Este episodio del podcast "Tercera Vuelta" explora la idea de la incoherencia personal y política como una virtud necesaria en un mundo de constantes cambios. Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero abordan cómo nuestras creencias y opiniones deben ser flexibles y reflejar nuestras experiencias acumuladas a lo largo del tiempo.
Capítulos
Sabiduría Estoica y Deportista
Ricardo y Alejandro reflexionan sobre la sabiduría estoica presente en figuras como el Pibe Valderrama y deportes que enfrentan la realidad con resignación saludable. También se hablo sobre Yogi Berra y sus frases contradictorias pero llenas de enseñanza.
Aceptación del Cambio
Se discute cómo la experiencia personal, como haber sido ministro de salud o rector, cambia las opiniones y resalta la importancia de ser flexibles en nuestras creencias. Alejandro Gaviria comparte su experiencia personal y profesional para ilustrar esta transformación.
La Defensa de la Incoherencia
El episodio resalta que vivir con el temor de ser incoherente es perjudicial. Alejandro y Ricardo elogian el cambio de opinión como un signo de evolución y una adaptación necesaria. Critican la presión de las redes sociales de mantener una supuesta coherencia que no refleja la evolución personal.
Compromisos y Críticas Culturales
Ambos anfitriones expresan cómo sus críticas hacia el cine o la literatura han cambiado con el tiempo. Discuten sobre la falsa dicotomía entre arte y entretenimiento y cómo esta perspectiva ha evolucionado para valorar más la destreza en lo comercial.
Política y Equilibrio
Exploran cómo el cambio de opinión en el ámbito político es mal visto, pero necesario para la democracia. Se valoran las posturas flexibles como en el caso de Antanas Mockus apoyando a su oponente una vez, y se critica la adherencia inflexible en política como una trampa de superioridad moral.
La Sabiduría del 'Todo Bien'
Concluyen que en la política y la vida, abrazar la incoherencia y aceptar la imperfección, a menudo reflejada en el estoicismo relajado de los deportistas colombianos, puede ser poderoso. Terminan con un intercambio sobre la importancia de una perspectiva equilibrada para enfrentar los desafíos de la vida.
Conclusión
Alejandro y Ricardo concluyen que el cambio de opinión y la aceptación de la incoherencia son esenciales para adaptarse y crecer en un mundo en constante evolución. Defienden la importancia de ser flexibles, tanto en la política como en la vida personal, para poder entender y participar mejor en la sociedad.
Menciones
- (Persona) Alejandro Gaviria
- (Persona) Ricardo Silva Romero
- (Persona) Ricardo Silva Romero
- (Persona) Alejandro Gaviria
- (Persona) Pibe Valderrama
- (Persona) Yogi Berra
- (Persona) Pambele
- (Persona) Mohammed Ali
- (Persona) John Maynard Keynes
- (Persona) Stefan Zweig
- (Persona) Montaigne
- (Persona) Robert Bolt
- (Persona) Borges
- (Persona) Ernesto Sabato
- (Persona) Shakespeare
- (Persona) Borges
- (Persona) Albert O. Hirschman
- (Persona) Kamala Harris
- (Persona) Donald Trump
- (Persona) Juan Esteban Constaín
- (Persona) Álvaro Gómez
- (Persona) Josepth Biden
- (Org) Yankees de Nueva York
- (Lugar) Estados Unidos
- (Corporación) El Locutorio
- (Obra de arte) A Man for All Seasons
- (Obra de arte) Mujercitas
- (Obra de arte) Sobrehéroes y Tumbas
- (Obra de arte) El túnel
- (Obra de arte) El Código da Vinci
- (Concepto) incoherencia
- (Concepto) cambio de opinión
- (Concepto) consistencia
- (Concepto) autosubversión
- (Concepto) coherencia política
y creo que la única solución es no creer en ese dicho popular que dicen que uno es esclavo de sus palabras no debería no debería uno ser esclavo de sus palabras y por qué si dueño de sus silencios esclavo de sus palabras una frase famosa es muy famosa en el tema político es interesante porque ahí también surge nueva información. Sí, cierto. Uno puede creer ciertas cosas, puede darle el beneficio de la duda. El voto en todo caso es una decisión binaria. Tercera Vuelta El Podcast Con Alejandro Gaviria Y Ricardo Silva Romero Un podcast de El Locutorio Arroba El Locutorio DC Hola Ricardo Hola Alejandro Antes de pensar con el tema, vamos a ir llegando. Sí. Quisiera que habláramos un poco de la sabiduría de los deportistas. Cierta sabiduría estoica. Sí, como resignados en el buen sentido a la realidad. Sí, el todo bien, todo bien del pibe Valderrama. Tiene mucho de aceptación. De los hechos, sí. Fue una etapa bastante dura, se hizo lo que se pudo de los ciclistas, que es también una muy buena manera de describir la vida. En Estados