Un viaje único al fondo del mar | Sofía Gómez

Un viaje único al fondo del mar | Sofía Gómez

08 de dic de 2022

En este episodio del podcast TED en Español, el anfitrión Jerry Garbulski presenta una inspiradora charla de la apneísta colombiana Sofía Gómez durante el evento TEDxBogotá. Sofía comparte su experiencia única de sumergirse a grandes profundidades del océano mientras sostiene la respiración, describiendo tanto los procesos físicos como mentales que esto implica.

Capítulos

Preparación para la Inmersión

Sofía explica cómo la preparación es crucial antes de una inmersión profunda. Describe su técnica de respiración meticulosa para acumular aire y el estado mental de concentración que cultiva antes de sumergirse.

Descenso y Estado Mental

A medida que Sofía desciende, comparte su mantra personal y las voces internas que la acompañan, incluyendo pensamientos negativos que debe superar para continuar su descenso.

Adaptaciones Fisiológicas

Sofía describe las adaptaciones fisiológicas que experimenta su cuerpo, como el reflejo mamífero y la vasoconstricción periférica, que le permiten soportar la presión y la falta de oxígeno mientras continúa descendiendo.

Retorno a la Superficie

Durante el ascenso, Sofía relata cómo se enfrenta a sus pensamientos más oscuros, pero logra sobreponerse y encuentra alegría en los últimos metros antes de volver a la superficie.

Conclusión

Sofía culmina su relato comparando la inmersión en el océano con la vida misma; describe cómo, al igual que en una inmersión, enfrentamos momentos oscuros pero es vital tocar fondo para resurgir fortalecidos y respirar nuevamente.

