¿De qué te has arrepentido?

¿De qué te has arrepentido?

04 de may de 2025

En este episodio, Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero abordan un tema que suele evocar profundas reflexiones: los arrepentimientos en la vida. A menudo relegados a un lugar común, estos sentimientos son explorados desde una perspectiva filosófica y literaria, intentando desentrañar su significado y cómo afectan nuestro presente y futuro.

Capítulos

Reflexiones sobre el Arrepentimiento

Alejandro y Ricardo discuten cómo los arrepentimientos a menudo ocupan un lugar común en la cultura popular. Hablan de las preguntas típicas que se hacen a personas mayores sobre sus mayores arrepentimientos y cómo muchas respuestas tienden a coincidir en cuanto al tiempo malgastado o palabras no dichas.

Consecuencias de las Palabras

Conversan sobre el impacto de las palabras dichas en la ira, especialmente dentro de la familia, y cómo pueden dejar cicatrices profundas. Comparten experiencias personales de regaños y discusiones que los han marcado.

La Vida Academica y sus Arrepentimientos

Ambos reflexionan sobre su vida académica, el tiempo que dedicaron al trabajo en lugar de explorar más el mundo, y cómo esto les genera cierto pesar. Discuten la importancia de encontrar un equilibrio entre responsabilidad y disfrute de la vida.

El Arrepentimiento Preventivo y su Valor

Se detienen en el concepto de arrepentimiento preventivo, es decir, la conciencia anticipada de que uno podría lamentar ciertas acciones o actitudes en el futuro. Conversan sobre cómo este tipo de reflexión puede guiar a mejores decisiones.

Arrepentimientos Históricos y Sociales

Reflexionan sobre el arrepentimiento en el contexto político y social, particularmente en torno a decisiones electorales y cómo estas decisiones se reconsideran con el tiempo y con nueva información disponible.

Conclusión

El episodio concluye con la idea de que los arrepentimientos, aunque a menudo vistos negativamente, pueden ser un motor de reflexión y mejora personal. La vida es irreversible, y aunque es imposible cambiar el pasado, se pueden aprovechar las lecciones aprendidas para mejorar el presente y el futuro.

