
En este episodio del podcast 'Afondo', se explora la exposición de Santiago Reyes titulada 'El Hueco', presentada en la Galería Santa Fe de Bogotá. Santiago Reyes, uno de los nominados al premio Luis Caballero, utiliza el 'hueco' como protagonista para reflejar sobre diversas capas de significado, que incluyen nuestra relación con la tierra y los ecosistemas.
Capítulos
Introducción a 'El Hueco'
Santiago Reyes convierte al hueco en protagonista de su obra, reflexionando sobre los huecos vistos en el día a día y su relación con la tierra, las montañas, y el agua, especialmente la sabana de Bogotá, que alguna vez fue una laguna.
Contexto geológico e histórico de Bogotá
La exposición está inspirada en el pensamiento andino de 'lo bravo y lo manso', una dualidad que explica la interacción entre la naturaleza indomable y la humanidad, enseñando a coexistir y aprender de la naturaleza mientras se la protege.
Intervenciones artísticas y científicas
Catalina González y Natalia Pardo aportan desde la perspectiva científica, explicando cómo la historia geológica influye en el presente y cómo el arte puede conectar esos relatos históricos.
El concepto del hueco y el caos
Santiago Reyes relaciona el hueco con la idea de caos, pero no como desorden, sino como multiplicidad de órdenes e historias superpuestas en la ciudad y su infraestructura, abordando las causas detrás de la corrupción y deterioro urbano.
Lo bravo y lo manso: naturaleza y humanidad
La teoría de 'Lo bravo y lo manso' proporciona una lente para entender la relación humana con la naturaleza dinámica e indomable, mostrando cómo estas fuerzas permiten la vida pero también plantean retos.
El agua: recurso vital en riesgo
Se discute la vulnerabilidad de Bogotá ante el cambio climático, especialmente en cuanto al manejo del agua, haciendo un llamado a la revolución de sistemas políticos y urbanos para responder a estos desafíos.
Conclusión
La exposición de Santiago Reyes invita a comprender la complejidad del 'hueco' no solo como una ausencia física, sino como un espacio de rica intersección entre arte, ciencia y política urbana. A través de capas de memoria, 'El Hueco' cuestiona nuestra relación con la ciudad y la naturaleza, planteando la urgencia de una acción colectiva para enfrentar el cambio climático y la conservación del agua.
Menciones
Fui hace poco a la Galería Santa Fe, ahí en la Plaza de la Concordia en Bogotá, a ver una exposición de Santiago Reyes, que se llama El Hueco. Santiago Reyes es uno de los cuatro nominados al premio Luis Caballero. Y en esta ocasión, este artista, investigador y docente de la Universidad de los Andes, que estudió además en el Royal College de Londres, y que en el fondo es un escultor, decide convertir al hueco en protagonista de su obra. Y la exposición no solamente habla de los huecos que vemos todos los días, camino al trabajo, unos huecos que además hay veces se anuncian de manera muy especial, tienen hasta banderas de Colombia, muñequitos, sino también es una reflexión sobre la tierra, las montañas y sobre el agua. Y en especial lo que era la sabana de Bogotá, que en realidad era una laguna. Y hay fotos en esta exposición del hueco en las que se ve a la montaña de Monserrate como si fuera la playa de esa laguna. Esta exposición está sustentada precisamente en un pensamiento andino que ha sido desarrollado por la antropóloga Beatriz Nantes Cruz desde 1998. Este pensamiento andino que ella investigó habla de lo bravo y de lo manso, y de cómo esas dos fuerzas se complementan en el pensamiento andino. Y en su mirada hacia lo que significa la naturaleza y su contorno, la tierra que lo rodea, las montañas, los volcanes. Lo bravo es la naturaleza indomable y lo manso es precisamente cómo los habitantes de ese territorio indomable habitan esa tierra y cómo se relacionan con esa naturaleza y se nutren de ella y aprenden a protegerla y a cuidarla. cuidarla. Por eso, en la música andina hay unos pasos que se hacen golpeando la tierra, como un acto que se hace para amansar esa Fe, es el invitado de hoy en Afondo. bien estar hablando en estos espacios sobre el hueco, porque