¿Son los turistas felices?

¿Son los turistas felices?

28 de jun de 2025

En este episodio del podcast "Tercera Vuelta", Ricardo y Alejandro abordan las complejidades del turismo, explorando las expectativas y realidades de los viajes vacacionales, desde el entusiasmo inicial hasta las frustraciones comunes que conllevan.

Capítulos

La Promesa de la Felicidad y el Turismo

El episodio inicia reflexionando sobre cómo el turismo se asocia con la expectativa de la felicidad futura, pero a menudo viene acompañado de angustias y decepciones. Fernando Vallejo es citado al decir que "la felicidad solo existe en la nostalgia", sugiriendo que las verdaderas memorias felices se construyen después del viaje.

Experiencias Personales y Realidades del Turisteo

Los anfitriones comparten experiencias personales sobre viajes familiares y el turismo cultural. Destacan la presión de cumplir con itinerarios y la realidad de gestionar la felicidad grupal, especialmente en viajes compartidos. Se menciona cómo el turismo puede convertirse en una experiencia agotadora en lugar de placentera.

Transformación a través del Viaje

Se discuten las diferentes categorías de viajes, desde los peregrinajes espirituales hasta los reencuentros familiares, y cómo cada tipo puede ofrecer una oportunidad de transformación personal. Además, se reflexiona sobre la idea del viaje como una forma de cura y descanso mental.

Impacto del Turismo en las Ciudades

El episodio analiza el impacto del turismo en las ciudades, convirtiéndolas en parques de diversiones para adultos y cómo este fenómeno modifica la autenticidad de los lugares. A medida que cambian las demografías urbanas, los anfitriones reflexionan sobre la pérdida del turismo y su efecto en la identidad cultural.

De Guía Turístico a Explorador Urbano

Se explora el concepto de convertirse en un guía turístico en la propia ciudad, redescubriendo la belleza y la historia que uno suele dar por sentada. Esto ofrece una nueva perspectiva, renovando la relación personal con el entorno habitual.

Conclusión

A lo largo de la conversación, se desvela que el verdadero valor de los viajes no reside solo en las experiencias inmediatas o las expectativas cumplidas, sino en cómo estas experiencias contribuyen a redefinir nuestro sentido de hogar y pertenencia. Aunque el turismo está lleno de paradojas y angustias, también ofrece caminos hacia el redescubrimiento y la transformación personal.

