Deudas, deserción y otros espantos en la universidad

Deudas, deserción y otros espantos en la universidad

30 de jun de 2024

En este episodio de Cero Setenta se aborda la crisis que enfrenta la educación superior en diferentes países, reflejada en las demandas estudiantiles, la falta de autonomía universitaria, los elevados costos de matrícula y la mercantilización de la educación. A través de entrevistas con estudiantes de universidades en Colombia, México, Argentina y Estados Unidos, se plantean las diversas problemáticas que atraviesan las instituciones educativas.

Capítulos

La crisis en la educación superior: Un fenómeno global

La educación superior enfrenta una crisis global como resultado de diversos factores que incluyen altos costos de matrículas, mercantilización de la educación y falta de autonomía universitaria. Estas problemáticas se manifiestan de maneras que varían según el contexto de cada país y universidad.

La situación en Colombia: Financiamiento y mercantilización

En Colombia, el financiamiento de las universidades públicas ha sido insuficiente debido a la Ley 30 de 1992. La mercantilización de la educación implica un trato de la educación como producto, lo cual afecta la democracia dentro de las universidades.

Manifestaciones estudiantiles: Resistencia y cambio

Los estudiantes han salido a las calles en diferentes países, como en la Marcha Nacional Universitaria en Argentina, en respuesta a recortes presupuestales y políticas educativas que amenazan el acceso a la educación superior. Esto refleja un creciente movimiento global de lucha por los derechos estudiantiles.

Visiones desde el extranjero: La experiencia en Estados Unidos

En Estados Unidos, las universidades afrontan un aumento significativo en la deuda estudiantil. Las protestas también han tomado fuerza, como las relacionadas con la situación en Gaza, reflejando tensiones raciales y políticas en el país.

Reflexiones finales: Hacia una nueva universidad

A pesar de los desafíos, los estudiantes encuentran fortaleza al unir sus voces y conmueven con iniciativas que buscan transformar la educación para que esta cumpla su función democrática e inclusiva en la sociedad.

Conclusión

El episodio nos deja ver que la crisis en las universidades, aunque compleja, también es una oportunidad para unir fuerzas y pelear por una educación más justa y accesible. Este movimiento demanda reformas estructurales que prioricen las necesidades de los estudiantes y promuevan la universalidad y el derecho a la educación.