Unidos hay un señor que fue catcher de los Yankees de Nueva York y lo citan mucho. Creo que decía en teoría no hay ninguna diferencia entre la teoría y la práctica. En la práctica sí. Tiene que darle vuelta a saber qué es lo que está diciendo. Exacto, y decía también, es déjà vu, de nuevo. Que es genial. Es genial, sí, es genial. Tenía su genialidad, pero hay cierta sabiduría estoica. Y esa otra resignación de Pambele, ¿no? Sí, claro. Y esa descripción de la vida. Sí, es mejor ser rico que pobre. Totalmente. Entre esas hay una de Mohammed Ali que estábamos conversando, que es muy buena, que es esta. Es un hombre que ve el mundo a los 50 igual que a los 20, ha perdido 30 años de su vida. Y esa nos lleva al tema que quiero que hablemos hoy. Y es la defensa de la incoherencia en la vida, de cambiar de opinión. Y a medida que uno va viviendo, va coleccionando experiencias, poder haber dicho una cosa y decir una distinta. Poder desdecirse y hacerlo con tranquilidad. Totalmente. Estamos viviendo un mundo, Ricardo, donde queda un registro en las redes sociales en general en la internet de lo que uno dijo ¿cuántas columnas has escrito tú? no pues 15 años 50 por año probablemente hay alguien un odiador obsesionado que está haciendo un test de coherencia estricto a ver si en esa trayectoria encuentra diferencias de opinión y lo ponen ahí en internet. Sí, eso tiene... Y aparece entonces la incoherencia. Mire lo que decía Ricardo hace 20 años, mire lo que está diciendo ahora. Sí, eso tiene que pasar. Y además es inevitable diciendo ahora. Sí, eso tiene que pasar. Y además es inevitable que uno haya dicho algo hace 15 años y haya dicho lo contrario, no sé, hace 5. Es inevitable que uno revalúe, por ejemplo, cómo veía a ciertos políticos o cómo veía... Cierta porción de la realidad. Exacto. Es muy difícil que no haya uno cambiado. Hace 15 años yo era decano de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Mi experiencia vital estaba muy asociada con el mundo académico. Me gustaba la literatura, pero era una especie de asunto personal, no público. En ese lapso yo fui ministro de salud. Sufrí una enfermedad grave, un cáncer. Fui rector de la Universidad de los Andes. Vivimos una pandemia. Fui político. Estuve en una campaña fracasada, digámoslo así. Fui ministro otra vez. He escrito en ese lapso unos 7 u 8 libros, he leído muchas cosas, he conocido muchos mundos, he habitado muchos lugares, mis hijos han crecido, me he envejecido, por supuesto. ¿Cómo no cambiar de opinión cuando todas esas cosas han pasado? Imposible, en 15 años es que pasan muchas cosas. Demasiado. Es una vida. Sería realmente preocupante que uno no cambiara y no tuviera otras visiones. Realmente piensa uno que la gente que no cambia o la gente que reclama ser consistente está mal de la cabeza, me parece. Es extraño. La consistencia es locura. Es locura. Yo creo que es fanatismo. Es aferrarse a una misma visión de la sociedad, del cambio social, de todo. Es una visión cómoda de alguna manera, porque cuando uno está de alguna manera instalado en un grupo de creencias y no sale de ahí, pues es fácil de alguna manera, porque se está simplificando el mundo y todos los hechos. Y ese filtro le permite habitar el mundo con respuestas para todo. Yo supongo que da cierta paz o también puede producir mucha angustia. Estaba pensando que hay un personaje que a mí me gusta mucho en una obra de teatro que se volvió película en los 60 que se llama A Man for All Seasons que el autor es un tipo que se llama Robert Bolt y es justamente la historia de un terco que se niega a probarle a Enrique VIII el matrimonio número no sé cuánto. Sí, no sé. Sí, se casó muchas veces. Muchas veces, sí. Y este es el... En este momento no recuerdo cuál es el personaje, pero este es el protagonista. Obstinadamente. Dice que no. Porque es que no cuadra entre sus entre sus normas y hay algo conmovedor con el mundo de su juventud pero hay un punto que empieza uno a sentir este señor pues es heroico pero también está chiflado es conmovedor y tiene su gracia en la ficción y en la obra de teatro, pero cuando uno se encuentra con gente así en la realidad es chocante porque es como tú decías, es gente que tiene una especie de legislación personal como una serie de normas y de criterios que ya están establecidos y son invariables y no se pueden corregir y acomodan todo lo que sucede en el mundo a lo que ya pensaban antes. Entonces es violento de alguna manera. El método científico no es otra cosa que flexibilidad. Los hechos van cambiando y las teorías tienen que