Mi mamá me abandonó en el terminal de transporte - invitada: Diana Herrera

Mi mamá me abandonó en el terminal de transporte - invitada: Diana Herrera

25 de dic de 2024

En este episodio del podcast "Vos Podés", nos acompaña Diana, una mujer con una historia de vida inspiradora y llena de resiliencia. Diana comparte su experiencia de vida desde una infancia marcada por el abandono hasta su proceso de adaptación y superación tras perder la visión de manera inesperada.

Capítulos

Infancia y abandono

Diana relata cómo su madre la abandonó junto a su hermano en el terminal de Ibagué cuando era niña. Este evento marcó el inicio de una vida llena de pruebas donde tuvo que criar a sus hermanos y vivir con diferentes parientes.

Superación del pasado y búsqueda de identidad

A través de su adolescencia, Diana enfrentó más obstáculos, incluido el abuso de confianza por parte de una figura cercana a la familia. A pesar de las dificultades, se convirtió en madre joven y luchó por demostrar que no repetiría los errores de sus progenitores.

Pérdida de visión y nuevos retos

Diana compartió cómo perdió la visión a los 29 años debido a un desconocido desprendimiento de retina. Enfrentó la difícil realidad de asumir una vida sin ver y después de intentos fallidos de suicidio, encontró en su familia la motivación para seguir adelante.

Reencuentro con su hermana

Diana narró el emocionante reencuentro con su hermana menor, quien la buscó después de haberse separado por más de 20 años, revelando historias de abuso que su hermana menor sufrió bajo el cuidado de su madre biológica.

Renacimiento y nueva perspectiva de vida

Tras superar sus momentos más oscuros, Diana encontró fortaleza y nuevos propósitos, como compartir su historia y habilidades en una fundación para personas con discapacidad visual, mostrando el poder del positivismo y la capacidad de recomenzar.

Conclusión

Diana comparte que su historia es testimonio de la fortaleza humana y simboliza el renacimiento a través de la adversidad. Su mensaje es claro: nunca desfallecer y buscar ayuda profesional cuando se necesita, manteniendo siempre una actitud positiva frente a la vida.