creo que los últimos seis meses han sido de pensar, escribir, hacer y reproducir huecos, y creo que el hueco atraviesa muchas capas, y creo que estos espacios, además de lo que sucede en la galería, en conversaciones con estudiantes, con los visitantes, pues es pensar ese hueco y llenarlo de sentido o construir el sentido desde el vacío del hueco. Y creo que, pues ojalá esta conversación de hoy nos lleve a esos lugares de construir sentido desde el vacío. nos lleve a esos lugares de construir sentido desde el vacío. También estamos con Catalina González Arango, que es paleoncóloga, oíganme bien, profesora del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes. Y su trabajo se enfoca en la reconstrucción de los ecosistemas y climas del pasado de Colombia. Sobre todo, ha investigado lo que sucedía en la sabana de Bogotá, que según sus hallazgos era una laguna. Y hoy, pues, estamos sin agua. Bienvenida, Catalina, aquí a fondo. Ella también formó parte de esta reflexión a la que invitó Santiago Reyes con su exposición El Hueco. Muchísimas gracias, María Jiménez. Estoy, así como Santiago, con mucha ilusión de conversar sobre esta exposición y lo que nos ha suscitado y conectar de pronto esos huecos que nos plantea que nos plantea Santi con otros huecos distintos que también nos cuentan mucho de la memoria de los bogotanos claro, los huecos de verdad si, tal cual a mi me interesan las memorias del largo plazo y sobre todo las memorias de la memoria de la tierra a mí me interesan las memorias del largo plazo. Y sobre todo las memorias de la tierra. De la memoria de la tierra, donde los que cuentan las historias son las plantas, los restos de las plantas, los restos de los animales, los restos del agua, de esos paisajes que existieron y que nos conforman, pues que nuestra identidad está basada sobre eso, y realmente hay una desconexión muy grande. Yo he oído algunos de los programas tuyos recientes y hay como un llamado a recuperar las memorias, mucho en términos como de la sociedad, de la gente, de la cultura, pero también hay unas memorias naturales del mundo natural, de nuestros paisajes que hemos habitado como sociedades humanas por miles de años y esa memoria está borrada. Entonces mi trabajo científico está como muy encaminado a eso, a tratar de reconstruir esas historias. Yo soy como una contadora de historias antiguas de plantas y ecosistemas con mét métodos muy científicos, pero el arte lo tengo también muy incrustado y ahí es donde converge un poco el interés de trabajarlo como desde múltiples miradas. Digamos, el conocimiento, las universidades, la recuperación de saberes tradicionales, todo está un poco encaminado a eso, a recuperar esas memorias. Lo que pasa es que nuestras visiones son relativamente del corto plazo, ¿cierto? Nos quedamos en lo que nos narran nuestros abuelos, y eso son décadas, pero aquí estamos hablando de miles de años. Entonces, ahí hay que acudir tal vez a otras experiencias, a otros métodos, a otras preguntas para poderse como sumergir en esas historias más de largo plazo. Pero pues eso es un poco como lo que nos convocan las universidades, sacar esas historias a la luz, que todo el mundo las conozca, que todo el mundo, que todo el mundo, muchos se habla del patrimonio, pero aquí hay unos patrimonios naturales con historias muy largas, no solamente lo que vemos hoy en la foto instantánea, sino que han cambiado, se han modificado, son súper dinámicos, y lo que tenemos hoy es justamente el resultado de esos miles de años de cambio y de historia. Entonces es apasionante y es un reto que tenemos claramente los científicos de cómo poder contar esto para que ese patrimonio llegue a todos y cada uno de los habitantes de este país. Y yo meto acá la cucharada porque creo que ese punto de contacto de esa memoria es que Bogotá es un hueco a nivel geológico. Lleno de agua. Que usted lo deja claramente expreso en su exposición, que ese es otro tema muy interesante que tiene que ver con... Sí, que es acá en donde encontramos ese punto de contacto y es que Bogotá, el territorio de la sabana fue una laguna y los suelos lacustres