Menciones

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El que ahora nos preguntan eventualmente a los dos cada uno por su experiencia, que es el arrepentimiento. A mí me va a enloquecer con esa pregunta. Tercera vuelta El podcast Con Alejandro Gaviria Y Ricardo Silva Romero Un podcast de El Locutorio Arroba El Locutorio DC Hola Ricardo Hola Alejandro Quisiera que habláramos hoy de algo que puede ser un lugar común pero es los arrepentimientos en la vida y hay un género manido y es el que se dedica a entrevistar personas en su lecho de muerte o ya en sus años 80's y 90's y les preguntan de qué se arrepintieron sí, sí, sí el caso es que uno podría hacer una especie de inventario o antología de la respuesta que siempre son las mismas sí, son las mismas pasé mucho tiempo en la oficina no el suficiente con la familia sí, no dije suficiente te quiero exactamente faltaron te quieros todas las cosas que no se dijeron y ya era demasiado tarde para decirlas, exacto hay una nota al pie de esa situación de ese lugar común que es la gente que de cierta edad que luego de una fiesta ya borrachos se conmueven con pero sigo siendo el rey y my way la canción de Frank Sinatra que tienen esa idea de decir no tengo trono ni reino pero sigo siendo el rey y nadie que me comprenda y en el lado de my way es como tengo algunos arrepentimientos pero muy pocos para mencionarlos dice la canción hay un poema apócrifo de Borges con el que yo me topé por primera vez hace como 20 años. Uy, ya sé cuál es. Que es terrible, ¿no? De no comer más helado, ¿no? Y montar en calecita más habas. Imagínese uno sentir el arrepentimiento de no haber comido habas. Es muy extraño. Yo creo que Borges sí dijo en algún momento que no había sido feliz, que eso era imperdonable. Eso sí puede ser un arrepentimiento. Sí, pero lo dijo yo creo que medio mamando gallo, como él decía que era demasiado sentimental, en una especie de exceso de sentimentalismo que tiene mucho de autoironía. Hay que decir que les preguntan muchas cosas y responden lo más inteligente que se les ocurre, pero probablemente no les atormentaba lo que decían. Yo creo que Borges se arrepentía de pronto de una coma mal puesta, más que de lo que dice ese poema apócrifo. Más bien, sí, o de un texto que no había salido. Sí, una especie de lugar común exacerbado. O sea, arrepentimientos estététicos podríamos decirlo de esa manera que es una buena razón para no releerse mucho a uno mismo porque si de verdad uno encuentra frases que habría hecho mejor hoy en día o habría hecho diferente y realmente me parece equivocado arrepentirse de lo que uno ha escrito porque pues era lo que lo que podía escribir en su momento y creo que queda lo mejor que puede quedar con lo que uno sabe en ese momento. Entre los escritores hay muchos arrepentimientos de los textos juveniles, sobre todo entre los poetas porque hay textos juveniles que rayan en lo ridículo quizás pero quedan ahí, son testimonios de una época yo quisiera volver Ricardo sobre este tema porque a pesar de que es un lugar común a pesar de que uno puede tener una actitud cínica en parte cierto desprendimiento con la forma como hemos vivido la vida, hay algo de verdad en eso y cuando pienso en tomarme en serio esa pregunta sobre que me arrepiento si hay cosas que puedo decir, por ejemplo ciertas cosas que uno dice con su familia con sus amigos en momentos de rabia ciertas palabras maldichas, yo tengo una lista en mi cabeza de eso, algún regaño que le di a mi hijo Tomás en algún momento excesivo, sí excesivo a mi hija Inés que yo no sé por qué la pobre, tenemos muy buena relación pero es a la persona que más fácil regaño. Me siento como especialmente cómodo. Sí, sí, exacto. Y me da vergüenza porque no merece. Tienes toda la razón, Ricardo, que no te sientes cómodo en ese regaño. Leí hace muchos años en un texto de Joseph Brof, que es a quien cito de manera recurrente, que él decía, cuidado con los padres y los hijos de doble vía. Cuidado los hijos con sus papás o sus padres. Cuidado padres con sus hijos. Son un blanco demasiado fácil. Son muy fáciles, claro. ¿Están ahí? Claro. Les podemos apuntar muy fácil y siempre vamos en el blanco. O sea, siempre herimos. Siempre sabemos herir. Sí, yo me acuerdo de algún regaño alguna vez, es decir, he mejorado y me he dado cuenta de que hay que evitar ese