En este episodio de 'Tercera Vuelta' con Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero, los presentadores ahondan en la significativa relación entre los humanos y los perros, aprovechando el contexto del Día Nacional del Perro. Desarrollan una reflexión sobre la comunicación no verbal y el impacto emocional que tienen las mascotas en las familias.
Capítulos
El Día Nacional del Perro y su significante cultural
Los presentadores presentan el tema aprovechando la celebración del Día Nacional del Perro para indagar sobre el rol que las mascotas desempeñan en la vida cotidiana de los humanos. Se comenta sobre cómo cada familia forma un lenguaje único con su perro, una comunicación no verbal que perdura.
Las historias personales con las mascotas
Ricardo Silva comparte la historia de su perra Mija, mientras Alejandro Gaviria relata la llegada de Rufo a su hogar. Estas historias resaltan cómo las mascotas se integran a las familias y logran un lazo emocional fuerte con sus dueños.
La conexión emocional y su reflejo en la literatura y el arte
Se discute la representación de los perros en la literatura, como en la novela 'Timbuktu' de Paul Oster, y la lealtad perruna como una aspiración humana admirada desde tiempos antiguos, reflejada en obras artísticas.
Reflexiones filosóficas sobre la lealtad y el sentido de pertenencia
Los presentadores abordan la idea de cómo los perros simbolizan una lealtad inquebrantable y cómo esta relación humano-animal contribuye a un sentido de conexión y humanidad. Mencionan que cuidar de una mascota puede ser transformador.
El impacto en la salud mental y el sentido de comunidad
Destacan que el tener un perro genera impacto positivo en la salud mental y fomenta un sentido de comunidad. Los perros, con su rutina, ayudan a humanizar y socializar a las personas, creando lazos incluso entre dueños de mascotas.
Conclusión
La charla concluye resaltando cómo los perros, más allá de ser compañeros, reflejan elementos profundos de nuestra naturaleza humana al ofrecer compañía incondicional, motivar emociones y facilitar la interacción social. El episodio rinde homenaje a estas relaciones especiales y duraderas entre humanos y sus perros.
Menciones
- (Persona) Alejandro Gaviria
- (Persona) Ricardo Silva Romero
- (Persona) Rufo
- (Persona) Tomás
- (Persona) Carolina
- (Persona) Inés
- (Persona) Mija
- (Persona) Juan Camilo Cárdenas
- (Persona) Antón
- (Persona) Fernando Vallejo
- (Org) El Locutorio
- (Concepto) Comunicación no verbal
- (Concepto) Relación humano-animal
- (Concepto) Impacto emocional de las mascotas
- (Fecha) Día Nacional del Perro
- (Obra de arte) Arrival
- (Obra de arte) Timbuktu
- (Obra de arte) Hachiko
- (Obra de arte) Lazarillo de Tormes
- (Lugar) Bogotá
- (Lugar) Melgar
Tercera Vuelta, el podcast con Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero. Un podcast de El Locutorio, arroba ellocutoriodc. Y cuando yo veo a Rufo y veo la mirada, siempre me ha parecido el misterio de la mirada. Está triste, no está triste. Encontramos muchas formas de comunicarnos. Hay un lenguaje que uno va creando, un lenguaje especial, un lenguaje particular, que se pierde cuando se muere el perro. Me parece interesante ese lenguaje. Es una forma de comunicación. Yo creo que cada familia inventa con su perro un lenguaje. Pero es un lenguaje parcial. Hay un juego y una... A mí me impresiona... Toda la forma como uno alcanza a comunicarse, pero el misterio permanece. Y a mí me parece que es el misterio de la mirada. Hola, Ricardo. Hola, Alejandro. Hablábamos antes de empezar, de reunirnos nuevamente para tercera vuelta, de un tema que yo no sabía, que estos días es el Día Nacional del Perro. Hay un Día Nacional y un Día Mundial del Perro. Creo que todos los días uno puede enterarse que es el Día de Algo. El Día de Algo. Sí, es increíble. Todos los días son el Día de Algo. Pero bueno, que sea el perro es nuestro. Que sea nuestra excusa el Día Nacional del Perro. Para hablar de