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[Cruzar el río] E8. Davi Kopenawa: Contra la sociedad de los cachivaches
23 de ene de 2025
Este episodio del podcast 'Cruzando el Río' se centra en la historia de David Kopenawa, un chamán yanomami que ha dedicado su vida a la defensa de su pueblo y territorio en el Amazonas. David es conocido mundialmente por su papel en la lucha por los derechos de los pueblos indígenas y su activismo ambiental. En este episodio, David comparte sus experiencias, conocimientos ancestrales y la cosmovisión de su pueblo, los Yanomami, sobre la conexión con la naturaleza y la sostenibilidad del planeta. Su mensaje nos invita a escuchar y aprender de la tierra, y reflexiona sobre la sociedad moderna que él llama el 'pueblo de las chucherías'.
Capítulos
La Visión del Pueblo de las Chucherías
David Kopenawa describe a la sociedad moderna como un 'pueblo de las chucherías', una sociedad consumista que explota la naturaleza y trata a las personas como recursos. David destaca la necesidad de mirar más allá de los bienes materiales para encontrar un equilibrio con la naturaleza.
Lucha por los Derechos Territoriales
David Kopenawa ha sido un defensor incansable de los derechos territoriales de los Yanomami. Logró importantes victorias, como el reconocimiento oficial del territorio Yanomami por el gobierno brasileño en 1992. A través de su organización, Hutucara, ha trabajado para proteger el territorio de las amenazas como la minería ilegal.
Conexión Espiritual con la Naturaleza
Como chamán, David comparte la cosmovisión Yanomami sobre la conexión espiritual con la naturaleza. Destaca la importancia de la Tierra como un ente vivo que sustenta a todos los seres. Enseña que los pueblos indígenas han mantenido un diálogo constante con la naturaleza a lo largo de los siglos.
Desafíos Continuos
A pesar de los avances logrados, el pueblo Yanomami sigue enfrentando amenazas debido a la crisis climática y la explotación de sus recursos naturales. David continúa su lucha para proteger su tierra y cultura, enfrentándose a la hostilidad de las sociedades mineras y gubernamentales.
Conclusión
El podcast invita a reflexionar sobre la relación entre los humanos y la naturaleza desde la perspectiva de David Kopenawa. Su mensaje es claro: debemos aprender de los pueblos indígenas y sus maneras de coexistir pacíficamente con la Tierra. La lucha de David es una llamada a la acción para proteger nuestro planeta y sus comunidades más vulnerables. Nos insta a cruzar el río y escuchar las voces que han custodiado la Tierra por generaciones.
Menciones
- (Persona) David Kopenawa Yanomami
- (Org) Centro de Derechos Humanos y Justicia Global
- (Org) Universidad de Nueva York
- (Org) 070 Podcast
- (Org) Right Livelihood Award
- (Org) Comisión Pro Yanomami
- (Org) Jutucara
- (Persona) Papa Francisco
- (Persona) José Sarney
- (Persona) Fernando Collor
- (Org) FUNAI (Fundación Nacional del Indio)
- (Org) Naciones Unidas
- (Org) Hutucara Asociación Yanomami
- (Persona) Fátima Kopenawa
- (Lugar) Amazonas
- (Lugar) Roraima
- (Lugar) Brasil
- (Lugar) Venezuela
Las personas del otro lado del río. Así llaman a algunos pueblos indígenas a quienes vivimos desconectados, consumiendo, desechando, consumiendo. Hemos pasado demasiados años viviendo de espaldas al río y ahora es momento de cambiar. Los pueblos indígenas en distintas partes del mundo sostienen en sus conocimientos milenarios las claves para coexistir con la naturaleza, proteger el planeta y garantizar la vida humana y no humana. La vida humana y no humana. En esta serie vas a escuchar a quienes están en la primera línea contra la crisis climática, los líderes indígenas globales. Aquí comparten sus experiencias de vida, conocimientos únicos y consejos urgentes. Son ellos y ellas quienes están marcando el camino hacia un futuro posible. Es momento de escucharlos. Es el momento de cruzar el río. Cruzar el río es un podcast del proyecto More Than Human Life Moth, basado en el Centro de Derechos Humanos y Justicia Global de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York y 070 Podcast. David Copenagua ha cruzado el río una y otra vez para dar voz a su pueblo, a su territorio y a su cultura. David Copenagua Chaman, representante del pueblo Yanomami en Brasil y uno de los líderes indígenas más reconocidos en el mundo, ha luchado durante casi 40 años por la defensa de su pueblo y territorio y es conocido como el Dalai Lama del Amazonas. Antes de seguir, queremos reconocer que en las traducciones siempre hay vacíos y que es imposible transmitir con total exactitud la profundidad de sus palabras, y por eso la propuesta de este episodio es escuchar y sentir el mensaje de David Copenagua. David Copenagua habla de un pueblo que quiere poseerlo todo. A este pueblo, David lo llama el pueblo de las chucherías. Chucherías, mercancías, cosas. Una sociedad repleta de artefactos que brillan, emboban, distraen. Chucherías que parecen oro, pero tienen empleados. Los empleados los usan, los exploran, y el pueblo hace un gran trabajo. David Copenagua lleva décadas viajando a sociedades en las que no pertenece y se ha convertido en