¿Cuáles han sido tus casas?

¿Cuáles han sido tus casas?

09 de mar de 2025

El episodio de hoy de 'Tercera Vuelta' con Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero explora el tema de las casas de la infancia como pilares fundamentales de nuestros recuerdos y la conexión emocional que tenemos con esos espacios físicos que nos han marcado de alguna manera.

Capítulos

Capítulo 1: Las casas de la infancia

Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero reflexionan sobre las casas de su infancia y su impacto en sus vidas. Las casas, tanto las de ellos como las de sus abuelos, se presentan como espacios llenos de historias y misterios, lugares que marcaron su desarrollo personal y subjetivo.

Capítulo 2: Recuerdos de objetos y momentos familiares

La conversación se adentra en los objetos que habitaban en las casas de sus infancias, como teléfonos antiguos, bibliotecas y juguetes. También se menciona la influencia de sus padres y abuelos en la percepción que ambos autores tienen sobre estos espacios.

Capítulo 3: Anécdotas y encuentros con personajes ilustres

Alejandro y Ricardo comparten recuerdos sobre personas famosas que conocieron durante su niñez, como el arquero Raúl Ramón Navarro Paviato y el técnico de fútbol Jorge Luis Pinto, anécdotas que resaltan la importancia cultural de estos encuentros.

Capítulo 4: La trasformación de espacios al convertirse en adultos

Los autores reflexionan sobre cómo la percepción de las casas cambia con el tiempo y la mudanza de una casa familiar a un apartamento en diversos momentos de sus vidas. Se destaca el papel del trasteo como símbolo de cambio y la inevitable transformación de los recuerdos.

Capítulo 5: Espacios nuevos, inseguridades y aprendizajes

Se tratan las experiencias de trasladarse a nuevas ciudades, como la llegada a Barcelona para Ricardo o a Estados Unidos para Alejandro. Se habla de la mudanza y el establecimiento en un nuevo entorno, reflejando la sensación de incertidumbre y el descubrimiento de nuevos mundos.

Conclusión

El episodio cierra destacando cómo las casas de la infancia y las experiencias asociadas a esos espacios son fundamentales en la construcción de nuestra identidad. Los recuerdos de las casas, los objetos y las prácticas sociales generan un tejido de emociones y conexiones que nos acompañan a lo largo de la vida.

