En el Festival Gabo de Periodismo se presentó un libro que explora la influencia de la medicina en la obra de Gabriel García Márquez. "Los médicos de Macondo", del médico español Juan Valentín Fernández de la Gala, propone una nueva mirada a los textos del Nobel colombiano, evidenciando cómo la medicina ha desempeñado un papel fundamental en su literatura.
Capítulos
La conexión entre García Márquez y la medicina
Juan Valentín Fernández de la Gala comenzó su interés por la medicina en la obra de García Márquez cuando era estudiante. Descubrió que numerosas obras del autor, como "El amor en los tiempos del cólera", contienen descripciones médicas precisas, lo que le llevó a investigar más profundamente. Este interés eventual se convirtió en su tesis doctoral y posteriormente en el libro "Los médicos de Macondo".
Influencia de la medicina en los personajes de Gabo
El libro destaca cómo García Márquez se inspiró en la medicina no solo para construir personajes como médicos, sino también para enriquecer su narrativa con referencias a la homeopatía y otras prácticas medicinales, influenciado por su entorno familiar: su padre fue un boticario homeópata.
El impacto del médico francés de Macondo
Uno de los personajes recurrentes es el médico francés en "La hojarasca" y "Cien años de soledad", inspirado en el boticario Barbosa, que fue una figura controvertida y aterradora en la infancia de García Márquez.
La inspiración detrás de Juvenal Urbino
Juvenal Urbino de "El amor en los tiempos del cólera" es una amalgama de varios médicos reales, incluida la elegante figura del doctor Enrique de la Vega, y experiencias personales del autor con la psiquiatría, a través del doctor Durán Porto, con quien compartió tiempo en París.
Amigos médicos y su influencia
García Márquez tuvo un notable círculo de amigos médicos que le asistieron durante la creación de su obra. Personajes como el doctor Danilo Bartulín, médico personal de Salvador Allende, y el doctor Durán Porto influyeron directa e indirectamente en la configuración de sus historias.
Conclusión
El libro "Los médicos de Macondo" de Juan Valentín Fernández de la Gala presenta una faceta menos explorada de Gabriel García Márquez: cómo la medicina no solo influenció sus personajes, sino que también enriqueció profundamente su narrativa. Este análisis ofrece una nueva perspectiva sobre la obra de García Márquez, revelando las complejas relaciones entre su vida personal y su obra literaria.
Menciones
- (Evento) Festival Gabo de Periodismo
- (Obra de arte) Los médicos de Macondo
- (Persona) Juan Valentín Fernández de la Gala
- (Persona) Gabriel García Márquez
- (Lugar) Aracataca
- (Persona) Mercedes (esposa de García Márquez)
- (Org) Academia Nacional de Medicina
- (Persona) Doctor Barbosa
- (Obra de arte) El amor en los tiempos del cólera
- (Obra de arte) La hojarasca
- (Obra de arte) Cien años de soledad
- (Persona) Juvenal Urbino
En el pasado Festival Gabo de Periodismo se presentó un libro, un libro que nos acerca de una manera muy especial a la obra de García Márquez. Un libro hasta cierto punto insólito, inesperado, que nos descubre una cara que muchos no conocíamos de la obra literaria de García Márquez, nacido, como ustedes bien saben, en Aracataca, nuestro premio Nobel El libro se llama Los médicos de Macondo Y está escrito por Juan Valentín Fernández de la Gala Un médico español de Cádiz, antropólogo forense Y profesor de historia de la Universidad de Cádiz en España. Y en esta obra se descubre que la medicina jugó siempre un papel clave en la obra literaria de Gabriel García Márquez, porque no solamente le sirvió a Gabo para crear y construir personajes médicos, para crear y construir personajes médicos, que eran en realidad retazos de todos sus amigos, que también eran médicos, sino para demostrar su conocimiento sobre la medicina, sobre los brebajes, sobre incluso las drogas homeopáticas, que lo acompañaron desde siempre a García Márquez, porque su padre era un boticario homeópata. Y hay que recordar que Mercedes, su esposa, de Magangue, era la hija del dueño de la botica de ese pueblo. Está con nosotros el autor del