¿Cuáles párrafos y títulos te han llamado la atención?

¿Cuáles párrafos y títulos te han llamado la atención?

30 de mar de 2025

En este episodio del podcast "Tercera vuelta", Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero comparten y comentan sobre fragmentos literarios y los títulos más memorables de los libros que han leído o escrito. Además, discuten sobre cómo los títulos y los párrafos reflejan la esencia del contenido de las obras y afectan la percepción de los lectores.

Capítulos

Fragmentos que Resuenan

Alejandro y Ricardo discuten sobre la importancia de algunos fragmentos de libros que han leído, como 'Los caminos a Roma' de Fernando Vallejo y un fragmento de 'Sobre héroes y tumbas'. Comparten el significado que estos textos tienen para ellos y cómo reflejan conexiones profundas con la literatura y la historia.

Títulos Literarios Memorables

Conversan sobre cómo los títulos de los libros pueden atraer o disuadir a los lectores. Alejandro menciona algunos de sus libros, como 'Alguien tiene que llevar la contraria', y reflexionan sobre títulos de otros autores. Coinciden en que un buen título brinda pistas sobre el contenido o el tono del libro.

Reflexiones sobre la Escritura y la Identidad

Ricardo y Alejandro intercambian pensamientos acerca de cómo los párrafos y títulos que les gustan influyen en sus propios escritos y cómo estos elementos reflejan sus personalidades y visiones del mundo. Destacan la terapia que ofrece la escritura en el entendimiento personal y colectivo.

Más que Palabras - La Fuerza del Discurso

Continúan el intercambio con el análisis de discursos poderosos en la literatura, como el monólogo de Shylock en 'El mercader de Venecia'. Hablan sobre cómo estos discursos capturan la esencia de la historia y expresan emociones humanas intensas.

La Magia de Nuevos Comienzos Literarios

Finalmente, Alejandro lee un párrafo de 'Las horas' de Michael Cunningham, resumiendo su visión sobre cómo las promesas de la felicidad pueden ser la felicidad misma. Ricardo complementa con otros ejemplos de libros que dejaron una huella en su vida literaria.

Conclusión

Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero cierran el episodio reflexionando sobre el poder de las palabras y cómo los libros pueden capturar momentos de nuestras vidas o abrirnos a nuevas formas de pensar. Con un intercambio rico en citas literarias, dejan en el aire una invitación a explorar y apreciar la literatura en sus múltiples formas.