Menciones

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               ¡Estudiantes en la lucha! ¡Aca lucha, sin cabulla! ¡Estudiantes en la lucha! ¿Quién es usted? ¡Soy estudiante! Matrículas caras, estudiantes con deudas, deserción y gente que ya no quiere ir a la universidad, problemas financieros, falta de infraestructura, malos manejos, denuncias por violencias basadas en género, quiebres en la autonomía, represión policial, todo eso se escucha. La univers policial. Todo eso se escucha. La universidad está en crisis, se escucha. La universidad está en crisis desde hace años. La crisis se agudiza cada día. Crisis, crisis, crisis. Entre alarmista y fatalista, la palabra aparece en titulares de prensa y ensayos académicos. Pero también, en lo que va del año, hemos visto estudiantes universitarios de distintos países movilizarse por sus derechos y por los derechos de otras personas. Marchas en Argentina por la educación pública, campamentos universitarios en solidaridad con Palestina alrededor del mundo, gente comprometida con defender la educación superior. Por eso, en Cero70 nos preguntamos, ¿de verdad está en crisis la universidad y de ser así, en qué consiste? ¿Es igual en todas partes? Les preguntamos a 10 estudiantes de igual número de universidades en Colombia, México, Argentina y Estados Unidos, ¿qué está pasando? Acá están sus respuestas. Hola, soy Lina Vargas Fonseca, periodista de Cero Setenta. Y yo soy Diego Forero, periodista de Cero Setenta. Bienvenidas y bienvenidos a este recorrido de voces sobre la educación superior en América en tiempos convulsos. Hola, mi nombre es Laura Páez, estudio en la Universidad Nacional de Colombia, C de Bogotá. Bueno, mucho gusto, mi nombre es Tomás Buitrago, estudio en la Universidad del Rosario en la ciudad de Bogotá. Mi nombre es Juliana Gómez Herrera, yo soy agremiada de la Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios, además soy estudiante de la Universidad Javeriana, estudio ciencia política y comunicación con énfasis en periodismo. Mi nombre es Trinidad Mato, estudio en la Facultad de Derecho de la UBA. Hola, soy José Alejandro Londoño, un estudiante candidato de doctorado en un programa llamado Estudios Interdisciplinarios en Español y Portugués en la Universidad de Emory en Atlanta, en el sur de los Estados Unidos. Empecemos a desenredar el hilo en la Universidad Nacional de Colombia, la universidad pública más importante del país. A finales de marzo, las y los estudiantes de pregrado entraron en paro para protestar contra la elección de José Ismael Peña como rector. El 6 de junio, Peña tuvo que dejar su cargo por órdenes del Consejo Superior Universitario, que además designó como rector a Leopoldo Múnera, ganador de la consulta universitaria. Durante estos últimos tres meses, todo el mundo ha hablado de autonomía universitaria, incluso sectores que nunca se habían preocupado por defenderla. Para las y los estudiantes, en cambio, participar en las decisiones de su universidad con independencia es fundamental. Escuchemos a Laura Paez, representante de la Facultad de Ciencias Humanas de la Nacional. Nos hemos cuestionado desde hace años el modelo de universidad que se ha implantado y siento que nos cansamos de cuestionarnos y en este momento queremos hacer algo al respecto. Sentimos como que lo que es la institución en este momento no recoge lo que consideramos como un movimiento estudiantil, que debe ser una universidad pública de cara a la sociedad. La inquietud de Laura sobre el rol de las universidades aplica también para las privadas. Para Matías Gómez Buitrago, estudiante de Derecho de la Universidad Autónoma de Bucaramanga y presidente del Consejo Superior Estudiantil, la crisis es de sentido porque las universidades no están reconociendo lo que él define como voluntad popular. Universidad quiere decir universo, quiere decir universalidad, es acercar a la persona a una dimensión, digamos, sociocultural, donde se sienta un habitante de la tierra, donde se sienta una parte de lo que tiene que ser ese engranaje de cambio a nivel global. Escuchemos ahora a Juliana Gómez Herrera, estudiante de Ciencia Política y Comunicación Social de la Javeriana y agremiada a la Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios. Juliana coincide en que asuntos como la participación amplia y vinculante de todos los estamentos de la comunidad educativa y las garantías de asociación gremial de estudiantes y docentes están desdibujándose. Eso se debe a la mercantilización de la educación y es ahí donde, para ella, radica la crisis porque impide el ejercicio democrático. Se entiende como un servicio y no como lo que es un derecho fundamental. A nosotros los estudiantes nos entienden como clientes y no como estudiantes, a los docentes como contratistas además bastante precarizados y pues la misma universidad se entiende como empresa y no como universidad que debería garantizar un derecho. Hablemos de plata, mejor dicho, de financiación. La Ley 30 de 1992, que rige la educación superior en Colombia, decretó, entre otras cosas, que el presupuesto anual para las