En este episodio del podcast 'Tercera Vuelta', Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero exploran el concepto de 'ganarse la vida' en un mundo donde el trabajo a menudo define quiénes somos. Discutiendo sus experiencias personales y percepciones filosóficas, analizan cómo el trabajo ha evolucionado y cómo afecta nuestra identidad y libertad.
Capítulos
El Peso del Trabajo en la Identidad Personal
Alejandro y Ricardo dialogan sobre cómo el trabajo impacta la percepción de uno mismo, refiriéndose a experiencias personales en las que el trabajo absorbía su tiempo y definía su identidad desde edades tempranas.
De la Rutina al Ocio: Resistencia al Capitalismo
Se discute la tensión entre la productividad exigida por el capitalismo y el deseo de ocio. Alejandro critica cómo el sistema económico actual asocia valor personal al trabajo y cuenta cómo la ética protestante resalta esta asociación.
El Cambio de Percepción Generacional del Trabajo
Ricardo menciona cómo las generaciones más jóvenes están modificando su relación con el trabajo, buscando no ser definidos exclusivamente por él. Se analiza la búsqueda de nuevas formas de identidad y libertad.
Ganar la Vida y la Tragicomedia de la Oficina
Se aborda cómo las oficinas representan una ironía existencial, con menciones a obras humorísticas como ‘The Office’ que reflejan la monotonía y absurdidad del trabajo moderno.
La Paradoja de la Productividad y la Burocracia Moderna
Alejandro menciona cómo el aumento de la productividad paradójicamente no ha reducido las horas de trabajo, señalando el surgimiento de trabajos sin sentido que, aunque suprimen el alma, siguen vigentes.
El Impacto de Estereotipos y la Búsqueda de Redefinición
Con comentarios sobre cómo el estereotipo del colombiano ha cambiado, se enfatiza la importancia del coraje y la redefinición personal y como nación para superar etiquetas impuestas por la historia y los medios.
La Lucha contra la Uniformidad del Horario Laboral
Se argumenta cómo la uniformidad del horario laboral es una imposición del capitalismo industrial que no concuerda con el ritmo natural del ser humano, e incluso traza un paralelo con tiempos más flexibles en el pasado.
Suscriptores: Una Mirada Positiva al Futuro del Trabajo
Alejandro concluye con un llamado optimista sobre el futuro del trabajo, esperanzado en que las nuevas formas laborales permitan alinear mejor el trabajo con nuestras vidas y misiones personales.
Conclusión
A lo largo del episodio, Alejandro y Ricardo desafían la visión convencional del trabajo como un deber impositivo y abren un diálogo sobre la redefinición de la vida laboral para recuperar el control del tiempo y la identidad personal. Se invita a los oyentes a reflexionar sobre su relación con el trabajo y a considerar opciones más alineadas con sus verdaderos intereses y valores.