y esas arcillas son las que hacen posible que tengamos tanto ladrillo. desconociendo ese pasado anfibio de este lugar y el agua reclama su lugar y la pregunta es que modelo de construcción debemos priorizar al momento de construir nuestras ciudades y cuando están fallando claramente y se desboronan bajo nuestros pies, pues es importante abrir esas preguntas hacia el futuro, relacionándonos con la historia profunda de podernos imaginar que Monserrate fue la playa de la laguna que ocupó este territorio, que era un poco lo que Cata nos contaba hace poco. No me diga, ¿era la playa? Una playa altica, pero sí, o sea, la laguna era... Hay una imagen, perdón, interrumpo, en la exposición precisamente muy interesante, en la exposición del hueco de Santiago que expresamente se ve, o le permite a uno ver cómo era esa laguna. Y es increíble, esa montaña que se ve es Monserrate, ¿ok? Probablemente, no sé si Santi la tomó como Monserrate, pero sí es un poco como cambiar la perspectiva de que lo que tenemos hoy no es muy distinto a lo que hubo en otro momento. Teníamos una ciudad completamente inundada, 50 metros de agua, de profundo. O sea, los edificios más altos de Bogotá estarían prácticamente tapados con esa laguna. Y obviamente, pues todo lo que ocurre en los sedimentos que se acumula la información, entonces en las playas, digamos ya más hacia los cerros, esa parte no estaba inundada, pero sí sería lo que dice Santi, que sería más como las playas, desde ahí vería uno, serían las zonas altas, digamos de esa gran laguna. La otra cómplice del hueco es la doctora Natalia Pardo. Ella es vulcanóloga y se enfoca en comprender la historia eructiva de los volcanes activos y cuaternarios, así como los procesos que desencadenan y modulan las erupciones volcánicas explosivas. Natalia nos va a contar cómo esta exposición del hueco tiene mucho que ver con el trabajo que ha hecho Natalia, con lo que hacen los volcanes y con la manera como la naturaleza opera. es una visión de un poco más tiempo profundo, entonces han sido conversaciones con Santiago desde hace muchos años porque somos familia, entonces hemos tejido la conversación. O sea, vulcanólogo y huecólogo. Y huecólogo. Y hemos tejido conversaciones, yo creo que desde la mirada antes que vulcanóloga, como geóloga. Entonces, como los que ya pensamos en historias de cientos de miles de años, de millones de años, y cómo se cruzan temporalidades. Entonces, por ejemplo, y antes de la laguna, ¿qué pasaba? ¿Cómo llegamos a formar esa cordillera de los Andes? ¿En cuánto tiempo? ¿Qué era antes? Esa es una de las preguntas que yo siempre me hago. Dicen que la cordillera de los Andes es una de las cordilleras, sobre todo la forma, la manera en que creció ha sido como de las que se ha levantado más recientemente comparada con la central y la occidental, pero también es como cruzar esas historias de tensiones, de compresiones que llamamos como tectónicas y que caracterizan el noroccidente de Suramérica. También dentro de conversaciones de lo humano, lo no humano, cómo convivimos los humanos con los otros seres vivos, es más el tema que se reconstruye desde las ecologías antiguas, pero también todo eso está relacionado con lo que llamamos lo no vivo, y lo no vivo, lo abiótico es un universo de formación de paisajes muy rico en historias, sin lo cual pues lo vivo tampoco estaría, entonces los que contamos las historias de la tierra profunda, desde la geología, pensamos en esas escalas súper lentas, pero también se cruza con fenómenos que de pronto interrumpen todo esto y los llamamos catastróficos, pero sin embargo, las erupciones volcánicas, los terremotos, los tsunamis, los deslizamientos, pero sin lo cual no habría flujos, no habría conversación con lo vivo. Entonces yo creo que esto ha sido un poco lo que ha tejido las formas de conversar y de crear y de inspirarse mutuamente desde el arte y la ciencia. ¿Cómo es que se conecta con el arte? Toda esta investigación científica que tiene que ver además con la manera como el pensamiento andino ha entendido su convivencia con la naturaleza, con una naturaleza especialmente