un tema que parece menor, pero no lo es. No, cero. Es el lugar que ocupan hoy las mascotas en general y los perros en particular en nuestras vidas. Sí. Cada vez más grandes. Sí, cuando uno no tiene perro, no entiende y le parece medio ridículo a la gente que tiene perro como todas las cosas que pasan bueno, todavía a mí me parece ridículo cuando tienen vestiditos o cuando los maquillan, el otro día conocí a unos perros que acaban de salir de la peluquería pero con el pelo pintado y era realmente escalofriante todo lo que estaba pasando allí. Hay una dimensión algo ridícula con la relación perros y humanos, pero quisiera empezar con lo siguiente. A mí me gustaba escribir poemas mañés en el colegio y una idea era que con el amor uno ya se va contando todas las historias, entonces ya todo suena a repaso. Y terminaba ese poema diciendo cuéntame la historia de tu perro. Siempre me gustó tanto. No me parece malo. Entonces, Ricardo, cuéntame la historia de tu perro. Pues, a ver, nuestra perrita, que es una perrita que es Golden Retriever se llama Mija que eso es lo primero que hay que decir, espectacular nombre, es un gran nombre si es un nombre pensado entre Carolina mi esposa e Inés mi hija chiquita que yo no sé cómo llegaron a esa idea pero es fantástico porque uno va por la calle gritando Mija y entonces la gente se voltea viendo a ver quién es este retrógrado que está gritándole a la mujer. Y realmente si le cuadra ya como pasa con todos los nombres, van encajando con el personaje. Mija. A veces le dicen mijita. Hay gente que le dice mijita. Yo he visto gente que le dice Mijail, que me parece ya una degeneración. Y claro, uno va buscando y buscando maneras de decirle, porque pronto entiende que es una relación pues real, que no es un adorno de la casa, sino es un miembro de la familia. Entiendo que hace poco llegó a esa conclusión, yo no sé qué corte colombiana, de que los perros hacen parte de la familia, entiendo que hace poco llegó a esa conclusión, yo no sé qué corte colombiana, de que los perros hacen parte de la familia. ¿Cierto? Estuvimos en una comida en la casa de Ricardo hace varios meses. Mi hija acababa de llegar. Sí, sí. Y yo me di cuenta, llevaba dos o tres semanas en la casa, que ya había conquistado a Ricardo. Totalmente. Sí. Como si llegara el perro y me pasó igual Ricardo, como llegó el perro, lo quiere mío y a las dos o tres semanas ya estaba yo jodido. Ellos llegan y hacen la tarea, como que déjame tranquilo que yo lo conquisto. ¿Cómo te pasó a ti? ¿Cómo llegó Rufo? Rufo llegó de una manera muy casual. Rufo llegó cuando yo estaba enfermo de cáncer por una entrevista que dio mi hijo Tomás. En ese momento tenía nueve años. Y alguien le preguntó, bueno Tomás, ¿tú qué quieres? ¿Qué estás pensando? ¿Un deseo? ¿Qué estás esperando? Y yo dije, no, yo lo que quiero es tener un perro. Y dijo, ¿cómo se va a llamar el perro? ¿Qué nombre? Y a nosotros nos gustaba jugar así esos juegos de mando que llamaban rufiar rufiar, rufiar era en la cama así con las mamadas como patanear y él dijo yo quiero que el nombre del perro sea Rufo, para rufiar con él CLP, Rufo CLP no puede ser como con una sigla y Rufo era CLP era curar linfoma, papá. No. Entonces él dijo eso públicamente y a la semana teníamos ofertas de todos los teatros de perros de Bogotá y sus alrededores, ¿no? Qué cosa tan bonita. Pero Carolina, mi esposa y yo decíamos, no sé si perro, no sé si perro. Y un 22 de diciembre yo había terminado mi tratamiento, creo que ese día, nos tomamos unos vinos. Y una amiga de Carolina le dijo, aquí le tengo el perro. Y un 22 de diciembre, yo había terminado mi tratamiento, creo que ese día, nos tomamos unos vinos. Y una amiga de Carolina le dijo, aquí le tengo el perro. Y con cuatro vinos en la cabeza, dijimos que sí. Y llegó el perro. Creo que pasa un poco así, uno se lanza. Se lanza, nos lanzamos, nos lanzamos. Recuerdo que ya llevaba como tres meses en mi casa, yo fui a un viaje académico a los Estados