En este episodio de "Tercera vuelta", Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero se adentran en el espinoso tema de los vicios, examinando las sustancias psicoactivas, tanto lícitas como ilícitas. A través de una conversación franca y reflexiva, exploran la relación humana con estas sustancias, destacando la delgada línea entre el vicio y las virtudes inusitadas que estas pueden representar.
Capítulos
La Dicotomía de los Vicios
Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero abren la conversación abordando los hábitos y vicios en la sociedad contemporánea, discutiendo el consumo de tabaco, alcohol, y la percepción pública de estos actos como moralmente cuestionables debido al puritanismo social.
Vicios Cotidianos y Cultura Familiar
Ambos comparten experiencias personales relacionadas con el tabaco y el alcohol, recordando cómo estos productos eran parte de la cotidianidad familiar. Comparan también la cultura del consumo de café y Coca-Cola, reflejando en cómo estos hábitos se integran en la vida diaria.
Transgresión Cultural y Espiritualidad
El episodio avanza hacia sustancias ilícitas, donde hablan sobre el cannabis, los opioides y los psicodélicos, vinculando su consumo con rebeldía, misticismo y búsqueda espiritual. Se menciona también la influencia cultural de estas sustancias en obras de arte y momentos históricos.
Reflexiones y Experiencias Personales
Gaviria y Silva comparten visiones personales y recuerdos sobre la experimentación con sustancias como el LSD y el Yahé. La discusión gira en torno a la búsqueda del conocimiento y la introspección, así como sus enfoques en la psiquis humana.
El Futuro de los Vicios y la Regulación
El episodio concluye sugiriendo que, más allá del prohibicionismo, la humanidad debe buscar formas más efectivas de regulación social de estas sustancias, considerando que el uso de ellas está imbricado con la historia y la evolución humana.
Conclusión
La fascinación humana con los estados alterados de conciencia sugiere una conexión intrínseca con estas sustancias que va más allá del vicio simple. El episodio invita a una reevaluación de nuestra relación con ellas, considerando su lugar en la cultura y la evolución humana, al tiempo que se cuestiona el enfoque prohibicionista operante.
Menciones
- (Persona) Alejandro Gaviria
- (Persona) Ricardo Silva Romero
- (Persona) Gabriel García Márquez
- (Org) El Locutorio
- (Obra de arte) 100 años de soledad
- (Obra de arte) Mad Men
- (Obra de arte) The Marvelous Mrs. Maisel
- (Obra de arte) El Irlandés
- (Producto) Coca-Cola
- (Producto) Kent
- (Concepto) Sustancias psicoactivas
- (Concepto) Puritanismo
- (Concepto) Prohibicionismo
- (Obra de arte) Las puertas de la percepción
- (Obra de arte) Otro fin del mundo es posible
- (Cita) Toda virtud en exceso es un vicio.
- (Producto) Rapi
- (Concepto) Estado alterado de conciencia
- (Persona) Aldous Huxley
- (Fecha) 1967
- (Obra de arte) Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band
- (Persona) Oscar Wilde
tercera vuelta el podcast con alejandro gaviria y ricardo silva romero un podcast del locutorio arroba el locutorio dc no quiero estigmatizarlo si porque hay consumos no problemáticos de tabaco. Y no me gusta el prohibicionismo en ninguna de estas facetas. A mí tampoco. Creo que no funciona. Ese es el riesgo que tiene el tema de los vicios, que es inmediatamente uno ve a una cantidad de puritanos con sus ropas de puritanos y todo, como de brujas de Salem, como si una policía de la moral cayéndole a la gente que fuma o que tiene algún vicio desde esa superioridad moral que además me parece que se ha vuelto costumbre. Eso basta ver las redes para ver cómo habla la gente de los momentos difíciles de los demás. Toda virtud en exceso es un vicio. Una frase que leí alguna vez y que Ricardo sugiere que en la vida en general hay que mantener cierto equilibrio. Cierto. Quisiera que habláramos un poquito hoy de vicios y quizás virtudes convertidas en vicios. Y empezamos a hablar de lo que la gente asocia con los vicios de manera muy inmediata, que son las sustancias psicoactivas. Claro, es