actualizarse la regla de esa famosa estadística que es la regla de Bayer no es otra cosa uno cree en la probabilidad de un evento aparece otro nuevo y tiene que ajustar esa probabilidad porque probablemente las cosas ahora con este nuevo evento van a ser menos más probables de lo que uno creía que eran claro hay una famosa frase del economista Keynes que decía, cuando cambian los hechos, yo cambio de opinión. ¿Qué hace usted? Preguntaba retóricamente. Es muy buena. Es por eso que es infame y tiene algo de puritano, quizás algo de doble moral cuando a la gente le sacan las opiniones de hace 15 años. Ha pasado mucho en el mundo del espectáculo, que depende tanto ahora de la corrección política en todo el mundo, que hay gente que trinó en el año 2009 algún chiste pesado. Eso pasó con algún comediante que iba a presentar los Oscars y no lo dejaron porque en el 2008 había trinado unas cosas salvajes, con humor salvaje, cuando uno creía que en Twitter nadie estaba mirando. No, nadie miraba, uno ponía cualquier cosa. Sí, era como de amigos y que todo el mundo entendía en qué tono estaba uno diciendo las cosas, que estaba teniendo humor pesado y que no era contra nadie, sino que era humor. En esa época, en esa época, 2008, 2009, 2010, cuando yo empecé a usar redes sociales, me dio por hacer un chiste. Yo creo que hubo una primera noticia sobre mercenarios colombianos en algún lado Colombia estaba saliendo de una época muy dura de violencia, todavía teníamos una violencia muy alta, y yo hice un chiste de economista ¿no? de exportaciones e importaciones y yo dije en su momento en Twitter, no sé por qué me dio por decir esa pendejada yo dije pensando en lo que había pasado por allá en la década de los 80, cuando nosotros importábamos mercenarios. Yair Klein y demás. Pero yo creo que resulta benéfico para un país pasar de importar mercenarios a exportarlos. Porque alguna manera de violencia ya no está aquí. Pasa el tema de Haití. Y yo no sé por qué razón alguien tuvo que estar mirando obsesivamente importar, exportar y ahí mismo cogieron eso y quedaba en el contexto de esa noticia esa opinión de 10 años atrás, pues terrible eso pasa, también por ponerse a hacer chistes en las redes sociales eso pasa sí, yo he evitado mucho opinar ahí, pero al principio sí hacía quistes y me temo cualquier barbaridad que esté por ahí alojada otra cosa que me hace pensar en transformaciones pues es los mismos textos de prensa por ejemplo las reseñas de cine las películas y las estrellitas que había que ponerles películas que son que yo he vuelto a ver y me han parecido buenísimas y en su momento le puse dos y media estrellitas porque había que ponerle estrellas, ese era el acuerdo eso era lo que se hacía en la revista yo no me sentía por encima de las estrellas. Entendía que uno lo que hacía en una revista de política, que era Semana, pues era recomendarle a la gente que lee esa revista, que hay una película buena o una regular. Y es un poder en todo caso poner las estrellas. Sí, es un momento tenso. Sí, tenso, sí. Y yo creo que fue muy duro con algunas películas. Dos y media. Dos y media. Esa estrellita de la mitad con la mitad amarillita y la otra mitad blanca. Es como infame y como arrogante. Y luego me ha parecido que uno puede ser un buen crítico y ser un crítico que acompaña los textos y los libros y las películas y los conecta con el autor, con el mundo, con la época. Eso se puede hacer, pero esto de las estrellas sí es, sí crea una distancia y una arrogancia que no es que me arrepienta porque era el trabajo, pero sí me doy cuenta que queda el registro de que unas películas buenas las juzgué como por encima. Yo no sé si es el paso del tiempo Ricardo, pero yo también cuando escribía columnas y me daba por escribir una reseña, no era reseñista, pero de un libro lo hacía a veces de manera para llamar la atención implacable es una galería, con juicios definitivos hoy en eso he cambiado tiendo a ser más moderado, más tranquilo recordé también recientemente cuando estaba escribiendo este libro sobre Stephen Elbaica una anécdota que él cuenta sobre su lectura de los ensayos de Montaigne lo hizo muy joven y ese escepticismo, esa moderación, esa recomendación estoica de instalarse en una vida tranquila cuando era joven, por supuesto, no le llamó la atención. No, para nada. Y esa lectura cuando la hizo ya de 60 años, fue otra cosa distinta. Entonces también nuestra perspectiva cambia. Cambia. Y yo creo que hay algo de madurez en hacer una buena crítica sin necesidad de destruir. De destruir. Sí, yo sí