Menciones

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               Para algunos de nosotros, las finanzas personales no son solo personales. Incluyen a mucho más gente que nosotros mismos. Amigos, vecinos, las comunidades que llamamos casa y las causas que guardamos en nuestros corazones. En Thrivent, ayudamos a planear tu imagen financiera con la imagen más grande en mente. Porque aunque nuestro negocio guía tus finanzas, nuestra ambición es hacer que sea mucho más. Thrivent. Donde el dinero significa más. ¡Gracias! Yo me encargo de Chumba Casino. Con más de 200 juegos de casino social, no hay lancas lentas aquí. ¿Por qué sentarte cuando puedes girar? Ya estoy corriendo. Tu turno. Juega gratis en chumbacasino.com. ¡Vamos a Chumba! Sponsorado por Chumba Casino. No es necesario comprar. VGW Group Void. Estamos prohibidos por ley. 21+. Las condiciones y términos aplican. El turismo es paradójico. Hay una frase que me gusta repetir de Fernando Vallejo que dice la felicidad solo existe en la nostalgia. Y es insoportable ese mundo de piscina, sobre todo para gente, como comentábamos antes, como los dos que uno empieza a desesperarse después de un rato en ese plan de no hacer nada. Yo me conozco y estoy en la playa, me acuesto, llevo algún tipo de libro y a los 31 minutos 45 segundos ya estoy desesperado. La angustia primera de la que ya mencioné es el hecho de que uno tenía que ser feliz. Es la angustia que uno siente cuando hay un recreacionista al lado que lo está uno tratando de obligar a ser feliz. Hay otro giro en el tema del turismo que es cuando uno se convierte en guía turístico, que es que le llegan a Bogotá o a donde uno esté viviendo unos amigos, pero tiene que venir una visita para que uno deje de darle a la ciudad por sentada, digamos. Ahí está esta idea del turismo que en mi opinión es la idea de la posibilidad, que es esa promesa de la felicidad. Hay un peligro que tenemos los turistas colombianos en cualquier otro lugar que no sea Colombia. Un podcast de El Locutorio Arroba El Locutorio DC Hola Ricardo Hola Alejandro Vienen estos meses de junio y julio que usualmente asociamos con las vacaciones y mucha gente hace una actividad que en Colombia se llama turistear. Turistear, el turisteo, es cierto. Son los turistas felices, ¿o no? Yo creo que hay mucha angustia en el turismo, hay mucha preocupación. Si es salir del país, pues tiene otras angustias, pero el mismo turismo dentro de Colombia, yo creo que uno ve muchos padres de familia con dolor de cabeza. Yo creo que hay como, el turismo es paradójico. Hay una frase que me gusta repetir de Fernando Vallejo, que dice, la felicidad solo existe en la nostalgia. Los turistas son felices cuando ya pasó. Las fotos son los mejores recuerdos. Pero también vi una estadística hace un tiempo que decía cuál era el momento más feliz de las vacaciones. Era el regreso. Dos días antes. Claro, cuando ya se ve la vuelta. Sí. Es la promesa de la felicidad, que es la felicidad misma. Es toda la expectativa. Viene el viaje, es la promesa de la felicidad, que es la felicidad misma. Es toda la expectativa, viene el viaje, viene la preparación, antes de que empiecen las angustias prácticas de las maletas, las demoras, la enfermedad. La enfermedad. Y todo lo que le suele ocurrir a esos peregrinos tristes que son los turistas. Sí, claro. Además hay paseos familiares. Bueno, en Colombia está la saga del paseo de Dago García. Pero si existe es porque eso es común y es que los paseos familiares tienen algo de reality, eliminado del día y peleas, salen a flote como en las terapias de grupo problemas que no se habían resuelto, es exigente el viaje turístico, es exigente mi mamá tenía en esos viajes familiares siempre una actitud muy realista solía decir muchas veces, uy yo he tenido muchas decepciones turísticas y lo decía cuando estábamos de viaje muchas veces, uy, yo he tenido muchas decepciones turísticas. Y lo decía cuando estábamos de viaje. Y a mí esa frase siempre me creaba algo de inquietud. Y una vez estábamos creando en los Estados Unidos y yo estaba angustiado por esto. Por el momento que debería ser feliz, pero no lo estaba haciendo. Eso es una encrucijada espiritual muy berraca. Es duro, claro. Y me encontré la respuesta a esa encrucijada espiritual muy berraca. Es duro, claro. Y me encontré la respuesta a esa encrucijada. En una frase de Mark Twain, en una revista de esas de hotel, que decía las vacaciones no son necesariamente un tiempo mejor, son un tiempo distinto. Sí. Entonces yo ya salí de... Eso es. Me pareció que quedaba resuelto ese problema yo, pues cuando uno es hijo, pues está sometido a las reglas de los