Menciones

Ver transcripción
               ¿Cómo divertirse? De cualquier momento, en cualquier lugar. Paso 1. Vete a chumbacasino.com chumbacasino.com. ¡Lo tengo! Paso 2. Recoleta tu bonus de bienvenida. ¡Ven a Papá, bonus de bienvenida! Paso 3. Juega cientos de juegos de estilo casino gratis. ¡Eso es mucho! ¿Todos gratis? Paso 4. Descansa tu entusiasmo. ¡Woohoo! Ch-ch-ch-ch-chumba Chumba Casino ha estado entregando thrillos durante más de una década. Así que reclame tu bonus de bienvenida gratis ahora y vive la vida de chumba. Visita chumbacasino.com No purchase necessary. VGW group void where prohibited by law. 21 plus terms and conditions apply. ¡Gracias! Ahora hacer impuestos es tener un experto bilingüe de TurboTax ideal para ti, que solo presentará tu declaración cuando sea 100% precisa. Garantizado. Ahora los impuestos se hacen así. Intuit TurboTax. Consigue un experto ahora en TurboTax.com diagonal español. Expertos bilingües solo disponibles con TurboTax Live. Consulta los detalles de la garantía en TurboTax.com diagonal garantías. en trufotax.com diagonal garantías. Era también una casa de misterio y llena de libros y llena de recuerdos. Esto sí, eran museos esas casas, ¿no? La mesa del televisor de este apartamento también de California la había recogido de un basurero y una vez llegaron mis papás a visitarme y dijeron, ya demasiado, está demasiado feo. Como una indignidad. Yo sé que no tienen plata, pero es tan exagerado. Venga, le compro una mesa. El objeto de la vida es tener una casa tranquila. Uno está trabajando para eso. Cuando me voy a vivir a Estados Unidos quiero contar una anécdota inquietante que he contado pocas veces. Tercera Vuelta, el podcast con Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero. Un podcast de El Locutorio, arroba ellocutoriodc. Hay una anécdota sobre la literatura colombiana. Ahora es el natalicio de Gabriel García Márquez, creo. Esta semana cumplió años, 98 o algo así. Que tiene que ver con Cien Años de Soledad. Que dice que el título original era La Casa. Sí, La Casa. Yo creo que todos los escritores escriben en el fondo sobre ese espacio íntimo, sobre la casa. Sí, es recurrente y creo que es un tema en todas las obras. Yo creo que uno puede revisar y todos en algún momento han escrito sobre la casa de la infancia realmente. Yo creo que sí, es un tema recurrente en la literatura, es ese ámbito íntimo que nos acompaña toda la vida. Ahora que me releí la invención de la soledad de Paul Oster, hay toda una descripción de la casa del papá y de la casa de la mamá pero es, se ve un esfuerzo de reparar algo siempre, como de es un psicoanálisis de alguna manera. Somos esa casa primera. Sí, somos esa casa primera. Es difícil dejarla. Es difícil dejarla. Esa casa primera mía era en un barrio de Medellín cerca al estadio que se llamaba Florida Nueva. Era una casa de dos pisos y yo veía muy orgulloso de esa casa porque había un poste de la luz que tenía el transformador. Era el único transformador de la cuadra. Y esa casa porque había un poste de la luz que tenía el transformador era el único transformador de la cuadra y esa casa entonces era especial y ese transformador se dañaba una vez por semana y llegaban de las empresas públicas de Medellín a arreglarlo y todo el barrio se congregaba por la noche era la casa más importante de la cuadra claro en esa casa pasaba algo muy bonito yo oía los partidos de fútbol de Nacional en un radio y el gol sonaba primero en el radio y un milisegundo después oía el rumor, ese eco de la gente celebrando el gol en el estadio claro, es espectacular ese momento chévere genial, esa primera casa siempre está presente en todo lo que uno hace. Había un teléfono negro en el segundo piso, el único de la casa. ¿Cuántos pisos tenía? Dos. Entonces uno entraba, había... El teléfono quedaba en el segundo piso. En el segundo piso, entonces no subía a contestar. Y el segundo piso tenía una estructura muy simple. Nos subía a las escaleras a un lado, estaba una pequeña biblioteca, se llamaba en esa época. Sí. Y tres cuartos, de mis papás. Y el de los hermanos. El de mi hermana. Y el mío y mi hermano Matías, que compartíamos el cuarto en esa época. 