Unidos y me encontré con un profesor de la Universidad de Los Andes, Juan Camilo Cárdenas, y tomamos el taxi juntos del aeropuerto. Empezamos a conversar y empezamos a hablar de la vida. Y me dijo, usted está jodido. No hace sino hablar del perro. Sí, ya en ese punto. Claro, es un tema. Allá me había metido en la vida, de alguna manera. El perro hacía parte de todo me miró con cierta consideración como uno mira a un enamorado ingenuo claro yo era la resistencia también en un momento dado porque ya venían creciendo, tal vez Pascual tampoco estaba muy entusiasmado venía creciendo sobre todo Inés y Carolina eran las que estaban absolutamente listas. Y un día yo dije, bueno, está bien y ya. Eso fue a esas tres semanas que nos vimos. Ya era parte de la casa, ya era para mí un gran ser humano, mi hija. Y luego, después nos encontramos viaj ser humano mi hija y luego no ya después nos encontramos viajando con mi hija a Cali no la soltábamos y nunca la volvimos a dejar llegamos al aeropuerto a una feria de libros fue la feria de libros de Cali íbamos a reclamar las maletas y yo vi que Ricardo se demoraba un poco y era que mi hija venía. Y además no podían en hotel, entonces habían hecho arreglos de un apartamento de un amigo. Claro, nos tocó quedarnos de un amigo. Hicimos todo para que mi hija pudiera ir a la feria de Cali. Y lo primero que le dije yo a mi esposa cuando salimos para el hotel fue, qué encarte tan barato. No, eso... Fue a las conferencias y todo y estuve en las firmas, todo mi hija ya no cuando yo estaba creciendo teníamos un perro, una perrita en la casa y mi papá le decía así el encarte no es mal nombre el encarte pero después Ricardo viene la reflexión yo no quiero hacer filosofía perruna más allá de la cuenta, pero la comunicación es el misterio de la mirada del perro. Hay un cuento de medio ciencia ficción de T. Chang, este escritor de cuentos. Creo que es el guionista de Arrival, de la que habíamos hablado cuando hablamos de los extraterrestres. Y él habla de la comunicación. Tiene un cuento en el que dos humanos tratan de comunicarse con un loro, y no lo pueden. Pero él dice, ¿cómo nos vamos a comunicar con un extraterrestre, una vida de por allá si ni siquiera podemos comunicarnos con nuestros mamíferos que compartimos casi todo un gran porcentaje de los genes y cuando yo veo a Rufo y veo la mirada siempre me ha parecido el misterio de la mirada, que está triste no está triste encontramos muchas formas de comunicarnos hay un lenguaje que uno va creando un lenguaje especial, un lenguaje particular que se pierde cuando se muere el perro, me parece interesante ese lenguaje, esa forma de comunicación yo creo que cada familia inventa con su perro un lenguaje pero es un lenguaje parcial hay un juego a mi me impresiona la forma como uno alcanza a comunicarse, pero el misterio permanece. Y a mí me parece que es el misterio de la mirada. Y es un misterio, pero es una conexión. Se puede poner uno ya preocupante y pensar que sí hay una comunicación casi que sin palabras. Es decir, es claro que entienden todo lo que está pasando. A mí me parece que es claro que hay una gran inteligencia también ahí. Una inteligencia impresionante. Sí. Entendida como capacidad de adaptación. De adaptación, de comprensión de las situaciones, de una atención especial, una relación con cada quien. Que eso también me parece que señala una inteligencia, una manera de entender el mundo con cada quien tiene que eso también me parece que señala pues una inteligencia, una manera de entender el mundo con cada quien tiene su relación. Y también me impresiona la facilidad para leer la rutina. Ya es la hora de que llegan los niños del colegio, entonces están presionando para que uno salga del paradero. O ya es la hora que se levanten, entonces va y los levanta. Es impresionante la participación y la facilidad con la que encaja. Fines de semana nosotros salimos con él siempre. Hay una rutina de salir al parque, dar la vuelta