creo que uno de crítico tiene un poder. Y de crítico estoy hablando de crítico de cine o de libros o de columnista, que es lo mismo, es criticar la realidad. Y cuando está más joven trabaja más para la galería como que piensa si soy duro, si soy contundente si acabo con alguien pues va a ser más vistoso y va a funcionar y ni siquiera de pronto sea tan racional y uno no sea tan consciente de lo que está haciendo, sino que siente que ese es el uno no sea tan consciente de lo que está haciendo, sino que siente que ese es el trabajo. No es tan consciente. Bueno, a veces puede uno ser consciente hay que hacer un nombre. Sí, pero no creo que fuera una decisión tan consciente pero está ahí. Sin maldad, yo no creo, pero uno a veces también no se imagina que a la gente le va a doler lo que hace en mi caso bueno no le dolía a la gente de Hollywood si yo criticaba una película nadie le importaba pero a los de la cine colombiano si era el dolor del alma llegaban unos correos de gente pues que se sentía traicionada si era uno después quedaba un poco arrepentido de no haber cuidado las palabras quizás es eso siempre hay un trino lo que estamos diciendo Ricardo es que siempre habrá un trino y que? que podemos hacer? estamos cambiando de opinión, yo he cambiado de opinión en algunos temas que tienen que ver con las políticas públicas cuando empecé a hacer algunos estudios cuantitativos sobre por ejemplo la calidad de la educación yo confiaba mucho en la evaluación de los estudiantes, creía en eso, creía que lograba capturar buena parte de la esencia de la educación y que los determinantes sociales de esas diferencias entre estudiantes y escuelas y colegios en las pruebas del ICFE, por ejemplo, eran fundamentales. Hoy creo que capturan, sí, algo de la esencia de la educación, pero hay mucho que no está ahí. Creo menos en la investigación cuantitativa, creo menos en la evaluación de las políticas públicas hasta el último detalle. Me parece que hay formas cualitativas de entender esas realidades. pasé por mucho tiempo en mi vida haciendo econometría, evaluaciones cuantitativas no es creo completamente de esos métodos pero hoy tengo una visión, alguna distancia escéptica yo escribí una columna criticando los impuestos saludables sobre todo los impuestos a las bebidas azucaradas en el año 2011, 2012 tenía una idea un poquito escéptica de eso que llaman en inglés el nanny state. El Estado diciendo cómo debemos consumir o comportarnos, siendo ministro de educación, conociendo la evidencia, estuve a favor. Y esa me la sacaron en el debate. Cuando yo defendí en el Congreso el impuesto a las bebidas azucaradas, esa columna la revivieron una y otra vez en ese debate. Yo ya llevaba cinco años de ministro. Había cambiado de opinión, por supuesto, con mi contacto con el mundo de la salud pública, toda la evidencia que había revisado, muchos debates en los que había estado. Pero normal, eso va ocurriendo en el transcurso de la vida. No he cambiado, por ejemplo, en la política antidrogas. Tenía una posición liberal crítica a la forma como se ha conducido la política antidrogas en Colombia y en el mundo. debates sobre la suspensión de las personas aéreas con glifosato las cosas que había dicho como académico las pude usar en esos debates porque al respecto no había cambiado mucho de opinión yo estaba pensando en la visión de del arte en general entre lo que es más artístico y lo que parece más comercial, Yo nunca me casé, digamos, con el cinearte o con las novelas más fragmentarias o más exigentes o un arte más como una cultura alta ni nada de eso, pero sí me he ido transformando cada vez más hacia el respeto de lo que llaman, por ejemplo, cine comercial o de los bestsellers o de las novelas policiacas. Me parece que hay mucho arte, mucho dominio del lenguaje y mucho control del drama y de mucha habilidad para construir ficciones en todas partes, en lo más pretencioso en lo más artístico y en lo que parece más entretenimiento, esa barrera a mi cada vez se me borra más y disfruto más lo que se supone que es comercial, le veo más los pliegues y el dominio del arte a lo que se supone que es comercial eso me ha llamado la atención Ricardo es algo que hemos descubierto en estas conversaciones que para ti esa frontera se ha borrado mucho. Mucho. Y eso ha sido yo creo que evidente en varios de los episodios que hemos tenido. Cada vez más. Y fue un proceso paulatino, me imagino. Sí, porque uno va a la universidad que le digan que hay una cantidad de cosas que sobran. Aquí está la cultura y allá está el entretenimiento. Esto