48-31-50. ¿Era el teléfono? Era el número del teléfono. No puede ser. Negro. El de mi casa era 256 95 56, que era facilísimo, porque era casi para pedir un taxi, mejor dicho. Esa casa primera, en mi caso, es un apartamento. Y es un apartamento en la 100 con séptima, cuando ya suena de verdad a uno anciano, porque de verdad que el resto eran potreros. Todo lo que había allí era el seminario menor religioso, y no más sino este edificio, que es el edificio de la Gran Vía, que era una mole. Recurrente en tu novela. Recurrente totalmente, es una mole casirente totalmente es una mole casi sin arquitectura y era un apartamento digamos como también tres habitaciones y también una para los hijos otra para todos y una para los papás pero las veces de casa misteriosa de casa de miedo y de recuerdos extraños, era la casa de la única abuela que teníamos simbólica, que era la abuela de nuestros mejores amigos, que eran, y son aún, los Mayarov, Mayarov de la Lombana, pero esta era la abuela del lado de la Lombana, que era Doña Mari, era una señora fantástica vasca, ellos eran vascos, y tenían una casa en la 69 abajo de la séptima, y era una casa gigante para mi modo de ver, misteriosa, con una biblioteca enorme, cruzar por los pasillos era aterrador y todo se resolvía realmente en la cocina. La visita se hacía en la cocina y el resto de la casa era inagotable. En esa casa estuve muchas veces y es otra casa que tengo en mente siempre de la infancia. La casa otra que yo tuve en mi infancia fue la casa de mi abuela paterna, a la que íbamos los domingos en el barrio Prado, en el centro de Medellín. También una casa misteriosa. Sí, una casa donde tenía la sala que llamaban la sala de obispos, siempre cerrada, clausurada, sobre todo para los niños, dos comedores. Y tenía dos patios y tenía atrás, en la parte de atrás, una cosa que llamaban solar. En ese solar había gallinas, pero sobre todo esa casa tenía un sótano y había un misterio alrededor del sótano. Nadie bajaba. Era inexpugnable. Decían que entrar allá se necesitaba estar vestido de alguna manera especial porque había muchas ratas y algo bien ese sótano inconfesable nadie podía nadie puede entrar yo nunca pude entrar y nunca lo que sí con ese misterio no sé qué había ya que es que le hace su con día no estaba casa la de la 69 la familia de la Lombana era también una casa de misterio y llena de libros y llena de recuerdos. Eso sí eran museos, esas casas, ¿no? Esto también tenía muchos libros, tenía una biblioteca espasa, la de mi abuela, muy grande. Y sí tenía cosas donde uno podría encontrar tesoros, tenía baúles por ahí. Yo ocupaba esos domingos la habitación de mi tía, la que le decía na, y ella tenía un baúl. Y yo una vez abrí ese baúl y encontré una pistola hechiza. ¿Cómo? Pero que funcionaba, digamos. Que funcionaba y que tiene una historia familiar compleja porque era la pistola con la cual un primo hermano mío del lado materno había tratado de suicidar y estaba ahí escondida. ¿Pero la habían guardado? Sí, la habían guardado. Y yo pregunté y pregunté hasta que me contaron. ¿Que eso había pasado? ¿Pero la habían guardado? la caja misteriosa que había en mi casa, que siempre estaba lejos del alcance de los niños, era la caja que tenía las cosas del hermano de mi mamá que habían matado en el año 76. Era Alfonso Romero Buch. Y entonces había una cantidad de recuerdos. El reloj y cosas de esas. Sí, los periódicos del día había una especie de pañuelo con sangre eran unos recuerdos muy impresionantes uno sentía que estaba asistiendo al asesinato y luego eso duró muchos años allí y luego creo que ya en un trasteo no se volvió a ver. Ricardo, estamos llegando a una conclusión de que todas las casas de la infancia son embrujadas. Son embrujadas, claro. Y es que uno se da todo lo enorme. Sí, todo lo enorme. Yo creo que uno vuelve a esas casas. Yo luego volví a la de la 69 porque nos dio por montar una obra de teatro y ensayar allí. Porque pues mi amiga más cercana es la hija de los Mayaroff de la Lombana. ¿Qué quedó de ese peregrinaje? No, estaba vacía en ese momento y claro, ya no era tan grande y uno veía, entendía mejor la casa, por dónde eran las escaleras. todos los misterios quedaban revelados como cuando uno va a la trasescena de una obra de teatro, digamos, y no perdió el misterio ni el encanto, pero sí ya uno la ve menos alta, es