y entramos a un pequeño café y le damos un medio croissant o cualquier cosa. No se debe, pero lo hacemos. Y cuando demoramos un poquito, se subía a la cama. En un reloj dice, bueno, hágale pues. Ya, presiona. Hágale pues, presiona. Hay otro tema que me parece más inquietante, Ricardo, que ha estado siempre, y es que esta especie de dependencia emocional, afectiva, recíproca, de ida y vuelta, fue creada por los seres humanos. Sí, eso es una historia que se ha contado tanto, que había cazadores y recolectores que dejaban pedazos del último mamut, y luego seguían estas manadas de seres humanos, los primeros homo sapiens. Estas manadas de seres humanos, los primeros homo sapiens. Y hace 30.000 años, lo que fue, empezó esa especie de selectividad, ¿no? A criar los que eran más cercanos a una manada y la otra. Y fuimos creando una especie para llenar un vacío afectivo. Es impresionante. Que eso me parece interesante desde el punto de vista humano de nuestras demandas afectivas. Pero hay una cosa inquietante con los perros y es que ellos en el fondo están detrás de nuestros sobrados, ¿no? Sí, sí. Y entonces ahí sacrificaron un poquito de su libertad. Yo veo eso a veces, ¿no? Sí. El perro nuestro es grande, es un cazador. Un día estábamos en una finca y se fue persiguiendo un conejo y ya nos quería dejar. Pero ahí está, en todo caso. Ahí está porque está la comida y está cierto resguardo. Hay ese como pedacito de disyuntiva compleja entre libertad y comodidad. Es cierto. Y también hay, me parece, un momento en el que se pasa de ser salvaje a vivir una vida doméstica. Muy doméstica. Que tiene una lección que yo creo que uno la carga o la vuelve lección los humanos la volvemos lección que es la de la lealtad que a mí me parece increíble Ulises en la odisea regresa es un viaje de 20 años o sea que ahí hay mucha ficción es un viaje de 20 años y el que lo reconoce es Argos que es el perro y esto estamos hablando de la odisea es decir, siglos y siglos y siglos atrás ya hay la claridad de que los perros son una lealtad a prueba de todo, son como héroes que encarnan una aspiración humana que es quizás la más alta, que es la lealtad. Lealtad plena. Total y reconocimiento y paciencia y espera. Había esa película japonesa que después se volvió gringa, versión gringa que se llama Hachiko. Era una belleza esa historia real del perro al que se le muere su dueño y igual lo sigue esperando todos los días en el mismo la misma estación de tren en la que lo lo recibía que es un resumen de que es eso es que para uno si es muy sorprendente que alguien lo quiera en general, pero más que alguien lo quiera así, como sin reparos. Y cómo es sorprendente y cómo es complejo. A veces cuando queremos criticar esas formas a veces de lealtad, que menoscaban la dignidad si, si que utilizamos a los perros como metáfora un ejemplo tengo una profesor en la universidad le coqueteaba a una compañera mía que es todavía muy amiga mía y ella no le paraba bolas y él le decía no me trates como un perro chicludo de Melgar me pareció la cosa más denigrante con todo, con los perros, los chicles y Melgar, de paso ahora recordaba una frase que leí yo en un cuento, no recuerdo bien de quién creo que un cuentista antioqueño sobre perros y gatos, que es esa especie de como clasificación de uno y otro forma de comportamiento que decía los gatos no se pierden los gatos se van y es la libertad de los gatos y ahora que hablábamos en contraposición a la lealtad de los perros claro, y ahora que hablábamos de ese lado salvaje y de esa tensión gatos, ¿no? En contraposición a la lealtad de los perros. Y ahora que hablábamos de ese lado salvaje y de esa tensión entre ser leales pero también necesitar a alguien que les dé la comida y que los cuide y alguien a quien velar. Creo que en la literatura hay una cantidad de ejemplos y en el cine y en el arte de retratos de perros y estaba pensando en uno de Paul Oster que murió hace poco que es una novela que se llama Timbuktu