lo que todo el mundo piensa apenas le hablan de vicio. Que están divididas como en dos grupos, unas lícitas, donde está el tabaco y el alcohol y hasta el café podría estar ahí, claramente psicoactiva. ¿Son los que prohíben? Yo llevo cuatro encima hoy. Y las sustancias psicoactivas ilícitas y esa frontera entre una y otra, redefiniéndose, que no tiene mucho que ver con la ciencia, o tiene poco que ver con la ciencia o tiene poco que ver con la ciencia. Y más con ciertas batallas éticas y cierto puritanismo que han sido impuestos en el mundo. Empecemos con, para no meternos en muchos problemas, con las lícitas. ¿Ha fumado Ricardo? Alguna vez, un par de veces y me pareció horrible y tenía, como hemos hablado otras veces, el ejemplo de mi papá que se fumaba dos cajetillas por día. Era lo común comprar el cartón con los 20 paquetes. Yo no sé cuántos tenía, cuántas cajas traía ese cartón. El cartón traía 12, quiz, eran docenas, no me acuerdo. Yo no sé, pero eso era un montón y esos se echaban en el carro del mercado. Eso era muy común y mi papá no paraba de fumar. Yo creo que yo fumaba pasivamente todos los días de la vida y entonces nunca me pareció interesante. Lo mismo, Ricardo, mi historia es exactamente la misma. Mi papá fumaba una marca que ya no existe, unos cigarrillos blancos con filtro que se llaman Kent. Claro, yo me acuerdo. Y fumaba entre dos y tres cajetillas, paquetes al día, de 20 cigarrillos cada uno. Es impresionante. 50 cigarrillos. Yo crecí con ceniceros llenos. Ceniceros llenos. Ese olor me causaba y me causa todavía repulsión. Hoy en día cada vez más. Había algo sexy en fumar. Era muy de esa época. Sí, de esa época. Hoy reconozco que de pronto el tabaco tuvo algo que ver con la creatividad. Quizás 100 años de soledad no habría podido ser escrita sin esas sobredoses de nicotina de García Márquez que fumaba también como loco. Sí, y había algo como de construcción de personaje. Uno revisa las películas de esa época, de los 50 y 60 y las series que hacen sobre esa época, como Mad Men o la de Mrs. Maisel, que es la que estamos viendo ahora. Y toda esa gente necesita estar fumando. Hay algo que los protege del mundo y los presenta al mundo mientras fuman. Es toda una construcción de uno mismo, como la corbata de esa época, el blazer, hay toda un aura. de esa época, el blazer, ahí toda un aura. Y sí, una autoridad que les da fumar que hoy en día ya no se da. Hoy en día, como decías tú, uno pasa por un sitio en el que alguien ha fumado y lo siente como nunca. Como ya no dejan fumar en ninguna parte, es muy evidente ese olor. Socialmente tenía un sentido, individualmente también, porque producía un efecto psicológico, una seguridad, yo creo, positivo. Yo creo que la evidencia sobre la salud y esa relación entre el cáncer de pulmón y el cigarrillo fue llevando a unas regulaciones que llevaron razonablemente a que el mundo dejara cada vez más ese vicio aunque no ha desaparecido, ese vicio no es acostumbre, no quiero estigmatizarlo porque hay consumos no problemáticos de tabaco y no me gusta el prohibicionismo en ninguna de estas facetas, creo que no funciona es el riesgo que tiene el tema de los vicios que es inmediatamente uno ve una cantidad de puritanos con sus ropas de puritanos y todo, como de brujas de Salem, como si un grupo de gente, una policía de la moral cayéndole a la gente que fuma o que tiene algún vicio, a la gente que fuma o que tiene algún vicio desde esa superioridad moral que además me parece que se ha vuelto costumbre. discutibles de sus supuestos vicios, como todo el mundo cae encima de los demás como si todos fuéramos puros y santos y sí. El nuevo puritanismo de esta época que en las redes se manifiesta de su forma más vulgar y detestable. Hablando del cigarrillo, recuerdo fue en el año 88, 89 yo había pasado unos meses en Estados Unidos y fueron mi papá, mi mamá y un tío mi tío político Javier y cogimos un carro y bajamos de Washington D.C. a Miami y los tres fumaban y los tres fumaban de manera asincrónica, o sea siempre había humo en el carro, yo me preguntaba por qué no pueden