que claro, los techos parecían gigantes. Aquí ya uno sabía más o menos por dónde se estaba moviendo en esa segunda visita. En esta casa de mi abuela había un corredor muy largo. Estaban como las habitaciones. Y de un lado estaban las habitaciones y de otro lado había una especie de jardín. Un olor muy especial, fuerte, de esas flores de ahí. No recuerdo cuáles eran. Ese olor me ha acompañado también. ¿Te recuerda? ¿Te llega a veces? No era muy agradable, no era muy agradable, no, era un olor muy fuerte. Sí. Pero ahí estaba también, hacía parte de ese misterio, esta casa embrujada. Mi mamá y mi papá crecieron en casas. Ya cuando se casaron, vivieron en apartamentos. Pero esas casas, como las describen, yo pues he ido a un par. Son sitios enormes, con patios, con animales. De verdad, lo que estás describiendo era muy común. La casa, no la de mi abuela, sino la otra, tenía también atrás un patio. Y un patio suficientemente grande para jugar fútbol. Por lo menos ese fútbol que uno tenía una arquería y uno chutaba y el otro tapaba. Yo jugaba con mi hermano Matías, había una pequeña gruta con una virgen. Y en una de esas jugarretas de fútbol, yo estaba tapando Matías tumbó la virgen de un balonazo. No puede ser. Y cuando yo me fui a confesar para la primera comunión, era el pecado más evidente que tenía. Y sin duda sigue siendo hasta hoy un pecado. Tumbar a la Virgen es como... Sí, un balonazo muy verdadero. O bueno, no haber tapado ese disparo. Sí, claro. Ya la Virgen es... Hay que cuidarla. Sí. Yo no sé si llamarlo un gol o qué. Si hacerle un gol a la Virgen ha sido capaz de prevenir yo no sé si llamarle un gol o qué si hacerle un gol a la virgen suena realmente terrible realmente de ahí es difícil volver pero bueno esas casas daban para jugar fútbol mi papá también describe grandes partidos con los hermanos, que además eran unas familias llenas de hermanos. Entonces el equipo de fútbol se daba solo con los hijos. Todo está conectado, Ricardo. Todo en esta vida está conectado. Al lado de esa casa, cerca al transformador, la casa de la gruta, en la que yo no había prevenido un balonazo conocí al héroe de mi infancia que era Raúl Ramón Navarro Paviato el arquero del nacional ¿y cómo lo conociste? él vivía por ahí y solía caminar por el barrio, caminaba fumando me llamaba la atención que era arquero de fútbol murió el año pasado y en una de esas me firmó un autógrafo iba con mi mamá y lo vimos caminando, mi mamá sacó una libreta de teléfonos y direcciones de esas que estaban en las carteras de hombres y mujeres ella se atrevió a pedir el autógrafo yo muy tímido y ella lo pidió por mi y lo firmó y esa R tenía una especie Yo muy tímido y ella lo pidió por mí y lo firmó. Y esa R tenía una especie como de elipse, una cosa muy bonita. Yo veía y veía y veía esa firma. Firmaba bonito, ¿no? La recorté con unas tijeras romas, la puse en una libreta y uno de los tantos trasteos desapareció para siempre. Cuando traté de recordar ese momento el año pasado, cuando murió Raúl Ramón Navarro Paviato, en esa época el restaurante de la esquina de la casa llamaba Telestar. O sea, se hablaba mucho de los satélites, era como Sputnik, el hombre de la luna. Era como la... Claro, estaba de moda todo ese tema. Todo eso estaba de moda. Bueno, ahora con Elon Musk estamos de nuevo. Volvió ya sin el mito, sino como algo menos. Algo menos. Ayer incluso uno de esos cohetes explotó y causó que cerraran varios aeropuertos. Me quedé pensando en las firmas de esa generación que eran súper elegantes. de esa generación que eran súper elegantes. La firma de mi papá era una cosa llena de movimiento y de... Y hoy en día creo que eso sí se perdió. Se perdió mucho más esas cuentas. Alguien de la generación de uno que firme así es un idiota. Digamos, queda muy mal. Que se ponga a hacer mucho garabato. Mucho garabato. Está perdiendo el tiempo. Fuera de sitio. Firmas galácticas. Llenas de garabatos y me quedé pensando también que en el año 84 en el edificio de la gran vía en el piso no sé cuál era si el primero o el segundo vivía la novia de Jorge Luis Pinto en el año 84 pues Jorge Luis Pinto era el técnico de Millonarios. Y pues nosotros íbamos los miércoles y los domingos a ver a Pinto dirigir a Millonarios, digamos. Y nos lo encontrábamos