Menciones

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Estás muy contenta de estar acá Me encantó mucho cuando entraste por esta puerta porque ya me conocías, ¿cómo fue eso? O sea, tuviste la oportunidad de verme en algún momento de tu vida Sí, cuando trabajabas en RCN con J. Mario Valencia en el programa de J. Mario ¿Y qué recuerdos tienes? Ah, no, que eres bellísima Como buena caleña, tienes una estatura divina, un cabello hermoso. Ay, ¿qué es esta descripción? Eso es lo que recuerdo de ti, pero sigues igualita porque pues me permitiste tocarte con mis manitos y estás igualita. Bueno, pues maravilloso. Esto va a ser un espacio muy lindo de inspiración. Te agradezco muchísimo por haberte suscrito y quisiera saber eso, ¿por qué decidiste hablar tu historia para nosotros? Decidí hablar la historia para ustedes porque quisiera mostrarle a muchas mujeres que por más pruebas que se nos pongan en la vida, ninguna debe derrotarnos, al contrario, deben hacernos mucho más fuertes. Entonces, por eso quise como postularme, pero realmente no pensé que fuera a llegar el momento. Bueno, pues ya está aquí frente a mí, vamos a contar esa historia y justamente hablas de esas pruebas y tú sí que has tenido pruebas en la vida, Diana, desde el inicio, desde tu infancia. ¿Qué tal si empezamos por ahí? Bueno, ¿cómo empezamos? ¿Qué quieres saber? ¿Cómo era tu niñez? ¿Dónde vivías? ¿Tú eres de dónde? Yo soy de Bogotá. Nací el 6 de octubre de 1984 en una familia no muy unida, una familia muy disfuncional, porque así la veo yo. Mi mamá fue madre muy joven, fue madre a los 15 años y mi papá a los 18. Próximo a cumplir creo que los 18, no recuerdo bien. Éramos personas pues del común, normal. Mis papás eran del común, creo que mi papá era mensajero en una empresa, mi mamá pues era estudiante, estaba apenas creo que en el colegio, y nací yo del amor de ellos dos. única soy tengo dos hermanos más tengo un hermano y una hermana que cada uno me lleva mi hermano me lleva como tres yo le llevo a él perdón yo soy la mayor si yo le llevo a él cuatro años y mi hermana y a mi hermana le llevo creo que 56 si no estoy mal bueno mi infancia fue algo dura para mí. Compartí con mi mamá hasta los nueve años, ocho años aproximadamente, sí, entre los ocho y nueve años aproximadamente, ya que, no sé por cosas de la vida, las decisiones que toman a veces las madres equivocadamente, mi mamá y mi papá se separaron cuando mi mamá estaba embarazada de mi hermana menor. Él se fue a prestar servicio militar, decidió irse, porque pues mi mamá era terrible. Le gustaba mucho la rumba, le gustaba mucho estar en la calle, no tomaba muy en serio que ya era mamá de dos hijos y que venía otro en camino. Entonces mi papá pues decidió dejarla, él se fue a prestar servicio militar y se fue. Después él regresó y él se consiguió otra esposa, que vivía en Ibagué con esa esposa. Ya teníamos ahí tal vez, yo tenía ahí tal vez los nueve años de los que te hablo, y mi mamá decidió, digo que tomó una muy mala decisión porque pues yo que ahora soy madre, yo creo que nunca haría lo que ella hizo. Nosotros vivíamos en una piecita, me acuerdo tanto que dormíamos en un colchón en el piso porque era una piecita que nos tenía alquilada una tía, hermana de mi mamá, y ahí vivíamos y pues éramos muy muy humildes realmente yo era quien cuidaba de mí de mis dos hermanitos porque para ese entonces ya había nacido mi hermanita ella tenía tal vez dos años mi hermano tenía cuatro y yo tenía 88 9 es que no tengo bien la noción del tiempo y un día cual, ella nos ilusiona con que nos vamos a ir a piscina, que nos vamos a ir a pasear, que nos vamos a ir a divertirnos, y pues uno es niño. No, claro. O sea, piscina, qué rico, o sea, lo que más le gusta a uno. Entonces yo me ilusioné mucho, yo le dije que sí, que qué rico. Ella en ese entonces tenía una pareja, tenía una pareja, y ella nos dice nos vamos. Entonces yo pensé, pues nos vamos todos, qué chévere. Pero nos dice nos vamos para Ibagué. Entonces yo para Ibagué, yo dentro de mí, pues era muy niña, no entendía muchas cosas. Cuando llegamos al terminal de Ibagué, ella coge a mi hermanita, que era la más pequeña la alza y me dice espéreme aquí con su hermano que yo ya vengo, entonces yo le dije no, déjeme la niña, mientras usted va lo que va a hacer dijo no, voy a ir a comprarles unas cosas y ya vuelvo yo no, pero déjeme la niña, entonces no quiso dijo no, ya vuelvo pues hasta el sol de hoy no sé nada de ella. ¿Desapareció? Desapareció. Desapareció, ella me dejó ahí con mi hermanito. Obviamente, pues mi hermano era muy pequeño, tenía cuatro años, no entendía muchas cosas. ¿Tú tenías cuántos? Yo tenía entre ocho y nueve, es que no recuerdo bien. Así que tenía como nueve años, porque eso fue como en 1995 aproximadamente. Así como nueve. No, pero espérate porque esa escena terrible. O sea, tú llegas con la ilusión de que nos vamos de paseo y de repente mamá desaparece entre la gente. ¿Y ustedes dos qué? Quedamos ahí. Yo hice caso, pues porque pues digamos que para esa época no existía como tanta maldad como la que existe ahora. Y yo me quedé ahí sentadita, le hice caso, pues porque pues digamos que para esa época no existía como tanta maldad como la que existe ahora y yo me quedé ahí sentadita, le hice caso, pero el tiempo empezó a pasar y yo decía, ¿qué pasa? Que mi mamá no llega. En mi mente yo empecé a pensar, Dios mío, ¿será que le pasó algo? Y mi hermano empezó a decirme, tengo hambre. Y yo, ¿pero yo qué hago si yo era una niña igual a él, yo de dónde. Y confieso que fue la primera vez que robé. Me tocó robar en una de esas caseticas del terminal. Yo me robé, me acuerdo tanto que yo me fui con él caminando hacia la caseta y yo le quité la correda del jean de él y amarré la maleta y la empecé a arrastrar. Y porque ya nos dejó, o sea, digo yo, fue tan descarada que nos dejó nuestro equipaje ahí. O sea, nos dijo, yo creo que diría, bueno, para que no queden sin su ropa. Nos dejó ahí el equipaje, yo arrastré la maleta hasta la casetica y yo traté de entretener a la señora, pero a medida que yo le iba entreteniendo, yo le iba cogiendo las papitas y el juguito para mi hermano. el juguito para mi hermano. Pues nada, le cogí eso pues sin pagar, obviamente, abusivamente, pero pues Dios sabe por qué lo hice. Se lo di a mi hermano, pero el tiempo empezó a pasar y ya empezó a oscurecer. Cuando ya nos dejó ahí, tal vez eran como las 12 del día, más o menos. Eran como las cinco y media y ya empecé a ver que oscurecía. ¿Tú qué pensabas en ese momento? Que algo le había pasado. Yo sentía que algo le había pasado. Yo decía, Dios mío, a mi mamá le pasó algo. Pues porque uno es niño y uno no asimila muchas cosas. Entonces yo decía, ¿será que le atropelló un carro? ¿Será que se perdió? ¿Será que tal cosa? Pero yo no entendía. Entonces, mi papá vivía en Ibagué. O sea, digamos que yo lo veo como si fuera un milagro de Dios. Mi papá vivía en Ibagué. Ella nos dejó en el terminal de Ibagué. O sea, digamos que yo lo veo como si fuera un milagro de Dios. Mi papá vivía en Ibagué. Ella nos dejó en el terminal de Ibagué. Cuando yo tomé la decisión de pararme en esa silla y empezar a caminar por el terminal, yo me acordé que yo me sabía teléfonos de Ibagué y teléfonos de Bogotá. Entonces yo pedí en una caseta que me regalaran una llamada, porque pues gracias a Dios desde chiquita he tenido muy buena memoria. Y empecé a llamar a sus números, tanto en Bogotá como en Ibagué, pero nadie contestaba. Nadie, nadie contestaba a los teléfonos. Entonces yo empecé a caminar y se me acercó un policía. Y él me preguntó que yo qué hacía ahí sola con el niño. Entonces yo en mi mente, pum, retrocedía comercial ese de los niños buscan su hogar. Yo dije, no, yo no le puedo decir que estoy sola, sino me van a llevar para allá. Pensé yo dentro de mí. Entonces yo le dije, estoy esperando a mi mamá que está en el baño. Y me dijo, ¿y dónde está su mamá? Entonces yo le señalé la fila del baño y le señalé una señora. Entonces él como que me creyó y me dijo, no se vayan a quitar de ahí que es peligroso. Y yo le hice caso. El tiempo siguió pasando y ya era más tarde. Y yo dije, no, Dios mío, ¿qué hago? O sea, yo no había qué hacer porque yo decía, si me salgo del terminal, yo me voy a perder porque yo no conozco. ¿Y tu hermanito te preguntaba algo? No. Él solo decía que tenía hambre y que tenía calor. Pues era muy chiquito, ¿no? Tenía cuatro añitos. Él solo decía, tengo hambre, tengo calor. Era lo único que decía. Cuando yo iba como por un lado del terminal, o sea, como que por la mitad del terminal habían casetas o taquillas, por un lado va la gente caminando hacia un lado y por el otro vienen las otras personas. Entonces yo iba por el lado donde yo iba caminando con mi hermanito cuando no sé cómo, Tatiana, vi a toda mi familia paterna. Vi a mi papá, vi a mi abuela, vi a mi tía, vi a mis tías y a mi tío. No puede ser. Te lo juro. Yo arranqué a correr con mi hermanito y mi papá alzó a mi hermano y mi abuela me cogió y me dijo, ¿ustedes qué hacen acá? Entonces yo le dije, yo no sé, le dije, mi mamá vino y nos dijo lo mismo, que íbamos a piscina, pero ya me dejó acá y yo creo que algo le pasó. Pero entonces yo vi que mi papá se miró con mi abuela y se miraron como entre ellos. Como ellos ya sabían como la clase de persona que era mi mamá, pues mi mamá fue una persona muy irresponsable sí, era muy irresponsable, nunca asumió su papel de madre no sé si es porque era muy joven o qué pero pues jamás lo quiso asumir entonces yo le dije a mi papá, le dije, no, es que pasó esto, esto se sentiste que se miraron como algo pasó aquí como si supieran algo del tema o sea, como si entendieran de que esto se veía venir o alguna cosa así, entonces ya yo vi que se miraban así entre sí y todo yo como que no entendía mucho cuando ya fue que pues tocaba tomar decisiones, ¿no? porque tenían que mirar qué iban a hacer con nosotros No, pero muy de buenas tú te digo que se aparecieron o sea, eso fue Dios. Yo dije que sí, toda la vida yo le voy a agradecer a Dios porque yo digo, si ellos no hubiesen aparecido, yo creo que yo hubiese sido una niña de la calle con mi hermanito porque yo no sabía qué hacer. Entonces, ahí tomamos decisiones y pues a mí me tocó quedarme con mi papá a vivir en Ibagué con su nueva esposa y con sus dos hijastros. Pero ven, ¿ya cuánto se van a vivir con ellos y todo? ¿Qué se sabe de tu mamá? Nada, nada. Ese día mi papá, yo me acuerdo que fue fuerte porque me separaron de mi hermanito, o sea, a mi hermanito se lo trajeron para Bogotá. Quien educó y crió a mi hermano fue un tío con su esposa. Y a mí, pues realmente quien me crió fue mi abuela. Yo me quedé esos meses allá en Ibagué porque mi papá dijo que se quedaba conmigo. Pero definitivamente yo me sentía muy mal allá, no me gustaba, no