Una de las cosas que más escucho, tal vez con más frecuencia de la que debería, es que las feministas matamos el humor. No me queda claro aún como cometimos ese crimen, si tal vez lo sofocamos o lo emburundangamos, pero cada vez que alguien quiere quejarse del feminismo, generalmente alude a cómo somos unas amargadas que queremos censurar e imponer la dictadura de la corrección política. Pero, ¿es cierto que las feministas no tenemos sentido del humor? O, ¿será más bien que el humor ramplón, que se burla de comunidades oprimidas sencillamente no es chistoso? ¿Por qué es importante el lugar de enunciación a la hora de hacer chistes? ¿Qué es más transgresor, aprender a reírse de una misma y de sus desgracias —esto es, de todas las opresiones que nos atraviesan— o hacer un chiste fácil sobre el cuerpo de otres? Hoy en Womansplaining: hablemos sobre humor.