en el edificio. ¿Y era la novia oficial? Yo creo que sí. Yo creo que sí. No llegaba escapado allá. Él es muy riguroso. Él es un tipo muy serio. Y entonces uno encontrarse al técnico de Millonarios era toda una experiencia. ¿Y le pidieron autógrafo? No, yo no... A un técnico poco le ve el... Sí, el técnico no era tanto. Sí, el romanticismo. Aunque hubo un técnico en esa época de Nacional, Osvaldo Juan Subeldía claro, claro al que una noche mi papá le pidió un autógrafo para mí no puede ser era el maestro de Maturana sí, fue campeón en 1976 con Nacional y sí, fue como precursor creo que jugaba Maturana y Maturana le aprendió a él el estilo y tuvo sus discípulos bilardo y luján manera también diría mané y bilardo después sería campeón con argentina el mundial de fútbol de méxico del 86 y fue uno de los modernizadores del fútbol colombiano sí claro los baldofán su al día había sido campeón de la copa libertadores con estudiantes de la Plata. Claro. Pinto, por otro lado, era todo lo contrario. Era una cosa muy mecánica, muy técnica, muy fría y entonces pues no era tan... No, pero Zubaldía también. Sí, también. Había cierta idea de antifútbol. De antifútbol, sí. O por lo menos de excesivo énfasis en la defensa. Sí. Bueno, esos eran los que pasaban por las casas de la infancia. Como la vida va cambiando, yo dejé la casa para un apartamento. Eso fue para mí frustrante. Ya era muy pequeño. Cambiamos de barrio, sí, más pequeño, más encerrado. Yo había dejado cierta vida urbana, la tienda del barrio, el transformador, el estadio cerca. Y fuimos a vivir a un barrio que hoy queda cerca de la Universidad de Afit, que se llama La Huacatala. Y tenía uno de estos nombres que le ponen a las urbanizaciones que son completamente paradójicos y contradictorios. Se llamaba Bosques de la Huacatala pero solo había cemento. Ese es otro gran tema. Hoy que estamos un poco conectando cosas, pero está bueno. Y es los nombres que les ponen a los conjuntos y a los edificios. Digamos, los más dignos son esos. Los almendros, las acacias, pero cuando ya se ponen con los nombres es increíble. Por ejemplo, hay muchos edificios delfos. Y hay muchos edificios marisela, la novia, las hijas, se ganan su edificio. Y hay algunos que tienen esta contradicción, que tratan de pintar como una especie de idilio, de paraíso terrenal, cuando en el fondo son estructuras de concreto. Y unos equívocos, como la Gran Vía. La Gran Vía es la 100. Y todo el mundo cree que está hablando de España, de Madrid. Era la 100. La Gran Vía, los artíderes de la publicidad. Este edificio del Bosque de la Bocatala tenía una innovación en mi vida que trató en su momento, para mí fue interesante, pero que no me cambió la vida y es que tenía piscina no eso es todo una tenía ahí en el medio una una piscina y se usaba más o menos el clima de Medellín permitía que se usara pero había sido más feliz en Florida Nueva claro y el apartamento de Duro Barto. Duro Barto también. Ahí yo tenía ya un cuarto solo. Mi hermana también. Matías y Pascual. Dormían juntos. Tenía una pequeña biblioteca. Me acuerdo mucho de ahí, de las conversaciones con mi papá. Él siempre llegaba a la casa y hablábamos ahí. En un apartamento más o menos grande. Fue un apartamento del colegio, del bachillerato del bachillerato de sexto grado a grado once nosotros estuvimos en el en la Gran Vía pues hasta el año 2006, una cosa así fue casi 30 años viviendo ahí pero yo me fui del apartamento a vivir a a Barcelona y eso fue en el 99, o sea que alcancé a estar 23 años viviendo en, 24 años viviendo en ese apartamento tanto tiempo, mucho tiempo casi la mitad yo después salgo de Medellín vengo a vivir a Bogotá, aquí vivimos algún tiempo por la séptima con ciento y pico y después me voy a vivir a Bogotá, que vivimos algún tiempo por la séptima con ciento y pico y después me voy a vivir a Estados Unidos y allá vivo en una residencia de estudiantes ¿y el apartamento de Bogotá qué? fue mi época en la maestría de la universidad, ahí vivíamos todos de esa época la asocio yo estudiando mucho pero también la llegada a Bogotá que fue chévere, deslumbrante fue buena, buena llegada ¿y quiénes que fue chévere, deslumbrante. Fue buena. Rumba. Fue buena llegada. Y ¿quiénes vivían en ese apartamento? Todos. ¿Vinieron