad de derechos? ¿Por qué el escrache podría resultar problemático? ¿Será posible imaginar una justicia feminista?