me gustaba porque los hijos de la esposa de mi papá eran crueles conmigo. Me decían, a su mamá se la llevó, a su mamá se la llevó, o sea, un monstruo, y yo todavía era pequeña, entonces yo creía en muchas cosas. la atropelló un carro, vino un aguacero fuerte y su mamá se ahogó. O sea, me decían muchas cosas feas. Ellos eran mucho mayores, ellos eran mayores que yo. Entonces me decían cosas feas, sobre todo la hija de esta esposa de mi papá. ¿Y qué pasaba por tu cabeza realmente sobre tu mamá? Pensé que estaba muerta. Yo decía, algo le pasó a mi mamá, porque uno dice, ella no me hubiese dejado ahí. O sea, yo pensaba mucho en esas cosas y yo decía, pero ¿cómo? ¿Dónde está? Yo le pedía a Diosito que me ayudara a buscarla, que dónde estaba. ¿Y preguntabas? ¿Preguntabas a tu papá? Sí, pero él me decía que él no sabía nada. Él ese mismo día incluso fue a la comisaría de familia y puso de una vez una esta por abandono. Pues porque eso fue lo que ella hizo, un abandono. una está por abandono, porque eso fue lo que ella hizo, un abandono. Pasaron como unos seis meses y llegó como la temporada de vacaciones de mitad de año. Yo no quise quedarme más a vivir allá, porque mi papá nunca me dio el lugar que yo merecía por ser su hija. Cuando yo llegué, los hijos de la esposa de mi papá tenían cada uno su habitación, yo no tenía habitación, a mí me mandaron a dormir al cuarto de San Alejo, y pues en el cuarto de San Alejo habían ratones, ¿acasas de imaginar? ¿Cómo así? O sea, no es que me acuerdo, no puede ser. Entonces ahí habían ratones. Entonces lo que mi papá hizo fue como acomodarme en una cama que había ahí viejita, y ahí me acostaron a dormir y pues yo ahí dormía, pero yo en las noches yo escuchaba las caminadas de los ratones no, no, no era horrible Tatiana, yo me levantaba con un popo de ratón en las cobijas y yo no sabía si era de ratón o si era de estos animales que hay en Terra Caliente que parecen murciélagos, chimbilás entonces yo decía, o son esos bichos o son los ratones, una de ellas. Entonces yo le cogí mucho miedo a los ratones. Y no le decías a tu papá, ubícame en otro lado. Yo le decía a papi, es que hay que ir, ay no, tranquila, que eso no pasa nada, eso no es miedo, eso no sé qué, o sea, así. No, sé que era muy feo. Entonces llegó la oportunidad de, de qué, de venir a Bogotá, no para unas vacaciones de mitad de año. ¿Con ellos, con tu papá y la esposa? No. Yo le dije a mi papá que yo no quería estar en vacaciones allá, que yo quería venir a Bogotá a visitar a mi abuelita y a visitar a mi hermano. Entonces él me dijo, pero yo no la puedo llevar. Entonces me mandaron sola en un bus. ¿Y tú qué edad tenías? Nueve años. Ay. En esa época lo mandaban a uno recomendado con el conductor. No, no, no. Entonces él me mandó solita. Yo me acuerdo tanto que llegué al terminal y me recibió una tía, la hermana menor de mi papá, y me dijo, hola, mi amor, ¿cómo estás? Me dijo, mi amor, usted está toda flaca, mi hijo. ¿Por qué? Porque también pasaba eso. Mi alimentación era muy reducida a comparación de la alimentación de ellos, de los hijos de la esposa de mi pap así. ¿Por qué? Porque también pasaba eso. Mi alimentación era muy reducida a comparación de la alimentación de ellos, de los hijos de la esposa de mi papá. ¿Y tú sentías que esto lo hacía tu papá o lo hacía la esposa? ¿Cómo funcionaba eso ahí? Es que no sé. Mi papá toda la vida ha sido tan noble. Yo le digo a una, a la edad que tiene, yo le digo porque es tan bobo. O sea, no, no o sea él se dejaba manipular muy fácil muchas cosas yo siento que qué culpa tenía ella por ser así pero también más culpa tenía mi papá por no darme su lugar yo era su hija si denme mi lugar como su hija que era pero que tu relación con los hijos de ella no fue buena no No, nunca, nunca, y sobre todo con la chica. Ok. Yo con la chica no. De pronto con el niño traté de llevármela más o menos, porque casi teníamos como la misma edad, pero ella era un poco más grande, entonces ella era más, ella como que inducía al hermano a que me hicieran cosas. A mí me tocó cantarme unas jugueteras de mi papá, porque ellos decían que yo me les robaba la plata de las once, muchas cosas, ¿sí? Entonces cuando ya yo me vine para Bogotá, yo le dije a mi abuela paterna, que es a la que hoy le doy gracias, porque pues ella fue quien me educó y me dio amor y me dio techo, ¿sí? Que yo no quería volver allá. Yo le conté todo y pues ella llamó a mi papá, lo regañó, le dijo que yo era la hija, que cómo permitía eso. Entonces, pues realmente yo nunca tuve un papá ni una mamá al lado mío. Jamás. Porque yo ya me quedé aquí a vivir a Bogotá, pero quien se hizo cargo de mí fue mi abuela. Mi papá se desentendió totalmente de mí. Ya, como que bueno, ya sé que va ya. Entonces, yo nunca vi que mi papá se preocupara por mí, que fuera, que me visitara. No, nunca. Nunca, o sea, jamás. Experimentaste el abandono desde muy chiquita. Sí, o sea, nunca sentí que estuviera mi mamá al lado, que estuviera mi papá. Y a mí hay un dicho que dicen las abuelas que yo no voy a permitir que se jueguen las manos, algo así que se jueguen las manos otros conmigo. que se jueguen las manos, algo así, que se jueguen las manos otros conmigo. No, a mí me tocó aguantarme pelas de mi tío, regaños de mis tías. Mi abuela me defendía mucho. ¿Ella para qué? Ella me defendía mucho. Pero pues obviamente se siente muy feo que vengan otros a castigarte cuando ni siquiera son tu papá ni tu mamá. Entonces estás ahí como flotante entre la familia. Exacto. Y que la manera de crianza de mi familia paterna en ese momento, porque ya los tiempos han cambiado y ya ellos no son así, era horrible, Tatiana. Era una forma de castigarme muy fea. Me pegaban con el rejo que les pegaban a las vacas. Si yo no comía o alguna cosa porque no quería, con la cuchara del almuerzo te pegaban el cucharazo sobre la cabeza. Entonces era una forma muy fea. Entonces yo en esos momentos yo le cogía pues más rabia a mi mamá, ¿sí? Ay, perdón. ¿De qué? ¿Por qué así? ¿Por qué me dejó sola? ¿Por qué permitió que me hicieran tanto daño, pues porque, o sea, de verdad que me castigaban de una manera muy fea, entonces pues nada, yo ahí ya me quedé a vivir, pues fueron los castigos, obviamente mi abuelita siempre me defendió, me dio amor, me dio estudio, me dio estudio tuve una adolescencia muy muy marcada porque como no tuve a mi mamá al lado ni a mi papá sentía que algo me hacía falta pero tampoco estuve tan cerca de mi hermano porque pues mi hermano lo creó un tío pero ellos fue después de mucho tiempo que se fueron a vivir a la casa de mi abuela y fue cuando empecé a estar en contacto con mi hermano nuevamente. O sea, mi hermano tal vez ya tenía, ¿qué? Unos 10 años y yo como unos 14, unos 15 aproximadamente. ¿Él te hizo preguntas? Sí. Él preguntaba por mi mamá, pero es que yo no me acuerdo bien qué era lo que le decíamos. Creo que le decíamos que estaba de viaje, que se había tenido que ir lejos, pero que ella estaba bien. No me acuerdo muy bien porque como él era tan pequeño. Entonces, ya en la adolescencia, pues ya empiezas como adolescente, empiezan a gustarte los chicos, ya es otra etapa, ¿no? En mi casa no, decían, mi abuelita me decía, usted no va a tener novia hasta que tenga tanta edad. Usted no puede tener novia, no sé qué. Entonces tú sabes que a veces le dicen a uno no, y uno mal lo hace. Claro. Sí, lo que más te prohíben, tú mal lo haces. Entonces ella me decía que no, no sé qué. Entonces yo tenía 15 años, y pues mi cuerpo hasta ahora se estaba formando bien. Y tú sabes que una niña de 15 años es una niña muy bonita, porque su cuerpo está en desarrollo. En la familia estaba el esposo de una tía. Estaba es una niña muy bonita, porque su cuerpo está en desarrollo. En la familia estaba el esposo de una tía, estaba el esposo de una tía, y él siempre me decía, si quiere invitarse al gimnasio, yo se lo pago, si quiere tal cosa, yo se lo pago, pero yo lo miraba como que él me veía con otros ojos, ¿sí? Ok. Entonces yo le decía, no, gracias, yo no quiero, yo para eso estoy en el colegio en las porras, le que mi mamá me paga mi abuelita me paga las porras lo que pasa es que yo ya le digo mamá porque fue quien me crió entonces así y este tipo empezó como a decirme que me daba cosas que yo le decía que no que no y yo salí a algún lado y él me perseguía en la cicla yo me acuerdo que él se iba en la cicla y él le decía a mi tía que ya se iba a trabajar y él salía a perseguirme en la cicla a ver yo qué hacía, porque yo me daba cuenta hasta que un día yo le dije a mi tía ya mi abuela que él me miraba de otra manera yo le dije es que yo siento que él me mira de otra manera yo ya no me siento cómoda estando en chores en la casa porque me siento incómoda ay, usted viene a inventar cosas cómo se le ocurre decir cosas es lo típico que no le creen a uno yo bueno, si está bien, de pronto yo estoy imaginándome cosas que no son no, pero tu corazón se hablaba sí, yo sentía hasta que un día me dejaron sola y yo no sabía que él estaba ahí y él estaba durmiendo porque él trabajaba como vigilante y él estaba durmiendo y yo no sabía que él estaba ahí. Y él estaba durmiendo porque él trabajaba como vigilante. Y él estaba durmiendo y yo no sabía que él estaba ahí. Y yo me metí a bañar. Y yo me estaba bañando. Y yo vi un reflejo en la ventana como de un destello de luz. Y cuando me di cuenta, él me estaba mirando por medio de un espejo. O sea, él me estaba... Sí, estaba visualizando mi cuerpo por medio de un espejo. No, pues eso tiene medio una angustia existencial. Yo dije, pero este tipo no estaba. ¿A qué hora llegó? ¿Por dónde entró? Yo cogí rápido y me puse la toalla, me salí de la ducha y me fui para el cuarto. Pero preciso ese cuarto no tenía chapa. Se había dañado. Entonces estaba sin chapa. Entonces yo no podía hacer... No podía echar candado. Entonces yo me angustié mucho. Y cuando no fue que ya él entró allá y pues él me quitó la toalla. Y yo empecé a gritar. La ventaja fue que mi ventana de ese cuarto estaba abierta. Y al lado de la casa vivían mis amiguitas, mis vecinas, mis amigas de mi infancia. Y una de ellas me dijo, Pau, ¿estás bien? ¿Qué estás haciendo? Y yo, no, no. El tipo se asustó, se paró y se fue para la habitación de él y se encerró. Ay, Dios mío. Y yo me salí. Yo me vestí rápido y yo me salí para la vecindad y yo le dije, es que mire qué tal, me dijo, ay, no, no sé qué, pero pues eran niñas iguales a mí, ¿no? De 15 años. Cuando llegó mi mamá con mi tía, yo les conté, pero ellas aún así no me creyeron. ¿Tu mamá es tu abuela? Mi abuela. Ellas no me creyeron y ellas me vinieron a creer apenas, imagínate, apenas hace como 5 años. Qué triste. Que se dieron cuenta que la clase de hombre que era. Ok. Entonces, pues nada, eso fue, digamos que otra experiencia fuerte, que intenten