blanco, pero sí me acuerdo de algún regaño excesivo hace como en tiempos de pandemia que no venía al caso, realmente era un exceso. Y quedan ahí. Yo recuerdo cuando me pasó lo mismo con mi papá. Ciertas palabras y ciertos regaños en momentos que me quedaron herida primero, cicatriz no, mi papá a mí herida primero, cicatriz después pero ahí quedó sí, sí pasa uno podría recordar como momentos en los que se les fue la mano estábamos escribiendo los dos en una pequeña finquita que tenía mi papá en el corregimiento de Santelén en Medellín yo tenía que hacer un resumen de la novela Guasipungo de Jorge y Casa lo había hecho en una libreta mi papá me estaba ayudando a pasarlo a máquina y yo confundí un párrafo con el otro lo estaba como dictando y él se exasperó y me dijo, usted no sirve para nada, algo así, muy fuerte y ahí me quedó, me quedó tanto que ahora lo recuerdo tantos años después. Sí, a mí me quedó tal vez de una discusión con mi hermano, con el que también tengo buena relación pero alguna vez me acuerdo de decir, de oírle decirme más bien dedíquese a su vida que es un fracaso y fue un momento obviamente terrible, yo creo que él no lo pensaba y él estaba buscando la mejor manera de hacer mal que es muy entre los hermanos sí que es fácil porque si alguien lo conoce a uno, son los hermanos por eso que es un blanco fácil y damos en el blanco y es que los hermanos lo conocen a uno, lo conocen a uno y en estas generaciones era como el señor de las moscas porque los papás nunca estaban entonces era de los niños creando su propio mundo y había ese riesgo de esos poderes tan grandes ese poder tan grande de conocerlo a uno y con ese conocimiento hacerle daño con las palabras hay otro tema que también me arrepiento y es el tiempo también si yo quisiera mencionar uno que me atormenta un poquito de manera permanente es no dedicarle más tiempo a mi hijo Tomás por ejemplo en conversar con él y no llamar más a mi mamá esos son arrepentimientos sí que los tengo ahí, los hago uno va dejando pasar las cosas, uno mantiene esa la relación recuerdo haber leído una frase los tengo ahí, los hago, uno va dejando pasar las cosas, uno mantiene esa... la relación. Recuerdo haber leído una frase por allá perdida en un cuento de Jorge Luis Borges, porque este arrepiento se materializa cuando ya no están. Que decía algo así como, la congoja ya inútil de que nada nos hubiera costado haber sido mejores o más buenos devastador la congoja ya inútil sí, terrible sí, es muy fuerte y con la familia, estar ahí estar ahí una llamada es importante, una palabra, una conversación este tema Ricardo de la atención estar atención yo recuerdo de hace muchos años haberle dicho a una novia que entre otras era muy querida que estaba decepcionado como un papá y si que me arrepiento de esa frase pues tenía un contexto es decir no había aparecido en muchas horas pero el problema no era, digamos, de celos, sino de pensar que le había pasado algo muy grave. Claro. En un lugar que no era el usual, era otra ciudad y yo de verdad pensé que le había pasado algo muy grave. Y me acuerdo que me salió esa frase como si no fuera una novia, sino una hija. Y creo que ahí se acabó esa relación. Y me arrepiento, no de que se haya acabado, porque se tenía que acabar. Pero sí de la frase. Innecesaria también las palabras. Como un tic, esa frase. Innecesaria también las palabras. La decepción siempre es... Además, declararse decepcionado de alguien siempre es una superioridad ridícula. Ridícula, ridícula, ridícula. Porque uno establece como una especie de jerarquía moral. Como en este momento yo soy mejor. Estoy mirando por encima del hombro, yo soy mejor. Yo soy mejor, le dije. Y uno cuando le dice a alguien me decepcionas. Es muy ridículo. Es ridículo. Y bueno, se me salió menos mal. No se me volvió a salir esa frase nunca más porque fui consciente como en la hora siguiente. Dije, ¿cómo dije esa estupidez? Interesante eso que uno va aprendiendo también de sus cagadas. Sí, exacto. No es claro que todos podemos escribir. Es claro que todos con suerte y con vocación podemos dedicarnos al of todos podemos escribir. Es claro que todos, con suerte y con vocación, podemos dedicarnos al oficio de escribir. Pero últimamente pienso que no solo podemos, sino que debemos escribir. Escribir es la mejor terapia que tenemos a la