universidades públicas estuviera ligado al índice de precios al consumidor. Pero conforme pasan los años, ese índice ha crecido más despacio que los gastos de las universidades y por eso hoy hay un hueco financiero. También a partir de los años 90, el número de estudiantes aumentó. Según datos del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior, en 1990 había 500.000 estudiantes en pregrado y para el 2022 fueron 2.4 millones. El aumento de estudiantes implicó mayores costos, pero los aportes del Estado siguieron ajustándose al IPC. Por su parte, en las universidades privadas ha habido una tendencia a la desaceleración de las matrículas y al alza de su costo. La Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín ofrece otro tipo de servicios, como el alquiler de sus instalaciones, pero también hay menos profesores y más alumnos por clase. Santiago Gallo estudia y es representante de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo. Lo que he visto, lo que he escuchado, pues las personas están tomando opciones por fuera de la educación superior, concretas, creación de emprendimientos, viendo que no tienen necesidad de tener una carrera y ahí pasan a la formación de empresa y ahí se quedan. Ha sido algo que ha pasado siempre, pero ahora con la facilidad de las redes sociales se está pasando de una forma más fuerte. Las personas están yendo del país a realizar otras labores fuera de las académicas. Además, estamos volviendo a ser una sociedad de oficios. Volvamos ahora con Juliana de la Javeriana. La realidad es que los únicos que pueden decidir a cuál universidad quieren ingresar son quienes tienen cómo pagar El resto de jóvenes pobres de Colombia y de Bogotá tienen que decidir en qué banco se endeudan o decidir no estudiar y más bien entrar a trabajar y por eso es que hay tantos jóvenes en este país que no pueden ingresar a la educación superior ¡Y no, y no, y no queda la gana! ¡Pagar una matrícula que sea así de cara! en este país que no pueden ingresar a la educación superior. Juliana dice que a su universidad le faltan espacios de bienestar estudiantil, que la comida es costosa y las ayudas alimentarias solo llegan al 1 o 2% de la población. Que mientras estudia, mucha gente pasa hambre o intenta reunir dinero para un pasaje transmilenio. Que ella espera que eso cambie con una nueva ley de educación superior. De hecho, desde septiembre del año pasado se debatió en el Congreso un proyecto de ley estatutaria de educación presentado por el gobierno y dirigido a todos los niveles, no solo el universitario. El proyecto fue recibido con molestia incluso entre sectores afines al gobierno que pidieron hundirlo. Algunos de los puntos cuestionados fueron los criterios de evaluación para los docentes, que solo se basan en los resultados de las pruebas escolares, la eliminación del voto en la elección de directivas universitarias y la financiación de la educación superior con becas y créditos según la demanda, sin fortalecer la capacidad y condiciones de las instituciones. El proyecto acaba de ser hundido en el Congreso. Nosotros acá estamos defendiendo un proyecto de ley de educación superior que dirija todos los gastos y todas las puertas al fortalecimiento de la educación estatal, de la educación pública, que es la que realmente abre la puerta a todos los jóvenes para que puedan todos los jóvenes ingresar. Lo que hacen las universidades privadas, además con las matrículas tan costosas que ya hemos hablado, pues es ampliar la brecha de los jóvenes que pueden ingresar a la universidad y a la educación superior. Y eso es algo que no debería pasar. Nosotros acá estamos defendiendo, así como el movimiento estudiantil lo ha defendido durante décadas, una educación gratuita, pública y universal. Nuestra universidad es gratuita, pública, laica y federal, gritaron cerca de un millón de personas el pasado 23 de abril en las calles de distintas ciudades de Argentina durante la Marcha Nacional Universitaria. La multitud defendió la educación pública como un bastión de la democracia y un orgullo de la nación. ¡Pelea, pelea, pelea por la educación! Referentes estudiantiles definieron la situación como crítica a causa de los recortes presupuestales del gobierno de Javier Milei. Ahora habla Trinidad Mato, estudiante de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Para ella, en Argentina, la crisis no es vocacional ni se debe a que la universidad haya perdido su valor. La crisis la crearon ellos, dice Trinidad refiriéndose al gobierno. Viene por ese lado porque están intentando desfinanciarla, están intentando deslegitimarla, están intentando pasarle cada vez menos plata. Hoy por hoy en la universidad están apagadas las luces, entonces nosotros estamos cursando a oscuras. De hecho, la marcha del 23, la marcha del 23 de abril, fue la marcha más masiva que yo vi desde cuando marchamos por la legalización del aborto. Y eso es porque se metieron con una demanda social. A las luces apagadas y el mal funcionamiento de los ascensores, Trinidad añade la amenaza de cerrar cátedras o limitar los horarios de clases, lo que complicaría