papás y esos viajes y claro, en un primer momento son divertidos son paseos más o menos de piscina y de playa, y uno está niño y medio entiende la gracia, le parece que es muy divertido pero hay un punto hacia los 15 años cuando uno cumple 15 años en el que a uno le empieza a parecer extraño estar en esa situación yo me acuerdo de tener 15 años e ir todos a San Andrés y que se nos agotara muy rápido el plan porque uno ya no era niño. Claro. Entonces ya no quería estar todo el día ni en la playa ni en la piscina. Fueron juntos al hoyo soplador. Fuimos juntos al hoyo soplador. ¿Hay foto o no hay foto? No hay. Y esa es la señal de que ese es un paseo que es como un punto de giro en las viajes familiares. Y es nadie tomó fotos. Nadie estaba muy entusiasmado de haber hecho ese viaje. El hoyo soplador se demoró mucho y pasó muy pronto. Hubo cierta desilusión. Se esperaba mucho el hoyo soplador. Ese último viaje familiar, dicho de esta manera, es una especie de rito de paso triste, ¿no? Sí. Porque es el fin de una etapa. Sí, ya estamos grandes. Cuando ya una familia no puede ir juntos a un paseo. Sí, ya no digamos los pasados que hicimos desde allí, desde ese momento ya más grandes fueron ya viajes a otros países, a conocer otros lugares que también tienen su angustia. Que el pasaporte se pierda, que la plata no alcance, que la maleta no llegue, que era algo que solía pasarle a mi mamá, era ya como tradición, no le llegaba la maleta y tocaba comprar ahí unos sacos que usaba todo el resto del viaje. Sí, esos paseos que ya eran casi de aprender cosas, de ir a museos de conocer ciudades es otra clase de viaje ya lo puede hacer uno de adulto pero también tiene su angustia todo tiene su angustia yo voy a sufrir a mi papá mucho la angustia primera de la que ya mencioné es el hecho de que uno tenía que ser feliz es la angustia que uno siente cuando anda un recreacionista al lado que le está uno tratando de obligar a ser feliz. Eso es terrible. Y entonces esa angustia, ese tipo de angustia del recreacionista se vivía en algunos de estos vacaciones. Después yo tenía una ansiedad en estos viajes de turismo cultural. Sí, esto es que había que chulear mucha cosa. Eso, eso. Yo me levantaba, o nos levantábamos todos temprano y había siete sitios y entonces nos estaba cogiendo la noche. Había una especie de tarea acuciante que hacer. Claro. Siquiera se me quitó esa vaina. Por la noche hay que ir a una obra de teatro. Exacto. Hay que aprovechar todo lo que se puede hacer. Hay que aprovechar todo. Es agotador y uno quiere volver a la casa. Y en ese sentido de aprovecharlo todo, pues tampoco es que uno sea muy feliz. No. Quedan las fotos. No, quedan las fotos. Quedan las fotos, quedan los momentos y queda esa capacidad de la nostalgia, la bobita, la pendejita, decía Fernando Vallejo, de recordarlo todo, eliminando los momentos de angustia y de desazón. Y esa idea extraña de los turistas de hacer dos horas y media de fila para comerse un pedazo de pizza. Esa frase del amor en los tiempos del cólera, cuando se van de viaje de bodas a Europa y regresan y ella dice, cuando le preguntan qué tal Europa, dice más es la huya. Ese tipo de turista es una gran frase. Esa frase me gustó. Porque es una posibilidad de turista. Yo creo que mi mamá era un poco así. No, esa era mi mamá. Yo cuando leí esa frase de Fermín Yo creo que mi mamá era un poco así. No, esa era mi mamá. Yo cuando leí esa frase de Fermín Adasa. Es mi mamá. Era mi mamá también. Es más la huya. Yo me acuerdo nosotros viendo ruinas en Roma y mi mamá diciendo, medio en chiste, medio en serio, el que ha visto una ruina, las ha visto todas. Porque claro, son unas piedras ahí a las que uno carga de historia, pero realmente son unas piedras ahí. Son unas piedras. Sí. A mí me daba la angustia también de no conocer el contexto de todo eso. Claro, está perdiéndose uno todo. Todo, sí. Porque si no, son unas piedras. Mi papá tenía la actitud contraria, que era... Realmente él era un tipo muy brillante y uno podía pensar que él sabía todo sobre todo. Era realmente un tipo que uno le preguntaba cualquier cosa y él la sabía. Pero entonces tenía el problema de que cuando no la sabía, se la inventaba un poco. Y en esos viajes uno le decía, pero ¿dónde estamos? Y él decía, está en la plaza del Santo Pópolo. decía, pero ¿dónde estamos? Y él decía, está en la plaza del Santo Pópolo. Se inventaba cualquier cosa que después resultaba no tan cierta. Ustedes le hacían un poquito de fact-checking después por la noche. Un poco de fact-checking, claro, porque era demasiado conocimiento. Ahora, él fue el primero en entender que esos viajes culturales había que saberlos