ponerse de acuerdo a fumar al mismo tiempo ahí tenemos media hora de humo y media hora de descanso fue terrible, recuerdo eso como una pesadilla y yo creo nunca había fumado tanto en mi vida como en ese paseo hay una escena en esta película de Scorsese que es más bien reciente, la del irlandés, que es un viaje en carro así larguísimo. Y estos mafiosos de Scorsese siempre son fantásticos porque son personas comunes y corrientes. Y entonces el mafioso más miedoso odia fumar. Y odia que la esposa fume y que fume entre el carro y es una tensión la que uno siente porque ella por joderlo por torearlo fuma entre el carro y es impresionante y es toda esa época retratada en esa escena es fantástica para ir yendo de las sustancias más aceptadas socialmente a las otras. Para aceptar más. Y moviéndonos paulatinamente a los temas más escabrosos. El café, Ricardo, tu relación con el café. Mi relación con el café es regular. Yo en estos últimos años he tomado más café, pero creo que es porque he vivido entre la Coca-Cola, que es algo que uno también puede ver como un vicio y también tiene cafeína en mi casa compraban canasta que llegaba también como algo de la canasta familiar digamos como parte del mercado era esa canasta con los cigarrillos y eso tenía mucha relación con el fútbol, con el deporte siempre estaban vendiendo no sé cosas especiales Y eso tenía mucha relación con el fútbol, con el deporte. Siempre estaban vendiendo, no sé, cosas especiales que venían en las tapas. Eso era toda una cultura ochentera, sobre todo lo de la Coca-Cola. Y yo creo que eso me sustituyó durante mucho tiempo el café. En estos últimos años le he encontrado el placer al café y he logrado incluso reconocer cuál es bueno y cuál es malo cuál es uno se siente perdiendo la vida cuando se está tomando un café de greca mala y cuando algo sabe bien y es un placer le he encontrado el placer al café en estos años y si me hace necesitar mucho menos la coca, que claramente es, yo creo que es peor. Puede ser peor porque tiene la cafeína, no tiene la lincotina, quizás, pero tiene las calorías, ¿no? Y a mí la verdad, yo sí siento que eso es un vicio, que a mí me hace falta el azúcar. Por algunas de las conexiones de la memoria. Recordé cuando te hablaste de tapas, Ricardo. Sí. En mi casa comprábamos dos cajas de Coca-Cola cada semana. Cajas grandes que venían las botellas de vidrio. Claro, de vidrio. Y uno las destapaba. Ese sonido era el sonido de la felicidad. Era muy emocionante realmente. Y cuando llegaba el camión guardábamos las tapas y jugábamos vuelta a Colombia yo también cogíamos un pedazo de vidrio un número recortado de un almanaque con esperma y una vela estaba en la tapa y ese era el número del ciclista, con un ladrillo en la acera, hacíamos una especie de ruta con curvas y uno con el dedo empujaba la tapa ya pesada por la esperma y el vidrio. Era espectacular. Y uno cuando se salía de la carretera se llamaba el pinchazo. Pinchar era dejar la ruta escrita en ladrillo. Totalmente. Y había un verbo de esa época que era prohibido traspinchar. Traspinchar era salirse y volver a entrar y hacer trampa de esa manera. El verbo traspinchar desapareció en el tiempo. diseñaba los uniformes perfectos con una moneda de 5 pesos que era del mismo tamaño de la tapa, lograba hacer el uniforme perfecto de cada equipo y eran unas competencias con contrarreloj, con todo fantástico. Sí, yo creo que uno tenía como tres turnos, pero bueno. ¿Eran tres turnos? Sí, tres turnos. Sí, había unos que hacían trampas, salían y volvían a entrar y esa era la prohibición del traspinchazo, prohibhibición con la que estoy de acuerdo y que también conecta los temas. El alcohol. El alcohol. El alcohol. Yo nunca he sido muy. Nunca he tenido esos vicios como esa fascinación por como tan socialmente el alcohol. No, yo me acuerdo que mi papá tenía una estrategia. Mi papá odiaba, yo veía que odiaba el trago. En el colegio en el que yo estudiara, todo el mundo vivía borracho. En las ocasiones que tocaba, digamos, no era que todo el mundo viviera borracho todos los días, sino cuando había un bazar o