la vida de quienes estudian y trabajan al tiempo, que son el 90% de quienes van a la universidad. Sin embargo, Trinidad dice que hoy en Argentina la educación es la bandera más visible de la movilización social y tal vez la que más ha sacudido al gobierno. En Argentina no se paga por ir a la universidad, o mejor, la universidad la paga la ciudadanía y eso hace que estudiantes como Trinidad sientan la responsabilidad de retribuir en algo a la sociedad cuando se gradúen. Desde luego, ese modelo no es igual en todas partes. Escuchemos a José Alejandro Londoño, candidato a doctor en la Universidad Privada de Emory, en Estados Unidos. Bueno, una universidad que es la Universidad de Emory en Atlanta, una universidad de élite financiada por Coca-Cola, articulada financieramente con programas que tienen que ver con la política pública de Atlanta, así como con la historia de su policía. así como con la historia de su policía. A miles de kilómetros de su natal Colombia, José Alejandro vuelve a hablar de mercantilización. Según una columna publicada en Bloomberg, la deuda de los estudiantes universitarios en Estados Unidos es 60% más alta que la de las tarjetas de crédito en ese país. La columna recuerda que en Estados Unidos se creó el primer sistema universitario masivo del mundo, pero que ese sistema se está desmoronando. La deuda de quienes estudian no para de crecer y para muchos y muchas ya no vale la pena invertir en ese título. Pero además, en opinión de José Alejandro, su universidad es excluyente. Emory concentra conflictos raciales y policiales propios del sur de Estados Unidos. Atlanta, la ciudad de Martin Luther King, tiene una historia de lucha y resistencia, y a su vez una policía notoriamente represiva. Esta amor que tengo, no me la dieron, no la dieron y no la pueden llevar. Gracias a todos. La represión más reciente en Emory ha sido contra quienes piden el cese a fuego en Gaza y la desinversión israelí en programas universitarios. Desde mediados de abril, estudiantes de distintas universidades públicas y privadas a lo largo de Estados Unidos han instalado campamentos en solidaridad con Palestina. Las y los manifestantes han sido acusados de antisemitismo por la Casa Blanca y agredidos por la fuerza pública. Para mayo se contabilizaron casi 3.000 arrestos en más de 60 universidades de este país. A las dos horas de montado el campamento en soledad con Palestina, vino la policía sin orden de arresto a arrestar y golpear a cualquier persona que estuviera en la zona del campamento. Por ejemplo, ahí ya arrestaron a un profesor mío que describió en Democracy Now que nunca se había sentido tan asustado y que sintió como si estuviera en un campamento de guerra. En nombre de una falsa idea de tranquilidad, estudiantes, profesores y todo el que pase por el campamento ha sido víctima de vigilancia, cercos, arrestos, suspensiones y expulsiones. Es como si las y los estudiantes no fueran actores de protesta, sino enemigos de guerra, dice José Alejandro. Volvamos a Colombia, pero antes algunos datos tomados del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. En 2022, la cobertura de educación superior en el país era del 54%. De los 2.4 millones de matriculados ese año, 34% estaban en Bogotá, 13% en Antioquia y 7% en Valle del Cauca. El área que recibe más estudiantes es economía y administración. En 2019, cerca de 50.000 personas se fueron a estudiar a otros países, mientras que ese mismo año había 5.200 estudiantes extranjeros en Colombia, la mayoría venezolanos. Entre 2021 y 2022 hubo un crecimiento de 24.667 estudiantes de pregrado y una disminución de 6.700 de posgrado. Al 77% de las chicas y chicos que terminan el bachillerato les gustaría entrar a la universidad. Sin embargo, hay casi 3 millones de jóvenes entre 14 y 28 años que no estudian ni trabajan. Cuando le preguntamos si había una crisis universitaria, un estudiante de la Universidad Externado de Colombia, que prefiere que su nombre no aparezca, nos contó que hay gente endeudada, sobre todo con el ICTex y a través de un programa crediticio de su universidad. También que en ocasiones se hacen requisas injustificadas a los estudiantes. Pero de lo que más nos habló fue de la falta de espacios adecuados para las personas que ejercen la maternidad. Escuchemos al estudiante en la voz de una periodista de 070. A las mamás estudiantes no las dejaban entrar con sus niños a las clases o a las aulas, más que todo porque el niño o la niña o el bebé se ponía a llorar y eso causaba incomodidad. Les han dado unas posibilidades para que eso se resuelva, por ejemplo que tengan clases virtuales, pero obviamente eso a las mamás no les gusta. La estudiante dice que la universidad cuenta con una oficina dedicada a temas de género, pero que es pequeña y su personal limitado. A pesar de las decenas de casos de violencias basadas en género que suceden en todas las universidades públicas y privadas, los primeros protocolos contra acoso, violencia y discriminación recién fueron publicados por los Andes y la Nacional en el año 2016. Aquí nadie se baja, se sube, se baja. Aquí nadie se