es lo que es serio, esto es lo que es basura. Y entonces uno tarda en desmontar eso. Yo, repito, nunca me renegué de ver tiburón o de ver películas que se supone que son menos artísticas o sí, o de disfrutar las novelas policíacas. Pero recuerdo leerme El Código da Vinci con mucho placer, por ejemplo, y sentir un poco de culpa y de toda la educación en el arte y en la filosofía, dando esa lectura como algo, digamos, acrílego casi, como algo que desilusionaría a cualquiera, que iba a romper el corazón a generaciones de maestros de la cultura. Y sí me parece que se le apunta mucho aún hoy a hablar de una alta cultura, de una inmensa minoría y todos esos cuentos, y cada vez lo veo más dudoso. Nosotros habitamos dos mundos distintos pero conectados, donde había sacerdotes. Exacto. En la academia era básicamente defender cierta pureza de la investigación. Claro. defender cierta pureza de la investigación. Claro. Cierta crítica dura, cínica muchas veces, devastadora, al generalista, al que se atrasía a conectar literaturas diferentes, al que no seguía esos esquemas rígidos del método, sobre todo. Ese fue mi mundo, el mundo de la investigación y el mundo de la investigación cuantitativa de alguna manera, el tuyo fue el de la alta cultura igual y esos sacerdotes son pesados pero buenos hereditos es un placer ser un hereje mi esposa y mi hija están coleccionando versiones de mujercitas, adaptaciones de mujercitas, entonces hemos visto pues la la de Winona Ryder y la de la que dirigió Greta Gerwig y ahora vimos una serie de la BBC de Mujercitas que no es muy vieja de hace como 6 años y en esa versión que es más larga porque es una serie pues hay más escenas y hay una que me pareció espectacular y es que Joe March que es más larga porque es una serie pues hay más escenas y hay una que me pareció espectacular y es que Joe March que es la protagonista está obsesionada de vivir de escribir y entonces está vendiendo lo que sea a un periódico hace los cuentos que ellos quieran lo que les digan, ya es demasiado ya es mercenaria digamos y hace lo que le digan lo que le van a pagar. Y hay un momento en que un amigo que hace le dice, mire, yo le conseguí todas las obras de Shakespeare. Este tipo, Shakespeare, trabajaba para la gente. Él quería llenar teatros y quería ser divertido y entretener. Pero dentro del entretenimiento encontraba su propia belleza encontraba, sí, hallaba belleza y me pareció que pegaba los dos mundos y que no era necesario aburrir ni sí, ni iluminar. No, hoy en día produce, sigue produciendo sospecha en la academia y en este mundo de la cultura cuando alguien tiene éxito y le llega más gente. No es que le gustó al mundo, es que se perratió. Es que se perratió, sí, eso es impresionante. También estaba dándole vueltas a el hecho de que uno también cambia de gustos, que es el riesgo que tiene uno cuando le recomienda por ejemplo a los hijos lo que a uno le gustaba a mi me parece que cuando uno es joven le pasa lo contrario a lo que pasaba a Stefan Sveig con Montaigne es decir a uno le gustan una cantidad de cosas que luego de viejo no le van a gustar, por ejemplo en algún podcast manifestamos nuestro disgusto con las chivas rumberas con las chivas rumberas, pero hay que decir que nunca nos gustaron pero por ejemplo me da susto que veo una revisión general con Sábato, que a mí me fascinó Sobrehéroes y tumbas, me fascinó El túnel, y veo que hay asomos de considerarlo incorrecto. Ya no gusta Sábato. Es decir, a mí yo sospecho que si lo leo lo va a encontrar la emoción. Sí, hace poco estaba una noche buscando un libro y me encontré con una antología personal de Sábato, de esa que hacía la revista Sur. Sí. Y la compré. Sí. Y comencé a leer por aquí y allá. No me chocó. No, aunque bueno. No, pero pesadito a veces. Sí. Sí. Era como como... No sé si pretencioso, pero como rabioso. Sí, pero tiene una parte rabiosa como justiciera. Y él como venía del mundo de las ciencias exactas y era de alguna manera una persona que conocía esos dos mundos, puede ser pretencioso. En sus debates famosos con Borges, me parece que la actitud de Borges, que era siempre la del escéptico, que también puede tener algo de pretencioso. Como arrogante. Sí, siempre me pareció más interesante. La de Borges yo creo que también aguanta más. Aguanta más y ha aguantado quizás más. No es claro que todos podemos escribir. Es claro que todos con suerte y con vocación podemos dedicarnos al oficio de escribir. Pero últimamente pienso que no solo podemos, sino que debemos escribir. Escribir es la mejor