abusar de ti. ¿Horrible? Es una cosa horrible, sino más que te miren vulgarmente ya es horrible, ¿cómo será que intenten tocarte? ¿Y fue la única vez? Sí, fue la única vez, pero ya yo me sentí intimidada, intimidada, y no lo creas, aún así después de que le di a luz a mi hija y todo, yo iba a la casa para visitar a la familia. ¡Cómo, comodísimo! Horrible, yo sentía como me miraba la cola, yo sentía horrible, horrible. A mí no me gustaba ir. Y yo le decía a mi esposo, no es que sea malo. Entonces mi esposo me decía, no vayas por allá. Porque mi esposo no es de problemas. Qué triste que en las casas no nos crean. He escuchado mucho este tipo de casos, Diana. Que no creen, que la mamá, que el papá, que la familia no... O sea, yo siento que es súper importante hacer un llamado en serio a los padres, a los abuelos, a esos miembros que son de esa supuesta confianza de uno. Porque cuando una niña le está diciendo que ve algo raro, que siente algo raro por parte de un hombre, es porque algo está pasando. Sí, no es que uno se lo esté inventando, porque a mí me decía mi tía, es que usted ya está inventando chismes, usted ya está, no, no, no era un chisme. Ya después, bueno, pasó el tiempo, tuve mi primer novio, Y ya después, bueno, pasó el tiempo, tuve mi primer novio, eso fue una odisea para tener el primer novio, ya después terminé con mi primer novio y tuve al que hoy en día es mi esposo. Yo llevo con él 20 años viviendo juntos y tres duramos de noviazgo. O sea, llevo con él viviendo lo que tiene mi hija, 20 años. Yo lo conocí a él cuando tenía 17 años. Fue muy difícil que lo aceptaran en la familia, porque mi familia, mi abuela y ellos siempre juzgaron mucho. Entonces mi abuela me decía, ¿pero qué futuro le puede dar una persona como esas? Que es un guarda de seguridad, porque mi esposo era guarda de seguridad de Carrefour, del antiguo Carrefour. Entonces yo soy de las que yo nunca me he fijado qué tiene y qué no tiene. Yo veía era su corazón, y yo con él me sentía muy bien. Yo le decía, no, pues no importa, entre más me prohibían, más estaba ahí, más estaba ahí. Y vaya sorpresa que resulté embarazada. Quedé embarazada. No, para mí eso sí fue muy duro, Dios mío. Sí, fue muy duro, muy duro porque ellos me recriminaban mucho y me decían que yo iba a ser igual a mi mamá, que iba a tener hijos para dejarlos botados, abandonados también quién sabe en dónde, que yo no iba a ser una buena madre, que para qué me ponía a tener hijos tan temprana edad. Cuando yo quedé embarazada tenía 19 años. Ahí fue el otro tratado de la vida que van y me dicen bueno, ya quedé embarazada, entonces mire qué va a hacer. Se van a casar, se van a vivir juntos, Fernando yo dije no me importa, la va a mantener, qué va a hacer. Entonces él dijo no, yo ahorita no, pues yo no, estamos muy jóvenes para casarnos, o sea, no, yo no me quiero casar. Y yo les hacía entender que el hecho de que yo hubiese quedado embarazada tan joven no quería decir que yo no fuera a estudiar, porque ellos tenían otros proyectos para mi vida. entonces yo les decía, yo voy a estudiar, yo voy a ser alguien en la vida yo voy a salir adelante entonces ellos me juzgaron mucho y fue tanto lo que me juzgaron que hoy en día se sienten orgullosos de mí hoy en día mi mamá, mi tío, todos ellos me dicen nosotros nos sentimos muy orgullosos de usted porque usted es totalmente diferente a lo que es su mamá entonces yo que he aprendido Tatiana, que romper cadenas tú no puedes repetir la historia de nadie porque tú tienes tu propia historia si me entiendes uno tiene su propia historia entonces uno jamás puede ser igual que nadie no jamás debe repetir esto de eso bueno ya y que embarazada me tocó irme la casa o sea no literal no me dijeron se va a hacer tengo tiene que irse ya no pero si sus actitud no era evidente si sus actitudes sus formas como me trataban y te fuiste a vivir con el papá de tu hija así al papá youtube yo escondí el embarazo un buen tiempo si yo yo me enteré que estaba embarazada como en octubre y yo escondí el embarazo y vine a hablar hasta enero. Sí. Pero a uno de mujer se le nota. Claro. Y mi abuela decía, ustedes no me vayan a resultar con unas patachitas. Ustedes no sé qué, ustedes. Yo no para nada. Y yo dentro de mi cabeza, Dios mío, ¿yo qué voy a hacer si yo ya tengo tres meses de embarazo? Y pasaba el tiempo y yo no. Hasta que en un enero mi esposo dijo, tenemos que contar. Claro. ¿Por qué? Porque yo ya me estaba que en un enero mi esposo dijo, tenemos que contar. Claro. ¿Por qué? Porque yo ya me estaba poniendo más ancha de espaldas. Y esa bebé tenía que, ya necesitaba salir. Porque ella también sentía, ellos sienten esa conexión. Y ellos se esconden. Ellos sienten ese miedo también. Entonces ahí ya fue cuando mi esposo decidió hablar. Hablamos y pues fue todo. O sea, tuve que irme. Me dieron como un tiempo. Ahí me quedé en la casa un tiempo, pero ese tiempo fue terrible para mí. Me sentía súper incómoda, me sentía súper mal, sentía que nadie me quería, o sea, fue horrible. Pero todo cambió, me imagino, ya cuando te fuiste a vivir con tu esposo, ¿o no? Tampoco. ¿Por qué? Entonces ahí, bueno, mi esposo habló con, pues con tu esposo o no? Tampoco. ¿Por qué? Entonces ahí, bueno, mi esposo habló con... Pues como mi esposo también era muy joven, mi esposo habló con su hermana y le dijo que yo estaba embarazada. Entonces mi hermana le dijo, listo, ella se puede... La hermana del perdón. Ella se puede venir a vivir acá, no hay problema, tal cosa, no sé qué, pero cuando ya la bebé o el bebé nazcan, ustedes tienen que buscar su propio hogar. Ok. Sí, entonces, bueno, por ese lado, bien. Pues yo me fui a vivir allá, pero pues como yo salí de mi casa, yo no sabía hacer muchas cosas, ¿sí? Yo no sabía cocinar, planchar, no, yo no sabía hacer muchas cosas porque pues mi abuela siempre me hacía todo, ella me cocinaba y me dejaba el almuerzo listo para cuando yo llegaba al colegio, solo era calentarlo y nunca le presté mucha atención, mi abuela si me decía, venga aprenda a hacer estas cosas pero eso que uno no hace caso cuando yo llegué a vivir a la casa de la hermana de mi esposo se sentía feo ¿por qué? porque yo me sentía en un ambiente que no era el mío. Yo me sentía como, como lo que llamamos, me siento como arrimada. Sí. Como que no puedo hacer nada porque no tengo trabajo, no tengo plata. Si quiero comerme algo me toca pedir permiso. Fueron muchas cosas. Entonces, habían dos niñas que eran las sobrinas de mi esposo, pero yo las quiero, o sea, yo las quiero muchísimo. que eran las orinas de mi esposo, pero yo las quiero, o sea, yo las quiero muchísimo. Entonces yo las peinaba para que se fueran al colegio, yo trataba de tenerles algo de almuerzo listo, yo les ayudaba a lavar su ropa. O sea, todo ese tiempo yo me comporté como si fuera la señora que ayuda en la casa. Pero la hermana de mi esposo no me quería. Yo trataba de ganarme el cariño de ella de todas las maneras. De todas las maneras. No, ella no. Ella no me quería, ella no me quería, no me quería. Entonces ya llegó un día en que ya cumplí, cumplió la niña como los 10 meses. Sí. Y yo le dije a mi esposo, yo me quiero ir de acá, yo ya no quiero estar más acá, yo me siento humillada, me siento ultrajada. Yo les agradezco porque ellos nos dieron en su momento, también nos acogieron en su hogar, ella con su esposo y sus hijas, pero yo me sentía muy mal, muy incómoda, todo. Y pues ya después nos fuimos a vivir solo mi esposo y yo. Hicimos nuestro propio hogar, pasó el tiempo y yo conseguí un trabajo, conseguí un trabajo, empecé a trabajar y ahí fue cuando, digamos que, dije yo, es el momento de buscar a la que es mi mamá. Yo ya era grande, yo ya tenía 21 años, 20, 21 años. O sea, ese pensamiento había estado en tu cabeza. Sí, desde pequeña. Yo decía, yo tengo que buscarla porque yo tengo que saber qué pasó con ella. Porque yo no sabía nada. Durante esos 20 años yo nunca supe nada más. O sea, después de que llamándonos, yo nunca supe si estaba bien, si estaba mal. Yo pensé que estaba muerta. O sea, yo realmente pensé que estaba muerta. ¿Y qué hiciste? Como yo entré a trabajar a una empresa que era una financiera, en las financieras, con solo ingresar en el sistema el número de cédula a ti ya te sale toda la información de la persona, así esa persona no tenga cuenta en ese banco, pero yo trabajara para una financiera de recaudo de cartera entonces como yo me sabía desde chiquita la cédula yo dije, la vamos a ingresar a ver qué pasa el corazón se me aceleró, me latía yo decía decía, Dios mío, ¿qué tal me salga que está muerta? Yo analizaba todo. Yo metí la cédula en el sistema cuando ya fue que me salió toda la información. Pues vaya sorpresa, la señora vivía muy cerca de nosotros, vivía en Suba. No estaba muerta. No estaba muerta, no estaba muerta, estaba viva. Entonces yo, a mí me dio mucha curiosidad, ¿sí? Porque yo quería saber y escuchar una explicación del por qué hizo eso. Pero ¿y qué sentiste ahí? O sea, cuando ya te diste cuenta, mi mamá está viva, ¿qué pasó por tu cabeza? Necesito llamarla. Ok. Necesito saber qué pasó y necesito que me diga. Inmediatamente le marqué. ¡Ay, qué susto! Nosotros teníamos en la oficina nuestro teléfono. Yo le marqué y ella me dice... No me contestó ella, mentiras. Me contestó la hija que ella había tenido con ese otro señor. No mi hermanita, hermanita, no. Sino otra hija que ella tuvo. con ese otro señor. No mi hermanita, hermanita, no. Sino otra hija que ella tuvo. Esa niña tal vez tenía, ¿y qué? Como unos siete, ocho años. Entonces yo le pregunté por ella. Me dijo, no, ella no está. ¿Quién la llama? Yo le dije, no, yo llamo después. Entonces yo colgué. Pero me quedó ese corazón latiendo porque dije, ya la encontré. Ya sé dónde vive. Ya sé dónde está. Yo tengo que buscarla. Pero esa emoción de querer verla. Pero esa emoción de querer verla, ¿sí? Era una emoción de querer verla. Pues esa emoción se me acabó, Tatiana. ¿Por qué? Al día siguiente, yo volví a llegar a la oficina y la chica de recepción recibió una llamada. Ella, mi mamá, devolvió la llamada. En esa época estaba mucho de TV con el tema de identificar de llamadas. Entonces seguramente la niña le dijo, mire, mamá, la llamaron de este número. Y ella devolvió la llamada. Cuando ella devolvió la llamada, la recepcionista le dice, regáleme su número de cédula. Entonces, claro, al regalarle el número de cédulaula la ingresan en el sistema y ahí se dan cuenta desde qué extensión salió la llamada entonces la recepción me dijo, Diana tienes una llamada y yo, ok, pásamela claro, cuando yo contesté el nombre de la empresa y dije, Diana Herrera buenas tardes, yo creo que esa señora cuando escuchó el Diana Herrera, buenas tardes. Yo creo que esa señora cuando escuchó el Diana Herrera algo le dio. Porque se... Yo creo que