Menciones

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Titular los libros es difícil me ha llamado la atención y te planteo esta pregunta que tú tienes una forma muy distinta de titular tus libros a tus columnas, las columnas con una sola palabra siempre, los libros con frases más atractivas caí en cuenta de que tienden a gustarme tienden a fascinarme los párrafos con espíritu de monólogo, de, por ejemplo, fluir de conciencia o de enumeraciones caóticas o de estallidos de furia articulados pues con una maestría increíble. Tercera vuelta. El podcast. Con Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero. Un podcast de El Locutorio. Arroba El Locutorio DC Hola Ricardo, esta semana no pudimos encontrarnos, nos lo impidió el agite aquel al que llamamos vida que aborrecemos y buscamos al mismo tiempo, ahora lo pienso en tercera vuelta tenemos tres tipos de episodios, los coyunturales que tienen un énfasis o tinte político, los que describen hechos de actualidad pero no son políticos y los que son más fríos para decirlo en lenguaje periodístico y que usualmente tratan sobre literatura. Vamos a intercambiar o quiero que intercambiemos mensajes de WhatsApp sobre párrafos y títulos de libros que nos han llamado la atención para compartirlos con nuestra audiencia. Yo quiero comenzar por un párrafo de un libro que leí hace ya muchos años en 1988. Los caminos a Roma de Fernando Vallejo es el tercero en su pentalogía. El ruido del tiempo precedido por los días azules y el fuego secreto. Recuerdo cuando leí este párrafo la emoción que me provocó, la emoción del descubrimiento de la conexión de la historia 500 años después y la celebración del lenguaje que aparece en este párrafo. Voy a leerlo entonces. De la conversación que sostuvimos por Tentosa, jamás lograré recordar las palabras. Hablamos en español. Yo en mi español actual, sin alma, era un español extraño, arcaico. Me hablaba de voz, pero no era el voz de Antioquia que es vos y tú, ni el voz mayestático. Era un voz que nunca antes había oído, suyo, solo suyo, el voz que usó Castilla cuando su lengua no conocía el usted. ¿Os he visto llegar? Es lo que dijo, ya no recuerdo. Y los vocablos, los lejanos, los perdidos vocablos. No decía los muchachos, decía los mancebos. ¿Los mancebicos, dijo? ¿Los mancebbiejos los que venían con ella de israel y que no hablaban castellano el castellano dijo se lo enseñó su abuela que ya murió y salvo con ella con nadie más lo había hablado en el mundo hasta ahora que me encontraba a mí mi abuela vive pensé y soy doblemente afortunado porque te encuentro niña de dónde ¿De dónde venís? me preguntó su dulzura, y en el momento irreal, mirándose la hondina, meciéndose el ahorcado, recobraba la gracia en su voz infantil, el acento, la perdida viveza, y oía las dobles heces, y las sé con sedilla que nadie que viva ha oído en mi idioma. Yo, solo yo. Mi ignorancia entonces no lo supo. Años después descubrí la razón del prodigio. Era el judeo español, el español cefardita, el de los cefardís que echaron de España 500 años a. El que se fue de Toledo expulsado por los reyes católicos al Cairo, a Estambul, a Salónica, con los pobres y redentos judíos. Hola Alejandro, si estuvo dura la semana, agobiante por momentos, pero bueno, este ejercicio de los mensajes de voz tiene su encanto, tiene su gracia, es otro tipo de conversación y esta idea de hablar Me encanta, tiene su gracia, es otro tipo de conversación. Y esta idea de hablar de párrafos que nos han importado, que nos han articulado lo que sospechamos o lo que queremos decir. Y además esta conversación sobre los títulos lo pone uno a pensar un montón de cosas nuevas. Yo, por ejemplo, caí en cuenta mientras escuchaba tu párrafo de Vallejo, que entre otras es un prosista con un oído inmejorable, caí en cuenta de que tienden a gustarme, tienden a fascinarme los párrafos con espíritu de monólogo. De, por ejemplo, fluir de conciencia o de enumeraciones caóticas o de estallidos de furia articulados con una maestría increíble. articulados pues con una maestría increíble y el primero que me suena es el de Sobrehéroes y Tumbas, el párrafo famoso en el que estalla el investigador del mundo de los ciegos. Es el capítulo 13 del informe sobre ciegos que dentro de Sobre Héroes y Tumbas firma Fernando Vidal Olmos. Y ese capítulo poco a poco va llegando a este párrafo que, repito, tiene modos de estallido, pues de