hacer y no acumular eventos ni lugares. Y verlo todo en un museo. No, uno llegaba al museo y él se iba a la cafetería realmente, buscaba el cuadro que le interesaba y se iba a la cafetería a esperarnos. Vuelvo a mi mamá, a los museos le gustaban dos lugares, la cafetería y la tienda de chucherías. Exacto. Todo lo otro, no valía la pena. Lapicitucherías. Exacto. Todo lo otro. Nomás se traía borradores. No valía la pena. Lapicitos y borradores. Recomendación Libresca. Sí. El arte de no enloquecer. Gran libro. Un libro inolvidable. Para toda nuestra audiencia, nuestro libro ya está en todas las librerías, creciendo en la lista de los más vendidos. Sí, ahí va subiendo porque la gente se va enterando y por eso no queremos dejar de decir que ya están las librerías y que yo creo que al menos es un libro auténtico que sirve para ver cómo funcionan las cabezas de dos personas cercanas. Hemos hablado no muy bien del turismo hasta ahora. Hasta ahora no. Aunque somos turistas. Hemos hecho turismo hasta ahora hasta ahora no aunque somos turistas hemos hecho turismo y además hemos tenido buenos viajes yo he sido divertido no completamente no somos anti no no para nada yo escribí un cuentico de ciencia ficción sobre un mundo sin turismo buenísimo viajes trasatlánticos quiero leer aquí en parafio listo listo en ese mundo anterior las grandes ciudades del mundo fueron tornándose poco a poco en parques de diversiones para adultos. Los restaurantes, las tiendas especializadas y esos infinitos resquicios lustrosos que llamaban la atención con sus promesas de felicidad y aventura. Los turistas eran sobre todo peregrinos sin rumbo, exiliados espirituales en busca de una iluminación providencial. Todas esas cosas habían sido posibles gracias a los millones de visitantes. Las ciudades se habían adaptado por cuenta de una competencia pasmosa al turismo y los turistas, a su vez, fueron adaptando sus gustos y demandas a esas ciudades. Después desaparece el turismo y las ciudades se estaban volviendo entonces dormitorios y factorías. La promoción o propaganda cultural de museos y tiendas de souvenirs estaba desapareciendo. Los críticos del turismo que habían denunciado la sociedad espiritual de los viajeros y el oportunismo de los vendedores de chucherías estaban ahora en una posición difícil. Debían defender la desaparición de un mundo que habían criticado duramente desde sus escrúpulos estéticos y su comodidad de asalariados sempiternos. Uno podría decir que hasta ellos añoraban la gentrificación. O sea que las ciudades están construidas para los turistas. Son Disneylandia, son parques de diversiones para adultos y para niños. Estaba pensando en Disneylandia justamente y en cómo eso prueba que todo el que tiene un negocio o que es un buen negocio el que lo devuelve uno a la infancia y un poco la estadía en los hoteles, bueno, ir a Disney, ir a esos parques, ir a esas ciudades como Venecia o que son absolutamente pensadas para el turista. Pues eso, detrás de eso está el conocimiento del ser humano y su vocación a ser niño o su alma de niño que nunca envejece. vocación a ser niño o su alma de niño que nunca envejece. Esas ganas de traer cositas, de comprar cositas, de estar ahí, de tomarse la foto. Eso es muy infantil. En el mejor sentido, incluso. En el mejor sentido. No es feo. Mi papá era así, era el niño. Mi mamá era la escéptica, la adulta que decía más la bulla. Mi papá era el niño que abría la puerta del hotel y lo recorría todo. Abría el minibar. Compraba la botella de vino chiquita que costaba sin mirar la cuenta 35 dólares y después iba a arrepentir infinitamente, pero se la tomaba. Pero es que tiene su gracia. Era un simulacro de la felicidad. Es que ese mundo de los hoteles tiene su gracia. Es una fantasía que lo estén atendiendo a uno que todo funcione. Bueno, hay hoteles como los de recreacionistas con los que uno choca, que es que lo quieran a uno obligar a la felicidad. Hubo un tiempo en el que en la piscina se oía chichi peralta todo el tiempo luego hoy en día es reggaetón y es insoportable ese mundo de piscina, sobre todo para gente, como comentábamos antes, como los dos que uno empieza a desesperarse después de un rato en ese plan de no hacer nada. Entonces, bueno, yo me conozco y estoy en la playa, bien, me acuesto, llevo algún tipo de libro y a los 31 minutos 45 segundos ya estoy desesperado como que necesito hacer algo sobre todo que uno puede leer en otra parte sí, no, mal de zambito decía mi mamá también que me empezaba a parar y a moverme de un lado para otro a mí no me gusta no hacer nada sí, a mí tampoco, hay un punto en que me desespero y veo que pues que la gente está muy