todos? Mi padre, mi papá, mi mamá. Ah, ¿se vinieron todos? Sí, pero creo que mi hermano Matías y Ana María fueron un tiempo, vivieron en Italia, pero ahí vivimos todos en algún momento. Nos reuníamos los viernes con un grupo de paisas ahí. Era la época de Pablo Escobar me acuerdo muy bien y Bogotá era una especie de refugio de lo que estaba ocurriendo en Medellín de ese rompimiento del orden social una historia que creo que he contado algunos retazos en el podcast que siempre es interesante en Bogotá fue dura la época de Pablo Escobar pero es que comparado con lo de Medellín, es que lo de Medellín era muy atacante. Lo de Medellín era terrible, lo de Medellín eran tantas las bombas que uno decía, no, esta creo que fue a tres kilómetros, no, esta fue más cerca. La más cerca de la Gran Vía fue la de la Sinagoga, de la 94 como abajo de la séptima, que fue impresionante y sí sonó al lado. Y otra vez un carro que dejaron frente al edificio. Así fue una cosa muy extraña y se lo llevaron. Al parecer sí lo acabaron, se lo acaban llevando. Nadie lo reclamó. Es que de verdad pasaba en cualquier parte, en un centro hubo una vez uno ahí que en los centros comerciales dejaban creo que en el parque de la 93 en el centro 93 lo volaron y esa bomba es impresionante fue terrible nadie se salvaba en ese momento de eso si ese sentido que explotaba esto y uno empezaba a decir bueno, donde están mis amigos, los familiares? Sí, hay que llamar a ver qué pasó. Indescriptible para los jóvenes ahora que no vivieron esa época. Sí, eso no... Eso sí era como estar en guerra total. Cuando me voy a vivir a Estados Unidos, quiero contar una anécdota inquietante que he contado pocas veces. Yo, ya recién casado, viví en este edificio cuatro años mientras estudiaba el doctorado. Siempre en el mismo. Sí, en el mismo, en un segundo piso, un edificio chiquitico. Sí, chiquitico ahí. 452-9601 era el teléfono. Qué memoria. Qué memoria para guardar tantas aguas. Y tenía un olor muy peculiar también un olor muy particular, esa zona era una zona medio campestre, desértica yo cogía la bicicleta por una especie de hondonada y llegaba a la universidad pasa el tiempo y después de mucho más de 20 años, yo regreso allá y encuentro la noticia de que la universidad había tomado la decisión de prohibir la aspersión con glifosato en el campus. Y eso era la glifosato. Toma, no Hodkin, que fue el mismo que yo me enfermé, que fue el que yo terminé de alguna manera. En el debate público solicitando la suspensión de las personas aéreas antes de que yo supiera esta historia, porque después, porque nos había llegado a la Organización Mundial de la Salud un reporte que podría existir una conexión causal entre la exposición permanente al glifosato y cierta forma de cáncer. la exposición permanente al glifosato y cierta forma de cáncer. Este es un misterio, no sé. Es increíble. Lo único es que el periodo de latencia que describí a ese reporte eran 20 años, que era parecido a lo que me había ocurrido a mí. O sea que tiene... Y fue increíble cuando me llamó un compañero gringo con el que compartía, Marvin Barth, y me dijo tengo esta enfermedad, yo dije la misma que yo tuve. Es una historia compleja. Tiene su sentido, no es descabellado. Está loca del todo. Yo me fui a Barcelona a vivir en, esto fue el año 99, en un barrio que llamaban El Carmel, que era donde iban a dar los inmigrantes. Y nos quedamos en un edificio de una plaza que se llamaba la Plaza Pastrana entonces era lamentable haber huido de ese gobierno y llegar a la Plaza Pastrana al entresuelo que es un piso en los edificios de allá que queda entre el piso bajo y el principal, eso es todo un sistema. ¿Como un semisótano? Es entre el sótano y el comienzo del edificio. Ahí vivían los empleados de los que eran dueños del lugar. Y después lo habilitaron para apartamentos y vivíamos ahí en un apartamento que era bueno. ¿Húmedo? Llegamos en septiembre y estaba muy húmedo, pero luego empezó un invierno en Barcelona que nadie había visto hasta ese momento. Entonces era helado realmente. Y entonces el gran sueño era que llegaran las pipetas de gas en algún momento y nos la pasábamos comiendo turrones como para el frío. Era un sitio muy frío y un lugar extraño. Llegar allá era aterrador. Había como unos