esa señora parecía que tuviera quien sabe a quién adentro. Tatiana me empezó a insultar de la manera más terrible de este mundo. No te lo puedo creer. Usted, ¿para qué me llama? A mí no me llame. Yo no necesito saber nada de usted. Usted debería estar muerta junto con su hermano, yo los debía haber abortado cuando pude. Ay, no, una cantidad, yo era así como en shock, pues porque yo ya era mamá, yo ya sabía qué era ser mamá. Y yo decía, no, señora, cálmese, le decía yo, escúcheme, yo quiero saber qué pasó, yo merezco una explicación, ¿sabía usted que es abuela? O sea, yo toda bonita, toda ilusionada con que pronto ella quisiera saber de uno. No, ella me trató súper mal. A mí solamente las lágrimas se me salían. Mis compañeros de al lado me decían, ¿estás bien? Y yo solo la escuchaba ella todo lo que me decía. Qué triste. Me decía muchas cosas horribles, horribles. Y me decía... Entonces yo le decía, yo necesito saber de mi hermana, o sea, la que ella se llevó, mi hermanita menor. Entonces ella me decía, ella no es su hermana, ella no es hija de su papá, ella no es su hermana, pero pues, obvio que sí es hija de mi papá. Sí. Entonces me insultaba horrible, entonces yo le dije, mire señora, creo que me equivoqué en llamarla y me di cuenta que realmente usted tiene razón. Nosotros nunca debimos haber nacido. Y le colgué. Llegué a mi casa, le conté a mi esposo, pero era el momento de abrirle los ojos a mi hermano. Contarle la verdad. Sí, porque mi hermano tenía una imagen de ella muy diferente. ¿Qué pensaba él? No, que era la mamá que se había ido y que no había regresado. Pero que no nos había abandonado porque él no sabía muchas cosas de ella. Y le dijiste. Exacto. Entonces yo me acuerdo tanto que como yo ya no vivía en la casa de mi abuela, yo llegué a la casa de mi abuela, ahí estaba mi abuela sentada en el comedor, no se me olvida esa imagen, y mi hermano llegó y yo le dije, necesitamos hablar. Entonces yo le dije, mire, contacte a nuestra mamá su mamá piensa esto esto esto de nosotros su mamá no es una buena mamá su mamá hizo esto esto esto entonces él se quedó como en shock él ya estaba en el tema de la policía él estaba haciendo el curso ya para la policía yo me acuerdo tanto que él sintió como un choque tan fuerte que él salió y se fue. Él se fue. Entonces todos nos empezamos a preocupar para dónde se había ido. Y yo dije, no, Dios mío, que mi hermano, puricito, o sea, darle esa noticia así. Claro, un impacto. Exacto. Yo salí a buscarlo. Y yo decía, ¿dónde lo buscamos? ¿Dónde está? ¿Dónde lo busco? En esa época él tenía una novia y yo salía a buscarlo con la novia. Cuando yo le dije a la novia, le dije, yo ya sé dónde puede estar. Y nos fuimos a buscarlo en un parquecito del barrio donde mi mamá nos dejaba cuando nosotros éramos muy chiquiticos mientras ella se iba a trabajar. Porque como no había quien nos cuidara ni nada de eso, ella nos dejaba ahí en ese parque a las 7 de la mañana. Y ella me decía a mí, como yo era la más grande, me decía, se me quedan aquí quietos, no se mueven, usted cuida a sus dos hermanos, no le pone atención a nadie, y ahí le dejo su maizpira y su agua panela. Y nos dejaba una bolsada de maizpira y una botella de agua panela. Y pues yo me quedaba ahí cuidándolos. Allá estaba mi hermano. Yo creo que mi hermano recordaba el parque. Claro. Y allá, pues nosotros éramos felices porque éramos unos niños y pues parque para nosotros era maravilloso estar en el parque todo el día. Sí. Era otra época, ¿no? Hoy en día se roban a un niño. No se puede. Entonces en esa época pues ella nos dejaba ahí. Hay veces que mi abuela se daba cuenta, mi abuela paterna, y mi abuela pasaba por el parque y ella nos cogía a los tres y nos llevaba para la casa. Nos bañaba, nos daba alimentación, y volvía y nos dejaba allá tipo cinco de la tarde cuando mi abuela ya sabía que esta señora iba a llegar. Porque, como te digo, esta señora era terrible. ¿Y entonces te lo encontraste ahí? Ahí me lo encontré y pues estaba como llorando, estaba como en shock. Y yo lo abracé. Y yo le dije, papi, entienda que nos tenemos solo usted y yo. Yo lo amo a usted, usted me ama a mí, somos sangre. Y lo que usted necesite, aquí va a estar toda la vida. Y lo que yo necesite, yo sé que voy a contar con usted. Nosotros no tenemos mamá ni tenemos papá. Guau. Entonces él me abrazá ni tenemos papá. Wow. Entonces él me abrazó y dijo que sí. Pero para él sé que fue duro. Sé que fue muy duro. Y soltarlo ha sido más duro porque está la edad que él tiene y todavía él no ha soltado eso. ¿Qué edad tiene él? Tiene 37. 36, mentiras. 36, 37. Ella, bueno, ya pasó ese suceso, yo le conté a mi esposo y ya mi esposo me dijo, no, no busques más a esa señora, si esa señora no quiere saber nada de ti es por algo, no sé qué. Yo, bueno, no la busqué más. Yo dije, pero mira Tatiana, que es algo muy raro, yo ni siquiera la odio. ¿Qué sientes? Yo ni siquiera le tengo rencor. Yo ni siquiera le tengo como pesar. O sea, como que me da pesar de ella porque es una persona que no, a pesar de todo el tiempo que ha pasado y las cosas que ella ha tenido que vivir, no la ha hecho cambiar. Y me sigue, ella me sigue odiando. No me quiere y a mi hermano también ¿te has puesto a pensar cuál es la razón? ¿qué crees? yo creo que que es porque ella también en su infancia tuvo una infancia dura pero eso de vuelta te digo, uno tiene que romper cadenas y quizás ella no la rompió ella repitió como la historia de su familia, creo yo. Pero es muy loco porque sí eligió quedarse con tu hermana. Exacto, pero espérate que allá voy. Ok. Ella decidió quedarse, bueno, ahí ya pasó el tiempo, ya pues yo me dediqué a trabajar, a estudiar, a sacar a mi hija adelante con mi esposo, a demostrarle a mi familia que yo no era en lo absoluto nada parecido a ella. Empecé a estudiar, empecé a trabajar, pasó el tiempo y cuando, Cuando, bueno, ya ahí pasó el tiempo, viví mi vida normal con mi esposo, con mi hija. ¿Qué pasó con mi hermana? Yo con mi hermana, la de dos años, yo me vine a reencontrar con ella tal vez en el 2016. Imagínate. ¿Hace poco? Hace poco. ¿Y cómo me encontré con ella? Yo me encontré con ella porque fue ella la que me encontró a mí. Te buscó. Ella fue la que me buscó. Obviamente yo estaba muy a la defensiva con muchas cosas, porque como esta señora me fue tan dura conmigo, yo dije, no, quién sabe qué cosas le habrá dicho a esta niña y ella también me odiará, no querrá saber nada de mí. Yo dejé el tema ahí, yo dije, no, voy a dedicarme a vivir mi vida, estar tranquila, sanar todo lo que tenga que sanar. Un día, bueno, cuando yo me encontré con mi hermana, ya yo no, yo ya había perdido la visión. Entonces, ella me buscó, yo en mi Facebook tengo todo de que solamente los que me puedan escribir cosas sean... No, pero espérate, porque te me estás adelantando aquí ya habías perdido la visión Exacto, entonces por eso ¿Cómo encontré a mi hermana? Mi hermana me encontró a mí, ¿sí? Pero entonces, ahí yo ya había perdido la visión, entonces ahora voy a contarte cómo perdí la visión porque después viene cómo encontré a mi hermana ¿Ves? Bueno, pasó el tiempo. Yo tenía tal vez unos 29 años. 29 años. Yo trabajaba para una empresa mexicana. Una empresa muy buena porque le vivo muy agradecida a ella. Estudiaba anoche, trabajaba de día. Y a veces me dolía la cabeza. Pero pues yo no le ponía... Es que eso que uno no le pone cuidado a las cosas. Uno no le pone cuidado a la salud. Pero pues yo no le ponía atención. Y X día cualquiera me dolía muy fuerte. Me estaba doliendo mucho la cabeza. Yo dije, tan raro. Y yo trabajaba con el tema de facturación. Entonces yo tenía que manejar mucho Excel. Esos cuadritos son desgastadores. Yo tenía gafas, pero los cuadritos eran muy desgastantes. Entonces me dolía mucho la cabeza. Yo dije, no, yo hoy no voy a hacer más porque me está doliendo mucho la cabeza. Y los cuadritos ya los estaba viendo muy mal. y yo dije, no, yo hoy no voy a hacer más porque me está doliendo mucho la cabeza. Y los cuadritos ya los estaba viendo muy mal. Ese día yo me fui a almorzar con un amigo que me invitó de la oficina porque yo estaba cumpliendo años. Entonces él me invitó a almorzar, pero yo tenía mi dolor de cabeza. Fuimos a almorzar. Cuando me pasaron el plato, yo empecé a cortar, pero yo estaba cortando mal porque yo veía doble. Entonces yo dije, ¿cómo es que estoy viendo doble? Yo caminé, veo mal y me decía, si estás cortando afuera del plato, no en el plato. Y yo fue tan raro y ni siquiera siento, pero es que estoy viendo el plato. Bueno, el caso fue que me restregué los ojos durísimo porque me picaban. Dejé que termináramos de almorzar, me parece, seguí con el dolor de cabeza. Ya cuando estaba en la oficina, otra vez el más fuerte, ya fue el punto en que ya no lo aguanté. Y ¡pum! Me desmayé del dolor de cabeza tan fuerte. Fui al médico, me llevaron a urgencias, todo el tema. Me hicieron un TAC, me dio el neurocirujano, el neurólogo, perdón. Todo súper bien en la cabeza porque pues tenían que descartar primeramente que fuera algo de la cabeza. Excelente. Mi cabeza perfecta, todo. Me hicieron muchos exámenes y nada, todo perfecto. Cuando fue que me empezaron a mirar los ojos y me dice el octanmólogo, necesito que pidas una cita con retina. Y yo, ¿con retina? Ok, yo hice caso. Vas a estar incapacitada cinco días primeramente. Yo, bueno, cinco días. Me fui y en esos cinco días hice todas las vueltas del médico, me vio el retinólogo. Cuando me vio el retinólogo, va y me dice, bueno, Diana, ¿tú eres diabética? Y yo le dije, no, yo ni siquiera sufro del azúcar. Bueno, esto que tú tienes tiende a darles a veces a los diabéticos. Y déjame decirte que necesitamos ponerte en tratamiento y inicialmente te deben capacitar 30 días. Yo no, a mí no me pueden capacitar todo eso. Por el trabajo. Sí, yo no voy a perder mi trabajo. Me van a echar porque es todo lo que uno primero piensa, ¿no? Te escucho y me parece estar escuchando un episodio de una mujer que tuvimos aquí con la misma historia. Trabajo, el trabajo, primero el trabajo. No, sí, no, y yo decía, ¿cómo voy a pagar mi universidad? ¿Cómo voy a seguir ayudando el colegio de mi hija? Yo no, no, yo le decía, me decía, no, es que no es lo que tú digas, es lo que yo diga. Y yo te digo que te incapacito 30 días. Ok. Y yo, ok, doctor. ¿Y qué tengo? Me dijo, en esos 30 días tenemos que hacer muchos estudios. Entonces empezaron a hacerme estudios, pero cada día, ¿qué pasa? El dolor de cabeza nunca volvió. Solo fue esa vez. ¿Pero la visión? Estaba borrosa. Ok. Entonces estaba muy borrosa la visión. Entonces yo decía, tan raro, tan raro. Entonces yo me pegué mucho de Dios. Yo empecé a pedirle a Dios que, por favor, me ayudara, que yo no me pudiera quedar sin trabajo. Entonces, el doctor me decía, a ti no te pueden echar. Tranquila. O