mano. Bienvenidos a Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Toma el audiocurso de escritura Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Toma el audiocurso de escritura Ficcionario en ellocutorio.com con Ricardo Silva Romero. Cuando yo me enfermé de cáncer, Ricardo, recuerdo un momento, una mañana, me hice el último examen, el diagnóstico había ocurrido una semana antes el tema ya se estaba filtrando a la opinión pública y había que contarlo, había que comunicarlo de alguna manera y la clínica del contra hizo un comunicado de una frase los comunicados de la clínica son especialmente fríos es cueto, lacónico y yo sentí que tenía que contar algo más entonces llegué a mi casa había salido de un pequeño procedimiento, yo creo que todavía tenía el cerebro así un poco medio entre entre mareado y conectado de otra manera y tenía que escribir algo y creo que hablé algo de esto y tiene que ver con ese tema de Borges, el de los helados. Si alguien tiene una conversación con mis hermanos y dicen sobre Alejandro van a decir, le falta disfrutar más la vida. Quizás muy... Mi mamá había dicho una frase en una Navidad con tragos. Decía, pobre Alejandro, toda la vida responsable y entonces tenía una reflexión sobre quizás demasiado a Z y esa la he tenido, hoy pienso cuando yo estuve el doctorado en la Universidad de California en San Diego que era un ambiente natural espectacular para caminadas para ir al mar, pasé mucho tiempo encerrado estudiando, estudiando, estudiando tratando de sacar las mejores notas. ¿No haber salido más o no? Yo cuando pienso si volviera a hacer el doctorado, estuviera un poquito más relajado. Yo pienso lo mismo de la universidad, que la sufrí en la maestría y en la universidad. La sufrí particularmente. No la disfruté, no disfruté lo que la gente de la universidad la sufrí particularmente no la disfruté no disfruté lo que la gente de la universidad suele disfrutar pues las rumbas y todo eso nunca siento que me tomé muy a pecho todo muy seriamente todo nosotros habíamos rescatado un escritorio del basurero había un pequeño cuartico yo me compré una silla el escritorio estaba contra una pared blanca y pasé infinitas horas ahí escribiendo leyendo tratando no sé de exigirme a mí mismo lo que nadie me había pedido. A mí me pasó exactamente igual y me escribí en Barcelona con un escritorio rescatado y una silla rescatada que tenía además como manchas de cemento, le había caído como cemento y no se podía quitar y me la pasé escribiendo una novela que se llama Walkman, por el aparato con el que uno escuchaba música en los 80s. Y de verdad que me la pasé mucho tiempo encerrado en Barcelona, que es una ciudad de fiesta, digamos. De fiesta, sí, con muchas cosas para hacer. Sí, demasiadas horas y también frente a una pared blanca. Y eso cuando uno vive por fuera no adorna mucho. Entonces sí, sí creo que el arrepentimiento real de esos años de estudio y juventud quizás es no haberse visto desde arriba lo. Haberse tomado todo en serio, pues evita cagadas con gente y con haber cumplido en haber cumplido, haber cumplido los compromisos, terminar, hacer una tesis. Bueno, digamos que incluso terminé en un año menos de lo que había planeado. Claro, exacto. Hay un momento en esa época que eran los domingos a las once de la noche. Que yo veía un noticiero en Español de Univisión, donde daban los goles de la fecha de fútbol de Colombia. Y era el único momento en que yo podía decir estoy relajado. Sí. Ese peso abrumador de la responsabilidad. Lo dejaba un poco de lado, pero siempre me acompañó. Mi momento de soltar es el peso de la vida y del mundo y del estudio y la novela que estaba escribiendo, que además es larguísima, era ir a cine una vez por semana porque no alcanzaba la plata para más. Y era un momento de no ser uno mismo. Y era un momento de no ser uno mismo. Que entre otras estábamos hablando antes de empezar en la frase famosa, el chiste famoso de Woody Allen que es mi único arrepentimiento es no haber sido otro. Es una gran frase y que es más o menos lo que estamos diciendo en este momento, como es no haber sido otro en esa época. Es es es ya es imposible, ya es medio inútil, pero quizás pensando en Tomás y en Inés y en los regaños que no quiere uno haber soltado. hay un tema que uno puede pensar que es algo así como el arrepentimiento preventivo