libro, Juan Valentín Fernández de la Gala. Bienvenido aquí a fondo. Juan Valentín, ¿desde cuándo comenzó esta aventura y esta obsesión por encontrar los rastros de la medicina en la obra de García Márquez? rastros de la medicina en la obra de García Márquez. Yo entonces era estudiante de medicina y me gustaba leer por las tardes a García Márquez. Me parecía un lenguaje absolutamente embrujado, seductor, como probablemente muchas de las personas que nos escuchan piensen también. que nos escuchan piensen también. Pero lo que me sorprendió una vez fue cuando abordé el amor y los tiempos del cólera, fue encontrarme con que lo que yo estudiaba por la mañana en la facultad parecía que se repetía en el libro. Es decir, el primer párrafo del primer capítulo del amor y los tiempos del cólera se inicia con una intoxicación por ácido cianídrico magistralmente descrita como lo haría un manual de toxicología. Y esto sí me impactó. Y entonces, a partir de entonces, cada vez que aparecía una referencia médica, yo hacía una pequeña anotación al margen de mis obras de Gabo. Cuando llegó el momento de hacer la tesis doctoral, me encontré que yo tenía totalmente subrayadas, anotadas y acotadas toda la bibliografía que tenía de García Márquez. Y pensé que podía ser un trabajo extraordinario. Un trabajo que además podía ser un puente. Es decir, no un trabajo estrictamente médico, sino un puente entre la medicina y las humanidades. médico, sino un puente entre la medicina y las humanidades. Bueno, este libro además no solo es un recorrido por la obra literaria de García Márquez y la medicina, sino que también ha sido acogido por la propia Academia Nacional de Medicina, donde se presentó por primera vez el libro en Colombia. Y entre otros porque fueron precisamente los médicos colombianos los primeros en resaltar el hecho de que la medicina efectivamente sí cumplía un rol fundamental en la obra literaria de Gao. ¿Cómo es esa historia y cómo la recuperaste? Efectivamente, no solamente se presentó en la academia, sino que se recibió con tanto entusiasmo que han decidido nombrarme académico extranjero, lo cual me parece el mayor honor que uno puede recibir. En efecto, la persona a la que te refieres, porque cuando hablo generalmente del libro hay mucha gente que se sorprende, pero ¿cómo esto se le ocurrió a un español? No tendría que haber sido un colombiano el que abordase estas cuestiones. que es además gran amigo. No solamente es un ginecólogo y obstetra de prestigio, ya jubilado, sino que fue presidente también de la Academia de Medicina mucho tiempo. Y es un retratista extraordinario. Hace unos retratos magníficos. Él publicó una obrita que se llama La Medicina, la obra de Gabriel García Márquez, una obrita de unas 50 páginas, que es una verdadera delicia. Desde que yo la conocí, que fue el germen de mi tesis doctoral, entramos en contacto y la verdad es que él me ayudó extraordinariamente en este proceso. Bueno, y entonces tú dices que comenzaste impulsado por la sapiencia que viste en la novela del amor en los tiempos del colega. viste en la novela del amor en los tiempos del colega, pero cuando empezaste a investigar, viste que estaba presente en casi toda la obra, es decir, en toda la obra, comenzando por sus primeras obras. Efectivamente, hasta en la obra periodística, muchas notas de prensa hacen referencia al Ruibarbo, hacen referencia a las enfermedades, es sorprendente la cercanía que sentía Gabo con la medicina, también en sus amistades, muchos de sus amigos eran médicos. Eran médicos, sí, es cierto que además tú los cuentas y hablaste con ellos. perro tigrero que va tras la pista de cada una de estas personas para que me cuenten, me cuenten dónde está su papel, dónde está su asesoría o dónde está su espejo en la ficción. Por ejemplo, en las obras que son consideradas las primeras novelas de Gao, o no, cuentos cortos, La hojarasca, ahí tú empiezas por ahí a expulgar y encuentras, pues no solamente que el gran personaje que ni siquiera tiene nombre, es un médico. Efectivamente, el médico francés de Macondo, que de esta forma totalmente anónima, ¿verdad?, se le denomina, aparece