indomable, llena de volcanes, de montañas. Según Santiago Reyes, esa investigación es lo que lo llevó a utilizar materiales precisos, ladrillos la madera, cosas que tienen una relación muy fuerte con la gravedad. Y en un momento me hizo una pregunta muy sencilla y era como, ¿por qué tenemos estas montañas acá en Bogotá? Digamos que así para ponerlo en un momento. Y yo le dije a Nati, ¿por qué tenemos estas montañas? Y ella, hablando la idea del paisaje, un poco es esa interrelación de fuerzas de compresión y de tensión. Y a mí me interesaba en cómo esas fuerzas crecen. Levantar las montañas. ¿Qué hacen levantar las montañas? Sí, tendríamos que comprimir y levantar. Y yo creo que el poder y esas historias de violencia no son abstractas, sino que se materializan en el mundo, en los materiales. Y creo que mi práctica en los últimos años ha interesado en encontrar esos puntos de contacto donde se intersectan historias geológicas con historias políticas. Y puedo hablar de dos piedras que a mí me han obsesionado. ¿Cuáles? Una es la piedra que está de armero, que bajó de la parte alta de la avalancha. De hecho, en este momento tengo una obra expuesta en el Museo del Banco de la República sobre esa piedra y es un video de una cámara que orbita la piedra en 360 y son dos pantallas y generan como un tiempo infinito. Y me interesa porque esa exploración de esa obra salió de un recorrido que hicimos con Natalia por… Por Armero. Por Armero, por la cordillera central. Yo paso gran parte del tiempo en Ambalema, Tolima, que es un pueblo increíble, perdido en el tiempo, y tiene una relación muy fuerte con Armero. Y era entender sobre el río Magdalena y era pensar cómo esa piedra no sólo tiene una masa física sino que también tiene una masa histórica y me interesa es cómo a través del arte y de estas imágenes que yo construyo se condensan y se intersectan esa masa física que permitió que salió digamos del movimiento de la tierra que hizo que llegara a ese lugar, y esa masa histórica que nos permite relacionarnos con ese lugar de tragedia, entendiendo no como una tragedia natural, sino como una tragedia humana, sabiendo que no existe tal cosa como tragedia natural, sino son tragedias humanas. Existe tal cosa como tragedia natural, sino son tragedias humanas. Y creo que es importante como desmontar esa idea de que la naturaleza pareciera que hizo el daño, pero quien hicimos el daño fue la incompetencia y donde hay unos actores muy concretos, que fue el que pasaron el partido de fútbol, el ministro de Minas, que era el padre, si no estoy mal, del expresidente que teníamos, se confluyen y entonces, pero me interesa es cómo en esa piedra, que está llena de, que también sirve como lugar de memoria, de lápida, se va sobreponiendo esas historias geológicas y esas historias humanas que nos permite contar el país. Según Natalia Pardo, lo que se sabe hasta ahora es que la historia geológica más antigua del país está hacia Brasil, es decir, el Amazonas y gran parte de la Orinoquía. Amazonas y gran parte de la Orinoquía. Digamos, lo más antiguo está hacia Brasil, pero de lo más antiguo hacia Colombia está en esa zona, o las rocas más antiguas. Y con el tiempo geológico, pues ahí como que quedan a merced de borrarse. ¿Quién las borra? El viento, el agua, como todos los procesos que llamamos superficiales, su tarea es desaparecer el relieve, ¿no? Y llevarse todos esos sedimentos al mar de ese momento. Entonces, ¿quién gana o quién resiste ese intento de borrar? Pues lo más resistente. Entonces esas rocas, digamos que son lo que ha resistido en todos estos millones o miles de millones de años, porque ya nos vamos a las escalas más grandotas. Son rocas ígneas. Sí, pero son muy son unas rocas que se forman a mucha profundidad. Entonces para poder tenerlas acá arriba es porque algo las levantó y todo lo que estaba a su alrededor ya fue borrado por los fluidos que llamamos maceterios que ya son el mundo de Catalina, pero climáticamente de pronto tú tienes ahí. tú tienes ahí. A mí lo que me resuena mucho de lo que está diciendo Natalia es como volver a esa conexión, por ejemplo, entre la montaña