sea, fue el que como que me dio como esa tranquilidad, que tranquila, tuve que ir para que me viera otra vez el doctor. Ya fui con todos los resultados de mis exámenes, porque eso fue otra cosa. Me tocó hacerme unos exámenes horribles, Tatiana. Unos exámenes horribles. A mí me tuvieron que hacer unas angiografías, algo así. Y eso es que te inyectan yodo por la sangre. Y eso es horrible. Quedas tú amarilla como mero. Así. Sí, he visto, sí. O sea, horrible. Entonces me tuvieron que hacer eso. Casi que no soporto eso porque eso es muy feo. Eso se siente muy feo cuando entras de líquido. Bueno, me hicieron esos exámenes. El doctor llegó y me dijo que que me tenía que decir algo muy importante. Cuando me dice tú vas a quedar cierra en cualquier momento no, pues yo que ¿cómo? mi esposo estaba conmigo, mi esposo se puso a llorar yo me puse a llorar yo lloraba muchísimo, o sea, un sentimiento no, además la noticia así de la nada ellos son así, ellos son sin tacto ¿qué edad tenías 29 29 tenía 29 años en ese momento entonces el doctor no se lo puede ser cierto eso no es verdad es mentira entonces me cogía los hombres y me decía cálmate porque uno entra como en una crisis y la hora y él también controlaba mi esposo porque mi esposo también lloraba mucho de mucho sentimiento que yo decía no yo no me puedo quedar ciega, yo no puedo, yo no puedo, yo tengo que sacar a una hija adelante. Pero entonces es la manera en cómo los doctores son tan crueles que le dicen a uno las cosas así. Es terrible. Entonces yo, bueno, yo digo, bueno, ¿y qué tengo que hacer para evitarlo? Me decían, no hay solución. Es que no encontramos qué es lo que tienes en tus ojos. O sea, ¿no te dieron un diagnóstico? No, nunca me dieron un diagnóstico. Yo le decía, ¿pero qué tengo? Él me decía, no lo sé, tenemos que investigar, no sé qué. Entonces él me vio tan mal que fue cuando él me dijo, hay una manera de mantener viva tu visión por un tiempo más. Y yo le dije, yo hago lo que sea. Claro. Yo hago lo que sea. Entonces me dijo, ¿cuáles? Vamos a hacer un tratamiento con unas inyecciones. Pero esas inyecciones no las cubre el POP. Te tocaba pagarlas a ti. Me dijo, esas inyecciones las tienes que cubrir tú. ¿Cuánto valían? cada inyección costaba no recuerdo si eran 12 millones cada una ¿qué? 12 millones cada inyección para los dos ojos suma eso 24 millones de pesos mensuales o sea, 12 millones por cada ojo suma un total mensual de 24 millones de pesos porque eso era cada mes, durante un año el tratamiento. Yo le dije, doctor, yo no tengo dónde sacar eso. Entonces yo me puse a llorar y yo decía, ¿de dónde? Si no, o sea, somos en un estrato normal, yo no tengo, sí, no tengo los recursos. Entonces él me ayudó. ¿Como unos 6 mil dólares? Más o menos. Entonces él me ayudó y él me dijo, vamos a hacer una cosa. Yo te voy a colaborar. ¿Listo? ¿Qué hizo? No tengo ni idea qué hizo. Solo sé que me dio un documento. Y ese documento me ayudó para que todo me saliera a mitad de precio. Sí, a mitad de precio. Entonces la EPS me cubría una parte y yo tenía que cubrir la otra. ¿Y en qué consistía el tratamiento? No, eso fue horrible. Es una cosa horrible que no se la deseaba a nadie. Me tenía que poner unas inyecciones. ¿En dónde? En los ojos. Ok. Directamente a los ojos. La primera inyección yo dije, no, pues eso, que eso es en la cola. O sea, tú te imaginas una inyección, tú crees que es en la nalga en la pierna, en el brazo, no te vas a imaginar que es directo a tu ojo ¿Tener anestesia? No sin anestesia, cuando yo llegué a mi primera inyección, la enfermera me dijo por favor cámbiate, y entonces yo le dije y luego, luego la inyección ¿por qué me van a hacer cambiar? me dijo porque tengo que... Tienes que entrar como si fueras para una cirugía. Y yo, ¿una cirugía? No entiendo. Entonces me dijo, sí, tú cámbiate. Y yo, bueno, yo me cambié todo. Cuando ya llegué allá a donde estaba el doctor, ¿cómo estás, Dianita? Yo, doctor, ¿cómo es la cirugía? La inyección. Sí. Porque yo no entendía cómo me hacían quitar toda mi ropa para solo ponerme una inyección. Me dijo, Dianita, tienes que ser fuerte y tienes que estar tranquila. Porque no hay anestesia. O sea, anestesia no se te puede poner. Me muero de dolor. No se puede poner anestesia. Y yo, ok. Entonces yo dentro de mí decía, pero ¿para qué anestesia si es una inyección? Pero yo todavía no entendía la magnitud. No, eso era para los ojos. Exacto. Todavía no entendía la magnitud. Entonces yo decíaido que eso era para los ojos exacto, todavía no entendía la magnitud entonces yo le decía, ¿qué anestesia? entonces él me decía, listo, vamos a poner un aparatico que va a coger tu pómulo y va a coger tu parpa y lo va a abrir y eso no va a permitir que tú parpadees cuando él me dijo eso ahí entendí que la eyección iba directo a mi ojo ¿y sin anestesia? entonces me dijo, tú tienes que estar muy quieta tienes que estar muy tranquila ahí entendí que la eyección iba directo a mi hijo. ¿Y sin anestesia? Y sin anestesia. Entonces me dijo, tú tienes que estar muy quieta, tienes que estar muy tranquila. Pero no, Tatiana, eso es difícil. O sea, es muy difícil. Y más porque yo todavía veía. Entonces yo veía borroso y yo veía esa punta de la aguja como se iba acercando a mi hijo, como se iba acercando a mi hijo. Ay, no. Cuando es que me hice, entonces me pegaba con los cachetes. Y me decía, tranquila, quieta, quieta, porque si tú te mueves, me haces hacer el procedimiento mal. Quieta. Ay, no, qué dolor. Es muy difícil tener una quietud. Cuando es que, pum, va la primera. Pincha dentro del ojo. Y lo más doloroso no es el pinchazo, sino el líquido. Qué dolor. El líquido que entras, sentías que te quemaba. Listo, vamos con la otra. Ahí va la otra. Entonces, así tuve que aguantar las primeras cuatro. Uy, no, qué dolor. No, no, horrible. Hasta que ya me fui acostumbrando. ¿Y esto ayudó a alargar tu visión? Sí, esto ayudó a mantener viva mi visión más o menos ese año el tratamiento y como dos o tres meses más. Pero ya tenías claro que era temporal. Exacto. Pero pues tú por tener tu visión así sea un tiempo más haces lo que sea. Claro. Lo que sea. Entonces ya fue cuando llegó el momento en que él dijo ya las inyecciones no nos están haciendo. Vamos a hacer una cirugía ahí es cuando vienen a experimentar con mis ojos, ¿por qué? ¿por qué digo experimentar? porque ni siquiera sabían un diagnóstico entonces que iban a operar yo decía pero que iban a operar o sea que iban a operar si no saben un diagnóstico ya después me sometí como a tres cirugías, luego cuatro, luego cinco. En menos de tres años me hicieron siete cirugías. ¿En tus ojos? En mis ojos. Y ninguna funcionó. Ok. A la tercera cirugía fue cuando ya el doctor dijo que sí le autorizaba, sí, sí, sí, le autorizaba para llevarse mi, ¿cómo se llama? Como tu historia clínica. Sí, mi historia clínica a Boston. Sí. Porque a él se le hacía muy extraño mi caso, es que no tenía un diagnóstico. Entonces yo le dije que sí, y él se lo llevó para Boston, allá como a un congreso que él estuvo, y llegó con la deducción de que yo tenía un desprendimiento de retina. ¿Por qué? No se sabía. O sea, ahí yo estoy. Mi diagnóstico quedó como desprendimiento de retina. Yo mis córneas las tengo perfectas, mis nervios ópticos, todo está perfecto dentro de mi ojo. Lo único es la retina. Ni siquiera tengo retinosis esa enfermedad también existe no, nada de eso entonces lo diagnóstico así desprendimiento de retina ceroso ese es el diagnóstico que da mi retinólogo ya, bueno me hizo la última cirugía que fue cuando yo le dije es la última que me hago doctor y me dijo tienes que tomar muy bien la decisión. Porque o aquí pierdes lo poco que tienes o recuperas un 50%. Entonces era una decisión difícil. Yo decía, tengo poquito, pero puedo perder lo poquito que tengo, pero puedo volver a ver. Entonces yo decía, ¿qué hago? Entonces me decía, piénsalo muy bien. Entonces yo decía, lo voy a hacer. Porque si no lo hago, me hubiera quedado con la duda de que no lo hice y lo hubiese podido hacer, que hubiese pasado. Ya ahí después me hizo la cirugía. Y quedé viendo muy poquito. Muy, muy borroso. Perdí la visión total del ojo derecho. Y quedé viendo por poquito. Muy, muy borroso. Perdí la visión total del ojo derecho. Y quedé viendo por el ojo izquierdo. Ya pasaron los meses, pasó el tiempo. Y un día cualquiera me acosté. Al otro día me levanté. Y ya cuando me levanté veía todo oscuro. De repente. De repente. ¿Qué fue lo último que viste? No me lo vas a creer. El celular. Sí. Me puse a mirar el celular. En esa época estaba saliendo de moda el WhatsApp. Y yo estaba mirando eso. Y yo para mirar el celular, yo tenía que ampliar el tamaño de las letras. Como cuando tú amplias el tamaño del computador. Así, yo lo tenía que ampliar. Y yo empecé a mirar el celular. Yo lo miraba. Pues, también vi a mi hija. Porque yo siempre me despedía. Esa noche yo me despedí de ella. ¿Qué edad tenía tu hija en ese momento? 11 años, 10 años. Esa es como la última imagen que tuviste. Esa es la última imagen que yo tengo de ella, la última. Y nada, yo me acosté y cuando yo me desperté, no, nada, Tatiana, para mí eso fue horrible. No, no, Tatiana, para mí eso fue horrible. Porque sentí que esa era la última vez que había visto en la noche anterior. Que ya nunca más iba a volver a ver. Me volví loca. Mi hija llegó del bulto. Porque la grité, la empujé, la lastimé. Es que entras en un desespero terrible. Me imagino. Entonces yo gritaba, yo decía que por qué a mí, por qué tantas cosas, que primero no tengo... Sí, empecé como a... como a recriminar a Dios. Sí. Y empecé a decirle que por qué él me hacía tanto daño, que por qué permitió que mi mamá me abandonara, que por qué permitió luego que me sacaran de la casa como si yo hubiese cometido el peor pecado del mundo, que por qué también permitió luego que perdiera la visión, que más me tocaba. O sea, son muchas cosas. Pero entonces ahí yo empecé a decir que él no existía. Dije, no existe. Dios. Sí. Si Dios existiera, Dios no permitiría que a uno le pasaran tantas cosas, decía yo ahí en ese momento. Porque cuando tú tienes rabia dices muchas cosas. Pues nada, ya me volví loca, digo yo me volví loca porque realmente me volví loca no me bañaba, no me peinaba ¿me trataste como de una depresión? sí, no me dan ganas de nada ¿y tu esposo? mi esposo no hacía sino darme ánimos, darme alientos yo le decía que se fuera, que yo no quería vivir con él, que se llevara a la niña, que él iba a ser un excelente padre, que para qué yo le iba a servir, si yo iba a ser un estorbo, una carga más, que él me iba a tener que ayudar a muchas cosas y yo no quería eso, y ahí fue cuando él me demostró su verdadero amor, porque todavía está conmigo, no le importó las cosas, me mostró su verdadero amor, porque todavía está conmigo, no le