en la hojarasca y reaparece dos veces en Cien Años de Soledad. Es un médico que sufre profundos episodios depresivos, que pasa largo tiempo meciéndose en su hamaca con la mirada perdida en el techo y que finalmente decide ahorcarse con las propias cabullas de la hamaca del techo de la cocina de su casa. La visión que se nos da de este médico es bastante triste. Su espejo en la realidad no tuvo un final tan dramático, pero es verdad que pasaba largos periodos depresivos también. Y fue un verdadero terror en la infancia de Gabo. Se trata del boticario Barbosa, o del doctor Barbosa. Antonio José Barbosa Arroyuelo estudió medicina en la Universidad del Zulia, pero huyendo de la persecución del dictador Juan Vicente Gómez, atravesó la frontera con Colombia, se estableció primero en Orihueca, después en Guacamayal y finalmente se asentó en Aracataca. Y fue el primer médico titulado de Aracataca. Ha sido precioso buscar a los Barbosa, que originalmente eran Barbosa en Venezuela, pero que bueno, pues el seseo… Y fuiste hasta, ¿cómo le dices? Hasta Ataca. Exactamente, hasta Ataca. Hasta Ataca. Exactamente, a Chacataca. Hasta Tacataca. Y bueno, fue precioso que precisamente los Barbosa me acompañaran en ese viaje y me enseñaran la farmacia, la antigua farmacia y botica de su abuelo. Y que me ofrecieran una gran cantidad de documentación, de fotografía sobre todo. La Universidad del Zulia nos proporciona también todo el documento de su expediente académico, porque había una duda importante, y es que García Márquez en esa novela deja muchas dudas sobre si realmente el doctor Barbosa tenía titulación académica o no, o se hacía pasar por médico. Y parece que sí tenía, dices tú, en el libro. Con grado de sobresaliente, o sea que era un estudiante brillante además. Otra de las cosas que uno descubre es que, bueno, no solamente que la investigación lleva a establecer los lazos que tiene literarios García Márquez con la medicina, sino que tú, Juan, te fuiste a encontrar los espejos sobre los cuales García Márquez edifica sus personajes, los personajes que tienen que ver con la medicina. Y ahí encontraste uno que está como en todo, si es el padre del propio autor de García Márquez, como lo dijo Gonzalo García Barcha, su hijo. El padre de Gabo era pues un homeópata que tenía ganas de ser médico, digo yo, pero eso estuvo muy presente en la historia, para no hablar que Mercedes es hija del boticario de Macangue. Exactamente. Entonces, la historia sí tiene una razón de ser, y que tú encierras muy bien en el título Los Médicos de Macondo, es que Gabo vivió su vida, y la de Mercedes, rodeada de boticarios. Así es, así es. Bueno, está absolutamente sitiado por la medicina, la vida de García Márquez. Su padre, en efecto, como muy bien dice María Jimena, era médico homeópata. Él era telegrafista. Lo que ocurre es que cuando asediaba con sus serenatas de amor, ¿verdad? A Luisa Santiago, pues los abuelos no veían bien esa relación. Les parecía que era un pelagatos o que era un advenedizo este señor, ¿no? Telegrafista, y esperaban algo mejor para su hija. Y yo creo que él, llevado por ese deseo de ser más gran aficionado a la homeopatía, pues solicitó un permiso para poder establecer una farmacia de carácter homeopático. Y yo tengo la sensación de que, como a veces tristemente ocurre con muchos padres, parece que volcamos nuestras frustraciones en los hijos. Y él siempre quiso que Gabo fuera médico. Pero Gabo, evidentemente, no tenía la menor intención de ser médico. Es más, su relación con el padre estuvo teñida de verdades tensiones. Es decir, Freud hubiera extraído un verdadero tratado de aquella relación. Y por razones muy obvias. Es decir, él se había educado con sus abuelos, ahí era el príncipe de la casa y de repente se fue a vivir con sus padres y era uno más de mucha parentela, de muchos hermanos, algunos dentro del matrimonio, otros venidos de los alrededores del matrimonio y que todos convivían porque Luisa Santiago era generosa y en ese sentido decía que su sangre no quería que estuviese por la calle, sino que la acogía con una generosidad extraordinaria. Entonces perdió todo