y es algo así como el lazarillo de Tormes con un perro entonces es un perro pícaro realmente que va pasando de dueño en dueño como el lazarillo de Tormes y entonces lo que uno va viendo es la vida de cada compañero del perro de cada familia a la que va llegando el perro y como pues está esa tensión entre entregarse a esa familia o aprovechar que le pueden dar algo uno ve, mide a cada personaje por la manera como trata al perro, que yo creo que también mide mucho a las personas uno cuando no tenía perro a mí hasta me daban susto y me cambiaba de acera y no entendía por qué ladraban ni por qué lo acosaban a uno ya entiendo que siempre están jugando en general muy pocas veces uno encuentra un perro que lo esté agrediendo realmente pero uno sí mide mucho a la gente ahora muy pocas veces uno encuentra un perro que lo esté agrediendo realmente. Pero uno sí mide mucho a la gente ahora por cómo se enfrenta a los perros. Hay gente que los detesta y hay gente que les teme. Eso se ve en esa novela de Timbuktu. Pero cada vez están en más espacios. Leí también algo interesante sobre perros y gatos otra vez, que alguien decía pues los seres humanos nos entregamos a nuestras mascotas, las consentimos. Y al ver ese comportamiento, los perros creen que los seres humanos son dioses. Pero los gatos creen que los dioses son ellos. Sí, esa libertad. Yo había leído por allá un recuerdo de Aldous Huxley. Creo que en el libro que yo escribí sobre él, puse esto. Él hablaba del dodo, que simplemente dejó de volar porque no necesitaba. Tenía la comida al lado, tenía cierta protección, ya no había depredadores, no necesitaba volar. el fondo hay algo de eso en el perro. Sí, de esa evolución. Sí, de esa evolución que dejó de lado un poquito su libertad y se dedicó a esa tarea y lo hace muy bien a enamorarnos. A mí me tiene muy impresionado que cuando yo era niño había unos perros que eran prácticamente diabólicos, los que salían en la profecía. Siempre en la cuadra había. Sí, no, totalmente. Había unos que uno temía, incluso yo les temía más a los pincher que me parecían aterradores, como unas máquinas para morder. Con ese ladrado agudo. Pero había unos con mala fama, como los Rottweiler o los Doberman, tal vez porque salían en películas los niños del Brasil o en la profecía. Creo que había algunos de, alguno de esos que acababa devorando niños o los pitbull que yo los veo y la verdad me dan impresión todavía no entiendo uno porque tiene un pitbull en la casa pero pero uno como será el paso a la vida doméstica de los perros que uno se encuentra ahora a Rottweilers que son muy dulces en el barrio hay uno que se llama Casio que es lo más amoroso del mundo y es sorprendente de verdad yo lo hubiera visto a los 8 años y salgo a correr muerto de miedo porque eso incluso los pastores alemanes tenían fama de ser para el combate se han domesticado aún más, yo creo. Cada vez son más... Un poco también el paisaje urbano. Es otro mundo. Es otro mundo. Pero se han adaptado. Se han adaptado. Sí. Se han adaptado a esta vida. A mí eso me genera todavía un poco de inquietud, ¿no? Sí. Y lo que hago para contrarrestar ese aburrimiento que supongo es sacarlo como cinco veces los fines de semana. Mi esposa ya es ya no más. Ya no más, ya salió demasiado. Hay algo también como, no sé si es seno o es una lección para uno tener un perro porque hay algo de humildad que termina sucediendo, es decir, uno termina recogiendo popó y uno se siente digno de recoger popó y le parece que meter la mano en la bolsita como un guante hacer el nudito y uno va casi como agachado, con la cabeza agachada como reconociendo que uno es un huevón que recoge popó y que no es mucho más que eso y termina uno en el parque De los perros con un montón de gente Que normalmente no Sería cercana Ni uno sería amigo Pues encontrando cosas en común con todo el mundo Y bajando la cabeza un poquito Me parece ¿En qué he cambiado yo, Ricardo, con el perro? En cierta forma De entender el