jóvenes neonazis por el camino siempre. Era un sitio pesado. El barrio no era... No lo estoy viendo como muy feliz. No, no fue un barrio agradable. La casa no estaba mal. Ahí pues uno se quedaba y estudiaba y escribía y todo eso. Pero si no era, era mejor no estar, era mejor ir a la ciudad, a la cine añoranzas de la Gran Vía entonces por esa época, hacía falta la Gran Vía totalmente, si a mi si me dio duro esa llegada a Barcelona y esa casa al principio y claro uno en de viaje como estudiante entonces tiene unos apartamentos hechizos como además recoge muebles de la calle y organiza el comedor con lo que se encontró y lo que le dejan otros inmigrantes o otra gente conocida de Colombia, entonces esto era un apartamento ahí hecho con lo que nos habíamos encontrado, un apartamento ahí hecho con lo que nos habíamos encontrado. Un apartamento muy de paso. Yo me conseguí una silla para el computador que tenía, estaba llena de cemento, que era como que la habían dejado botada, pero era buena porque tenía brazos. Entonces era como la más cómoda y uno iba quitando el cemento poco a poco, se iba cayendo. La mesa del televisor de este apartamento también de California la había recogido de un basurero y una vez llegaron mis papás a visitarme y dijeron ya demasiado, está demasiado feo. Como que una indignidad ya. Yo sé que no tienen plata, pero están exagerando. Le compro una mesita. Así fue. Cuando mis papás fueron, yo sé que no tienen plata pero están exagerando venga le compro una mesa si, si una mesita una mesita así fue cuando mis papás fueron también fue nos tocó conseguirles como unas camas mejores para que no durmieran ahí en el piso en unos colchones y si la historia de las casas es también la historia de los trasteos si las mudanzas si esa salida de cosas es un momento existencial difícil, mi papá contaba la historia de Stanislav Zuleta, que le daba tanta depresión los trasteos que lo tenían que trastear a él con las cosas lo montaban en la silla al camión de trasteo y se lo llevaban como si fuera un mueble que no era capaz de resistir esa especie de, no sé, lazos afectos todo lo que estamos describiendo que guardan esos espacios claro no acuerdo cuando la mudanza de la gran vía fue devastadora porque eso estaba entapetado y entonces quedaban las huellas de todos los muebles donde han estado aparecían pastillas pues que no habían aparecido, un anillo que nadie sabía dónde estaba. Pero era impresionante ver todas esas huellas y la huella de polvo de los cuadros donde habían estado. Era un pueblo fantasma. No, es que estaba todo ahí. Todo ahí, toda la casa. Señales de vida, podemos decirlo así. Señales de vida. Vestigios. Vestigios. Y se van quedando en esas casas muchas cosas. Yo a veces pienso, Ricardo, lo que me gustaría volver a encontrar. Cosas que se perdieron en las mudanzas. Una era, yo tenía un amigo que le gustaba mucho dibujar. Y había comenzado a coleccionar postales de aviones. Aerocóndor, avianca, los aviones de esas épocas. Esas colecciones son chéveresiones, Aerocóndor, Avianca, los aviones de esa época. Esas colecciones son chéveres. Sí, muy chéveres. Y yo, que no dibujaba bien, me dio por hacer la colección en todo caso. Y tenía por ahí unas 50 postales de los aviones de esa época, turbohélices. No sé dónde quedó. Se perdieron. Uy, me encantaría volverla a recobrar. No, lo que... En el río del tiempo. Ese cuarto que teníamos con mi hermano, tenía una biblioteca buenísima, tenía una colección de soldados de plomo que eran comunes en esa época, pero esto era muy bonito, una colección de carros y yo hasta incluso terminé haciendo una novela infantil que se llama En orden de estatura, sobre un niño que quiere dejar la casa como era, recuperar los objetos y ponerla tal como era, de la historia de su infancia y cuando salió leí en una entrevista que lo más impresionante para él fue que le reconstruyeron la casa como era, con todos los objetos donde estaban los cuadros y que cuando entró pues era una experiencia ya era un tipo de 70 años viendo la casa de la infancia la fantasía que uno podría tener de volver a ese sitio y ver cómo estaba todo, este la cumplió. No, ese viaje al pasado sería increíble. Nosotros teníamos en la casa esta de Florida Nueva las camas, les decía a mi