el protagonismo. Es más, yo recuerdo que cuando Gabo empezaba en Aracataca, él las recontaba en casa, pero exagerándolas, adornándolas literariamente, ¿no? Y al abuelo le fascinaba esa manera de contar. Y a su padre, cuando lo veía hablar así, se lo llevaban los diablos porque decía, este niño es un mentiroso. Es decir, la sensación que tenían el padre y la abuela era absolutamente contrapuesta, ¿no? Hasta el punto de que el padre le preguntó un día al doctor Barbosa, me preocupa mi hijo porque noto que es un perfecto mentiroso, es decir, todo lo exagera, todo lo inventa, y dice, no se preocupe porque eso es signo de un gran talento. Uno de esos médicos que Gabo construye en la ficción se llama Juvenal Urbino. Es el esposo de Fermín Adasa en El amor en los tiempos del color. Juvenal Urbino era un médico cartagenero de buena familia que se vestía muy bien, con unos bigotes canosos, abundantes, y que termina encontrando la muerte, cuando va a agarrar un loro y se mueve la escalera en que estaba montado, cae al piso y fallece. ¿Quiénes fueron los médicos que inspiraron o las historias que inspiraron a García Márquez para crear este personaje de Juvenal Urbino? Todo esto empezó con la biografía que hizo Plinio Apuleyo Mendoza, que se llama El olor de la guayaba. Ahí hay una cita que yo creo que es la que da luz a todo el trabajo de investigación. Decía Gabo, no hay ni una sola línea en ninguno de mis libros que no tenga su base en un hecho real. Y Plinio le recriminaba y le decía, pero eso cómo va a ser si hay una señora que va a tender una sábana y sale volando hasta perderse con los últimos pájaros. Y hay un señor que cada vez que su amada pasa cerca se rodea de mariposas amarillas. Eso te lo has inventado tú, eso no puede ser real. Y él repetía, no hay ni una sola línea en ninguno de mis libros que no tenga su base en un hecho real. Entonces mi trabajo ha sido intentar buscar si realmente detrás de cada uno de los personajes médicos había alguien real que soporta los cimientos de esa ficción, y efectivamente los hemos encontrado. soporta los cimientos de esa ficción y efectivamente los hemos encontrado. Algunos con una claridad que casi parece una fotografía, más que no. Otras están ligeramente retocadas para que no se... Y otras son fruto de lo que llamamos el quimerismo. Hemos utilizado este término de la genética, mosaicismo o quimerismo, que es la técnica que utiliza Gabo para construir un personaje utilizando varios elementos de la realidad. Y este es el caso de Juvenal Urbino. Juvenal Urbino es la combinación de tres médicos. Dos de ellos de Cartagena, como muy bien dice, el doctor Enrique de la Vega, que efectivamente era el médico de su familia, que él conocía bien, que todo el mundo lo recuerda como un médico que se vestía siempre de lino blanco, exactamente, y que iba a un bastón, dejaba a su paso por las estancias un aroma de agua, de farina, y que parecía que podía ser salutífero ya de por sí, no hacía falta la medicación, sino que solo el aroma que dejaba el médico curaba. falta la medicación, sino que solo el aroma que dejaba el médico curaba. Coincidían también en que ambos estudiaron en la Sorbona, Juvenal y Enrique de la Vega se formaron en la Sorbona. Es verdad que fueron en épocas distintas, es decir, Juvenal es más antiguo, Enrique de la Vega es más actual. Su hija, Margarita de la Vega, hablaba con sus hermanos y los hermanos le decían, ah, ese es papá. Y ella decía, no puede ser porque es de otra época distinta y margarita de la vega que es profesora de cine en la universidad de texas acudió una vez al festival de cine de cuba de la habana y se encontró con gabo acababa de morir su padre y entonces gabo se encontró con ella la saludó, le dio el pésame y le dijo, ¿qué te pareció el retrato que hice de tu papá en mi novela? y a ella se le vinieron el alma al suelo porque mis hermanos tenían razón, efectivamente es mi papá, y hay muchísimas coincidencias su gran afición a la cultura francesa lee en francés y nos citan dos obras, ¿no? La incógnita del hombre de Alexis Carrel o la historia de San Michel de Axel Munte los lee en francés y se los