Menciones
- (Persona) Alejandro Gaviria
- (Persona) Ricardo Silva Romero
- (Org) El Locutorio DC
- (Persona) Alex Pinilla
- (Fecha) 20 de febrero de 2023
- (Persona) John Maynard Keynes
- (Obra de arte) The Office
- (Persona) David Graeber
- (Obra de arte) Alpe de Hues
- (Fecha) 1984
- (Evento) Tour de Francia
- (Persona) Lucho Herrera
Y es que la valoración propia que tenemos de nosotros mismos depende de la actividad que hacemos. Está muy asociada al trabajo. A veces pienso que estoy viviendo la vida que decidió una persona que tenía 15 años. Si lo he hecho desde los 15 años, entonces estoy cumpliéndole a una persona de 15 años, digamos. Y el cubículo que demuestra que hay formas de ganar la vida que no son otra cosa que formas de perder la vida. De forma paradójica, si se quiere. Tercera Vuelta, el podcast, con Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero. Un podcast de El Locutorio Arroba El Locutorio DC Muy buenas tardes a todos, gracias Alex Estamos aquí por la intuición la diligencia y la confianza de Alex Pinilla para quien pide un fuerte aplauso La verdad Alex, muchas gracias y la confianza de Alex Pinilla para quien pide un fuerte aplauso. La verdad, Alex, muchas gracias. Tercera vuelta ha tenido una regla implícita y es que el tema lo escogemos el mismo día de la conversación. La misma hora. Sí, la misma hora o días antes, como no podíamos hacerlo aquí en vivo. La semana pasada terminamos de grabar. Usualmente cuando terminamos de grabar conversamos y echamos carreta un rato. Sigue la conversación. Y ese día Ricardo desapareció del mapa. Me escapé encima. Se escapó. Y Ricardo puso un mensaje en un grupo de WhatsApp que tenemos los tres y dijo, me tuve que volar rápido a un club de lectura. Si no, no llegaba. Y yo le dije a Ricardo una frase que siempre me gusta repetir y que está en mi mente. Y le dije, la tarea ardua de ganarse la vida. Y yo lo dije espontáneamente y Ricardo dijo, buen tema para tercera vuelta. Y quiero que hablemos hoy de ganarse la vida, que si pensamos bien es una frase difícil, dura. Esa vaina de ganarse la vida. Tener que ganarse la vida, sí. No solo vivir, sino tener que ganarse la vida. Tener que ganarse la vida, sí. No solo vivir, sino tener que ganarse la vida. Exacto. No solo estamos condenados a existir, sino a ganarnos la vida. Yo soy economista y esa frase tiene una connotación económica y de alguna manera esconde cierta crítica al capitalismo. Empieza con esa asociación que se hace entre el darwinismo social y cómo ese darwinismo social lo que lleva es el mundo cruel de la naturaleza y lo instala en la economía y aparece el capitalismo salvaje. Esa es una primera idea de ganarse la vida. Sobrevivir. Cuando yo digo esa frase, Ricardo, hay un sentido de protesta también claro, de resistencia de resistencia de de alguna manera no ser dueño del tiempo de uno de tener que dedicarle la vida de uno a algo que de alguna manera suena no del todo natural. Se llama a la resistencia y a pensar que el ocio en ese panorama es una proeza y una conquista. Es una proeza y una conquista. Hablábamos ahora de la palabra, de la palabra ocio y la palabra negocio, que suena como ignorancia atrevida, pero realmente es cierto que significa aquello que no es el ocio, el negocio. Desde el siglo pasado, me voy a volver un poquito académico aquí, desde Macbeth, se ha dicho que el capitalismo tiene mucho de esa ética protestante y la ética protestante está asociada a la ética del trabajo, que tiene un tema complejo. Y es que la valoración propia que tenemos de nosotros mismos depende de la actividad que hacemos. Está muy asociada al trabajo. Y yo crecí en ese ambiente en Medellín. Tenía un amigo de mi papá, Juan Camilo Ochoa, que era vago, profesor universitario, profesor de la Nacional, le gustaba ser libre. Y decía una frase que siempre resonó, trabajar quita mucho tiempo. Y siempre me gustó esa frase, era una forma de