terapia que tenemos a la mano. Bienvenidos a Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Toma el audiocurso de escritura Ficcionario en ellocutorio.com slash ficcionario con Ricardo Silva Romero. Como estábamos hablando de la incoherencia, hay otra forma de la incoherencia más compleja, y es la incoherencia política. Sí, eso es buenísimo. La que nos trajo al tema y es cuando uno de alguna manera una vez suscribió una opinión política, votó por un político y cambia de opinión. Sí, es increíble que le cobren a uno los votos. Yo nunca he entendido eso, porque uno tiene que responder por su voto. Y como si uno tuviera que hacer rendición de cuentas. Voy a hacer rendición de cuentas porque voté por Petro, por ejemplo. ¿Qué culpa? yo qué tengo que ver pero si le... Te lo ayudó a elegir Ricardo no trate de lavarse las manos Exacto, usted lo ayudó a elegir, es su culpa ahora si vienen a decir o lo contrario mírelo a este traicionando la causa, es muy difícil eso y creo que la única solución es no creer en ese dicho popular que dicen que uno es esclavo de sus palabras, no debería uno ser esclavo de sus palabras ¿por qué? dueño de sus silencios, esclavo de sus palabras es una frase famosa es muy famosa en el tema político es interesante porque ahí también surge nueva información. Sí, cierto. Uno puede creer ciertas cosas, puede darle el beneficio de la duda. El voto en todo caso es una decisión binaria. Uno no vota y explica en la tarjeta electoral las dudas que tiene. Uno dice, pues el mundo es imperfecto, siempre lo va a ser, en esta opción puede ser este. Y después tiene uno que adherirse a todo lo que haga o diga el candidato por el que votó. Eso no tiene sentido. No tiene sentido. De ninguna manera. Uno responder por un gobierno. ¿Por qué se pide coherencia en eso? No entiendo eso. No sé y creo que es muy valioso cuando alguien es capaz de cambiar de opinión sé y creo que es muy valioso cuando alguien es capaz de cambiar de opinión política. Creo que es todo lo contrario muy valioso y es un ejemplo muy útil. Alguien que hemos dicho otras veces que como Mocus peleó contra Santos en el 2010 la presidencia y luego pidió que votaran por Santos. Yo no sentí que eso fuera oportunismo político, que eso fuera cínico. Todo lo contrario, me pareció una transformación de su cabeza que es muy valiosa. Hay otro ejemplo que a mí me gusta. Ahora que hablábamos la semana pasada por audios, hablábamos de los políticos que admiramos. A mí me gustó lo que hizo Juan Esteban Constaín con el libro de Álvaro Gómez, él de entrada pues siempre ha sido albarista y es muy cercano a esa familia él nunca lo ha negado sino que lo ha lo ha sido orgulloso de ello y tiene una gran amistad con ellos que además me parece que lo honra y es genuina es auténtica, pero cuando se puso a escribir el libro de Álvaro Gómez, él decidió que no se iba a casar, por ejemplo, con la visión que tenían los Gómez de los liberales, que era una posibilidad. Así como yo crecí en una familia de liberales, pero radicales, y todos veían a Álvaro Gómez y a Laureano Gómez como el demonio, como la cosa más mala que le ha pasado al país. Pues él también creció, por ejemplo, viendo al Partido Liberal, entre esa campaña entre Barco, Galán y Gómez, que es la del 86. Y el libro deja constancia de su transformación y de lo que y cómo ve ese gobierno en el que Álvaro Gómez era el opositor principal, el gobierno de Barco del 86 al 90. Y me parece muy conmovedor que desde el punto de vista de los Gómez él logre darle esa vuelta, es un cambio de corazón como dicen los gringos change of heart de verdad, como entender esto no, yo no tengo por qué seguir casado con nada el economista que quizás he hablado aquí en algunos de estos episodios, Albert Hitchman, utiliza esta frase que tiene mucho que ver con esta actitud de Koftaín, autosubversión. Eso es un logro. Es un logro. Y él hablaba también de la necesidad, sobre todo si vamos a creer en la democracia deliberativa, de todos mantener cierta provisionalidad de nuestras opiniones. O sea, defendía de antemano. Antes de cambiar de opinión decía, yo voy a cambiar de opinión. Estoy dispuesto en el diálogo a cambiar de opinión y voy a entrar a este debate creyendo que quizás pueda cambiar de opinión. Quizás no tengo razón. Me parece, Ricardo, que en todo todo caso yo no sé si culturalmente hay cierta defensa de aquellos que tienen opiniones fuertes sí, de quienes han defendido una cosa, de quienes han sido vehementes al respecto que tal vez hay alguna dimensión admirable en esa actitud yo creo que