importó las cosas. Entonces digo que un hombre así, que se queda contigo en una situación tan difícil, es porque realmente te ama. Mucho. Entonces, a pesar de que yo le decía que se largara, que se fuera, yo estaba en una depresión, y cuando tú estás en una depresión, tú eres duro, muy duro. Yo entré en depresión, yo lloraba mucho, pero pues la vida continuaba y mi hija tenía que continuar en su colegio, mi esposo en su trabajo, pero yo quedaba encerrada en mi casa, acostada. Porque mi habitación quedaba en un tercer piso y yo todavía no conocía, sin ver, no era capaz de bajar las escaleras porque me daba miedo caerme. Ya el tiempo empezó a pasar y mi depresión era más fuerte. Más fuerte, ¿por qué? Porque yo estaba acostumbrada a una vida muy movida. Yo trabajaba, estudiaba, era mamá de casa, era mamá, guiaba las tareas, peinaba a mi hija, planchaba su uniforme, hacía muchas cosas. Y ya no hacía nada. No podía hacer nada. Tiene que ser un choque muy horrible. Porque en ese momento yo sent nada, no podía hacer nada tiene que ser un choque muy horrible porque en ese momento yo sentía que no podía hacer nada ¿sí? entonces ya un día cualquiera llegó la loca de la casa que yo llamo ¿quién es la loca de la casa? la loca de la casa es la que se te mete en la mente y te empieza a decir que hagas cosas entonces un día yo estaba muy triste, muy triste, y yo decía que yo no quería vivir más, que yo para qué, que no sé qué. Y me habían dado unas pastillas que son muy fuertes para el dolor. Me las habían dado porque el día de la cirugía. Entonces yo cogí esas pastillas y me las he tomado todas con un vaso de tequila. Dios. O sea, yo no quiero vivir, me quiero morir. Entonces yo que me mando las pastillas y me mando el vaso de, yo no me acuerdo si era tequila o whisky, pero algo fuerte de esos dos porque eso era lo único que había ahí en la casa. Yo me mandé eso, pero en menos de un minuto empezaron a golpear duro en la puerta y era mi hija. ¿Tu hija? Sí. En la puerta de la casa. Se supone que mi hija estaba en el colegio. Ella no tenía por qué llegar a esa hora. Y ella empezó a golpear duro. Mami, mami, ábreme que ya llegué. Pero yo no podía bajar esa escalera, yo le tiraba desde arriba las llaves. Por la ventana. Yo corría al baño Tatiana y me pegué una vomitada yo misma me induje el vómito para poder botar las pastillas y yo ahí le tiré las llaves y ella subió, me saludó pero pues ella ni por enterada y yo dentro de mí dije Dios mío ¿qué hice? ¿qué hice? ¿Qué iba a hacer? Ahí ya me calmé, pero pues obviamente yo seguía con una tristeza, no sé qué. Siguió pasando el tiempo y como a los meses lo volví a intentar una segunda vez. Cuando ya lo volví a intentar, llegó mi esposo. ¿Tan salvado todo el tiempo? Llegó, fue mi esposo. mi esposo. ¿Te han salvado todo el tiempo? Llegó, fue mi esposo. Él no solía ir, en esa época él era taxista, él no solía ir por las mañanas a la casa. Él iba después a la hora del almuerzo para que almorzáramos los tres. Y él llegó y abrió la puerta y yo, ¿usted qué hace acá? Y no alcancé tampoco. Y esas fueron las únicas dos veces que yo lo intenté, pero fueron fallidas. Digo yo. Afortunadamente.é pero fueron fallidas digo yo, afortunadamente fueron fallidas porque ellos dos han sido mis ángeles desde que yo conocí a mi esposo ha sido mi ángel en mi vida y desde que mi hija nació ha sido mi ángel ahora comprendo por qué la tuve tan joven, porque ella llegó para ser parte de mi vida en este proceso, para ser mi guía para ser mi acompañante sin dejar de ser quien es ella. Qué lindo eso. Ahí fue ese proceso, bueno, ahí viví esas cosas de depresión que es muy fuerte, que me molesta cuando la gente dice, ay, pero fulanito, ¿cómo es que es de bobo y se va a suicidar? No, no, no. ay, pero fulanito, ¿cómo es que es de bobo y se va a suicidar? No, no, no. Porque nadie sabe lo que tu mente está pensando, nadie sabe el dolor que tú sientes, nadie sabe que a veces tú dices, no quiero sentirme más así, y la única manera de no sentirme así es yéndome de este mundo. Y cómo ha sido el tema social? ¿Adaptarte también a todo? Fue difícil. Fue muy difícil porque para mí, yo siempre fui muy vanidosa, muy creída, muy vanidosa. Entonces yo decía, no, salir a la calle con un bastón, no, yo no quiero. Fue difícil, fue duro. Ya dentro, digamos, que después del proceso de la depresión, yo ya acepté por fin ir con un psicólogo. Ah, no habías querido. No, no había querido. Yo no quería. Porque es que uno siempre dice que los psicólogos son palos locos y eso es mentira. ¿Y cómo te fue? Excelente. La psicóloga me ayudó muchísimo y el psicólogo. Tuve dos terapeutas diferentes. Me ayudaron mucho. Me ayudaron a entender muchas cosas. Y hoy entiendo que yo no pedí estar así, fueron circunstancias de la vida, ya pasó el tiempo y ya venía, bueno un día cualquiera, mi hija subió al cuarto y ella me dijo, mami yo ya estoy cansada de verte todos los días llorando. ¿Tú no crees que Dios tiene un propósito contigo? Y ella me cogió como la carita, como los cachetes. Que una niña de 11 años te diga eso, tú quedas como, venga, una niña diciéndome eso a mí. Sí. Ella fue la que me hizo reaccionar. Yo dije, sí, ella tiene razón. ¿Y qué pensaste? Tengo que salir adelante. ¿Qué te respondiste a ti misma? Dije, no más. Me tengo que parar de acá, me tengo que poner a analizar todo, cómo es mi casa, cómo voy a empezar a cocinar, cómo voy a hacer muchas cosas. No más. Se acabó esto. Ya tengo que salir adelante. Quien me quiera aceptar tal cual como estoy me va a aceptar, quien no, no. Porque hay mucha discriminación, Tatana. Hay mucha discriminación en este mundo, ¿sí? En todos los ámbitos hay mucha discriminación. Entonces yo dije, no, yo tengo que salir adelante, me levanté, empecé a salir adelante y empecé a, ¿cómo? A reconocer mi casa. Ya subía sola a las escaleras, ¿cómo ubicarse? Sí. Yo solita, yo solita. O sea, yo digo que todo lo que yo sé, lo sé porque yo aprendí sola. A mí nadie me enseñó. En el CRAP yo tomé algunas terapias para rehabilitarme, pero fueron muy pocas. Fueron como unas cinco. ¿Qué es CRAP? El CRAP es el Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos aquí en Colombia. Ok. Entonces yo no tomé, no la sigue tomando. Todo lo que yo aprendí lo aprendí yo solita. Yo misma me ingenié mis técnicas, yo misma aprendí muchas cosas. Pero ya yo decía, yo necesito ponerme a hacer algo. Yo necesito trabajar, yo necesito hacer algo porque si no yo me voy a volver loca. No cocinaba porque todavía no era capaz de cocinar. Cuando empecé a cocinar, ay, no, tú no te alcanzas a imaginar todas las quemadas que me pegaba, las cortadas, ay, no, horrible, horrible. No, es que me acuerdo, yo creo que evité mucho ese accidente. Yo siempre he tenido un ángel que me cuida de verdad. Una vez se me regó todo el aceite caliente en los zapatos. Iba a hacer unos patacones y tenía mucho aceite en la paila y se volteó toda la paila en mis pies caliente. Entonces, yo no hubiese tenido esos zapatos que tenían una cobertura gruesa, yo creo que yo me quemo los pies. Dios te ha cuidado mucho. Sí, muchísimo. Entonces, ya con el tiempo empecé a aprender cositas. Obviamente, viví muchos accidentes, muchos, muchos. Cuando me bañaba, no calculaba la distancia de la ducha hacia esto. Entonces yo me agachaba a algo y ¡pum! Me pegaba con los chisalías con la frente con golpes. Claro. Sí, me estrellaba con las paredes, me estrellaba con las puertas. Pero pues todo fue un proceso. Poco a poco fui aprendiendo muchas cosas. Y ya vino lo más bonito de mi vida, que nunca pensé que si era realidad. ¿Qué? Mi esposo me pidió matrimonio. Ay, qué lindo. sin ver. Entonces fue un matrimonio muy bonito. Yo me lo imagino. Que fue muy lindo. No lo podía ver. Pero me casé del color favorito mío. ¿Cuál? El rojo. Entonces me casé de rojo con blanco. Me disfruté mi matrimonio así no pudiera ver. Me lo disfruté. Y después ya bueno. Pasó el matrimonio. Pasó el tiempo. estábamos felices, estábamos bien, cuando ¡pum! apareció mi hermana. Tu hermana. Mi hermana, la que me busco, la pequeña de dos años que se llevó mi mamá. Ella me buscó por Facebook, por medio de mi esposo, como yo tenía todo mi Facebook bloqueado para que nadie me ubicara, ella le escribió un mensaje a mi esposo, hola mira como estas mi nombre es tal ah no, no dijo el nombre, mentiras dijo yo soy hermana de Diana Paola quisiera que usted por favor le diera un mensaje y le diga que yo la estoy contactando entonces como yo no creía en nada de esas cosas entonces yo le dije a mi esposo, que yo no tengo hermanas, o sea porque yo no tengo hermanas, yo en ese momento yo no tengo hermanas o sea, porque yo no tengo hermanas yo en ese momento decía, no tengo hermanas entonces mi esposo dijo, pero es que mira el mensaje y yo no, pues yo no tengo hermanas pero eso que te quedó como en el corazón el pálpito, y yo yo solo tengo una, bueno, mi papá tuvo otra hija con esa señora que vivía pero ella vive en Estados Unidos y ella no se llama así ella se llama de otra manera, decía yo. Entonces, algo me dijo a mí que le preguntara a mi esposo que me la describiera. Entonces le dije, amor, descríbeme la foto de perfil de esa persona. Me dijo, ¿es así? ¿Es así? Le dije, no. Entonces yo me acordé que mi hermana cuando era chiquita se parecía mucho a una tía mía. Entonces yo le dije, amor, ¿ella se parece a mi tía tal? Sí, yo le dije, amor, ¿ella se parece a mi tía tal? Sí, es igualita. No, Tatiana. Me di cuenta que era mi hermana. Y yo me puse súper nerviosa, yo no sabía qué hacer, ta, ta, ta. Cuando al otro día, ella me había dejado en el Facebook los datos. Me dijo, si algún día quieres hablar conmigo, este es mi número. Pero era un número que era fuera del país. Mi hermana vive en México. Dios. Yo la contacté. Duramos mil horas hablando por teléfono. Me imagino, estás atrasada. Mucho, mucho, mucho. Pero yo estaba a la defensiva. Yo le decía, ¿para qué me busca? Tal cual como lo que dijo mi mamá. Yo le decía, ¿para qué me busca si ustedes no quieren saber de mí? Y me dijo, no me diga ustedes, porque yo no vivo con esa señora hace tantos años. Yo vivo en México, yo estoy casada, yo tengo un niño, y yo logré escaparme de ella. Como así, como así le dije yo. Entonces ahí empezó la historia de ella. Empezó a contarme todo lo que tuvo que vivir. Empezó la historia de ella. Empezó a contarme todo lo que tuvo que vivir. Entendí que ella se la quiso llevar. Fue porque, discúlpame la palabra, pero el desgraciado del esposo que tenía le dijo, si usted se va a vivir conmigo, deja a sus dos hijos grandes, pero se va con la chiquita. ¿Y por qué? Porque abusó de ella durante siete años. Ay, no. ¿Y tú crees que una mamá que permite eso es mamá o merece llamarse mamá? No. Se llevó a mi hermanita, fue por eso. Mi hermanita sufrió mucho. Yo le decía