y la Amazonía, ¿cierto? De que es una interdependencia, no solamente atmosférica, pero sí como que hay una, o sea, que el uno se crea necesariamente cuando el otro surge, o sea, es como una interdependencia muy profunda entre nuestra andinidad y nuestra Amazonía. Y finalmente, volviendo a conectar un poco con la idea del hueco, esto de lo que borra, el borrar, esos espacios como que se borran, esos negativos que ya no vemos, son un poco las memorias que nosotros buscamos en algunos lados, ¿cierto? Y eso es justamente el... Que dejan un hueco. Que dejan un hueco, sí. De hecho, o sea, porque ahí viene una reflexión como plástica muy interesante entre el positivo y el negativo. Uno borra y lo que queda es el cerro Mavicure, ¿cierto? Pero aparece es gracias a que pudiste borrar todo lo de alrededor. Entonces ahí esa cosa de la presencia y la ausencia es muy interesante y nosotros como científicos, pues buscando esas evidencias de esos registros que ya se borraron, entonces los buscamos en los fondos de los lagos, en el fondo del mar. Ah, sí, están buscando los fondos y ¿qué han encontrado? No, pues esas son justamente las historias de los millones de años de evolución de estos paisajes, que se pueden leer como si fueran páginas de… Como por ejemplo lo de Bogotá con el lago. Exacto. ¿Qué otro han encontrado? Bueno, tengo que decir que el de Bogotá es uno de los registros más importantes, no solo de Colombia, sino de toda Sudamérica y del mundo. Increíble, éramos mitad de la sabana de Bogotá, es tal vez el registro paleoecológico y paleoclimático más importante de toda esta región, de región y me refiero pues todo Sudamérica, por justamente la… Es que es inmenso. Es inmenso, pero además se acumula con mucho detalle, son como unas páginas de un libro gigante donde no se borró nada. Entonces el registro está completo, está intacto, está... ¿Y dónde se fue toda esa agua? Porque ahora estamos sin agua. Ahora estamos sin agua. No siempre fue agua. Fue primero pantano, después fue lago, después tuvo como una época de río y ahora pues estamos encima. Santiago Reyes explica que su obsesión por el hueco sale de la idea del caos. Creo que ese es un concepto que se escapa y se sobrepone y que nos es común. Y a mí me interesa pensar el caos de la calle no como una falta de orden, sino como un exceso y sobreposición de muchos órdenes, de muchas capas y de muchas intenciones, de muchas decisiones que se van acumulando en esa superficie. que se van acumulando en esa superficie. Entonces yo me aproximé a la calle y a esos huecos, no como una falta de sentido, sino poder ir destejiendo o soltando ese nudo que está ahí de cómo eran esas historias, a nivel político o digamos como urbanístico, porque antes quien tenía una casa era responsable de su andén, después hubo un momento que se salió el manual del espacio público que dijo unifiquemos esto, después esas técnicas constructivas son supremamente susceptibles a la corrupción. Yo que me dediqué a hacer calles mal hechas, pues me di cuenta la diferencia en términos de precio de hacer una calle mal hecha y una calle bien hecha, porque había partes que las tenía que hacer bien, y ahí uno comienza a darse cuenta, claro, es que acá es en donde se roban la plata, porque no le echan tanto cemento. Claro, para que el hueco dure solamente, se tapa el hueco y dura seis meses nomás y vuelve a aparecer. Exacto, y entonces fue un proceso de recorrer la calle, mirar, pero también de sentarme a meterme en la biblioteca y decir, bueno, ¿cuáles han sido esos huecos icónicos? Nosotros como cultura, ¿cómo nos hemos relacionado con los huecos, entonces está ese programa de Don Gedeondo, de el hueco, el hueco, que marcó una generación muy noventera, como decían, porque era esa ciudad que se estaba deshaciendo y es cómo nos relacionamos con esas transformaciones, y yo creo que acá comienza a englobar el proceso de la conversación y es cómo desde el arte y la cultura y la ciencia comenzamos a generar procesos que nos permitan relacionarnos con esas transformaciones que van más allá del control humano pero las que están también bajo nuestro