alguna fiesta, eso era tremendo. Y él odiaba esa sensación, como esa atmósfera y ese olor de todo el mundo borracho al tiempo, él lo detestaba y agarraba y recibía los vasitos de aguardiente, por ejemplo y lo botaba por ahí, lo botaba en matas cuando nadie estaba mirando entonces era el único sobrio de todas las situaciones y yo creo que yo le entendí eso un poco es decir, yo tomo trago sin problemas y hay una situación lo recibo y todo eso, pero no es un no es algo que me haga falta puedo no tomar trago durante mucho tiempo a mi me gusta socialmente de vez en cuando tomé trago como adolescente como tomábamos todos en esa época, en el colegio y en los primeros años de universidad. Me gusta un momento cuando uno está conversando con amigos y se ha tomado dos o tres vinos que uno está como medianamente intoxicado. Sí, pero no suficiente. Uno se conecta, cierta inhibición desaparece, cierta conexión con el mundo. Ese momento es bueno. Sí, es bueno. Es difícil mantenerlo. Sí, porque puede cruzarse y hay un momento en que uno ya... Viene la pasma o viene la borrachera. Es difícil, es un equilibrio inestable como tantas cosas de la vida. Y ya uno piensa en el día siguiente. Sí, en el día siguiente. Digamos, yo no he sido un aficionado al trago, pero lo disfruto hasta ese tercero y ya sé cuál no me va a dar nada el otro día. Es decir, me entra mejor el whisky, por ejemplo, que suena casi uno como golfista. Debe ser golfista y un paso. Pero ese sé que me entra bien o sé que me entra bien. El vinito, el vinito también. Me entra bien. Si paro en ese tercero. Un tequila también me entra bien. Pues a veces yo ese tercero. También me entra bien. Pues a veces yo voy al cuarto, al quinto, a veces llega el sexto. Pero no es un vicio. No es un vicio. No te hace falta tomar. No es un vicio, no. No me hace falta. Me falta, puedo decir, no. He tenido hoy algo que no tenía y es la capacidad ya de decir ya llegó la hora de parar y vamos a entrar a la transición. Eso es un transpinche. Transpinche. Claro. Yo por un tiempo, Ricardo, estudié y estuve, fui participante activo en los debates sobre la política antidrogas. Y había un argumento que era muy difícil de hacer, porque con respecto al alcohol, al tabaco, al café, uno puede hacer un argumento muy fácil de que hay consumos no problemáticos. O sea, no es un vicio. Fumarse un cigarrillo de vez en cuando puede ser algo bueno para la vida. El objetivo de la vida no es maximizar su duración, sobra decirlo. Tomar trago de vez en cuando, incluso hacerlo asiduamente cada semana no tiene ningún problema. No. Pero con las sustancias ilícitas, empezando con el cannabis y llegando a las más complejas como la heroína, pero sobre todo con el cannabis, por ejemplo. Es más difícil, sobre todo públicamente, académicamente es algo que es aceptado por todo el mundo, hacer el argumento de que hay consumos no problemáticos también, como los hay. Porque ya se viene ese juicio ético. Claro. Ya viene ese otro puritarismo que ha sido, ha traspasado las redes sociales o la discusión pública y ya está en la ley si estaba pensando en el título de una película como de los 70's que era vicios privados virtudes públicas pensando en que claro cualquier discusión es difícil mantenerla en los términos en los que estabas hablando como en términos de qué tanto daño hace esto. Siempre termina colándose algo de moral, de ética, de control político de las personas, de control de los cuerpos, que es como el tema tan fuerte de estos años entre los filósofos políticos? Los cuerpos y las mentes. Y hay un tema, Ricardo, que es nuestra relación contradictoria, paradójica con estas sustancias psicoactivas. Porque hay una fascinación. Los estados alterados de conciencia. Algo que pasa en el cerebro que nos permite percibir el mundo de otra manera. Yo tengo como esta idea de bueno, cazadores, recolectores, ese tránsito largo en el paleolítico desde hace 40.000 a 50.000 años, hasta 10.000, recogimos todo lo que estaba en el suelo y todo nos lo metimos a la boca. Y un momento en que algo cambiaba la percepción del mundo. Empezamos en el