cómoda allí y es peor porque uno se siente muy fuera de sitio. Sí, uno como que camina y es 11 de la mañana, falta hora y media para el almuerzo. ¿Qué diablos voy a hacer? A mí me pasa en vacaciones además en esos hoteles que me despierto muy pronto. vacaciones además en esos hoteles que me despierto muy pronto. Un problema extra es dormir en camas ajenas, por ejemplo las almohadas. Si es muy alta es difícil, o sea, a mí me toca ir graduando la cabeza, las almohadas. Hay todo un proceso en el hotel. Voy a intentar una taxonomía, Ricardo, de los viajes. Yo creo que hay tres o cuatro tipos, no muchos más. Algunos son peregrinajes espirituales o peregrinajes de verdad o no. Aquellos que quieren conocer algo con lo que siempre han soñado. Sí. La casa de un escritor famoso. La casa de Mozart. Exacto. Cuando fui a Ginebra, quise conocer la tumba de Jorge Luis Borges hay pregredajes personales, que tiene algo de eso un mal leído mi hermano iba a la casa de Sábato fue dos veces y se lo vio y bueno eso, habló con él y viene la foto los otros son los viajes que en el pasado fueron muy comunes de salud de spa. Uno va a curarse. Sí, eso era muy común. Física y mentalmente también. Los viajes tienen algo de eso. Entonces, los de piscina pueden tener algo de eso. Sí. Te va a cambiar el clima. Desde que sea como de detenerse, ¿no? Sí, hay otros humores, ¿no? Hay otro clima, hay otro aire que se respira, el cuerpo se detiene, la mente se aquieta. Y tienen eso, yo creo que es recuperarse. Pero tienen ese tema de recuperar la salud. reencuentros. También es bonito. Hay un amigo, un familiar que son bonitos. Y ahí la expectativa se va acumulando y uno llega con la ansiedad de abrazar, que es muy emocionante. Mi hermano se fue a vivir a Europa hace muchos años y entonces esos han sido viajes siempre chéveres, siempre conmovedores de hacer planes juntos que uno nunca hace. Ese es otro tipo de viaje, sí. Sí, yo creo que hay otro que tiene una combinación de algunas de estas características, pero no son muchos más, a eso va uno. No, el viaje de rumba sería el otro, que es como el paseo 5, 6 y 7. Sí, sí. Ese no es aquietarse, sino a todo lo contrario. A todo lo contrario. Y vienen las vacaciones químicas y toda esta cosa que pasa. Sí, el viaje... Aparece la sustancia psicoactiva, contrario. Y vienen las vacaciones químicas y toda esta cosa que pasa. Aparecen las sustancias psicoactivas y la gente pasa en un estado de enguayabado durante el día y vuelve a empezar durante la noche. Hay algunos viajes de esos de adolescencia. No los añoro. No, no me llaman la atención. Ahora, ya que uno no es el hijo, sino le toca como ser el que carga los pasaportes o el que carga la plata o el que sabe dónde se va a quedar. en un paisaje diferente, pero no está del todo obligado a hacer nada y puede leer sus cosas y no está corriendo por todas partes. Hay cierto retiro que debe ser el que siente el placer que siente la gente que tiene una finca. Yo nunca he sido ni mi familia fue familia de tener finca. Ese placer lo tiene la gente las dos o tres primeras veces que visitan una finca. Yo nunca he sido, ni mi familia fue familia de tener finca. Ese placer lo tiene la gente las dos o tres primeras veces que visitan la finca. Sí, es mejor no tenerla. Después la mirada se cansa también. Después uno sabe qué hacer con la finca y tiene que arrendarla porque le saca sale carísima. Pero le he visto ese gusto, no a tener la casa, sino a quedarse en alguna, alguna vez. No, ese tiene, Ricardo, la ventaja de que uno está viviendo en otro sitio. Y cuando uno vive en otro sitio que no es el de uno, uno tiene la mirada asombrada. Es el turista que está observándolo todo. Y comienza, o eso me pasa a mí, por ejemplo, imaginarse una vida distinta. Uno comienza, ¿qué tal si yo viviera aquí? ¿Qué tal si hubiera vivido aquí? Y esa sensación me parece interesante porque ahí está esta idea del turismo que, en mi opinión, es la idea de la posibilidad, que es esa promesa de la felicidad. Porque el tema del peregrinaje parece un chiste pero no lo es uno viaja por eso porque busca una posibilidad quiere cambiar de algo y la rutina todos los días, la falta de atención uno no mira el mundo en el que habita y el turista si mira si ese peregrinaje tiene tiene vocación digamos de terapia hay algo, esa gente que hace el Camino de Santiago, que a mí me parece impensable. Hay gente que se lo toma en serio y le sirve y le conmueve y entiende lo que está haciendo. En cambio, hay un turismo, es no espiritual que está muy bien captado en esa serie que se llama The White Lotus. Sí, sí, es buena. Que es muy buena. Ya van en la tercera temporada y han