histeria, de desahogo. Y creo que me siento especialmente cercano a sus párrafos. Es este. pura inocencia de la niñez, hasta correctos funcionarios municipales que sin embargo se llevan papel y lápices a la casa. Ministros, gobernadores, médicos y abogados en su casi totalidad, los ya mencionados pobres viejitos en inmensas cantidades, las también mencionadas matronas que ahora dirigen sociedades de ayuda al leproso o al cardíaco después de haber galopado sus buenas carreras en camas ajenas y de haber contribuido precisamente al incremento de las enfermedades del corazón. Gerentes de grandes empresas, jovencitas de apariencia frágil y ojos de gacela, pero capaces de desplumar a cualquier tonto que crean el romanticismo femenino o en la debilidad y desamparo de su sexo, inspectores municipales, de su sexo, inspectores municipales, funcionarios coloniales, embajadores condecorados, etcétera etcétera, canallas march, que ejército mi Dios, avancen hijos de puta nada de pararse ni de ponerse a lloriquear ahora que les espera lo que les tengo preparado, canallas dredge, hermoso y aleccionador espectáculo quiero que hablemos Ricardo Ahora que les espera lo que les tengo preparado. Canallas Dretsch. Hermoso y aleccionador espectáculo. Quiero que hablemos, Ricardo, sobre los títulos de nuestros libros. Yo escribí mi primer libro para no especialistas, libro que trataba de llegarle a una audiencia un poco más amplia hace ya 20 años, en el año 2005. Este libro era un libro heterogéneo, incluía algunos ensayos sobre política pública, sobre política social en particular, pero también incluía algunos ensayos literarios. Por ejemplo, un ensayo sobre la posible visita del novelista Joseph Conrad a Colombia en el siglo XIX y también un libro que recogía una polémica que había tenido con el poeta y escritor y ensayista William Ospina. Después de una breve conversación con mi editor, en su momento le pusimos a este libro un título pésimo, del romanticismo al realismo social y otros ensayos. Repito, del romanticismo al realismo social y otros ensayos. Agradezco que se hayan vendido algunas copias de este libro después de semejante título. Alguien tiene que llevar la contraria fue el título de uno de mis libros siguientes que llamó la atención. Resultaba una conversación más larga con mis editores. Después, cuando yo escribí un libro sobre mi experiencia con el cáncer y esa coincidencia irónica de ser paciente de cáncer y ministro de salud, al mismo tiempo yo tenía un título extraño. El cáncer es como la vidacia irónica de ser paciente de cáncer y ministro de salud al mismo tiempo yo tenía un título extraño el cáncer es como la vida y lo explicaba en la introducción este título no le gustó a los editores con razón y sugirieron un título que me pareció inicialmente un poco paulo coelesco hoy es siempre todavía un proverbio de antonio machado terminé acostumbrándome y hoy me gusta quizás el título que más me gusta de mis libros es Siquiera tenemos las palabras, que surgió de una conversación en WhatsApp con el poeta Federico Díaz Granado después de la muerte del novelista Roberto Burgos Cantor. No espero hacer ese viaje, también me gusta, me parece un título que de alguna manera anticipa una historia interesante, en este caso la historia del suicidio de Stefan Sveik y su esposa y de su frustrado viaje a Colombia. Mi último libro se tituló El desdén de los dioses, un título un poco críptico, he terminado por acostumbrarme, pero varias personas me han dicho que ese título es un poco difícil de entender ¿Qué es la libertad? hace ya algunos meses. Creo que hablamos entonces de la insoportable levedad del ser, el famoso título del libro de Milán Kundera. Cache que no hay que leer el libro, el título en sí mismo lo justifica. Hablamos también, esa vez, de perder es cuestión de método de Santiago Gamboa, un titulazo que llama la atención inmediatamente. Estoy aquí, Ricardo, al frente de mi biblioteca buscando títulos que me llamen la atención, que me parezcan buenos. Encuentro por aquí Santo oficio de la memoria de Mempo Giardinelli, un titulazo me parece. Al diablo la maldita primavera de Alonso Sánchez Bauter, me parece un título bastante atractivo. A lo Rocíoío Durcal Melancolía de la resistencia del escritor polaco Laszlo Krasná-Horkaj un título muy bueno me muevo así hacia la literatura latinoamericana y encuentro a Roberto Bolaño de los detectives