mundo No sé si llamarlo metafísica y es yo antes tenía esta posición que incluso le han criticado a algunos ambientalistas a la religión católica es el ser humano por allá arriba y la naturaleza a su disposición yo creo hoy incluso es producto de lo que he leído también pero de la interacción con Rufo naturaleza a su disposición. Sí. Yo creo hoy, incluso es producto de lo que he leído también, pero de la interacción con Rufo de tantos años ya, siete, como cierta unidad espiritual entre los seres humanos y los alemanes, mucho más grande de la que yo creía. Sí, así es. Yo también he sentido eso. Y he encontrado esa idea de la compasión que es la gran enseñanza del budismo a la humanidad, es eso es decir el sufrimiento de alguna manera nos une y a veces esta idea que los seres humanos y la conciencia humana es la única que es plenamente consciente perdón la redundancia, de la muerte. Creo que no es tanto así. Yo creo que hay en ese misterio de la mirada del perro un presentimiento. Presentimiento sobre el final. Una anticipación de cierto sufrimiento también, como el existencialismo que he tenido yo siempre, esa especie de melancolía por ciertos momentos, a veces la oigo ahí también como la mirada del perro que de alguna manera nos insinúa también esa partecita que constituye la tristeza de estar vivos también ante todo lo que viene predice lo pasajero un poquito hippie pues todo esto que acabo de decir no, yo lo entiendo porque a mi lo que viene después. Predice lo pasajero. Un poquito hippie todo esto que acabo de decir. No, yo lo entiendo porque a mí lo que me produce cuando vamos, hacemos paseos largos por las mañanas y todo, yo lo que empiezo a entender es que uno lo que está haciendo en la vida es cuidando la vida. Cuidando la vida. Y uno se vuelve como ya profesional de cuidar la vida. Entonces está pendiente de la esposa, de los hijos, de la mamá. Y eso ya lo sabe hacer. Pero traer un perro es un recordatorio de que uno tiene que tener cuidado que no se pase en la calle, que no se enferme. Uno lo que está es cuidando esa vida. Parece bonito eso. Sí, es un recordatorio de que eso se trata y es el objetivo. Es como la meta, que esa vida esté bien. Leí una entrevista con el que fue compañero de vida de Fernando Vallejo muchos años. Antón. Antón. No me acuerdo de apellido. Yo creo que era un escenógrafo. Antón, que era un escenógrafo. David Antón, creo que se llamó. David Antón y después de su fallecimiento hace dos años aproximadamente, creo que el espectador publicó una entrevista que le habían hecho previamente y daba consejos de vida y uno era tener un perro esa experiencia quedé pensando y por qué yo creo que era ese tipo de reflexión. Un tipo de reflexión de lo que significa cuidar de la... Y por madre, esto está muy hippie, ¿no? Como la lección espiritual. No, no, no, eso es. Pero para hacerme menos hippie, podríamos pensar en la gente que es francamente histérica, pero le gustan los perros. A mí eso me parece impresionante. La gente que es amorosísima con los animales, pero despiadada con los vecinos. A mí eso me parece... Es extraño. Paradójico. Y es extraño que los animales no los hayan cambiado. Una lección no podría ser de humanidad, pero de vida. Sí, de lealtaltad de cariño de conexión de vocación, a mí lo que me pasa es pues que uno termina medio amigo de los que tienen perros en el barrio a mí me parece que produce conexión humana también encontrarse alrededor de las mascotas, pero no hay gente que conexión humana también encontrarse alrededor de las mascotas, pero no, hay gente que no sé, nazis con perros, amorosos con sus perros, pero al mismo tiempo violentos en general. Eso me parece impresionante. Hace como tres o cuatro años, yo estaba rector de la Universidad de Los Andes en ese momento, y estaba pasando por una especie de momento difícil con una faceta de mi vida y era que no podía dormir terrible he tenido mis épocas de 2 o 3 meses no dormía bien y la ansiedad de no dormir no