libertad. Trabaj trabajar quita mucho y fue puta tiempo y es de alguna manera me parece que es un adelantado a su época completamente porque porque a mí me parece que sí como van avanzando las generaciones si hay unas generaciones de la mía para atrás digamos laía para atrás, digamos, de la nuestra para atrás, que cifraron mucho su psicología, su amor propio, su identidad, en lo que hacía en el trabajo, en el trabajo que tenía, en la fama que tenía en el trabajo y me parece que eso sí ha cambiado, que hay unas generaciones que no están negociando su tiempo así, o no se están dejando definir del todo por su trabajo. Ahora, ¿qué dices eso, Ricardo? Usualmente cuando yo voy a una firma de libros, hay una cola, usualmente larga o no muy larga, lo que fuere, yo tengo unas mini conversaciones y cuando alguien se aproxima, la primera pregunta que yo le hago es ¿tú qué haces? Sí, me consta. Y lo que quiero preguntar es ¿en qué trabaja? Y la gente que no está trabajando, pensemos en alguien que está jubilado duda en responder como que le da un poco de temor todavía existe ese rezago de que a uno lo define su actividad y casi su actividad económica su trabajo totalmente y eso es duro ¿no? sí pero bueno es la vida ¿no? es la vida no sé si ahora que hablábamos de la profesión que uno escoge, incluso de las deformaciones profesionales, empieza uno a pensar que qué tan posible es desapegarse del oficio, de que el oficio lo defina uno, qué tan posible en mi caso yo nunca he hecho nada que no sea escribir y hacer ficciones de tal manera que a veces pienso que estoy viviendo la vida que decidió una persona que tenía 15 años si lo he hecho desde los 15 años entonces estoy cumpliéndole a una persona de 15 años, digamos lo he hecho desde los 15 años, entonces estoy cumpliéndole a una persona de 15 años digamos, y ya estoy pasado, es decir, ya no tengo pelo, ya hay una cantidad de cosas que son evidentes, dolorosamente evidentes y entonces a veces se me pasa por la cabeza que tan capaz será uno de definirse por otro lado, no que es un escritor, sino que otras cosas lo puede uno definir más allá de lo que hace. Sí, es difícil, de ambulante, hincha de nacional. Hincha de millonarios, ojo. Sí. Populista, porque eso fue populista. Yo crecí en Medellín y esta frase de trabajar quita mucho tiempo resonaba y resonaba particularmente Ricardo porque mi primera inserción laboral, el primer trabajo que tuve yo estudié ingeniería civil primero y el primer trabajo fue frustrante fue duro, aburrido. ¿Qué era? Yo trabajé en una firma de construcción, pero ellos tenían que hacer un programa de computador porque las personas compraban un apartamento y tenían que pagar la cuota inicial en varios meses. Entonces yo tenía que hacer un programa para ver si ya habían pagado la cuota inicial o no. Y yo rápidamente programé eso en un programa que se llamaba D-Base. Creé mi propia obsolescencia y me sentaba sin mucho que hacer. Hoy dicen parchando, ¿no? Estaba ahí como que daba vuelta, pegaba que hacer, refinaba la cosa máxima de eficiencia. Pero tenía que llegar a las 8 en punto, 7 y media. Y alguna cosa pasaba y llegaba a 7 y 35 y el jefe me decía, yo creí que había renunciado. Llegaba a 5 minutos. Era insoportable. Sí, era insoportable. Y me sentía perdido. Y ese mundo del trabajo, esas 8 horas de oficinista primíparo, eran duras. Durísimas. ¿Y pensabas que en esas ocho horas estoy ganándome esta plata para hacer otra cosa? Pensaba primero que me quería comprar un Camrenol 4 que me robaron cinco meses después. No, y sí, que ya pensaba, yo ya estoy de una carrera, mis papás llegaron hasta aquí, me toca ganarme la vida. Me toca a mí, claroás llegaron hasta aquí, me toca ganarme la vida. Me toca a mí. Ganarme la vida. Ganarme la vida. Voy a tratar de buscar un trabajo mejor. Sí, tenía una reflexión permanente, pero sabía o estóbicamente o resignadamente aceptaba esa realidad, de que por ahora