ensayo y error a entender qué era eso. Y hay una fascinación. Yo creo que es desde entonces. Desde entonces. En la serie que... Asociada con la religión, además. Asociada con la religión, con la trascendencia, con... El trance místico, con el chamán. Con la conexión con el cielo y el infierno, con todo, no otra conexión como un atajo para la respuesta del secreto. Pues el secreto, esa fascinación. Ibas a hablar de. Iba a hablar de la serie que estábamos viendo, porque lo que estabas diciendo lo dice un personaje en la serie, que es la de Mrs. Maisel es el papá de ella, que ella es una comediante judía en finales de los 50, una comediante mujer en un mundo en el que no hay sino hombres. El papá en un momento dado se queda pensando en una comida y dice, es que durante siglos y siglos, millones de años, bueno, mucho tiempo, el ser humano fue eso, un recolector y un cazador que no hacía nada, es decir, nada lo afectaba que no fuera terremotos o tormentas, todo venía de afuera y el misterio de Dios y de los dioses, pues era lo que había que revelar. Pero este tipo dice, estamos en el año sesenta y pico, es el 63, y en estos años de este siglo, el siglo XX, que es el de la serie, todo el tiempo estamos afectados por todo, por nosotros mismos, por drogas, por guerras, por todo, por nosotros mismos, por drogas, por guerras, todo lo que el hombre pudo vivir en paz, sí, aquejado por fuerzas que desconocía, ya su experiencia es de la experiencia de la ansiedad, del vértigo, y claro, se regresa, me parece, o se refugia a la gente en sus aficiones, que volverse vicios o pueden volverse adicciones o como se diga, pues tratando de encontrar el paréntesis o la trepresa o de o del ritmo de la vida al ritmo de del mundo pues no se necesite refugio. Hay como temas que me parecen interesantes Ricardo, uno es que muchas de esas sustancias sobre todo las psicodélicas colectivamente fueron momentos de reflexión. O sea, no fueron rumbas, fueron liturgias. Y las sustancias además tenían un dueño. Había una persona que las administraba. No se podían consumir por fuera de unos rituales muy específicos. Hubo una forma de hacerlas parte de la vida en un sentido positivo. En Occidente eso ha sido mucho más difícil. Sí, está siempre afectado por algo occidental. Y hay algo en Occidente y es que hay como una trayectoria también. En los años 60 estas sustancias, la heroína, la marihuana, algunas psicodélicas, fueron la protesta contra el sistema. Claro, una reacción. Pero después vino una reacción contraria porque la cocaína es la droga del capitalismo. Es el sistema puro. Y ahora los opioides en Estados Unidos es como otra forma ya de rechazo absoluto. La muerte. Como derrota. Derrota, sí. Como un símbolo de cierta forma de devastación socioeconómica, de desesperanza y desilusión y ausencia de futuro. Unos querían cambiar el mundo, otros lo aceptaban, otros simplemente no quieren estar aquí. Y hay esa trayectoria con las sustancias psicoactivas. Sí. Es claro que todos podemos escribir. Es claro que todos con suerte y con vocación podemos dedicarnos al oficio de escribir, pero últimamente pienso que no solo podemos, sino que debemos escribir. Escribir es la mejor terapia que tenemos a la mano. Bienvenidos a Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Toma el audiocurso de escritura Ficcionario en ellocutorio.com slash ficcionario con Ricardo Silva Romero. Hay un tema que me parece que uno tiene que mirarlo con cuidado y tratarlo con cuidado para no sonar moralista y es el tema de lo que ahora en Instagram se publica. Ahora lo estamos hablando con Alex del pulso entre la dopamina y la serotonina que sale en cualquier publicación de Instagram y también se lo dicen a uno. Los psicólogos. Sí, sí, es un lugar común de estos nuevos tiempos de la autoayuda, la superación personal. Total, porque entonces no quiero sonar moralista, pero es claro que en esta época en la que uno tiene rapi en el teléfono y le pueden traer en 10 minutos. La inmediatez es cada vez más costumbre. Es más, uno cada vez tiene menos paciencia con lo que se demora. Ya sabe que las cosas