me dejaba dormir sentía que cada noche tenía que presentar un examen y lo perdía cada noche dormía una hora, algo así y yo comencé a ser muy vocal acerca de esto, le contaba a todo el mundo que no podía dormir y los remedios y un amigo mi hermano Pascual me dio unas goticas de cannabis y me dijo ¿tomas esto? una y una noche estaba yo desesperado y no leí bien que era una gota y me eché como seis gotas ¡qué horror! claro, eso no Y una noche estaba yo desesperado. Y no leí bien que era una gota y me eché como seis gotas. ¡Qué horror! Claro, eso no. Y la estratosfera, ¿no? Dos días de estratosfera. Ha sido la traba más berraca que he tenido en mi vida por mucho. Y yo no sé por qué me dio. Empecé a hablar y a hablar. Mi esposa me decía, déjeme dormir. Hablar y hablar. Sí, por favor. Y me llevó como a lo siguiente. Me imaginaba a una persona y veía como. Por favor. Y me llevó como a lo siguiente. Me imaginaba a una persona y veía como su esencia. Y Carolina, mi esposo y Tomás, mi hijo, son muy saludadores. Siempre saludan muy bien. Siempre que yo llegue, se paran. Muy queridos en eso. Y Rufo también, ¿no? Sí. Y yo decía, le decía a Carolina, Rufo nos define. Como familia. Claro. Sí, eso es el saludar. No, como que yo decía, este perro... Pero eso dicen de los perros, que sí son el retrato de la familia. Eso, eso es el saludar. No, como que yo decía, este perro... Pero eso dicen de los perros, que sí son el retrato de la familia. Eso me pareció. Se parece a la familia. Yo creo que después de esto, de este episodio de tercera vuelta, el hipismo, yo creo esta confesión que está viendo aquí, pero sí, definía algo. El hipismo está vivo en las regiones. Pero yo conocí a un psicólogo de perros que hablaba de eso. Realmente un psicólogo de perros a un psicólogo de perros que hablaba de eso que realmente un psicólogo de perros es un psicólogo de la familia del perro y descubren los comportamientos del perro lo que es la familia entonces bueno, un perro saludador yo creo que es lo mejor que puede pasar describe una familia abierta, lista a comunicarse. Pero es excesivo, ¿no? Es excesivo. Vivimos en un segundo piso. Guapa es saludadora. Sí, vivimos en un segundo piso. Bajo a veces a comprar un agua con gas para el almuerzo. O sea, estuve un minuto, diez segundos afuera. Y no, y da vueltas, da vueltas, da vueltas. Feliz. Tranquilo, hermano. Tranquilo, tranquilo. Exceso de entusiasmo. Que es una buena manera de comunicarse. El entusiasmo siempre queda claro. Pero en todo caso, Ricardo, yo sí he notado que hay un impacto positivo sobre la salud mental. Yo sí creo. Sí, estar ahí, compartir la vida. Sí. Y en todo caso, ese amor interespecies me parece bonito en su historia, ¿no? Sí. Muestra como una continuidad en la vida. Sí. Y en todo caso, ese amor interespecies me parece bonito esa historia, ¿no? Sí. Muestra como una continuidad en la vida también. Muestra una continuidad en la vida. Y cada vez es más claro que sí es mutuo. Es decir, es un bien para todos ese encuentro con los perros. Siempre me han gustado estas historias de continuidad en la vida, ¿no? Que a nosotros nos gustan las flores que evolucionaron para traer a los pájaros y las abejas. Porque tenemos los mismos gustos y en el fondo somos lo mismo. Somos lo mismo, sin duda. Bueno, esta fue nuestra forma de celebrar el Día Nacional del Perro. Es un homenaje nacional sobre todo del perro colombiano. A mi hija y a Rufo y a todas las familias perrunas. Abrazo, Ricardo. No es claro que todos podemos escribir. Es claro que todos, con suerte y con vocación, podemos dedicarnos al oficio de escribir. Pero últimamente pienso que no solo podemos, sino que debemos escribir. Escribir es la mejor terapia que tenemos a la mano. Bienvenidos a Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Toma el audiocurso de escritura Ficcionario en ellocutorio.com slash ficcionario con Ricardo Silva Romero. Elige siempre un buen rato. En el locutorio.com. Con Ricardo Silva Romero.