salvajes es un título muy bueno, titulazo Los sinsabores del verdadero policía. Me gusta también el título de este libro de cuentos de Borges, La muerte y la brújula, El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura. Y llego aquí a García Márquez, que era un gran titulador, el ahogado más hermoso del mundo, lo encuentro por aquí, incluso crónica de una muerte anunciada y finales de soledad, ya son lugares comunes pero eso no le quita lo excelente que son estos títulos. Llego aquí a los libros de ciencia, Richard Dawkins, el biólogo y divulgador inglés, es un gran titulador. El gen egoísta y el relojero ciego son los títulos de dos de sus libros más famosos. Aquí los tengo al lado de mi biblioteca, al lado del origen de las especies de Charles Darwin, quizás uno de los títulos más famosos de la historia en uno de los libros más influyentes de la historia de la humanidad. de la humanidad. Quisiera, Ricardo, entonces que compartieras algunos de los títulos de tu biblioteca o los títulos, no los libros que más te gustan, sino los títulos de algunos libros, los títulos preferidos. Pues Alejandro, no estoy diciendo nada muy inteligente si digo que los textos comienzan en los títulos y que hay títulos maravillosos como el nombre de la rosa, por decir algo, que aquí lo estoy viendo también en mi propio Invención de la Soledad, o El País de las Últimas Cosas, o El Palacio de la Luna, o La Música del Azar. Esos títulos de las novelas de los 80 de Paul Auster son maravillosos. Ahora hablabas de Kundera, que tiene una cantidad de títulos brillantes, como El libro de la risa y el olvido, por ejemplo, o la insoportable lealtad del ser, decías. A mí me gusta mucho La vida está en otra parte, que es otro título de Kundera. Y bueno, a mí no me parece que sea tan terrible del romanticismo al realismo social, porque yo creo que son libros que tienen su contexto. Lo salva que no pretende ser una novela policiaca y entonces le está llevando a sus lectores al lugar correcto, digamos. Me gusta mucho Alguien tiene que Que Llevar La Contraria, me parece muy bueno Hoy Es Siempre Todavía, siquiera tenemos las palabras, me parece también un hallazgo, en fin, incluso El Desdén de los Dioses, a mí me parece un título muy bueno, yo lo defiendo. Mi relación con los títulos ha sido parecida a mi relación con el mundo y es que yo soy consciente de que uno se la puede jugar por títulos con vocación de verso, con títulos contundentes, con títulos que sean lapidarios incluso. Y algo he jugado con eso más bien de modo irónico, historia oficial del amor o cómo perderlo todo. Si uno se queda un rato en esos títulos, pues ambos son títulos puestos con humor. Pero como en la vida, tiendo a buscar títulos que sean casi descriptivos como los de las pinturas. Entonces, Autogol, en un primer momento, la novela sobre el asesinato de Andrés Escobar, pues es un título simple, pero es eso lo que hay adentro de esa novela o Alpe de Hues pues es realmente un título que parece pues no haber tenido mucha lucha para ser pensado y sin embargo es lo que hay allí, es lo que hay adentro es casi que una descripción que puede parecer literal pero que a mí lo que me gusta es que luego dentro del libro uno puede irle dando otros significados, puede ir jugando con esa aparente simpleza, esa simpleza casi zen. casi zen pues lo que pasa con las columnas por otro lado es que yo vivía muy contento haciendo las reseñas de cine porque el título de cada una era el título de cada película la película reseñada le daba el título a la reseña de tal modo que cuando me tocó empezar a titular columnas semanalmente, me pensé un modo de titular que fuera así de simple, así de fácil, así de incluso de perezoso, que es la estrategia de ponerles una sola palabra, que luego se va volviendo más difícil de lo que parecía, menos perezoso de lo que parecía, y se vuelve un juego casi como de ir creando un diccionario y de ir cargando esas palabras de significado según lo que vamos enfrentando semana tras semana. No es claro que todos podemos escribir. Es claro que todos con suerte y con vocación podemos dedicarnos al oficio de escribir. Pero últimamente pienso que no sólo podemos, sino que debemos escribir. Escribir es la mejor terapia que tenemos a la mano. Bienvenidos a Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Toma el audiocurso de escritura Ficcionario en ellocutorio.com slash ficcionario