ido a los White Lotus, que es el nombre del hotel. Uno es en Hawái, si no estoy mal. El siguiente es en Italia y el otro es en Tailandia. Y uno ve una gente millonaria pensando en la vida. Y está muy bien hecho. Es una sátira muy buena, pero es un turismo también ya fantasía, pues, como fuera de la realidad. No es claro que todos podemos escribir. Es claro que todos, con suerte y con vocación, podemos dedicarnos al oficio de escribir. Pero últimamente pienso que no solo podemos, sino que debemos escribir. Escribir es la mejor terapia que tenemos a la mano. Bienvenidos a Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Toma el audiocurso de escritura Ficcionario en ellocutorio.com slash ficcionario con Ricardo Silva Romero. Hablando de peregrinajes, está esta película que es de turismo de alguna manera, incluso sucede en el sur de California, donde yo viví por algún tiempo, Entre Copas. Uy, fantástica. Fantástica, ¿no? Sí, es el turismo de los vinos, que también tiene sentido. Pero estos son un par de borrachos realmente. Un par de borrachos que van juntos. Que se sofistican a ratos. Se sofistican a ratos, pero hay una naturaleza humana un poco bárbara detrás de cada uno de ellos. Alexander Payne. Alexander Payne, genial. Director, él vivió en Medellín. Sí, sí, sí, que le decían Alejo. Alejo, sí, tiene un buen artículo académico sobre el siglo XIX de Medellín. Sí, es un gran un gran director ese tipo. Hace poco sacó una película que se llama The Holdovers. Ah, sí. Creo que la habíamos mencionado. Creo que sí, está en las plataformas en un par y es un fin de año en un colegio y un profesor que se tiene que quedar con un alumno vago y pasar con él. Ahora que hablamos, muchas películas de él tienen eso de... Burlesco, ¿no? No, del turismo, como el viaje. Sí, el viaje. Es que la película de carretera o la historia de viaje es una historia de transformación, de redención. En el fondo es el viaje del héroe. Exacto. Campbell, ¿no? Es la persona que viaja. Al viajar se transforma. Y al transformarse puede volver un transformador. Llega de nuevo a su villa con una mirada distinta. Exacto. Parece que eso dura poco. Muchas historias son de... Muchas historias, muchas novelas, muchos cines. Pero uno llega de vacaciones transformado, pero la semana... Está todo igual. Está todo igual. Está todo igual. Hay otro giro en el tema del turismo, que es cuando uno se convierte en guía turístico. Que es que le llegan a Bogotá o a donde uno esté viviendo unos amigos. Y es toda una pregunta. Muy bueno. Ese giro es buenísimo, Ricardo. Yo he mencionado una parte de ese giro que está en la novela Plegarias atendidas de Truman Capote, que tiene este epígrafe tan bonito que tiene que ver con el turismo. Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas. Y allí cuenta el protagonista que estaba viviendo en Nueva York, llevaba ya tres años, el deslumbramiento inicial había desaparecido y llega una sobrina del protagonista de algún lugar del medio oeste de los Estados Unidos. Y este vuelve a mirar, mostrándole la ciudad a su sobrina de guía turístico, vuelve a mirar la ciudad con los ojos nuevos con los que él había mirado cuando llegó por primera vez. Y eso me parece interesante. Eso es como... Cuando uno está mostrándole la ciudad a alguien, uno la mira con ojos distintos. Sí, y la vuelve a querer. La vuelve a querer. En Bogotá pasa mucho. La idealiza de manera que puede ser un poco artificiosa al comienzo, pero se va volviendo real, auténtica, genuina. Yo hace poco recibí la visita de una investigadora con la que había trabajado un tiempo. Es polaca, pero vive en Estados Unidos. Estuvimos caminando por el barrio y comencé a ver... Por el solo hecho de contarle el barrio, por mostrarle una panadería, a verlo con ojos distintos. Sí, y pasa con Bogotá, que la gente llega y entonces dice, uy, miren los cerros, y la gente se fascina, y uno los lleva por la Candelaria y les parece una cosa súper interesante, y uno está muy acostumbrado a esto. Y uno ve la llama de Monserrate y dice, uy, por Dios, esto está muy bonito. Sí, increíble. Y Monserrate resulta bonito realmente. ¿La llama de Monserrate sí murió o no? Creo que murió, sí. La llama está por ahí. Uno empieza a ver la belleza. Pero sí, entonces la Plaza de Bolívar resulta que está bonita y hay una cantidad de puntos en los que uno va por la Candelaria y ahí vivió Rafael Pombo y allá vivió José de Asunción Silva y bueno, empieza a ser como una ciudad con historia y con belleza que uno no puede creer pero tiene que venir una visita para que uno deje de dar a la ciudad por sentada, digamos pero es interesante porque en esa transformación de guía