se pueden demorar 10 minutos y entonces me parece lógico no quiero cargarlo de moralismo pues que sea más exitoso algo que crea placer es decir la dopamina sea más más exitosa que la serotonina que tiene más que ver con la paz. Requiere abstraer semejante cantidad de mundo que uno le llega 24 horas al día. Pero chistoso que estas la dopamina y la serotonina han tenido también alguna relación con el tipo de sustancias, sobre todo las sustancias ilícitas. Unas asociadas más con la cocaína, por ejemplo, con cierto hedonismo inmediato sin alma, y las otras ahora también de manera frívola yo creo asociadas con los hongos sí, como con lo espiritual el éxtasis un poquito hay algo de eso hay como una especie de clasificación implícita, alguien decía que eso es interpretaciones, que incluso la forma como Occidente empezó a relacionarse con estas sustancias. Estuvo muy influida por Aldous Huxley, por ejemplo, y su librito Las fuerzas de la percepción, que era claramente orientalista. Y estas sustancias tienen la idea que a uno le pasa lo que se imagina que le va a pasar. Todas esas primeras interpretaciones tuvieron mucha importancia inicialmente. Cuando yo estaba en la idea que a uno le pasa lo que se imagina que le va a pasar. Todas esas primeras interpretaciones tuvieron mucha importancia inicialmente. Cuando yo estaba en la universidad tenía un compañero que era maravilloso, un tipo noble como pocos que me encontré hace unos años, como hace ocho años la última vez. Pero él estaba muy metido en este cuento del Putumayo y los Taitas y entonces cada nada iba y hacía estas experiencias con Yahé y todo era un pues era una terapia para él, a mí me parecía válida y me parecía que le servía y lo que él describía era muy interesante lo único fue que se hizo tan amigo de los taitas que le llegaban a la casa en Bogotá constantemente y ya me empezó a parecer sospechoso cuando un taita se compró un equipo, un equipo de sonido en San Andresito y le salió malo. Y entonces se fue con otros taitas a pegarle a la gente de San Andresito combates y con cosas. Y uno decía, bueno, esto aquí se acabó el pacifismo y la búsqueda mística. Y terminamos pues en San Andresito dándonos pata. Yo creo... Ese es el problema de Occidente. Somos un animal peligroso en Oriente y en Occidente. No hay nada que hacer. Exacto, exacto. Y todo San Andresito tiene sus riesgos. Eso también es así. Yo creo que nuestros oyentes a este punto están diciendo, bueno, y no van a contar nada de sus experiencias con sustancias ilícitas. Se van a dedicar a la filosofía. Yo he probado el cannabis. Como nunca aprendí a fumar y aspirar, ya lo contamos al comienzo de esta conversación. No he tenido experiencias significativas. A mí me dio igual. No me ha llamado mucho la atención. No, ni cinco. No fue nada interesante. Con los hongos mágicos, yo incluso escribí un libro, Otro fin del mundo es posible, sobre Aldo Huxley, donde relato de manera muy escueta una experiencia con el ESD. También he tenido una experiencia con Yahé, con Ayahuasca, y algunas, una o dos, con hongos mágicos. Han sido más significativas, más introspectivas interesantes me dejaron cierta como reflexiones interiores sobre en una me acordé Ricardo y yo lo cuento por ahí en el libro que tenía yo 12 años estaba en el colegio era el día del idioma tenía que declamar un poema, estaba subiendo al escenario y al entregarme el micrófono se me cayó el micrófono y yo me reí, y no lo pude hacer bien. Y que esa misma tarde yo le pregunté, salía a la casa de un compañero de colegio que vivía en el barrio Buenos Aires de Medellín, le decían pachacho, me acuerdo, a la casa de un compañero de colegio que vivía en el barrio Buenos Aires de Medellín, le decían, pachacho, me acuerdo, me acordé de toda esa vaina. Y que yo le preguntaba todo el tiempo, ¿lo hice muy mal? Y lo que se me vino como una especie de tormenta era que yo no me había perdonado. Entonces, cierta... Por culpa. Sí, cierta culpa. Por cierto momento, no bajen las cosas bien. Hay que calmarse un poquito. Me quedó eso que quizás yo no sé, por las exigencias de mi papá