pero que se tiende a valorar eso más que lo otro esta actitud autosubversiva autosubversivo, lo que a veces hemos llamado gris, el vaivén digamos lo irónico eso es en términos digamos artísticos y comerciales artísticos eso es menos comercial la duda, el artista que cambia Que busca nuevos géneros O nuevas tonos O nuevas voces Vende menos que el que se copia a sí mismo Es impresionante En el arte El elogio del que se supone que es consistente Y se copia a sí mismo Que uno se cansa De verlo, de leerlo. Y es muy conmovedor el artista que se la juega por hacer algo que no había hecho. Eso es muy conmovedor, pero eso no tiene tanto éxito como lo otro. Y lo mismo pasa en la política. ¿Cómo le pasa en la política? El político que se copia a sí mismo pues gana. Pues puede mostrar la historia de coherencia. Exacto. Porque en el fondo, ahora pensándolo Ricardo, cuando la gente cambia de opinión, muchas veces se interpreta que no es un cambio genuino de opinión, sino que ha estado deseando algún interés. No es que ha cambiado de opinión. Claro. Es que está acercándose hasta otra corriente política porque quiere impuesto. Claro. O está buscando acomodarse. Esta palabra se utiliza mucho. Se acomodó. Sí. Se olvida. Que puede haber algo de eso también. Sí, pues uno ve unos políticos que eran uribistas y terminan siendo petristas y uno lo duda. Uno duda. políticos que eran uribistas y terminan siendo petristas y uno lo duda. Uno duda. Pero es como si genuinamente se tuviera a eso. Yo lo llamo acceso de suspicacia, sospecha y que cambiara de opinión porque se está desacomodando. Sí, eso no tiene mucho sentido porque porque todos tenemos pruebas de que la inteligencia tiene mucho que ver con la adaptación, con ir viendo cómo va cambiando el mundo y no va opinando. Es el método científico es como va cambiando es casi la definición de inteligencia es la capacidad de autocorregirse, según las cosas que van ocurriendo uno va cambiando claro, pero debo confesar que por eso sufro un poco las columnas y disfruto mucho más las ficciones. Y es porque uno se está casando con una opinión que a la cual a veces les faltan elementos de juicio. Uno no puede pues agotar un tema desde si no puede mirarlo desde todos los ángulos y ya es contingente. Y si ya es contingente sí, ya ahí es contingente tanto que uno escribe una cosa que entrega el jueves y el viernes pasa otra cosa que la revalúa la deshace la opinión que uno tenía me parece interesante que los columnistas pongan al final de su columna un reparente diciendo esta columna se autodestruirá en seis meses porque de alguna manera es contingente, esta página ya no incluso en unos días en tres meses y ya de alguna manera es contingente. Esta vaina ya no. Incluso en unos días. Bueno, en unos días. Como están las cosas. En tres meses y ya no. Como una fecha de vencimiento. Mira, esto hasta este día aplica. Mi voto por Petro se autodestruyó hace un año. Claro, eso tiene todo el derecho en lo que le pasó al pobre Mario Mendoza que escribió este texto tratando de explicar pues de su desilusión, que es válida. Su desilusión, sí. ¿álida. Su desilusión. Porque no va a ser válido, que no, que no le guste. Bueno, le están cobrando que no siga amando al líder como en el primer día. Eso no tiene ningún sentido. Pasó a ese mundo ya de los grandes herejes, ¿no? Totalmente. ser ejes, ¿no? Totalmente. Hay otro tema, Ricardo, que tiene que ver con estos cambios de opinión, sobre todo cuando uno está involucrado, como lo he estado yo. Sí. Y es el tema de traidor. Sí, eso es increíble. Como si tuviera que existir una adhesión permanente. O sea, usted hizo parte de esto y no puede irse a otro lado es como aquellos que si son sospechosos los que cambian de equipos de fútbol bueno, eso si son muy sospechosos ese es el único cambio que uno sospecha que a alguien le salga uno de pasar de millonarios a Santa Fe, eso si es una infamia si, yo en mi casa mi hermano Matías siempre tuvo cierta... Como mi papá era hinche nacional, yo también. Él estaba en la mitad, quería ser un poquito que llevaba a la contraria. En algún momento nacional, Medellín y todo. Estaba en una posición incómoda. Y lo veíamos raro. Sí, era justo verlo raro. Eso no se hace. En política sí es increíble. Sobre todo en esos momentos de elecciones en los que la gente le empieza a cobrar a todo el mundo todo lo que dice. A mí me parece impresionante, incluso que los candidatos no sean capaces de notarlo. El otro día vi que le preguntaban a Kamala Harris diga tres cosas buenas de Trump. Incluso había pensado que