turística o espontáneo uno se transforma también uno recupera o renueva votos con la ciudad es Ricardo el lugar común de la poesía pero que es un lugar como un cierto del asombro uno recupera algo de eso uno recupera el asombro hay ciudades que están a la altura de lo que uno se imagina también. Que eso no es... Roma es una de ellas. Roma es espectacular. Uno no puede creer que está ahí. París es impresionante. Nueva York. Uno que ha visto tantas películas que pasan en Nueva York. Uno sí siente ahí algo especial yo creo que ahí si Fermín Adasa no tendría razón Fermín Adasa, sí estaba muy desilusionado estaba exagerando Cartagena cuando uno la conoce cuando es chiquito es deslumbrante es deslumbrante es bonita hay ciudades que están a la altura, Buenos Aires que uno le dice vaya a la librería, la Ateneo y no va. Efectivamente. Es impresionante esa librería. Hay otras en las que uno queda golpeado, como La Habana, por ejemplo. Yo no conozco La Habana. La Habana es dura de ver porque, bueno, no sé, yo la conocí hace 25 años. Tengo dos o tres lugares favoritos en Colombia. San Agustín, siempre me gusta ir. Sí, es impresionante. Recuerdo la primera vez que lo visité, incluso escribí también un pequeño relato con mi papá cuando estaba en el colegio. Siempre me ha gustado. Me gusta la Sierra Nevada de Santa Marta. Bonito, ¿no? Sí, siempre me parece un lugar mágico, especial. Y está a la altura también de su leyenda, digamos. Completamente, completamente. Y Cartagena también me gusta. Cartagena a mí me gusta estar ahí. Me parece un sitio a favor, como que me siento de local. No solo porque mi familia nació en Cartagena, mi mamá y mi abuelo, mis tíos, muchos son cartageneros, sino porque el lugar tiene algo especial y un sitio al que le he agarrado cariño es que es un lugar común ya del turista bogotano, es Barichara, en Santander, es un lugar especial y pues Carolina mi esposa vivió ahí un año largo y mucha gente de su familia vivía ahí ¿y van con frecuencia? no mucho, pero hemos ido y es y es muy rico estar ahí uno siente algo especial en ese lugar voy a volver a los viajes en familia que eran este tema tan colombiano del viaje en carretera. Sí. Que es un odisea. Claro, claro. Es una lucha. Literalmente. Ha mejorado. Ha mejorado porque en esa época el escenario más temido era el doble pinchazo. El doble pinchazo en la nariz del diablo. No, era pinchar y ir camino a la bomba de gasolina o al montallantas y volver a pinchar antes de llegar. Y uno tenía que parar, coger una rueda, pedir que un carro lo llevara al montallantas, arreglar la llanta, volver al carro inicial, volverla a poner e ir a que arreglaran la llanta. Y mientras tanto los niños... Y ese era el viaje de dónde a dónde? El que más hacíamos era de Medellín a Cartagena. ¿Qué cuántas horas son? En esa época eran unas 10, 12. ¡Uy! Hoy puede ser más, porque hay más tráfico, creo yo. Tú subías, subías a Yarumal, bajabas a Puerto Valdivia, después a Tarasá, a Caucasia, a Planeta Rica. Y está esta sensación un poco de lo que Álvaro Mutis llamaba Tierra Caliente. Sí, claro. Se siente el cambio. Totalmente. Sí, ha mejorado, por ejemplo, el viaje a carretera en Cundinamarca, Boyacá es ahora super fácil pero a Girardot puede ser era duro era pesadillesco era duro y era el que nosotros hacíamos ese y era la nariz del diablo mi papá fumaba mucho entonces yo creo que cada viaje fumando de manera continuada era un año menos de vida para todo el carro. Desde un punto de vista de salud pública era un gran peligro. Claro, terrible. Quiero que terminemos, Ricardo, hablando un poquito de ese otro tema que son las trampas de turistas. Sí. Esas son tristes, ¿no? Sí. Cuando uno se da cuenta que todo el mundo está conspirando para que uno termine ahí y venderle una chuchería falsificada o robarle la plata eso es terrible, claro o meterlo a un restaurante con una terraza que huele feo y le van a cobrar 50 dólares por cualquier pedazo de sopa pasa mucho pasa mucho yo si trato de evitarlas, pero es difícil no caer en eso. Por ejemplo, ir a un sitio, no sé, en Italia o en el país vasco, que son famosos por la comida y dar con el sitio que no era bueno en comida. Eso puede pasar porque alguien le dice a uno vaya allá y sí, hay mucho robo. Hay un peligro que tenemos los turistas colombianos en cualquier otro lugar que no sea Colombia y es que bajamos la guardia y nos roban. Es decir, uno se mete a un metro y piensa, solo en Colombia lo roban a uno. Y el día en que uno baja la guardia en cualquier país, algo pasa. Por eso Fermín Naza decía nada más es la bulla. Yo siempre que regreso, que no ha pasado nada, digo ¡Uy, por Dios! Vacaciones exitosas de