a mi hermana, ¿tú por qué no me buscabas? Y me decía, porque yo no estaba segura de que ustedes eran mis hermanos. Y yo, ¿pero por qué? Resulta que esta señora tenía fotos de nosotros. Y mi hermana siempre le preguntaba, ¿que quién éramos nosotros? Y mi mamá le decía, ah, ellos eran unos niños que yo cuidaba. Increíble. Imagínate, o sea, qué cosa tan horrible. No, ellos eran unos niños que yo cuidaba. Eran de una vecina que se llamaba Consuelo. Era de no sé qué. Pero ¿por qué siempre están en fotos conmigo? Le preguntaba a mi hermana. Y mi mamá le decía, porque como yo los cuidaba, salían fotos con ustedes. Ella nunca creyó eso, mi hermana. No, ella le quedaba como la duda. O sea, mi hermana es muy inteligente. Ella decía, pero ¿por qué si solo los cuidaba salían en tantas fotos conmigo? Sí. Sí. Y pues mi hermana empezó a esto, pero mi hermana me decía que ya no nos buscaba porque ya pues tenía que primero averiguar muchas cosas. Este tipo le dio una muenda que casi la mata. A tu hermana. Sí, terminó en el hospital, le hacía cosas muy feas. Ella le decía a mi mamá lo que él le hacía y ella le decía que no inventara cosas, lo mismo, que no inventara cosas, que no dijera cosas, él la amenazaba y le decía, si usted le dice algo a su mamá yo la dejo a su mamá y la dejo a usted y se van a morir de hambre entonces pues era una niña yo creo que se cohibía ya después y ya gracias a Dios se liberó de esa casa y la manera como se liberó fue muy chistosa ella tenía 18 años y dijo que se iba para Melgar y mentira es que se fue para México Dios mío muy distinto el lugar dijo que se iba para Melgar y le dijo a mi mamá que se iba para un paseo. Y esta señora le dijo que no, que ya no tenía permiso. Y ella dijo, no mamá, es que yo ya tengo comprado lo de la flota, nos vamos con unas amigas. Bueno, váyase. Y nunca más volvió. Afortunadamente. Ella se fue para México con su pareja, en su momento que tiene su pareja desde esa vez. Sí. Pues sus dos niños y pues ella dice que ella vive muy feliz en México y ella está muy feliz. Yo viajé a México. Ay, te encontraste con ella. Sí, nosotros viajamos en ese mismo diciembre del 2016. Ella me buscó en agosto. Y en diciembre nosotros viajamos gracias a ella y el esposo. Ellos nos patrocinaron el viaje. Qué bueno. A mí, a mis dos hijos. A mi hija y a el esposo. Ellos nos patrocinaron el viaje. A mí, a mis dos hijos. A mi hija y a mi esposo. Viajamos y, no, pues el reencuentro fue... Hermoso, me imagino. Nos llorábamos mucho. Pero para mí fue muy duro porque no la podía ver. Entonces yo solo la cogía y, pues es que son recuerdos de cuando tenía dos años. Ahorita ya tiene 33. Sí. 33, sí, 33 años. Entonces ya está muy grande. Pues eso fue así como me reencontré con ella, pero pues ya digamos que no, a ella no le gusta que yo hable mucho de ella porque ella dice que su historia es su historia y que yo no debo decirla. Claro, así es. Entonces yo le dije a ella que sí, que igualmente pues ella en algún dice que su historia es su historia y que yo no debo decirla. Claro, así es. Entonces yo le dije a ella que sí, que igualmente pues ella en algún momento de su vida tendrá que contar su historia. Ella tuvo que ponerse en muchas terapias psicológicas, muchas, porque lo que vio fue muy fuerte. Fueron siete años. No, no, no. Busqué a esta señora cuando regresé de México. ¿Volviste a buscarla? ¿Con qué intención? Tenía mucha rabia. Tenía mucha rabia. Tenía mucha rabia de lo que ella permitió que le hicieran a la pequeña. A la pequeña, digo yo. Le conté a mi hermano y mi hermano también está lleno de mucha rabia porque mi hermano es policía. Entonces mi hermano decía, podemos hacer algo. Pero no, en este país no se puede hacer porque ya había pasado mucho tiempo. Entonces ya había, ¿cómo se llama esto? Caducado. Sí, como vencimiento. Vencimiento de cosas así. Entonces aquí no se pudo hacer nada. Y lo llamaste, pero llamaste a tu mamá. ¿Y qué te dije? Otra vez me trató mal, me insultó. Me dijo, ¿yo qué soy? Yo luego no que soy una basura, que yo soy una porquería para que me busca, para que me llama y yo decía Dios mío esta señora nunca me entiende increíble Diana y yo ya simplemente no quise buscarla más, ya ahorita pues ya yo entendí muchas cosas de mi vida ¿qué entendiste por ejemplo? que estoy aquí por una misión ¿cuáles? solo la sabe Dios mi vida. ¿Qué entendiste, por ejemplo? Que estoy aquí por una misión. ¿Cuáles? Solo la sabe Dios. Segundo, que lo que no nos mata nos hace mucho más fuertes. Mucho más fuertes. Que soy fuerte gracias a todo lo que me ha sucedido y que nada ni nadie puede quitarte tu felicidad porque tú vives tu felicidad a tu manera. No necesitamos de un papá para salir adelante, no necesitamos de una mamá, lo único que necesitamos es querer salir adelante y querer hacer las cosas. Me siento supremamente orgullosa de quien soy. Soy una excelente madre, soy una excelente esposa. Trabajo de una manera, digo yo, y muchas de mis amigas y los que me conocen dicen, ¿cómo haces? Y yo, Dios, siento que Dios es el que me da la fuerza, Dios es el que me ayuda, obviamente. hay momentos que entro como en tristeza. Claro. Y son para estas épocas que yo entro en tristeza. ¿Por qué? Porque yo perdí la edición para llegar un diciembre. Y yo era muy contenta en la Navidad, me encantaba ver las luces, todo este tema. Y a veces entro en nostalgia en diciembre. O sea, para mí diciembre es un poquito fuerte. Pero pues ya decidió que venga, me voy a suicidar, no, nada de esas cosas. Ya nunca más esas cosas volvieron a pasar por mi mente. Nada, y siento que mi hija es lo que es gracias a mí y que el hecho de que haya perdido la visión no fue imposible para sacarla adelante. El hecho de que mis papás me hayan abandonado tampoco fue imposible para seguir saliendo adelante. ¿Con qué sueñas ahorita? ¿Cómo te ves? ¿Cómo te imaginas en un futuro próximo? ¿Con qué sueño? Bueno, sueño con lograr llegar... O sea, yo sueño con crear lo que tanto he querido crear. ¿Qué es? He querido pertenecer a alguna fundación. ¿De qué? Donde yo pueda aportar mis conocimientos a personas. Por ejemplo, yo sé mucho de cocina, demasiado, y no sabía cocinar. Yo aprendí a cocinar cuando perdí la visión. Entonces, sé hacer muchas cosas, demasiadas. Entonces, quisiera, yo siempre he soñado con pertenecer a una fundación donde yo pueda ir a enseñarle a chicas a cocinar postres, galletería, cosas así. Sí. No, yo siento que, pues, que me dejaría ya como realizada que mi hija pueda terminar su universidad, que es lo que yo estoy trabajando para lograr. Y seguro lo vas a lograr. Ya falta poco, ya falta poco. Que esta sea la oportunidad para que toda esa gente que nos ve, alguien que tenga una fundación y quiera contactarse contigo, acá en las redes sociales las dejamos disponibles para que llegue a ti de pronto ese espacio, esa oportunidad que estás buscando. Pues que mi Instagram, tengo Instagram y tengo TikTok, son igualitos, es dianap0610, así me encuentran en TikTok y en Instagram. Y sí, yo quiero apoyarlos. O sea, yo lo hago sin ánimo de lucro. Quiero dar mis conocimientos, quiero escuchar a las personas. El que nos escuchen ya nos ayuda mucho. Demasiado. Mucho. Porque a veces es que nos sentimos solos. Y solamente necesitamos que alguien nos escuche. No es más lo que necesitamos. Y cuando nos escuchan evitamos muchas cosas. Yo siempre he pensado, sobre todo porque eres la segunda persona que viene aquí, que tuvo este problema de visión. Que nació viendo, duró muchos años de su vida viendo, y luego perdió la visión. Y es distinto esto a nacer así. Claro, es muy distinto. Porque es que tú naces y no conoces nada de la vida. Claro. Pero cuando naces conoces colores, formas, digamos que eso yo lo tengo a favor, o sea, yo eso lo tengo a favor. Hay gente que me dice, pero tú cómo te vistes, tú te vistes sola, y yo sí, y cómo haces para conocer los colores y las texturas. Ya los conocías. Ya los conocía. Entonces yo voy al almacén y yo le digo a mi hija, quiero una blusa así, así, así, pero la quiero verde. Ok. Entonces me sacan las blusas verdes. Toco texturas, toco... Y yo marco mi ropa de una manera que yo sepa que es esa blusa la que compré tal día. Ok. ¿Cómo te comunicas con el celular? la que completa el día. Ok. ¿Cómo te comunicas con el celular? Los Android y los iPhone tienen un sistema que se llama TalkBack. Yo como tengo Android, yo no uso... Digamos que es el TalkBack para las personas de baja visión y las personas con discapacidad visual. Pero la verdad, yo no uso ese tal back. No, eso es una locura. Entonces, ¿cómo lo haces? Yo tengo el asistente de Google, tengo varias aplicaciones. Entonces, tengo una que me lee los mensajes, tengo una que me llama, tengo una que chatea por mí. Entonces, todo es como inteligencia, inteligencia. Qué bueno, ahí es donde la tecnología está a nuestro favor. Exacto. Eso fue otra cosa que yo no quise aprender, fue braille. Ok. Fue muy duro para mí y no lo logré. Es muy difícil, es muy difícil. Entonces yo decía ¿pero para qué? Si la tecnología va a ir avanzando y todo lo va a hacer la tecnología. Te mencionaba esto de tu caso y el de la otra mujer que tuvimos acá, Maritza, una historia también muy bella porque es muy distinto. No sé cuál de las dos es más difícil no estoy en sus zapatos, pero sí creo que tú eres una persona indicada para enviar un mensaje a mujeres, a jóvenes a niñas que de pronto están pasando por algo así un tema de salud que las tiene devastadas porque te veo con un ánimo y una actitud muy linda, muy positiva de pronto están pasando por algo así un tema de salud que las tiene devastadas porque te veo con un ánimo y una actitud muy linda, muy positiva y eso es lo que representa Vos Podés ¿cuál es ese mensaje? el mensaje que yo les doy es no desfallezcan no callen y siempre si se sienten solas, busquen ayuda. Ayuda psicológica, pero casi siempre busquen ayuda profesional. No que la amiga, no, ayuda profesional. Esa es la mejor ayuda que uno puede conseguir. Y no, no es fallecer. La actitud positiva frente a la vida es lo que te hace ser quien eres hoy, no te quejes de la vida, no te quejes porque tienes, porque no tienes, porque te pasó, porque no te pasó, porque entre más te quejas, más pruebas te ponen, entonces no, simplemente salir adelante y sonreírle a la vida cada día que te levantes porque no sabes si va a ser tu último día. Diana, gracias porque hoy nos viste con los ojos del corazón. Qué mensaje tan lindo, qué episodio tan inspirador y tan esperanzador, porque a pesar de todas esas situaciones podemos seguir sonriéndole a la vida. Ustedes ya saben que todos los miércoles tenemos un episodio nuevo y esto es Vos Podés, el podcast. Soy Tatiana Franco y esto es Vos Podés, el podcast. Soy Tatiana Franco y esto es Vos Podés, el podcast. Vos Podés, el podcast.