no tenía una alternativa mucho mejor. Me tocaba ganarme la vida, que yo no iba a ser un parásito de nadie. Y me repetía a mí mismo cuando trataba de liberarme, trabaje vago. Aceptaba, aceptaba. Que hoy es cuando tú dices que esa frase de trabajar quita mucho tiempo, estaba adelantada a su tiempo. Sí, claro. Yo acepté esa ética, esa idea, poco absurda también, de manera tal vez demasiado pasiva. Sí, claro. La pregunta era muy aterradora. Repito que en mi familia pues hay mucho abogado, luego eres gente que sale bañada y vestida temprano, digamos. Y pues todos se iban y yo me quedaba en pijama pensando historias, que era hasta cierto punto vergonzoso. Es decir, mi familia es una familia de clase media, trabajadora, que mi papá pues fue toda la vida profesor de física Es decir, mi familia es una familia de clase media, trabajadora. Mi papá fue toda la vida profesor de física y entonces había una ética de corbata y afeitarse todos los días. ¿Y todo el mundo salía a trabajar vestido, bañado? Trabajaban todos, hasta mi hermano, que me lleva cuatro años nomás. ¿Ganarse la vida? Todos salían a ganarse la vida y yo me quedaba como un vago. Como un vago. Y había cierta continuidad entre el que soñaba historias y el que las pensaba después. Sí. Entre la vigilia y el sueño, borgianamente. Tal cual. Era el mismo. De tal modo que cuando ya no tuve excusa, porque ya me gradué de la universidad, me tocó pensar sobre todo qué hago para ganarme la vida pero sobre todo para comprarme el tiempo que se necesita para seguir pensando ficciones y estar en pijama y fue que ha sido la vida de muchos escritores claro, cómo se hace para vivir de eso un oficio auxiliar que permita gan sido la vida de muchos escritores. Claro, ¿cómo se hace para vivir de eso? Un oficio auxiliar que permita ganarse la vida y comprar tiempo. Hay un libro de Paul Auster que murió este año. Paul Auster, el libro está vivo, digamos, que se llama Asalto de Mata. En inglés eso se llama Hand to Mouth. Y es todos los trabajos que él tuvo que hacer por plata es unas memorias de trabajos que tuvo que hacer por plata y es muy útil para alguien que quiere dedicarse a la vida de escritor porque es un catálogo que uno no se imagina desde trabajar en una compañía de trasteos traducir, ser profesor, todo lo que pueda hacer alguien para que le quede algo de energía durante el día para poder escribir. En mi caso, lo que yo hice fue ser profesor un rato, de medio tiempo, pero eso es una farsa. Todos sabemos que un profesor de medio tiempo es de tiempo completo. Uno termina dedicado el resto del tiempo a preocuparse por los alumnos. Explotado. Sí, explotado. Y luego me metí a escribir en los medios, que lo sigo haciendo, y fue la solución, digamos, fue útil. En el caso mío, Ricardo, yo he tenido suerte porque en el camino ocurrió una suerte de convergencia y es que los trabajos empezaron a parecerse a lo que yo quería ser, un investigador, un académico, empezaron a parecerse a lo que yo quería ser, un investigador, un académico, donde el trabajo me permitía de alguna manera tener una oportunidad para esa curiosidad por el mundo que yo tenía, como economista, científico, social, practicarla, pero tenía una idea de que esos dos mundos no se podían parecer, que a veces me parecía raro, y hoy me parece de alguna manera paradójico que mi trabajo, que también hoy en día tiene mucho que ver con la escritura se parece mucho a mis hobbies entonces muchas veces no sé si estoy trabajando o estoy haciendo algo que me gusta porque sí, o sea pero es una conquista, a mí me ha parecido es una conquista, sí porque tú has tenido muchos giros de ganarse la vida de muchos modos pues esa oficina de ingeniería fue una etapa, luego fuiste profesor luego profesor he sido funcionario funcionario de algunos gobiernos un par de gobiernos pero a mi me ha parecido que esos giros dramáticos para seguir con el tema del drama pues han llegado