mamá, nidos, no sé por qué. Que no eran camas, camas, sino eran simplemente los colchones sobre unas estructuras de madera y tenían unos cajones. Porque tenían cajones, es eso. Entonces cada uno tenía tres cajones y esos cajones entonces cada uno tenía tres cajones y los cajones guardaban mucho tesoro no uno dejaba de verlos y se le olvidaba lo que estaba ahí volver a abrirlos después de seis meses y siete meses y encontrar ahí había de todo entre ellos la extra land ya la extra land ya en el cuarto nuestro había dos petacas de mimbre y esto era donde se echaba todo. Aparecían monedas, aparecían legos, estralandias, juguetes. Eso era el recurso para ordenar, era echar todo en esas petacas. Me gustaría tenerlas en este momento para echar todo lo que me encuentro botado en la casa. en este momento para echar todo lo que me encuentro botado en la casa. Voy a volver como al inicio de la conversación de la casa de García Márquez. Mi papá tenía una fantasía que la repetía mucho y era su deseo de vivir en una casa en la costa con mecedoras en la parte de afuera y sentarse ahí cada tarde o cada noche a mecerse y a echar carreta a estar tranquilo tenía ese espacio como una especie así de sueño como una casa el buen clima el final de la tarde la conversación, la tranquilidad y era una educación yo creo, el objeto de la vida es tener una casa tranquila. Uno está trabajando para eso. Y es una cosa que uno se pregunta hoy en día que ya no es el niño, sino el papá que está armando la casa y que está construyendo los mitos que van a tener los hijos si se está logrando ese misterio y ese lugar en el que van a tener o sobre el que van a reflexionar o en el que van a querer volver es todo un cambio de mente lo que plantea me parece complicado porque mi primera impresión es que de pronto no. Que no es misterioso. Sí, que no es lo mismo, que no hay ese misterio y que hoy la vida es otra y quizás no hay la atención a los espacios porque los teléfonos celulares y eso están jugando un papel demasiado grande. El espacio no marca tanto. Sí, no marca tanto. No marca tanto que esta idea que hemos repetido en este podcast de que somos hoy en día anfibios, que habitamos este mundo, pero también el de las pantallas, de pronto... O uno no sabe. Pueden ser las trampas de la nostalgia también. Pero es una pregunta que vale la pena investigar. ¿Qué está pasando con los espacios que eran mitos y, claro, como patrias de cada quien? Sí, sí, pienso en nuestra casa actual y en nuestras romerías por diferentes casas. No sé si mi hijo Tomás vaya a tener esta idea de las casas embrujadas con las que empezamos esta conversación. Parecería que no, son muy iluminados. Pero la nostalgia se encarga De embellecerlo todo también Y de volverlo todo más grande De lo que es Ricardo A veces nos preguntan Sobre qué escribir Aquí le estamos dando un tema A los que les guste escribir yo creo Yo creo que no es tan malo arrancar del espacio En el que uno vive Y a mí siempre me ha parecido que es es muy interesante entrar a una casa en la que no están los dueños siempre hay algo apasionante cuando uno llega al espacio de otro, casi que si uno pudiera espiar el espacio de otro cuando no hay nadie si es un retrato de la gente que está allí no sé si es de Richard Ford o de Raymond Carver o de quien hay un cuento muy bonito en que una señora le comienza a decir al esposo vamos, vamos, vamos, el esposo tiene cierta reticencia y lo que le gustaba a la esposa era ir a casas que estaban vendiendo y verlas y dar la vuelta una tras otra. Creo que es de Carver. Sí, me pareció muy bonito, ¿no? Como atisbar esos espacios y ver algo allí. Y como ese misterio que encierra cada espacio, cada intimidad, cada vida doméstica. Si hay una historia que cuenta el sitio, si uno llega y no está nadie y uno va por la sala por los baños, por todo está toda esa historia contada ahí, ahí está buena parte de la experiencia humana bueno Ricardo bueno Alejandro, abrazo fuerte lo mismo elige siempre un buen rato, elige siempre un buen rato elige siempre una buena conversación tercera vuelta el podcast suscríbete ahora y escúchalo cada semana en tu plataforma favorita un podcast producido por el locutorio ellocutorio.com síguenos como arroba el locutorio DC en redes sociales. ¡Gracias!