Menciones

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Y tal vez se puedan responder esa pregunta que tanto me hacen. A Sofía, ¿qué le pasa por la mente cuando deja de respirar y se sumerge a lo más profundo del océano? Entonces empecemos por lo más importante, por el principio. Respirar. Y es que respirar es lo más importante para poder dejar de respirar. Tenemos que aprender a hacerlo muy bien. Y coapneístas aprendemos a respirar tan bien que podemos meter muchísimo más aire de lo que una persona normal puede hacer. Vamos a prepararnos. Quedan cinco minutos para la inmersión. En este momento, nuestro cuerpo y nuestra mente entran en un estado de profundidad. De profundidad de pensamientos, de profundidad de respiración. Y es que esa última respiración es la más importante. Es la que nos va a llevar la energía suficiente para bajar hasta el fondo de la cuerda y poder volver a la superficie. En mi mente se activan un montón de cosas. Una parte de mi mente está pendiente de todo lo que pasa alrededor. Cierro mis ojos, me concentro. Otra parte de mi mente está pendiente de mi respiración. Empiezo a contar mis respiraciones. Inhalo en 5, 4, 3, 2, 1 Exhalo en 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1 Y otra parte de mi mente está pendiente del tiempo que me falta para empezar mi inmersión 3 minutos 2 minutos 1 minuto y medio 1 minuto Mientras el tiempo que me falta para empezar mi inmersión. Tres minutos. Dos minutos. Un minuto y medio. Un minuto. Treinta segundos. Me preparo. Veinte segundos. Quince segundos. Exhalo totalmente. Diez segundos. Comienzo a inhalar. La última inhalación profunda y completa. Lleno mis pulmones al máximo y comienzo a empacar más aire. Empaco tanto aire que mis pulmones sienten que se van a salir del pecho. Cada una de estas empacadas significa un segundo menos para dejar de respirar. Última empacada. Estoy lista. Me sumerjo. Desde el momento en que mi cuerpo deja la superficie, mi mente se transporta a un universo diferente. No solo porque estoy debajo del agua, sino porque se va a un lugar de paz y de tranquilidad, de sensaciones nuevas. Desde el momento que dejo la superficie, empiezo a repetir mi mantra. Cuatro palabras que dejan que mi mente fluya, que me hacen concentrar en lo que estoy haciendo y que tratan de eliminar esos pensamientos negativos que siempre están presentes. No crean que soy Jedi, pues, y que ya tengo un máster en pensamientos positivos. Comienzo a bajar. Por mi mente está ese mantra. Paz, amor, tranquilidad, azul. Paz, amor, tranquilidad, azul paz, amor tranquilidad, azul otra voz en mi cabeza va contando las patadas que tengo que hacer yo en mi mente ya tengo la estructura de una inmersión ya sé cuántas patadas tengo que dar para llegar a 10, a 20 a 30 metros de profundidad pateo, pateo pateo 30 metros en este momento. Pateo, pateo, pateo. Treinta metros. En este momento suena mi primera alarma. Esa alarma que me avisa que tengo que tomar aire en mis cachetes o en mi boca para poder seguir compensando la presión en mis oídos, que cada vez que bajo un metro más se vuelve más y más grande. Y es que después de estos 30 metros, mis pulmones están tan comprimidos que sacar aire de ellos es casi imposible y hasta peligroso. Llenó mis cachetes, cierro mi glotis, y ese aire es el que me va a permitir ir más y más profundo sin romper mis tímpanos. Hasta ese momento, la inmersión ha sido totalmente física. Tantas cosas que tengo que hacer meticulosamente para que la inmersión sea perfecta. Tanto que hacer que me queda muy poco tiempo para pensar. Pero en ese momento tengo tanta agua encima de mi cuerpo que ya no floto más. Me dejo ir. Caigo como una piedra. Dejo que el agua me lleve hasta el fondo. Y aquí es donde mi mente se vuelve a activar. Ustedes van a pensar que tengo trastorno de múltiples personalidades y esas cosas. Pero eso es lo que está pasando por mi mente en este momento. La voz más fuerte que me repite el mantra, paz, amor, tranquilidad, azul. Y una voz malvada que está aquí diciéndome, ¿qué estás haciendo? No lo vas a lograr, tienes que respirar, devuélvete ya. Un segundo que yo dejé que esa voz malvada gane y mi inmersión se acaba. Un segundo que decía que no soy capaz, agarro la cuerda, me impulso hacia arriba y llego aión se acaba. Un segundo, que decía que no soy capaz, agarro la cuerda, me impulso hacia arriba y llego a la superficie. Sigo bajando. La luz se hace cada vez más tenue. Me concentro. Y en mi cuerpo están pasando un montón de adaptaciones fisiológicas que permiten que vayamos a tanta profundidad sin hacernos daño. La primera es el reflejo mamífero, que tenemos todos los mamíferos, y que consiste en que cuando nosotros nos sumergimos en el agua, el ritmo cardíaco inmediatamente baja a pulsaciones tan lentas como 20 o 15 por minuto. Esto hace que nuestro consumo de oxígeno sea mucho menor y que podamos aguantar la respiración por más tiempo. El cambio de la sangre, que permite que el plasma fluya libremente por los tejidos y los órganos, y que se vaya a nuestros pulmones, que están así de comprimidos, a nuestros alveolos para que nuestros pulmones no colapsen. Y la vasoconstricción periférica, que permite que la sangre se concentre en esta parte del cuerpo, en el cerebro y en los órganos vitales, y se vaya a las extremidades. Sigo bajando. 50 metros. En ese momento, los pensamientos negativos se vuelven un poquito menos fuertes. Mi pensamiento más fuerte es, ya estoy a 50 metros, estoy muy profundo, falta más si me devuelvo que si sigo bajando hasta el final. Por nada te vas a devolver. La luz se hace cada vez más y más tenue. Me rodea la oscuridad, no hay nada que ver hacia afuera. Es un momento de mirar hacia adentro, un momento de reflexión y de meditación. Y como diría la gran Natalia Molchanova, una apneísta increíble, la apnea es más que un deporte, es una manera de conocernos a nosotros mismos. Sigo bajando. En mi mente sigue mi mantra paz, amor, tranquilidad, azul. Y esa voz que sigue diciéndome, devuélvete, eres una fracasada, no lo vas a lograr. Paz, amor, tranquilidad, azul. Suena mi última alarma. Faltan 10 metros para llegar a 97 metros de profundidad. Faltan 10 metros para llegar a 97 metros de profundidad. Esa alarma hace que salga un poco del trance en el que estoy y que vuelva a estar alerta. Alerta para llegar al fondo y no pegarme con el plato porque sería un golpe durísimo en la cabeza. Llego al fondo, agarro a mi testigo, me impulso hacia arriba y comienzo a subir. Y en ese momento mi mente y mi cuerpo se activan. Ya no puedo seguir cayendo, ya no me puedo dejar llevar por el agua. Ahora sé que tengo que nadar con fuerza y determinación para poder llegar a la superficie de nuevo. Y ahora mi mantra es en cada patada que doy. Paz, amor, tranquilidad, azul. Y ahora mis pensamientos negativos se tornan un poquito más trágicos. Estás muy profundo, se te va a acabar el aire y no lo vas a lograr. Pero por cada patada que doy, paz, amor, tranquilidad, azul. Sigo subiendo. La luz se hace cada vez más y más fuerte, y el agua cada vez más y más cálida. Sé que falta poco para llegar. Paz, amor, tranquilidad, azul. Treinta metros. Me encuentro con mis apneistas de seguridad, esas personas que me van a acompañar esos últimos metros de la inmersión, que son los más críticos. Críticos porque llevo más de dos minutos sin respirar. Porque acabo de someter a mi cuerpo a una presión diez veces mayor a la que nos vemos sometidos en la superficie. Porque mis pulmones vuelven a expandirse. Y esa sangre que está rica en oxígeno, ese oxígeno que pasó tan fuerte por difusión a la sangre, los pulmones se lo vuelven a robar. Entonces mis órganos y mis músculos deben trabajar con mucho menos oxígeno del que tenían disponible. Pero en mi mente yo ya lo logré. Estos últimos metros son de disfrute total. Mi cuerpo vuelve a ser positivo. Puedo volver a patear con mucha más tranquilidad. Me dejo llevar por el agua. La luz se vuelve cada vez más y más fuerte. Y sé que ya voy a llegar a la superficie. Últimos 10 metros de la inmersión. Me dejo llevar por el agua. Dejo que fluya. Me preparo. Salgo a la superficie. En mi mente lo único que está pasando es respira, respira. Cuatro bocanadas de aire. Las más importantes para que ese oxígeno vuelva a llegar a todos mis tejidos, a todos mis músculos y a mi cerebro. Lo logré. La vida es como una inmersión. La vida es como una inmersión. Es un universo diferente para cada uno de nosotros, que en momentos se puede volver más y más oscuro, y podemos tener pensamientos que nos hagan creer que no somos capaces, que debemos rendirnos, que somos unos fracasados. Pero está en cada uno de nosotros tocar fondo, coger fuerzas para volver a salir a la luz y volver a respirar. Muchas gracias. Si te gusta TED en Español, la mejor manera de apoyarnos es compartiendo el podcast con tus amigos. Puedes encontrar todos los episodios en TEDenEspanol.com o donde escuches tus podcasts. Soy Jerry Garbulski y te espero en el próximo episodio. ¡Gracias! y soluciones de negocios tan poderosas que harán que cada movimiento importe. Visite bankofamerica.com para aprender más. ¿Qué te gustaría que hiciera el poder? Bank of America N8 Copyright 2024