
Este capítulo explora el mundo del comercio de esmeraldas en Colombia, particularmente en la plazoleta del Rosario en el centro de Bogotá, donde se revela la realidad de las comisionistas femeninas en un espacio dominado por hombres.
Capítulos
Protagonistas de Esmeraldas
El episodio se centra en la experiencia de Dilsa, una de las pocas mujeres comisionistas de esmeraldas en la plazoleta del Rosario, un centro neurálgico del comercio esmeraldero en Bogotá. Se describe su jornada diaria y las dificultades de ser una mujer en un mundo de hombres.
Historias y Prejuicios
Dilsa relata cómo ha enfrentado el machismo y las percepciones negativas por parte de sus colegas y clientes. La historia resalta cómo las mujeres están ganando un pequeño espacio en este negocio tradicionalmente masculino.
Un Mercado Incierto
El mercado de esmeraldas es presentado como incierto y difícil, con ingresos variables. A pesar de esto, Edilza ha sostenido a su familia durante 30 años en este oficio enfrentando tanto la informalidad como el machismo.
Conclusión
El episodio concluye reflexionando sobre la tenacidad y perseverancia de las pocas mujeres que sobreviven en este mercado desafiando las barreras de género y abrazando un negocio tan incierto como el brillo de las esmeraldas que comercian.
Menciones
¿Cómo te sientes cuando te dicen que noñadito de esmeraldas y se las mete en el bolsillo, sale por allá en el centro, se para al frente de los edificios donde venden las esmeraldas, como en las tiendas oficiales y todo eso, y habla con la gente que va. Para mí los esmeralderos son como un sinónimo muy grande de inseguridad y mala vida, con personas que solamente andan en malos negocios. Y siento que son, o sea, son amables pero mañositos. Y siento que son amables, pero mañositos. La esmeralda, la piedra nacional, brilla como un símbolo de riqueza y colombianidad. Desde las entrañas de las montañas colombianas hasta las vitrinas más lujosas del mundo, esta gema recorre un camino que involucra a miles de personas, mineros, joyeros y sí, también comisionistas. En Colombia se extraen, comercializan y exportan el 70% de las esmeraldas del mundo. Sin embargo, los lojosos escaparates internacionales no tienen nada que ver con el corazón del comercio de esmeraldas público, la plazoleta del Rosario en el centro de Bogotá. Ese pequeño escenario, rodeado de calles cerradas y angostas, se llena de gente a diario en busca de un buen negocio en medio del sombrío ambiente de la plaza. A pesar de que históricamente las mujeres han sido las principales clientas y portadoras de estas joyas, actualmente son las figuras masculinas las que predominan en los espacios centrales del negocio, como pasa en la Plaza del Rosario, donde el 95% de los comerciantes son hombres mayores, los cuales con el tiempo han adquirido el título de comisionistas, pues sus ganancias dependen del excedente del negocio que cierren en base al precio que les dan sus proveedores. Próxima estación, Museo del Oro. La voz que escuchan es la de Dilsa, una mujer de unos 48 años, de pelo rubio pintado, vestida únicamente con jeans y un saco de cremallera rosado, que resalta en la plaza. No solamente por el color de su saco, sino también por ser de las pocas mujeres en el lugar. También llama la atención que a pesar de que en su morral guarda una buena cantidad de esmeraldas, no lleva ninguna joya puesta, en sus orejas no cuelga ningún arete, ni hay algún anillo o pulsera que adorne sus manos. Esa es Edilza, una mujer sencilla y desjoyada, que lleva más de 30 años como comisionista en la plazoleta del Rosario. Su día comienza a las 5 de la mañana, cuando aún el sol no ilumina las calles del centro. Si llegan compradores extranjeros, uno madruga a hacer turno, para poder se entornar, recoger la mercancía, uno la limpia todos los días, cambia sobres, y espera su turno para moverle mostrada a las personas. Hay veces que uno muestra temprano porque madruga. Pero su trabajo no es solo cuestión de técnica. También ha tenido que desafiar las percepciones que existen sobre las mujeres en este oficio. La siguiente es una entrevista del Dr. Benavides, quien tiene su oficina a unas pocas cuadras de la plazoleta del Rosario y quien en los últimos 30 años diariamente ha pasado por ahí, relacionándose con el medio de primera mano. el conocimiento de las emeraldas que tienen los hombres que las mujeres. A las mujeres no se les valora en el concepto y en el manejo que tienen de las emeraldas. Edilza explica que los prejuicios no solo vienen de sus colegas hombres, sino también de los clientes. Aunque las mujeres han ganado terreno en la plazoleta, su presencia sigue siendo vista como una rareza en este espacio históricamente masculino. Sin embargo, antes era mucho más opresivo. Antes era más machista, había mucho machismo acá. Los hombres eran más... Pero ahorita no, ahorita eso todo cambió y ya no tratan a uno como bien, como bien. Edilza, como muchas otras, es una madre de familia que ha hecho de este oficio su forma de vida. Sin necesidad de formación académica, cada venta significa garantizar el alimento para su familia y mantener a sus hijos en la escuela. Ha sido sustento por 30 años, ha sido bueno para mí. Sin embargo, hay que tener conciencia de la naturaleza compleja de este mercado, que nunca representa un egreso fijo o seguro. Ahorita pues está como así regular, pero no hace falta que uno le venda a alguien, porque como eso no es una necesidad, una primera necesidad, ya es un lujo, eso ya es un lujo que la gente quiera comprar. Eso ya es un lujo que la gente quiere acomodar. En la plazoleta del Rosario cada piedra cuenta una historia y cada venta es un acto de resistencia en un negocio tan incierto como brillante. Edilza y las pocas mujeres que comparten este espacio han convertido, si no oficina, techo o silla, la plazoleta del Rosario en su lugar de trabajo, enfrentando tanto la informalidad como el peso del machismo. Porque en este oficio, más allá del lujo, lo que realmente se negocia es la dignidad y la perseverancia. Nosotros somos Gabriel Campuzano y quien les habla, Gabriela Negra. Muchas gracias por acompañarnos en este episodio.