a un punto a mí me parece como de triunfo es un punto de triunfo pero mi vida pasada todavía tiene un rezago ahora en una conferencia previa hablábamos del papel de ser consultor cuando entré aquí me preguntan ¿empresa? y yo dudé y dije independiente bueno, es casi un partido independiente quiere decir pues esa es la línea rebusque sofisticado como decíamos ahora rebusque sofisticado es muy buena y me pusieron aquí el sellito y me dio pena que dijera independiente entonces me lo quité claro si uno sale a la calle porque la gente comienza a dudar y comienza a decir es independiente parece a desempleado claro y salga a la calle con un letrero que dice independiente a ver a ver que pasa pero en esta vida independiente, parece a desempleado. Claro. Y salga a la calle con un letrero que dice independiente. A ver, a ver qué pasa. Pero en esta vida independiente donde uno puede, en principio, supuestamente, ejercer su libertad más tranquilamente, me sigue pasando lo siguiente y ahí es donde viene el rezago de mi vida pasada. No soy capaz, Ricardo, en un día tranquilo de la semana, encontrarme a las nueve, nueve y media de la mañana, ocho y media, en pijama, en la casa. Te da vergüenza. Así sea para vagar, necesito... Bañarse. Bañarse. Afeitado. Sí. Y ahora, bueno, ¿qué hacemos? Sí, claro. Escribir. Claro. Sí, no, yo también me baño. ¿Todos los días? Eventualmente, sí, hay un momento en que ya cedo y no, y sí tengo el peso de una ética que le veía a los otros de la familia. A mí me daba vergüenza quedarme ahí en pijama y no haciendo nada. Eventualmente, puedo afeitarme cada dos o tres días, pero sí me baño y me siento a escribir y tan así que lo describía antes en la otra conversación yo he tratado de convertir eso de estar imaginando cosas en un trabajo de oficina, he estado tratando de honrar a esta gente que salía tan temprano a trabajar y hacer lo mismo. Así sea como ser bombero. Es que hay un momento en que uno está empezando a ser escritor y si le preguntan en algún formulario oficio, le da vergüenza. Independiente. Sí, entonces es mejor decir independiente o entender que uno puede ser escritor y ser malo. Porque a veces uno piensa que cuando dice soy escritor está diciendo soy inteligente o soy especial o sí, o sí, soy como la gente que dice soy filósofo y hay que entender que uno está describiendo un trabajo de todos los días yo he tratado de hacer esa conversión como para no sentir que me dedico a vagar mientras el resto de la casa trabaja. Hay una gran paradoja del mundo del trabajo, del mundo de las oficinas en general, y es que hoy en día mucho trabajo lo hacen las máquinas. La productividad del trabajo ha aumentado de manera casi inimaginable algunas décadas atrás, pero trabajamos más horas o seguimos trabajando más. El economista Keynes, hace casi 100 años, por allá en el año 1930, hizo una predicción que por esta época, él anticipaba este aumento de la productividad, la jornada laboral iba a tener 15 horas a la semana. Eso me ha ocurrido. Y me ha ocurrido por una especie de rezago, porque institucionalmente yo creo que no me he podido aceptar eso. Y me ha ocurrido porque surgieron con el mundo, hay un antropólogo estadounidense, David Graeber, que dice que han surgido los trabajos basureros, los llaman bullshit jobs. Están por ahí. Y yo creo que hay una dimensión del trabajo hoy en día que mueve papeles de aquí para allá, quien hace la auditoría de la auditoría de la auditoría, muchas burocracias sin sentido, muchos trabajos que son simplemente una puesta en escena, que es una dimensión sobre la que vale la pena seguir resistiendo. Sí. Porque yo creo que va generando todos los días una suerte de devastación espiritual que yo he encontrado en muchos escenarios del trabajo, tanto en el mundo corporativo como en el mundo del sector público. Yo era reticente a verme una comedia muy famosa que se llama The Office. Yo era reticente, no sé por