pueda ser la columna de ese tema. Y ella fue incapaz, fue incapaz. Y decía, bueno, y le dio vueltas y vueltas. Y dijo, bueno, Trump quiere a su familia, dijo. Creo que Donald Trump es alguien que ama a su familia y creo que eso es algo muy importante. La familia es una de las cosas más importantes que debemos priorizar, pero en realidad no lo conozco. Lo he visto una sola vez el día del debate. Nunca antes lo había visto, así que no tengo mucho más que decir. que no quiera a nadie. Pero en todo caso, yo pensé que era el momento para decir, a mí me gusta la gente que vota por Trump o algo así. Yo entiendo a la gente que vota por Trump. Sí, entiendo. Uno puede entenderla. Uno puede entenderla. Porque de ahí hay unas emociones morales, hay unas ideas políticas que son válidas y son legítimas. Y era un buen momento para hablar de los votantes en los Estados Unidos y siempre me ha parecido que los candidatos fallan cuando hablan mal del otro candidato porque en el fondo están hablando mal de todos los que van a votar por él cuando están diciendo es que el ingeniero Hernández es corrupto y es bruto y es malo o el que sea, es que Trump es tal tal y tal cosa. No sabíamos esta faceta de Ricardo como asesor político. Está bueno, ¿no? Yo creo que se está desperdiciando como columnista, escritor, dramaturgo. Creo que Kamala tiene que hablar conmigo. Esos sí ganan plata. Esos sí ganan plata y creo que Kamala debería hablar conmigo. Es el momento. Estamos a tiempo de hablar bien de los que votan por Trump. Porque es que esa campaña sí me ha impresionado que es solo contra Trump. Y no sirve para nada. Sí, sí. Ese señor sigue igual en las encuestas. Es una personalidad tan absolutamente atrayente y es tanta locura lo que dice que es difícil no obsesionarse. No es difícil. Es difícil no obsesionarse y es difícil no mantener también esta idea Ricardo de que Trump no es él solo la causa de todos los problemas sino es un síntoma también. Totalmente. Es una forma como, por decirlo de alguna forma, la democracia se burla de sí misma. Exacto. Es lo que está produciendo. De esa devastación socioeconómica, forma como, por decirlo de alguna forma, la democracia se burla de sí misma. Exacto, exacto. Es lo que está produciendo. De esa devastación socioeconómica, de esas divisiones en la sociedad de tantos cuotas que están pasando. Ese es un cambio de opinión que yo he tenido de no despreciar a los que votan por el otro. Eso desde el... Sí y el no del plebiscito me ha parecido que era el mensaje. Yo creo que ya lo habíamos hablado. O lo que habíamos que aprender. Hubo un desprecio ético por quienes votaron el no. Y no entender sus razones que eran válidas. Una superioridad moral. Que detrás de esa coherencia, para hundir todos los temas, Ricardo, hay a veces superioridad moral. El que dice yo siempre he sido coherente. Yo siempre he votado en blanco. Y no me gusta nadie. No me gusta nadie. Y esos superiores morales tienen una cosa que a mí me molesta, que me molesta incluso el presidente y de todos los superiores morales es la victimización. Porque como son tan mejores que los otros y son los que están en el lado correcto de la historia y todas esas frases tan aburridoras, hay un momento en que el mundo conspira contra ellos y son víctimas. Y en Colombia sí que es victimizarse. Me parece una vergüenza en un país que tiene 10 millones de víctimas. Uno ser una víctima es una vergüenza. No, y sobre todo cuando ser ser presidente se tiene el poder. El poder. Pero qué tal vamos a tomarnos el poder de ser presidente el otro día con fiscal, procurador, contralor, en fin, más poder imposible. Yo creo, Ricardo, que hay no solamente una defensa racional de este tema, que yo lo veo como hay dos temas emparejados. La difícil defensa de la incoherencia y la difícil defensa de la imperfección. Pero hay una estética detrás de eso. Hay un aceptar el mundo que nos lleva al inicio de la conversación y nuestros deportistas estoicos. Totalmente. Que hay una sabiduría que ellos sí tienen y a veces estos juicios políticos desaforados ignoran, ¿no? Sí, eso es. ¿Todo bien? ¿Todo bien? Todo bien. Un abrazo, Ricardo. Es claro que todos podemos escribir. Es claro que todos con suerte y con vocación podemos dedicarnos al oficio de escribir, pero últimamente pienso que no solo podemos, sino que debemos escribir. Escribir es la mejor terapia que tenemos a la mano. Bienvenidos a Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Una buena conversación. Tercera vuelta, el podcast. 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