baja, se sube, se baja. Aquí nadie se baja. A la universidad no le interesa si el estudiante se estresa, si el estudiante está deprimido, si el estudiante tiene ansiedad, si el estudiante sufre o no de economía. Para la universidad o la academia no le interesa saber si ya se le fallece un familiar, no le interesa cómo se sienten los estudiantes. A la universidad lo que le interesa es capitalizar con el conocimiento, generar economía y ya. Quien habla es Briana, estudiante de Antropología de la Universidad Veracruzana, una de las principales universidades públicas de México y la más importante del Estado de Veracruz. También allá hace falta un sistema de bienestar que atienda las necesidades de la comunidad estudiantil. Briana agrega otro aspecto que para ella es crucial cuando se habla de crisis universitaria. La gente se gradúa. ¿Y entonces? Yo siento que es ahí donde el sistema universitario falla, porque realmente no nos enseñan a pensar o a ser conscientes de cómo es realmente el sistema, ¿no? Nos enseñan pues para trabajar, que si a un dentista, ¿no? Pues cirujano dentista vas a poner brackets, vas a poner carillas o no sé cómo se les dice o vas a limpiar dientes y te lo enseñan y todo muy bien, pero en qué momento les enseñan a pensar a los estudiantes o a los futuros cirujanos dentistas cómo sostenerse ahí afuera, sabiendo que hay un mundo de competencias ahí afuera? Tomás Buitrago está a miles de kilómetros de Briana, en Bogotá, pero se hace la misma pregunta. Él es estudiante de Economía en la Universidad del Rosario, que este diciembre cumple 370 años de fundación. El 18 de abril, la Conciliatura del Rosario hizo público el despido de quien hasta ese entonces había sido su rector, Alejandro Cheyne. Ya unos días antes, el Ministerio de Educación había anunciado la apertura de una investigación por supuestas irregularidades y despidos sin justa causa. Hemos pasado por situaciones un poco complejas, con el cambio de rector, ahorita que estamos con un rector encargado, el cuestionamiento de los sistemas de gobernanza actual de la universidad, sin embargo como que se siente un ambiente de reconstrucción, un poco también de incertidumbre, como de saber, listo, pues, ¿qué viene después? Obviamente uno tiene la ilusión de sacar adelante su carrera y que tenga un valor agregado, ¿cierto? Yo estudio economía, entonces lo que veo como la formación de capital humano, de conocimiento, que estoy generando, que no quede en vano, que no quede en un papel. Escuchemos ahora a un estudiante de la Universidad de los Andes que nos pidió no decir su nombre en la voz de un periodista de 070. A él particularmente le preocupa que la caída en los ingresos de la universidad debido a la disminución de las y los estudiantes inscritos se traduzca en recortes de profesores y menor calidad educativa. La búsqueda del movimiento estudiantil es por una educación que realmente le sirva a la sociedad, no una educación que saque personas para que alimenten una empresa o el mercado. En muchas universidades nos hemos dado cuenta de que el pensum ha venido variando, lo han venido recortando y eso genera un déficit en el conocimiento. La solución debería ser evaluar qué queremos para nuestra educación, qué queremos de una universidad y a partir de allí empezar a formular cómo manejar los programas académicos, los profesores y las finanzas que se requieren para sostener la educación que soñamos. A Laura Paez de la Universidad Nacional, saber que otros chicos y chicas, estudiantes como ella, se están juntando y manifestándose en otras partes del mundo, le da fuerza y esperanza. Puede que haya una crisis, o muchas, o al menos elementos críticos como hemos enumerado en este podcast, pero con todo para Laura es un gran momento para ser estudiante. Siento que esta generación tiene algo muy interesante y es como esa conexión con las emociones y creo que en este paro se ha sentido mucho como esa necesidad que tiene este movimiento estudiantil de esta generación por conectar con lo emocional, por validar como las necesidades y atenderlas. Y siento que este movimiento estudiantil también como que empieza a rechazar más la violencia y como la estigmatización. No se conocen, pero Oriana, desde México, piensa algo similar. Y es algo que el mismo sistema universitario quiere, que así estemos peleándonos los unos a los otros, los de abajo, voltear a vernos indiferentes, todos deshumanizados, todos fríos. O sea, el sistema no quiere que nos veamos con cariño, con amor, con ternura. Por eso se dice ahora que la ternura es revolucionaria, es radical. En conclusión, sí hay problemas en la universidad, pero identificar esos problemas es un primer paso para resolverlos. La universidad como un lugar para pensar y para producir conocimiento se puede y se debe transformar, y eso está sucediendo. Esto fue Deudas, Deserción y otros espantos en la universidad. Un recorrido de voces sobre la educación superior producido por 070 Podcast. Guión Lina Vargas Fonseca. Edición de guión Santiago de Narváez. Investigación y entrevistas Equipo de 070. Producción y edición Juan Felipe Rojas.