con Ricardo Silva Romero. Quiero compartir ahora Ricardo un párrafo, un fragmento del ensayista y poeta alemán Hans Magnus Enzensberger, murió en noviembre de 2022, el 24 de noviembre de 2022, leo por aquí. Y este párrafo intenta hacer una celebración, o puedo decirlo de esta manera, una constatación de una conexión, de una especie de coincidencia o afinidad fundamental. Desde que leí la primera vez a Ennsberg, hace aproximadamente 15 años, casi que puedo decir que suscribo exactamente todo lo que le comparto, su visión del mundo, una especie de resignación no cínica sino trágica, un sentido trágico y compasivo de la realidad, de la realidad política y de esta época en que vivimos. Hace aproximadamente tres, cuatro meses en una librería bocotana tomé de una mesa un libro de ensayos de Enzberger, panóptico, y abrí en una página cualquiera, al azar, y encontré el siguiente párrafo, una coincidencia, repito, alucinante. Paso a leerlo. Por eso, un gobierno no puede permitirse diferenciar entre problemas solubles e insolubles. Lamentablemente se observa que la segunda de estas categorías, la de los problemas insolubles, crece a medida que afinamos la mirada. Ejemplos no faltan. Cualquier ministro de salud sabe de lo que hablo. No solamente debe atender las infinitas quejas de la gente en vez de ocuparse de su bienestar. El sistema que ha de defender desborda sin remedio a la nada envidiable persona que lo representa. Todos los intentos de reformarlo se han estrellado en una alambrada de enmarañados conflictos de intereses. Médicos, hospitales, servicios asistenciales, seguridad social y grupos farmacéuticos persiguen intereses opuestos. Al mismo tiempo, el lastimoso ministro tiene que tener en cuenta millones de pacientes que suponen una nutrida cohorte de electores. El gasto, que aumenta a ritmo vertiginoso, vida cohorte de electores. El gasto, que aumenta a ritmo vertiginoso, revienta todo presupuesto imaginable y cabe vislumbrar que a la corta o a la larga los hechos demográficos acabarán desbordando el sistema entero. Al ministro solo le queda la vía de la improvisación, el intento de ganar tiempo, la fórmula media que refuerce el sistema antes que resolver sus contradicciones. Hay un lado malo del intercambio de mensajes de voz, que es que no queda grabado cuando uno se ríe, y a mí me dio mucha risa el párrafo de Etzenberger, que me parece además un poeta muy brillante. A mí se me ocurre responderle a ese párrafo con el gran párrafo de la Lefe, el Cuento de Borges, pero es un párrafo muy largo, entonces voy a leer la parte final, que es esta. Vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplican sin fin, vi caballos de crina remolinada en una playa del mar Caspio en el alba, vi la delicada osatura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un hibernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio y la letra me hizo temblar cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi oscura sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras vi tu cara y sentí vértigo y lloré porque mis ojos habían visto este objeto secreto y conjetural cuyo nombre usurpan los hombres pero que ningún hombre ha mirado el inconcebible universo yo creo que uno no puede escribir mejor que eso creo que de cierto modo, construir un texto, construir una novela, sobre todo, es estar yendo casi a la manera del montaje del cine, estar llegando poco a poco a este tipo de párrafos, a unas especies de clímax de drama o de verso final en un soneto. Y bueno, de verdad que queda uno pensando que es imposible mejorarlo. Quiero compartir Ricardo un último párrafo, al menos desde el año 2012 en mi cuenta de Instagram, posteado o archivado, podríamos decirle una especie de álbum de fotos también personal, fragmentos, muchos de ellos de poemas, pero también algunos de novelas e incluso de ensayos. Hice una revisión no exhaustiva y encontré uno que me llamó particularmente la atención. Y encontré uno que me llamó particularmente la atención. Viene de una novela que leí hace ya muchos años, por allá en el año 1999, vivía yo en los Estados Unidos. Una novela de Michael Cunningham que se llama Las Horas. Una película después protagonizada por Nicole Kidman y Merlio Strie creo que del año 2016 y hay un párrafo muy bonito que resume la idea de la novela y que quiero entonces leer para finalizar este intercambio de audios de Whatsapp el párrafo