qué, pensaba que no me iba a gustar. Pero empecé a ver que todo el mundo decía la mejor comedia de la historia de la televisión en estos rankings que ahora hacen cada dos días, suele quedar entre las primeras de la historia. Y entonces me puse a verla y para este momento me fascina. Y ya entiendo cuál es la cosa y por qué a todo el mundo le gusta y es porque es la vida diaria. De la oficina, la comedia. Sí, yo nunca he tenido... O la tragicomedia, porque tiene un lado tragicomedia. Yo he bordeado las oficinas, pero hoy, por ejemplo, a las salas de redacción iba una vez por semana, entonces todo el mundo es querido con el que va una vez por semana. Entonces no viví la experiencia de la oficina. Pero viendo esto es que es agotador, es hasta devastador y es cómico al menos. Y pensaba ahora que lo que decías del alma y de cómo va minando esta cosa vertiginosa, digamos capitalista del trabajo, de las oficinas. Pensaba que luego de la pandemia además quedó redoblado el escuelerismo, si existe la palabra, en las oficinas. La obsesión de que la gente esté en su puesto y que esté trabajando y que esté rindiendo los chats de las oficinas que funcionan sábado y domingo hay una especie de de explotación que ya ni siquiera viene de una empresa malvada o de un capitalismo malvado sino de nosotros mismos, estamos como hechos a explotarnos a nosotros mismos y es impresionante y bueno o mal hay comedia sobre el tema el cubículo como la materialización de cierta devastación existencial y el cubículo que demuestra que hay formas de ganar la vida que no son otra cosa que formas de perder la vida de forma paradójica, si se quiere. Alex, ese letrero rojo... Aterrador. Aterrador. Pero tiene sentido. Tiene cierto sentido de urgencia y que nos está diciendo cállense. Dice. Time is science. Cállense. Sí. Cerramos el episodio con dos preguntas de algunos de ustedes que eran sobre el tema, ¿no? De ganarse la vida y sobre este podcast que hoy está llegando al episodio 100 de Terc, tercera vuelta. Aquí tengo tú de blanco. Hola. Le decía aquí a mi vecina, va a hablar el optimismo versus el pesimismo por lo que dijiste de Colombia. Bueno, que se te hace difícil reinventarla positivamente porque siempre pasan las mismas cosas. Acabo de llegar de Arauca y muchas personas allá me dijeron, acá todos somos guerrilleros, estamos en zona roja, pero yo no sé armar un fusil ni sé empuñar un arma. Y eso me pareció muy inspirador, porque no podemos catalogar a todo el mundo. En este momento no tengo empleo, pero entonces, independiente, esa frase está buena para justificar. Pero es muy difícil porque el sistema siempre te anda reciclando de acuerdo a unos parámetros. Edad, ella no sonríe, ella sonríe, bueno, todos los parámetros del cúbico. Entonces, ¿cómo puedes resignificar a una persona que está o enferma o en discapacidad? No es mi caso. Me encanta aportarle a la economía de Colombia, trabajar. Nunca me he colgado al sistema, nunca he esperado el subsidio del SISBEN, nunca esas cosas. Entonces, ¿cómo puede resignificarse un colombiano que toca puertas, que es mujer, o una persona que está en alta vulnerabilidad, como lo puede ser un enfermo, o una persona diagnosticada de una enfermedad, o entre otros? Pues, en general. Estaba pensando que este año, a principio de año, una amiga que es médica, pero es una médica muy lúcida, me decía que la clave de cualquier diagnóstico es que no lo defina uno. Yo voy a un médico que es un médico que estudió medicina en la nacional, pero también tiene mucho de terapista y bioenergético, que pelea mucho con la idea del diagnóstico, con la idea de que alguien le diga, yo creo que a usted le quedan cuatro meses de vida. Porque él dice, pero eso cómo puede ser, cómo se puede calcular. Pero esto solo lo digo para pensar en cómo, como tú decías, todo el tiempo estamos siendo definidos o estigmatizados o estereotipados, señalados, hasta el punto en que nosotros