o lo que había pasado en la casa claro, como una un trauma, un trauma, he tenido un trauma una obsesión por estar a la altura sí, pero era un trauma, era un trauma que tenía de esa época y salió claramente en eso no sé si lo resolví, quizás no, pero me pareció interesante. Ese fue el recuerdo que se me vino. Yo no sé si es que yo he estado desconectado de de esa necesidad o si es que la he suplido con mis arrebatos esotéricos que son constantes. Es decir, yo me la paso entre el tarot y bueno, también como en unas experiencias eso, esotéricos que son constantes, es decir, yo me la paso entre el tarot y bueno, también como en unas experiencias eso esot mente o de buscar lo invisible, que es un poco lo que se busca en esas experiencias, digamos. Para mí eso ha sido más que todo y nunca he tenido como ni siquiera miedo de intentar, sino no le he visto la... Como cierta necesidad de hacerlo. Porque estas sustancias en mi caso son benignas. visto la... Como cierta necesidad. La necesidad. Me ha faltado. Estas sustancias en mi caso son benignas. Sí, eso no pasa nada. No me generan la necesidad de más. Y es ocasional. Necesitan terapeutas, probablemente pueden, cuando hay vulnerabilidades, ocasionar eventos psicóticos. Claro, hay gente que no puede. Tampoco quiero banalizar el tema. No, ha sido muy puntual además. Es complejo. Me quedó, Ricardo, cierta curiosidad por entender la relación del ser humano con estas sustancias. Porque es que es ancestral. Es importante. Es significativa. Tiene mucho que ver con la espiritualidad. Con esta espiritualidad. Que dice que básicamente la esencia está en todas las cosas, como decía Aldous Huxley en una hoja está el universo en cada pedacito del mundo está todo, que me pareció como siempre interesante historias muy chistosas por ejemplo Papá Noel, que es el mito de unos renos voladores eso lo incorporó la religión católica pero eso era básicamente un mito siberiano de Siberia hecho por sustancias subjetivas, por un hongo yo creo que nadie en sus sanos juicios imagina un grupo de renos volando y dando vueltas a la luna yo siempre pienso en estos temas en una escena de Dumbo la película de Disney animada en la que Dumbo se traba y empieza a ver unos elefantes rosados y uno dice esto no, hoy en día sería imposible que alguien dejara hacer esa escena, es una traba de Dumbo. Hay que volverla a ver porque es que si es... Me acuerdo, se me había olvidado, se me había olvidado. Claro, tuvo un voz entrado, o sea, no solo le... Y es su salida, porque con esas orejas realmente es un refugio. Y entiende una cantidad de cosas, ¿no? Es un elogio de esas sustancias leí un libro cuando tenía la curiosidad sobre todo bien grande sobre esto, de una pareja de retirados de los Estados Unidos que se fueron a viajar por Europa un año, un año y medio miraban frescos en las iglesias medievales en Francia y encontraban honguitos por todos lados ahí. Es genial. Como están entre los aztecas, por supuesto, en las representaciones. Y como es el Museo del Oro, que no es otra cosa que un álbum, una colección, un inventario de viajes chamánicos. Totalmente, claro. Las instancias psicoactivas están ahí por todos lados. Se ven. Están ahí. El Museo claro. O sea, las sustancias psicoactivas están ahí por todos lados. Se ve. Se ven, están ahí. El Museo del Oro básicamente es eso, es esa representación de esa conexión. Y otro elogio de ese mundo paralelo de las sustancias, uno lo puede encontrar en esos discos de los Beatles. Psicodélicos, en el Sgt. Peppers y en el Magical Mystery Tour, ese momentico en el que estos terminaron yéndose a la india a meditar después de su paso psicodélico esos discos son espectaculares esa locura que esos sonidos que alcanzan a encontrar dentro de las viajes en los que andan esos maravillosos sargent peppers las portadas, la portada es... Hay muchos personajes. Muchos. Ahí está Aldous Huxley. Ahí está Aldous Huxley. Y tiene que ver con ese cuento. Es disco de los 60, mediados de los 60. 