trae su librero de Francia, por esa añoranza que él tenía de la cultura francesa él se educó con un cirujano que era hermano del novelista Marcel Proust Robert Proust le enseñó cirugía a Enrique de la Vega. Exactamente igual que se cita... Era profesor de clínica general. Exactamente igual que era Enrique de la Vega. O sea, las coincidencias son tremendas. Luego está otro personaje al que hay que añadirle, que es un cirujano que se llamaba Franco Pareja. Napoleón Franco Pareja. Y Napoleón de él tomó varias cosas por ejemplo el hecho de degustar una limonada en la siesta mientras leía hasta su hija me explicó su nieta me explicó cómo se entretenía lo veían siempre entreteniéndose disolviendo el hielo de la limonada en la boca mientras se releía los parvos. Y era igualito. Exactamente igual que hace. Debajo de un mango. Bueno, y lo curioso es que también el doctor Juvenal Urbino decía que era enemigo de las bañeras. Porque decía que cuando uno se sumerge en la bañera, supuestamente para higienizarse, resulta que se está lavando en su propia inmundicia, porque estamos disolviendo la inmundicia en el agua de la bañera, que era preferible la regadera, porque de alguna manera pues el doctor Franco Pareja hizo suprimir las bañeras de su casa y cambiarlas, o sea, la copia es perfecta. Y por último está el bastón, un bastón con un pequeño resorte que abre un pequeño compartimento dentro de la empuñadura donde él guardaba sus medicinas secretas. Exactamente igual que aparece en El amor de los tiempos del cólera. personaje que es de Aracataca, que es el doctor Durán Porto. El doctor Durán Porto es psiquiatra. Se formó en psiquiatría en París, también en la Sorbona, y allí en 1956 concidió con Gabo. Gabo estaba también viviendo en París en ese año como, en principio como corresponsal del espectador, pero después Rojas Pinilla cerró el periódico. Y se quedó allá. Exactamente. Y se encontraron un día en Saint-Germain-des-Prés. Imagínate dos personas de Aracataca que se encuentran en París en una calle. Y entonces Durán Porto le dijo, caramba, Gavito, qué pequeño es el mundo. Y Gavito le respondió, no, no, PPR, qué grande es Cataca. Bueno, pues desde ese momento tuvieron una amistad todavía más reforzada. Y lo curioso fue que cuando el doctor Durán Porto regresó a Santa Marta y se estableció allí, en una ocasión tuvo que subir a una escalera para cortar la rama de un árbol, era una lluvia de oro, un falso ébano, que molestaba en la ventana del salón o algo así. Y él se subió a la escalera con el machete, estuvo ahí golpeando a su mujer mientras cosía en el salón y de repente oyó un golpe fuerte, golpe seco, y no se volvieron más machetazos. La mujer salió PPR, PPR, lo llamaba y se lo encontró, bueno, pues caído en el suelo. Como murió Juvenal. Efectivamente, exactamente. Fue precisamente en los días en que Gabo estaba viendo cómo le daba fin a la Juvenal para permitir que Florentino Ariza pudiera reencontrarse con su amor de juventud. Con su amor, sí. Y así muere Juvenal Urbino. Para hacer un paréntesis, cuando tú dices que efectivamente Gabo dice que todo lo que él cuenta es basado en hechos reales y hablando de mariposas amarillas. Tengo una anécdota. Cuando llegamos a Valledupar luego del premio Nobel, vinimos en un avión todos sus amigos con Gao y Mercedes. Cuando bajamos del avión, antes de bajar estaba esperándonos todas las autoridades, los vallenatos. Y cuando estábamos dispuestos a salir por la escalera que nos habían puesto en el avión, se coló una niña y le entregó a Gaoya Mercedes una cajita. Y Mercedes la levantó y salieron mariposas amarillas. Y entonces todos, todos que estaban ahí, porque había muchos extranjeros y mucha gente, ¡uy, mariposas amarillas, como las de Mauricio Babilonia! Y entonces se voltean, Mercedes y Gaba dicen, ¡ay, si aquí todas las mariposas son amarillas. Y en efecto, tú vas a Valledupar, todas las mariposas son amarillas. Todas las del río. En efecto, a mí me parece además lo que has contado, María Jimena, una metáfora perfecta del realismo mágico. Porque es cuando uno viaja y conoce Sucre, o conoce Cartagena, o conoce cualquiera de vuestras