como ya saber que que se va uno a arrepentir de ciertas cosas que no ha hecho o que hizo y no volverlas a hacer lo que estamos hablando de el aprendizaje uno va aprendiendo eso también pensando en Woody Allen hay una película muy buena de él que poco se menciona que se llama Broadway Danny Rose que es la historia de un manager de artistas malos entonces es absolutamente genial y él en algún momento suelta la frase de que la gracia de la culpa es sentirla antes para evitar para evitarle los males a los demás, bueno no es lo mismo el arrepentimiento que la culpa pero si es preventivo puede servir para esas cosas para estar más en la casa o para no decirle a nadie nunca más que está decepcionado esas cosas sirven. Muchos años después porque yo tenía esta cosa que estoy contando, nunca la había contado tan explícitamente Ricardo, eso es lo bueno de este podcast que para nosotros tiene un lado de catarsis fui a Medellín y el quien restrepo, el poeta y escritor, me regaló un libro de él de poesía. Y empecé a ojearlo en el avión de regreso y me encontré con un poema que se conectaba con eso. Voy a leer la última parte que dice que uno levanta día a día luchando, aferrándose hasta sangrar a fin de cumplir con algo en la vida, al fin de alcanzar lo que nunca en verdad se te ha pedido. de alcanzar lo que nunca en verdad se te ha pedido yo pensaba eso alcanzar lo que nunca se nos había pedido, ¿por qué? ¿por qué esa pulsión? esa autoexigencia hay una idea que si no estoy mal es de Turo que lo confunde a uno en este tema y es la idea de él de que el arrepentimiento es la prueba de que uno está viviendo plenamente o sea que tiene el lado positivo de que uno es consciente y está evaluando sus decisiones me parece interesante no es necesariamente malo, sino que es una investigación dentro de uno mismo para avanzar, para evolucionar, como dirían en los libros de autoayuda. Me parece que detrás de este arrepentimiento hay esta condición poética de la vida, Ricardo, y es que la vida que vivimos pudo haber sido otra de las mil vidas que pudimos haber tenido, nosotros retrocedemos la cinta y volvemos a poner play sale otra, una pregunta de seguridad y esa otra vida paralela ese multiverso que no habitamos siempre está ahí, como una posibilidad y esta reflexión que tú dices tiene que ver con el arrepentimiento que en el fondo es una idea, uy, ¿qué tal si yo hubiera cogido este camino? Claro. Esta otra vida. Y creería que es muy literario y que es muy importante elaborarlo, es decir, como reescribirlo, usarlo para textos, hablarlo, antes de que se convierta en una, en un ancla, como en un trauma, como en que uno siga dándole vueltas a esa historia y en cumpla, digamos, uno de los propósitos del zen o de los zen, que es no atarse al pasado, que es y que en otros términos en psicología o algo puede ser el trauma que es la depresión por quedarse dándole vueltas a algo que pudo ser mejor yo creo que ahí está la función de la escritura por ejemplo. Exacto, exacto contar esa otra historia hay un fragmento de una novela muy buena de Philip Roth que se llama Pastoral Americana no la he leído pero me fascina es una novela muy buena y en la primera parte de la novela el protagonista que es un poeta llega a la reunión número 60 de los compañeros de bachillerato de colegio 60, o sea, tenían 80 años durísimo, les temo a esas reuniones imagínense las 60 terrible y él llega y está ahí un rato, da vueltas por un salón de hotel desangelado donde está ocurriendo la reunión y se escapa y se escapa para el hotel y se sienta y escribe una especie de discurso que él debió haber pronunciado en esa reunión es buenísimo la historia y lo que les dice, no sé si esto ya lo había contado aquí otra vez, les dice cuando salimos del bachillerato de hace 20 años, toda nuestra vida estaba por delante, ahora amigos y amigas, ya vivimos esto fue todo. Uy, uy, uy, qué cosa tan terrible y tan buena. Esto era todo. Esta era la vida. Cómo es de buenos escritores. Sí, hagan las paces con lo que pasó. Con lo que pasó. Esto fue. Hagan las paces. Sí, sí, esto fue. Vuelvan la anécdota, pues. Y esa comparación entre cuando tiene 20 años y tiene 80. Uy, qué bueno. Creo que había dado el discurso cuando se graduaron la primera vez. Es veraco porque es la vida, no es en la vida. Y en ese transcurrir, en esos días que se van