67 es ese disco. La Puerta de la Percepción fue publicada en el año 1953 y había tenido una gran influencia cultural. Hasta de Dorse el grupo. Completamente. Eso también es un viaje y solo un viaje. Ese libro cambió el mundo. Tiene una cosa bonita Ricardo también. Un poquito hippie o completamente hippie. Él dice de alguna manera las angustias de la vida diaria. Nos va a comer el tigre o tenemos que encontrar esta raíz para podernos alimentar. Tiene un efecto como una válvula. encontrar esta raíz para podernos alimentar. Tiene un efecto como una válvula que de alguna manera no nos permite ver el milagro de la realidad, la fantasía, haber habitado el jardín viviente siquiera un día, como dice el poeta. Él dice ciertas sustancias nos sacan de ahí y nos permiten ver esto, habitar la galaxia planética. Claro. Y es bonito, es bonito. A mí también me conmueve porque todo lo que está en juego ahí es el conocimiento, la trascendencia, la pregunta por la vida. Todo eso me parece muy válido y no me parece que entre en el terreno del vicio sino de la del conocimiento digamos de la experimentación del mundo ya cuando algo se vuelve un vicio es cuando cuando lo limita uno cuando lo acaba con la libertad de uno cuando le hace mal cuando le arruina sus relaciones ya eso es otro mundo y el mundo del vicio que como dicen los psicólogos, eso se repite mucho, tiene más que ver con algo profundo dentro de uno que con las mismas sustancias o los mismos legales o ilegales, se dejó llevar por un vicio es que tenía un hueco en el corazón, en el alma, donde uno quiera ver ese hueco que se lo traga se deja ir por ese lugar. Para unir la conversación con la primera frase hay cosas que son virtudes el ejercicio el trabajo o la disciplina que con exceso se pueden convertir en casi tan dañinos como estos que son asociados con vicio. Entonces viene, son problemáticas, pero hay algo positivo también. Y hay una fascinación y hace parte de la experiencia humana. Y va a ser parte. El provisionismo no va a lograr absolutamente nada. Hay cierta forma de regulación social más eficaz que otras. Probablemente las informales y espontáneas son mucho más eficaces que las legales o las impuestas y los seres humanos han coevolucionado con estas sustancias por decirlo de una manera un poco grandilocuente. Vuelvo a una o tengo, encontré una frase de Oscar Wilde, muy graciosa que era, no tenía ningún vicio que lo redimiera y me hace pensar es muy linda y me hace pensar de nuevo en la última escena de Los Intocables, la película sobre Elliot Ness combatiendo a Al Capone ¿Qué es que después de semejante baño de sangre, de esa guerra contra la mafia, le preguntan a Elliot Ness, bueno, ya metió a la cárcel al Capone, ¿ahora qué va a hacer? Están diciendo que van a poner legal el trago. Y el tipo dice, bueno, pues me voy a tomar uno. Y listo. Es un gran final y sí, relativiza toda la cosa. El tipo tiene derecho a su trago y eso lo redime. Bonito, bonito. Dar una guerra contra eso, ver que la guerra en el fondo, bueno, fue la guerra contra las organizaciones criminales, pero la guerra contra la sustancia está perdida. Está perdida. Sí. Como estuvo perdida la guerra contra la mata que criminales, pero la guerra contra la sustancia está perdida. Está perdida. Sí, como estuvo perdida la guerra contra la mata que mata. Totalmente. Como ha estado perdida con el prohibicionismo y estos miedos puritanos. Hay algo de guerras religiosas. Es un error. Contra las drogas. Ricardo, abrazo hermano. Un gran abrazo. No es claro que todos podemos escribir. Es claro que todos, con suerte y con vocación, podemos dedicarnos al oficio de escribir. Pero últimamente pienso que no solo podemos, sino que debemos escribir. Escribir es la mejor terapia que tenemos a la mano. Bienvenidos a Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Toma el audiocurso de escritura Ficcionario en ellocutorio.com slash ficcionario con Ricardo Silva Romero. Elige siempre un buen rato. Elige siempre una buena conversación. Tercera vuelta, el podcast. Suscríbete ahora y escúchalo cada semana en tu plataforma favorita. Un podcast producido por El Locutorio. Ellocutorio.com Síguenos como arrobaellocutoriodc en redes sociales.