mismos empezamos a señalarnos por cualquier razón. señalarnos por cualquier razón. Entonces creo que buena parte de lo que uno es y de la vida de uno es luchar contra eso, contra el diagnóstico, que sí que ha sido señalada y estigmatizada, hablaba ahorita justamente yo, como tú lo recuerdas, del fiasco colombiano. Yo creo que el fiasco colombiano es ese, que nosotros nos hemos dejado definir por un montón de cosas. Este año yo saqué una novela que se llama Alpe de Hues, que es la historia de la etapa que ganó Lucho Herrera en 1984. Y lo que más me llamaba la atención es que hay ahí una definición de colombiano que es diferente a la que se tenía en el mundo justamente en el año 84, que ya era el año en que habían matado a Lara Bonilla, ya los narcos colombianos eran famosos, ya a uno le hablaban de narcos y de escándalos, hasta de asesinatos, magnicidios, si salía del país. Y la gracia de esa gesta en el Tour de Francia creo que es una redefinición o un recordatorio de que no hay un estereotipo colombiano, porque en las películas gringas los colombianos son gordos y de bigote necesariamente. Es impresionante cómo en las películas sobre narcos, los colombianos son como unos mexicanos, como unos mariachis todos. O sea, es tan deformada la idea que tienen del mundo a veces de los demás países. Hay que decir que todos los países tienen sus estereotipos y en las películas gringas los rusos fueron los malos durante mucho tiempo, ahora también. ahora también y entonces creo que uno tampoco puede dejarse de definir por eso ni por los estereotipos nosotros sabemos que no somos mariachis y yo creo que si nos parecemos más por lo que decías de Arauca nos parecemos más a Lucho Herrera que a un narco ¿por qué? porque somos sobre todo coraje. Y creo que eso sí nos reúne, ese coraje que es muy típico de acá. Yo voy a decir algo porque la forma como tú dices, cuando dices trabajar honestamente, que quizás Ricardo eso nos faltó también en la conversación, yo creo que está bien. Y hay también un aspecto positivo en esa idea de habitar el mundo con las reglas de juego que nos fueron dadas, con los mercados de trabajo, participar de eso, hacerlo honestamente, hacerlo honestamente, hacerlo honestamente implica una postura ética y que da una dimensión de este tema y hay una ambigüedad también de ganarse la vida, pero hay una dimensión positiva también. Y es bueno decir y contar la historia en nuestro arco narrativo, decir, parte de lo que me define en mi vida es haber hecho eso, trabajar honestamente. Yo creo que eso también hay que decirlo porque si no nos quedaría este tema como nomás una protesta en contra de las angustias, ansiedades, un poco el lado más complejo del mundo laboral. Yo para bailar soy abogada. Y acabo de pasar un mes en el que trabajé 290 horas. Y viendo atrás, vi que solo algunas de esas horas tuvieron un impacto grande en el trabajo. Entonces, esas horas fueron dedicadas a buscar cómo importar gas en este momento ¡Uy! ¡Duro! ¡Duro! y entonces unos recovecos legales para ver cómo hacer eso y es muy interesante pero cómo encontrar impacto en el resto de las horas cómo hacer para mirar atrás y decir bueno de 290 las 290 valieron la pena está duro esa pregunta pues yo yo le complemento yo lo único que veo semejante lo puedo ver yo lo único que veo semejante lo puedo ver en términos de lo que le rinde a uno un día de escritura que es que muchas veces la gente yo el otro día vi que Stephen King el novelista que es súper prolífico y además muy bueno lo cual es muy sorprendente escribe tres novelas al año y usualmente son buenas decía que él escribe seis páginas al día y pues eso es lo ideal pero yo decir que a mí solo me pasa eso, seis páginas por día en un día que es milagroso. Puede pasar que un día escriba una, un día no lo logre, otro día tres y entonces de una jornada de más o menos doce horas de estar ahí sentado o pensando o mirando por la ventana