control y nuestras decisiones y a veces esos cambios que no queremos, pero se nos imponen cómo reaccionar a un ambiente cambiante, a un ecosistema que se transforma no sólo por procesos resultado de unos tiempos enormes, sino de decisiones políticas o inmediatas que se transforman semana a semana o hora a hora. Y creo que a fondo con el hueco es precisamente como ir sumergiéndose en ese hueco, no para encontrar el fondo, sino para habitar el hueco. sino para para evitar el hueco esta exposición de santiago reyes el hueco está argumentada en la teoría de lo bravo y lo manso que explica muy bien aquí natalia pardo pues ese es un concepto un gran concepto enraizado en el macizo colombiano y un poco la antropóloga Beatriz Neta y el etnólogo Franz Faust y pues esto se ha tejido en la Universidad del Cauca bastante nos lo traen al mundo académico pero uno pues trabajando volcanes ya sobre todo en el sur de Colombia pues ya lo empieza a reconocer y realmente es algo que es un concepto ancestral en los habitantes del macizo colombiano, de varias de las culturas, de varias de las lenguas que tú mencionas, pero estas más andinas. Y es un poco como entendernos como parte de una naturaleza donde hay fenómenos y procesos que son necesarios y que no podemos controlar y otros que podemos controlar. Y en la mitad está la intención de controlar, ¿no? Entonces, el amansar o el amansamiento es como los procesos humanos de tratar de cohabitar con fenómenos que son más allá. Claro, que son, no sé, en Cepita se tiembla todo el día. Claro. Pero la gente vive ahí. Claro. Hace siglos. Hace siglos o milenios. Acá los volcanes siempre, desde que hay humanos, han estado habitados y ha sido un interés de vivir con ellos. Entonces, de nuevo, como la intención de no despegarnos de la naturaleza, de la idea de la naturaleza maligna y de los mal llamados desastres naturales, que no tienen nada de naturales, es esa posibilidad de conversar con territorios muy dinámicos que nos imponen retos, ¿no? Entonces, las cosas bravas o las entidades bravas, por ejemplo, seguro ustedes han oído hablar de las lagunas bravas, ¿no? Que no hay que andar en silencio si no está en el páramo. Son fuerzas que pueden ser, por ejemplo, las volcánicas, las telúricas, las sísmicas o las climáticas. O sea, están abajo o están arriba, pero no las podemos controlar. Y el humano en su hábitat, en su arte, su arquitectura, su ingeniería, pues son las formas como intenta amansar a esa naturaleza. Sin embargo, ese bravo y ese manso coexisten para que haya, pues, flujos, ¿no? Sin los flujos no hay vida. Entonces, hablando de esto, que nos lo trajeron, pues, los científicos sociales, pues, en su formalización, pero esto lo tienen enraizado, pues, los Misak y todas las culturas narienses. Hablan de lo bravo y lo manso, muy fácil. Sí, y realmente quienes saben son ellos, nosotros les damos un poco de palabrería. En esa conversación entre lo bravo y lo manso es comprenderse dentro de una naturaleza que nos da tanto cuanto nos puede quitar. Entonces son todos estos fenómenos muy poderosos que no podemos controlar, un huracán, un tornado, un terremoto, una erupción volcánica, eso está fuera de cualquier alcance de control humano, pero deben pasar para que haya vida. Entonces son potenciadores de vida, pero por eso mismo también son peligrosos. Entonces ese entenderse dentro de esa negociación y conversación con una naturaleza que puede ser trágica para nosotros, pero si nosotros no estamos no hay tragedia, como decía Santi. Son los procesos que hacen nuestro planeta. Sí, y es la idea del flujo, sin flujo no hay vida. Dentro de las historias de Logrado y Lomanso y en el trabajo que hace Beatriz, que es como el libro que se llama Logrado y lo Manso, hay una parte de unos habitantes que se resistieron a la ocupación colonial y para poder seguir se fueron a vivir en el submundo, debajo de la tierra, y para poder ocupar ese lugar tuvieron que renunciar al ano. Y son los hombres sin ano porque cuando no hay el flujo, cuando no está esa posibilidad de que la comida entra y sale, pues no existe la vida y pueden vivir debajo de