superponiendo, uno siempre tiene un poquito la idea de que está desperdiciando la vida. Ricardo, lo que a todos nos asalta esa miedo, pero en el fondo no estamos haciendo lo que se puede. Claro, ese es el gran temor y lo que lo puede a uno enredar mentalmente y deprimir es pensar que no es suficiente lo que está viviendo, que no era esto, que no es espectacular lo que le está pasando. Yo quedé pensando en que yo leí el discurso de grado en el colegio. Yo también. Estamos jodidos. Y en la universidad. En la universidad no hubo discurso porque eso fue casi ventanilla porque en literatura no había. Yo leí el del colegio, el de la universidad. Fue como rector en infinitas ceremonias de grado. Mucho discurso. He practicado ese género peligroso con una asiduidad ya ridícula. Ricardo, pero bueno, lo confieso. Un arrepentimiento quizás. Pero estaba pensando que quizás la confrontación máxima es con los compañeros del colegio, de verdad. Que el otro día tuve un almuerzo con unos muy entrañables, muy queridos y a mí siempre me sorprende, que no sé si significa que no, el vaivén de la autoestima y del amor propio, que me sorprende que no sé si significa que no el vaivén de la autoestima y del amor propio que me sorprende primero que me reconozcan que digo bueno no tengo ya pelo yo me veo a mí mismo diferentísimo de cuando tenía 18 años y todo el mundo lo ve a uno igual inmediatamente la conversación es semejante a la que uno tenía cuando estaba con ellos hay algo no se conecta inmediatamente la conversación es semejante a la que uno tenía cuando estaba con ellos. Hay algo y no se conecta inmediatamente. Y esa cosa benigna me sorprendió como que uno podría decir, bueno, cuántos divorcios hay acá? Cuántos fracasos? Cuántas salidas en falso? Comparándolas con el discurso de grado, que es puras promesas y puros éxitos nunca cambies y no hay yo creo que después de un tiempo todo el mundo es compasivo y entiende que no es fácil nada porque esa promesa que nos hicimos en esa ceremonia forever young no resultó siendo cierta la hijueputa de eso no existe. Y sí, hay maneras de ir encontrándole el sentido a la edad que uno tiene. No es fácil por momentos. Hay ratos en los que uno dice, bueno, esto no llegó a ninguna parte, pero como el discurso de Philip Roth, esto fue todo. Con los compañeros de colegio lo que pasa Ricardo es que hay una especie de solidaridad esencial y es que nos ha pasado lo mismo. Envejecimos unos y otros. Y no nos lo esperábamos. El otro día me salió una entrevista de George Harrison diciendo que lo que más le había impresionado de su vida, George Harrison, el de los Beatles, que era que entre los 15 y los 55 todavía ha pasado muy rápido. Yo les advierto, les estoy advirtiendo a la gente, esto va a pasar muy rápido y creo que sí tiene razón. Yo tengo muy fresco, por ejemplo, el día de ese discurso de grado. Lo veo clarísimo. Yo fui testigo, era en esa época de la juventud, cuando estábamos saliendo del colegio, había el mejor amigo de mi papá, iba a la casa y siempre se ponía a conversar con mi papá. Y yo era como testigo de esas conversaciones y siempre decía eso. La vida pasa muy rápido. Y yo lo veía como un viejito echando cantaletas. Sí, eso parece muy tonto. Muy tonto, sí. Pero así es. Sí, es impresionante. Pasa muy rápido. Y yo lo veía como un viejito echando cantaletas. Sí, eso parece muy tonto. Muy tonto, sí. Pero así es. Sí, es impresionante. Pasa muy rápido. Hay dos temas más que tenía por aquí anotado sobre el arrepentimiento. Y uno es que los pequeños arrepentimientos sí valen. Por ejemplo, los micro arrepentimientos tipo no he debido comer por la noche a las 3 de la mañana lo levanta uno el arrepentimiento y dice esto fue un error, esos arrepentimientos me parecen justos y útiles si, esos son terribles uno no tiene hambre, lo invitan a una comida dice no voy a comer nada, pero le ponen un plato y el otro, termina comiendo llega uno a las doce y media de la noche tiene que levantarse al otro día temprano y no puede dormir, terrible ¿no? no, terrible, empieza a tener calor como si estuviera en otra ciudad, bueno es un error todo, y el otro que tenía era el que ahora nos preguntan eventualmente a los dos cada uno por su experiencia, que es el arrepentimiento por votar por ejemplo por Petro o por haber apoyado a Petro o lo que fuera. A mí me van