tratando de resolver alguna frase, pues realmente solo rinda media hora o sea que es una lucha del cuerpo y la mente con el trabajo que uno tiene que hacer y muchas veces uno está siendo saboteado no solo por uno mismo sino por muchas cosas que están pasando en la vida de uno, en su casa, en su campo de trabajo o incluso en el país. El país a veces es más obstáculo de lo que uno querría. Entonces creo que es común que de todo lo que uno le dedique a algo se sienta que solo funcionó a veces y sin embargo eso significa que esas otras horas fueron una especie de lucha, de pulso, de calentamiento, de drama que de alguna manera debieron llevar, en mi caso, alguna frase que valiera la pena. Entonces, creo que hay que reconciliarse con la idea de que buena parte de lo que uno hace pasa, si fuera un escenario, pasa en la trasescena. Yo creo que hay una tensión entre una idea del mundo laboral que tiene que ver con esta especie de uniformidad, de que uno trabaja ocho horas al día, que si ustedes lo piensan es una idea muy como del trabajo industrial. De la manufactura. Es una jornada donde los ritmos de la vida se empiezan a básicamente a moldear a los ritmos de la máquina. La naturaleza no funcionaba así. Y yo creo que el trabajo de un campesino, volvamos atrás al siglo XIX, era un trabajo que se daba por ciclos. Había semanas donde no tenía que trabajar mucho. Había semanas de la cosecha donde tenía que trabajar más. Los pescadores trabajaban en cierto momento de la subienda y despuésadores trabajaban en cierto momento de la subienda y después no trabajaban tanto. Hoy en día creemos que uno tiene que trabajar de manera uniforme y rendir lo mismo en esa jornada uniforme. Eso es una deformación. Y yo creo que la vida tiene ese componente interesante y es que a veces somos productivos episodicamente. Sí. Y el otro tiempo no era un tiempo muerto, era un tiempo que nos estaba preparando para ese tiempo. Yo todavía tengo un rezago también de esa uniformidad. Cuando escribo me pongo una meta y yo tengo que escribir todos los días, incluido fern fines de semana, 500 palabras mínimo. Y las cuento en el contador. Y 454 todavía no me puedo ir a cortar. Es una meta, me gusta cumplirla. Es parte de las neurosis personales con las que vamos organizando el tiempo, pero en el fondo es un rezago de eso, que tenemos que uniformizar nuestra vida, pero ese era el ritmo de las máquinas, el ritmo de la vida humana era otro, lo imponían otros tiempos, lo imponía la misma naturaleza y nos íbamos a dejar llevando a eso. Y quizás toda esta conversación tiene que ver con eso, con que yo creo que el mundo del trabajo está cambiando, y está cambiando en muchas dimensiones para bien, en otras no tanto, porque hay muchos jóvenes y hay una incertidumbre sobre qué va a ser ese mundo y cómo lo vamos a habitar. ¿Va a ser posible ganarnos la vida con ese nuevo mundo que está emergiendo, ya que el otro está desapareciendo? Eso lo hace interesante, lo hace inquietante, lo hace incierto, pero, retomando la charla de esta mañana yo quisiera mantener algo de optimismo lo podía hacer mejor y que ganarse la vida tenga que ver más con lo que somos como seres humanos y no exista una tensión o una contradicción entre vivir la vida, disfrutarla cumplir nuestra misión existencial y tener un buen trabajo y disfrutarlo. Suscríbanse a Tercera Vuelta, por favor. Síganos en Tercera Vuelta. Gracias, Ricardo, Alejandro. Es claro que todos podemos escribir. Es claro que todos, con suerte y con vocación, podemos dedicarnos al oficio de escribir. Pero últimamente pienso que no solo podemos, sino que deb de escribir. Pero últimamente pienso que no solo podemos, sino que debemos escribir. Escribir es la mejor terapia que tenemos a la mano. Bienvenidos a Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Toma el audiocurso de escritura Ficcionario en ellocutorio.com slash ficcionario con Ricardo Silva Romero.