la tierra y estar ahí se alimentan de los olores. Pero es esa idea que debemos integrar esos sistemas de flujo y creo que los flujos son precisamente como estos espacios de lo que tuvimos hoy, de poder hablar desde la paleoecología de esos mundos o ecosistemas que ya no están pero que siguen estando presentes debajo de nuestros pies hasta la conformación de nuestro paisaje y los procesos políticos y contemporáneos que es la vida que nos toca y es cómo poder trazar esos flujos y conceptos tan poderosos como lo bravo y lo manso que, pues como decía Nati, nosotros tenemos muy poco, pero pues podemos imaginarnos y comenzarnos a relacionarnos y desear conocer más sobre esas cosmogonías y esas maneras de habitar el territorio. de habitar el territorio. Pero no solamente esta exposición del hueco se refiere a ese pensamiento andino de lo bravo y lo manso, sino que también nos recuerda la importancia del agua. Oigamos a la paleoncóloga Catalina González. Pues desde el punto de vista como climático, como volviendo a la historia como del agua, que es como un tema central en esta discusión del hueco pues justamente los modelos de clima lo que hacen es tomar esos datos de larga data incorporarlos en unos modelos y hacer unas predicciones a futuro y pintar futuros posibles, cierto entonces digamos que los órganos internacionales científicos y los paneles como el IPCC, por ejemplo, hacen esos ejercicios de, bueno, cómo será el mundo en el futuro, en términos de temperatura, en términos de disponibilidad de agua, además, temperatura en términos de disponibilidad de agua y demás, y pues lo que se ve es que Bogotá incluso sale en los mapas como una de las ciudades con mayores vulnerabilidades al cambio climático, no necesariamente porque vaya a haber exceso de agua o falta de agua o exceso de temperatura, no quiere decir que los cambios que se avecinan, digamos, del mundo natural sean extremos, sino que tenemos una gran falta de capacidad de respuesta. Entonces, por eso Bogotá empieza a salir en los mapas como una zona de preocupación importante a futuro, justamente por eso. Y el punto, el talón de Aquiles de Bogotá es el agua, entonces en esos modelos lo que muestran es probablemente a futuro va a haber un poco más de lluvias, pero lo que tú mencionabas ahora depende de donde llueva, necesitamos que el agua, porque ya sabemos lo que pasa en Bogotá con un aguacero grande, colapsa la ciudad, y es un? Y es un poco lo que muestran eso los modelos, de que estamos asentados sobre una zona que se inunda. Entonces, gota que cae prácticamente se desborda. La erosión, bueno, todos los problemas que hay asociados. Y la falta de agua ya la vivimos, pues la tenemos en la nuca, todavía apenas saliendo de ahí. Entonces, yo creo que esa relación del agua hay que replanteársela, ¿cierto? Esa relación del agua con el agua como ciudad, como cultura si, yo creo que debemos tener la capacidad de enfrentarnos a de tener ese sentido resiliencia al cambio pero también ese sentido de revolución en el sentido que tenemos que cambiar las cosas y lo tenemos que hacer ya. O sea, no podemos asumir que el cambio, y siempre adaptándonos a lo que está cambiando, sino también tenemos que revolucionar nuestros sistemas políticos, de desarrollo, de urbanismo, para cambiar las cosas con urgencia porque si no lo hacemos, como mencionaba Cata, no hay resiliencia que tenga la velocidad de adaptación y tenemos que generar unos cambios estructurales para poder pensar en imágenes de futuro sostenibles, desde un pensamiento de resiliencia, pero también un pensamiento revolucionario en ese sentido que nos tenemos que juntar y tenemos que generar espacios para hablar y empoderarnos para generar esas transformaciones que son más de subsistencia. que son más de subsistencia. Esto es A Fondo. Mi nombre es María Jimena Duzán. A Fondo es un podcast producido por Mafialand. Producción general, Beatriz Acevedo. Producción de audio, Daniel Chávez Mora. Música original, del maestro Oscar Acevedo. Nos pueden escuchar también en mi canal de YouTube. Gracias por escuchar. Soy María Jimena Duzán. ¡Gracias por ver el video!