a enloquecer con esa pregunta. Que ya es insoportable ¿verdad? Y es muy insensata la pregunta. Lo que pasa es que es una pregunta que no tiene en cuenta que la decisión se tomó en su momento con información y cuáles eran las circunstancias y el contexto. Se mira en retrospectiva. Con esa inteligencia retrospectiva que es muy fácil decir pues sí. Totalmente. Esta decisión fue equivocada, pero cuál era el contrafactual, qué pudo haber pasado, cuáles eran las apuestas que uno hizo. Pero bueno. Yo antes de venir aquí vi la entrevista que te hicieron en No Apto, que además me parece una gente chévere. ¿Cuáles eran las apuestas que uno hizo? Pero bueno. Y me pareció muy sensata la respuesta de, bueno, eso tenía un contexto, ya lo hemos hablado otras veces, pero no, me parece que es interesante y es hasta rico de hablar, que es, había dos cambios propuestos, el cambio histórico de Petro y el cambio histérico de Rodolfo y uno confiaba en que Petro era una persona que comprendía la historia de Colombia y que tenía una historia para ofrecerle a la historia de Colombia como una historia de desmovilización y de paz y de apertura democrática de inclusión de otro discurso valioso, pero esta semana a riesgo de ponerlos coyunturales me ha parecido que lee en diagonal la historia de Colombia como que toda esta celebración, incluso banalización del martirio de los revolucionarios estas exposiciones en la Casa Nariño. Esa historia de Colombia que se cuenta Con esa exposición Que no es la única historia Y que él trata de convertirla en nuestra historia patria Como oficial Incluso triste que un escritor Sea el escritor del oficialismo Y me parece No creo que Quisiera haber jugado ese papel Yo creo que ningún escritor Querría ser matriculado en ningún propósito como nacional, porque justamente el espíritu crítico, los arrepentimientos, la mirada irónica, la discusión permanente, pues alimenta mucho al escritor, pues a la escritura. Completamente. Comenzamos esta conversación con los lugares comunes. Si hay otro lugar común que tiene que ver con este tema, que yo ya no me aguanto y son las mariposas amarillas. No más. No más, no. Me arrepiento. Me arrepiento. De las mariposas amarillas. Creo que tenemos que arrepentirnos todos de haber reducido a ese, a esas mariposas semejante pues obra pues es una obra que está en la escritura de una obra que no es de alguna manera reducible a eso es un reduccionismo absurdo una obra que a mi me parece que es contra el fanatismo justamente esa literatura de este tipo y terminó siendo pues como insumo para el fundamentalismo Hay un libro pirata de Gabriel García Márquez que recoge unos textos periodísticos de los años 70, o sea posterior a la publicación de Señores de Soledad, yo lo tengo, se llama Periodista o Periodismo Militante y hay una entrevista que él da dos años después de la publicación de Cien Años de Soledad sobre cuál es el significado de Cien Años de Soledad en términos del cambio social. Si tiene algún significado político. Y no era el reduccionismo, era que el cambio es difícil, que la transformación de la sociedad no la puede dirigir nadie desde arriba. Que la vida es compleja. Él lo dice de manera muy explícita, criticando las interpretaciones reduccionistas que él veía de ciertos críticos europeos. No se debe imaginar que ahora su obra va a ser reducida a esto. Sí, claro. Eso sí lo lleva a uno a pensar en que puede existir arrepentimientos de país y sociales y nacionales. El arrepentimiento nacional o histórico colombiano nos hizo pensar que ese voto era importante, como el arrepentimiento en nombre de todas las injusticias y las desigualdades. Uno trata de enmendar la historia cuando vota y no se puede arrepentir después de haber votado. Voy a terminar con un último lugar común de esta frase, que es verdad también, la vida se vive hacia adelante, se explica hacia atrás. Como los partidos de fútbol. Sí, exacto. Es que es muy parecido. Por eso el fútbol me parece tan interesante, porque el fútbol es como la vida, ¿no? Lleno de azar, de contingencia, de cosas que pudieron haber pasado distintas. Contrarreloj. Exacto. Irreversible. Exacto. Irreversible. Triste y alegremente irreversible, como la vida. Así es. Abrazo, Ricardo. Abrazo. Elige siempre un buen rato. Elige siempre una buena conversación. Así es. Abrazo Ricardo. Abrazo.