ciudades, se da cuenta de que esa magia está en la calle. Es decir, todas las mariposas de estos lugares son amarillas, ciertamente, todas tienen ese rasgo mágico, ciertamente, sin duda. Es un pueblo, que además fue real, esa pelea que hubo, y que terminó con la muerte de Santiago Nazar, Crónica de una muerte anunciada. Sí, yo cuando leí Crónica de una muerte anunciada y me encontré que dentro de la propia historia había... Tú que eres forense. Exactamente. No podía creerlo. Es decir, creo que es la primera vez en la historia de la literatura que un informe de autopsia con estructura canónica y con jerga médica se introduce directamente como parte de la narración en una novela. se introduce directamente como parte de la narración en una novela. Podemos encontrar multitud de ejemplos de escritores que recrean una autopsia. Pienso, por ejemplo, y estoy seguro que muchas de las personas que nos escuchan se acordarán del nombre de La Rosa, en donde hay una autopsia allí, y además forma parte muy dramática de la narración. Además, forma parte muy dramática de la narración. Pero es la única novela que yo conozco en donde hay un informe canónico de autopsia sin solución de continuidad. Cosido además con una sotura tan elegante que casi no se nota. Es verdad que hay elementos mamagallistas dentro de él. mamagallistas dentro de él. Por ejemplo, dentro de la seriedad de la autopsia, pues a veces se introducen pequeños detalles de humor. Por ejemplo, cuando se habla del peso del cerebro, se dice que era algo mayor que el de un inglés medio, lo que significa que era un chico que prometía un gran futuro, algo así. La razón de que hubiera elementos de mamagallaga, de humor, de esta manera, en la novela, probablemente sea por el modo tan particular en que se gestó. A Gabo no le permitieron tener acceso a la autopsia oficial, judicial. Del Real Sánchez. Exactamente, de Cayetano Gentil. Entonces hubo que recrearla de alguna manera. Y fueron el doctor Augusto Fernández Guardiola en Cuernavaca y el doctor Danilo Bartulín y creo que también intervino el suegro del doctor Fernández Guardiola. Fernández Guardiola. Y en las noches, en las madrugadas, mientras agitaban los hielos en un vaso de whisky, pues montaron todo aquello con una solvencia extraordinaria, pero sin evitar algún pequeño golpe de humor que también recordaba aquellas madrugadas de parranda en donde se había gestado toda esta historia. Hablemos un poco del doctor Bartulín, porque ese también es un personaje muy especial, muy cercano a la familia de Gao y a Gao. ¿Quién era? El doctor Bartulín fue el médico de Salvador Allende. No solo era médico, era médico personal de Salvador Allende, sino que estuvo a su lado en los últimos momentos de su vida. Es decir, cuando el 11 de septiembre de 1973, Pinochet había puesto sitio al Palacio de la Moneda y allí intentaban resistir como podían y al final, al ver que no podían entrar, mandaron a la aviación para que bombardearan. Empezaron a caer, me contaba el doctor Danilo Bertolín, los cascotes del techo. Y el presidente Allende y él se metieron debajo de la mesa presidencial. Y entonces el presidente le dijo, Danilo, tú has sido siempre mi amigo más fiel. Si me hieren, pégame un tiro para no caer en manos de esta gente. Y Danilo le dijo, presidente, usted es el último que tiene que morir aquí. Oírselo contar a él, personalmente, pues pone un poco la carne de gallina, sabiendo cómo tuvo que ser aquel. Es fácil imaginar cómo después Danilo tuvo que pasar por aquellos estadios que eran campos de concentración, pasó después, me parece, al desierto de Atacama, y finalmente fue exiliado a Venezuela y de ahí a México. Y en México fue donde conoció a Gabo y se convirtió en el médico personal de Gabo. De Gabo, ¿no? Cuando México… Sí, Dice, no te preocupes, me llamas por teléfono y yo te soluciono. Y en efecto, Gabo cada vez que tenía algún pequeño problema doméstico, alguna indigestión, algún pequeño pesar de carácter médico, llamaba al doc, como le llamaba él, y el doc tenía siempre solución y remedio inmediato para cualquier tipo de dolencia. para cualquier tipo de dolencia. ¿Cómo