que no nos enfermamos. Ese es como el objetivo. Sí, eso es volver normal. En esta odisea, en este peregrinaje, en esta especie de ¿cómo llamarlo? idea de reencontrarse con el asombro, de que no pase nada. Y la otra el otro gran efecto es que uno mientras se va o por lo menos, eso me pasa a mí, tiene la sensación de que quién sabe qué pasaría en el país o qué pasaría en Bogotá o qué pasaría en el edificio, qué pasaría con la vida que uno dejó ahí parqueada mientras se fue y usualmente no ha pasado nada salvo que el periódico para los pocos que... Se viene acumulando pronto hay algunas maticas que están sufriendo de sed o alguna cosa. Pero alcanza a no pasar nada. Ahora, Ricardo, hay otra angustia de turista que he sufrido, ya para terminar, Casio, y es este tema, recordar de una manera una ciudad, un lugar, volver años después y encontrarse con otra cosa completamente distinta. Tremendo. Eso me pasó a mí la primera vez con Ibagué. Que mi primera imagen fue espectacular, la segunda no fue tan buena. Me pasó hace poco cuando yo regresé a California, a Los Ángeles. Y decía, este es otro lugar. Y el darse cuenta de que la memoria, primero que todo, no es confiable. Y segundo, yo no sé qué diablos está haciendo. Ese álbum de fotografías que está metido ahí en nuestro cerebro, en parte es inventado. Claro, yo creo que uno lo embellece, ¿cierto? Sí, lo embellece un poquito, o no sé, no sé cómo se arma. Pero a mí me generaba angustia decir, cuando uno va a un lugar y lo que recuerda no es lo que es, es como si no hubiera estado. Es impresionante. A mí me pasó que viví en Barcelona, yo creo que ya lo habíamos hablado, en una plaza que se llamaba la Plaza Pastrana, que era más deprimente porque el presidente era Pastrana en ese momento. Entonces era como, yo me fui del país y llegué acá a la Plaza Pastrana y era un edificio que yo recordaba como viejo y era un barrio de inmigrantes en Barcelona, donde no estaban los catalanes y lo recordaba como muy bonito y llegué y era una cosa muy gris y el edificio era un sitio muy triste y me impresionó la nostalgia ese golpe ahí está, yo no sé llamarlo distopía pero esta idea que está en algunos de los cuentos de Phil Dick, de que a uno se le puede meter al cerebro y crearle recuerdos de un viaje que nunca hizo y uno no va a saber si lo hizo o no es como si lo hubiera hecho estaría Ricardo dispuesto a eso no viajar sino la generación artificial de memorias como sustituto a los viajes pues yo tengo un problema y es que ya en este punto disfruto que los demás de la casa disfruten, pero no tengo mucho afán de irme a ningún viaje. Otra angustia turística acabo de recordar y yo era el guardián de eso la felicidad de todos como era el hermano mayor claro, sentía como esa responsabilidad de que yo no podía pasar bueno, que era la palabra que utilizábamos. Si los demás. La expresión bonita. Pasar bueno es bonito. Es bonito pasar bueno, sí. Que tú no podías pasar bueno si... Sí, sí. Yo veía que algo pasaba. Claro. Y eso pasa en los viajes familiares. Hay esa responsabilidad que todo el mundo pase bueno si uno ve que los demás están pasando que alguien está pasando mal lo sufre, mi último viaje familiar que fue el año pasado digo familiares que vino mi hermano con los hijos y estaba mi mamá y nos fuimos a una casa, bueno salió, increíblemente. Nadie, nadie peleó con nadie, pero todo el mundo se fue enfermando día por día. Iba, iba pasándole a todo el mundo lo mismo. Y afortunadamente el recuerdo que hay de ese viaje no es eso, pero sí fue dramático. Y esto es una gente que vive en otro país. Entonces uno se siente responsable por lo que pasa en Colombia. Y algo les sentó mal a todos y fue dramático. Será posible decirle a nuestra audiencia de tercera vuelta felices vacaciones. Después de todo esto. No, son historias para contar. Eso sí, los viajes que pasan bueno. Sí. Elige siempre un buen rato. Elige siempre una buena conversación. Tercera vuelta, el podcast. Suscríbete ahora y escúchalo cada semana en tu plataforma favorita. Un podcast producido por El Locutorio. Ellocutorio.com Síguenos como arrobaellocutoriodc en redes sociales. Para algunos de nosotros, las finanzas personales no son solo personales. Síguenos como arroba el locutorio DC en redes sociales. Nos ayudamos a planear tu imagen financiera con la imagen más grande en mente. Porque aunque nuestro negocio nos guía en sus finanzas, nuestra ambición es hacer que sea más importante. Thrivent, donde el dinero es más importante. Conecta con nosotros en Thrivent.com Es Ryan Seacrest aquí. 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No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no,