entonces es un manifiesto existencial que nos dice entre otras cosas que la promesa de la felicidad es la felicidad misma. Paso a leerlo. Sí, piensa Clarisa, ya va siendo hora de que el día termine. Damos nuestras fiestas, abandonamos a nuestras familias para vivir solos en Canadá. Luchamos por escribir libros que no cambian el mundo a pesar de nuestros esfuerzos incansables, de nuestras esperanzas más extravagantes. Vivimos nuestras vidas, hacemos lo que hacemos y luego dormimos. Es tan simple y ordinario como esto. Unos pocos se arrojan por la ventana o se ahogan o toman pastillas, más mueren por accidente. Y la mayoría de nosotros, la gran mayoría, somos devorados lentamente por alguna enfermedad o si tenemos suerte, por el tiempo mismo. Solo hay esto como consuelo, una hora aquí o allá en la que nuestras vidas parecen contra todo pronóstico y expectativa, abrirse de par en par y darnos todo lo que siempre habríamos imaginado. Aunque todos, excepto los niños y quizá incluso ellos, sabemos que esas horas inevitablemente irán seguidas de otras mucho más oscuras y difíciles. Aún así, celebramos la ciudad, la mañana, y anhelamos más que nada en el mundo por más. Yo leí Las Horas cuando salió en una traducción que es muy brillante de Margarita Valencia y realmente sentí que era una novela pues tan brillante como se puede hacer una novela, es decir, es de verdad el dominio de un género. Y muy cerca de ese momento leí también Poby Dinga en la novela de Ben Rice, que ya me siento a veces medio loco mencionándola porque también para mí ha sido una novela difícil de superar, por su precisión y su tristeza tan lograda, tan auténtica. Entonces, pues esto me conmueve mucho, la lectura del párrafo de las horas. Pero sigo en mi línea de párrafos que son monólogos, estallidos, hallazgos del mundo. Quizás también tenga que ver mucho con el amor por el cine y por el teatro y por el drama, que pues tiende a ir llevando a los personajes hasta el momento de una declaración de principios. A mí me gusta mucho una película que se llama La Hora 25, de Spike Lee, que es basada en una novela. Y sobre todo me gusta el monólogo del protagonista contra todo lo que está pasando en Nueva York. Y me gusta mucho una película de Sidney Lumet que se llama Network que justamente arranca con un con un monólogo furioso enfurecido por todo lo que está pasando y lo que más me impresiona de todos estos monólogos es que pues son relevantes siempre ese estallido está justificado siempre para cerrar justamente pues son relevantes siempre, ese estallido está justificado siempre. Para cerrar, justamente, se me ocurre el monólogo que además siempre termina metiéndose en las cosas que yo estoy escribiendo en las ficciones, que es el monólogo de Shylock en el Mercader de Venecia. Leo una parte porque también es largo. Me ha arruinado, por él he perdido medio millón, él se ha reído de mis ganancias y de mis pérdidas, ha afrentado mi raza y linaje, ha dado calor a mis enemigos y ha desalentado a mis amigos. ¿Y todo por qué? Porque soy judío. Y el judío no tiene ojos, no tiene manos, ni órganos, ni alma, ni sentidos, ni pasiones. No se alimenta de los mismos manjares, no recibe las mismas heridas, no padece las mismas enfermedades y se cura con iguales medicinas. No tiene calor en verano y frío en invierno, lo mismo que el cristiano. Si le pican, no sangra. No se ríe si le hacen cosquillas, no se muere si le envenenan, si le ofenden no trata de vengarse, si en todos los demás somos tan seme de mal, y es el cierre de esta conversación que hemos logrado tener mientras nos vol. Suscríbete ahora y escúchalo cada semana en tu plataforma favorita. Un podcast producido por El Locutorio. Ellocutorio.com Síguenos como arrobaellocutoriodc en redes sociales. Para algunos de nosotros, las finanzas personales no son solo personales. Incluyen a mucho más personas que nosotros. Amigos, vecinos, las comunidades que llamamos casa ¡Gracias! Nuestra ambición es hacer que sea mucho más. Thrivent, donde el dinero significa más. Conecta con nosotros en Thrivent.com La luz Check Engine de tu vehículo está encendida. Podemos ayudarte con O'Reilly Veriscan. Es gratis y provee un informe con soluciones basadas en más de 650 millones de escaneos verificados por técnicos maestros certificados ASE. Y si necesitas ayuda, podemos recomendarte un taller. 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