fue que llegaste a tener acceso a la familia García Márquez? Cosa que no es fácil. ¿Cuál fue la receta? Bueno, yo creo que con mucho tacto. Con mucho tacto. La persona que inmediatamente nos abrió la puerta y el corazón fue Jaime García Márquez. Nos acogió de forma absolutamente inmerecida. En cuanto llegamos a Cartagena, vine con mis hijos, con mi mujer, y él nos abrió el corazón, nos llevó por Cartagena, nos señaló los sitios que tenían más relevancia en la propia biografía de Gabo, y nos acogió con un cariño que dura hasta hoy. Es decir, hoy tenemos también una gran relación con Margarita Muníbe, su esposa, y con Jaime, y con su hija, con Patricia. Y bueno, pues entran dentro de nuestros amigos, es decir, no son solamente informadores de un trabajo de investigación, sino que son mucho más que eso. Debo decirte también que es verdad que he sabido guardar secretos, es decir, ha habido muchas personas de la familia y de fuera de la familia que me han dicho, voy a contarte algo, pero esto quiero que no aparezca en el libro. Y efectivamente, bueno, pues en medicina tenemos además muy encendrado lo del secreto profesional y debemos respetar ese deseo, ¿no? Pero lo cual además habla también de la gran confianza que hemos sabido quizás despertar alrededor, ¿no? De que la gente podía contar cosas con franqueza y sabiendo que iba a ser preservado, que me ayudaba a entender mejor la historia, pero evidentemente por ser íntimo no debíamos contarla. con Gonzalo fue extraordinario, porque yo cuando me lo encontré en París, el objetivo fundamental de mi tesis era decir, García Márquez necesitó un asesor para este tipo de cuestiones médicas, porque él no tenía formación en medicina, había estudiado unos años de Derecho, después se dedicó al periodismo y a la narración, por tanto no tenía conocimientos médicos como para hacer esta descripción de esta intoxicación por cianuro, o esta autopsia, entonces necesita un asesor, y yo lo primero que le pregunté a Gonzalo fue, ¿qué asesor tenía tu padre en estas cuestiones? ¿qué médico asesoraba a tu padre en estas cuestiones? Y entonces él me echó un verdadero jarro de agua fría encima porque me dijo, mis padres no tenían un asesor para estas cuestiones. Y yo sentí que se me hundía el mundo porque digo, ¿y ahora qué cuento yo en mi tesis? Es decir, se me hundió la tesis por completo. Y él, sin embargo, me repitió, mis padres no tenían un asesor para estas cuestiones. Tenía todo un equipo de asesores, donde había pediatras, ginecólogos, psiquiatras, médicos forenses, médicos generalistas, cirujanos, a los que daba la lata de día y de noche, llamaba a horas intempestivas, pues para preguntarle, ¿cómo podría yo matar a este personaje pero que me dure tres capítulos, que sea una muerte larga? ¿O cómo podría yo matar a este personaje pero que sea una muerte inmediata, que podamos sepultarlo a pie de página? pero que sea una muerte inmediata, que podamos sepultarlo a pie de página. Este libro se puede conseguir desde ya a través de la Fundación Gabo, en la página. Solamente escriben, lo compran y se lo envían. Una recomendación que sí me atrevería a hacer a los lectores que se enfrenten al libro es que a lo mejor a algunos les asusta, porque son 650 páginas. No, pero se lee. Pero es una especie como de arte de paciencia en un tiempo en donde eso no se estila, el tiempo del WhatsApp, ¿verdad?, y el tiempo de los mensajes rápidos. Pero hay un truco para abordar eso, que consiste en irse a una sección que se llama itinerario y conclusiones. Y en esa sección está un resumen de todo, con lo cual el que quiera hacerse una idea es el lugar ideal. Pero es que además después te va indicando lo que puedes encontrar en cada capítulo, con lo cual después se trata de que el corazón te lleve allá donde tú quieras ir. Esto es A Fondo. Mi nombre es María Jimena Duzán. A Fondo es un podcast producido por Mafialand. Postproducción de audio, Daniel Chávez Mora. Gestora de audiencias, Beatriz Acevedo. Música original del maestro Oscar Acevedo. Nos pueden escuchar también en mi canal de YouTube. Gracias por escuchar. Soy María Jimena Duzán. Subtitulado por Jnkoil