un observador, en un antropólogo que describe aquello que ve, que clasifica las sociedades. No quiere coger el mango de un garrote ni de un hacha. Son personas que quieren tener a otros trabajando para ellos. Es una sociedad que quiere poseer cosas, pero sobre todo personas. Quiere poseer su productividad, tirar oro, tirar petróleo, tirar minero. Entonces, el hombre esclavo sustenta. Es una sociedad explotadora, con líderes que utilizan a otros como esclavos. Ponen a otros a trabajar para ellos, a extraer madera, oro, petróleo, minerales, a extraer materiales para hacer chucherías. A este tipo de hombres que son parte del pueblo de las chucherías, A este tipo de hombres que son parte del pueblo de las chucherías, David los califica como destructores, hombres que destruyen la naturaleza. David conoce al pueblo de las mercancías, conoce sus dinámicas, jerarquías, ambiciones, y sigue regresando. Y quizá justamente por eso, David decide seguir hablando, seguir luchando por su pueblo, seguir cruzando el río. Davi Kopenawa Yanomami se presenta como representante de su pueblo Yanomami, como chamán y curandero. Los Yanomami son un pueblo de aproximadamente 35.000 personas que viven en el bosque del Amazonas, entre Brasil y Venezuela. Mi nombre es David Copenagua Yanomami. Soy representante del pueblo Yanomami. Yo también soy chamán, pajé, curandero, que cura a una persona que está enferma. David Kopenawa Yanomami se presenta como representante de su pueblo Yanomami, como chamán y curandero. Los Yanomami, una organización fundada por él en el 2004, dedicada a la defensa del territorio y la comunidad. dedicada a la defensa del territorio y la comunidad. A través de Hutucara han logrado recuperar tierras robadas por ganaderos en los años 70, expulsado a mineros de oros ilegales de la selva, e incluso logrado que instituciones científicas de Estados Unidos devuelvan muestras de sangre extraídas de las comunidades sin su consentimiento. También realizan talleres para involucrar a jóvenes y mujeres en la participación de proyectos y crear vínculos entre la sanación chamánica y la medicina occidental, según cuenta Survival International. Desde los inicios de su liderazgo en la década de 1980, su voz, su lucha y su determinación han cruzado fronteras una y otra vez. David ha viajado el mundo. Recibido premios. David Copenagua fue uno de los vencedores del premio Right Livelihood Award. Recibido premios Título de doctor honoris causa a David Kopenawa Ha dado entrevistas Escritor libros Participado en documentales Escrito libros. Participado en documentales. En foros, charlas. Y ha fundado organizaciones de defensa del pueblo Yanomami y los derechos indígenas de Brasil. Y Copenagua estuvo en la UNB a convite de la Facultad de Educación. Se ha reunido con el Papa Francisco. Hoy estuvo hoy en el Vaticano y se reunió con el Papa Francisco. Con presidentes. Mandando nuestra mensaje para el señor presidente Lula. Con representantes de las Naciones Unidas. Porque el oro es siempre tu mi pueblo. Ha hablado frente a parlamentos, ha liderado marchas, ha sido fotografiado, ha participado en documentales. David ha hecho todo esto por una razón, cuidar su tierra y protegerla de quienes quieren poseerla. A donde el hombre llegó. El hombre viene de lejos, viene andando de barco para encontrar a nosotros. Entonces, este hombre que mandó a la procura de otra tierra, que descubrió no. El hombre que vino para visitar a nosotros, vino para visitar a nosotros, pero Yanomami en el estado brasileño de Amazonas, muy cerca de la frontera con Venezuela. Y desde niño, su vida ha sido marcada por el pueblo de las chucherías. Uno de sus recuerdos de infancia es que su madre lo escondió bajo un cesto cuando los primeros blancos llegaron a su aldea. David cuenta que las primeras personas que se encontraron con los Yanomami vinieron desde muy lejos, andando en barco para encontrarlos. De hecho, estos primeros contactos fueron letales para los Yanomami. Desencadenaron en enfermedades mortales que causaron una epidemia entre 1959 y 1967. En la familia de David murieron muchos, incluida su madre. Durante esa época, David trabajó como intérprete de la Agencia Gubernamental para Asuntos Indígenas, FUNAI. Allí, ejercía como intérprete para los equipos médicos que atendían en las aldeas y asistían a expulsión de intrusos blancos de sus tierras. Durante esa época, David logró viajar a otras comunidades de Anomami, conocer más de su pueblo y otros líderes. y factores que nuestras casas. Entonces, ahí es que descubrí que el hombre no quiere escuchar de nosotros, el hombre no quiere respetar nuestra propia tierra, es un hombre que trabaja contra el mundo, es un hombre que trabaja contra la floresta, la tierra, explorando, derrubando, matando a la floresta y también maltratando a mi pueblo originario. Para David, fue evidente que estos intrusos funcionan en contra del bosque, en contra de la madre tierra. Él dice, han explorado, derrumbado, matado nuestro bosque y también han maltratado a mi pueblo originario. Fueron hombres enviados por otros con más poder que llegaron a invadir en busca de mercancías, de minerales, de oro, de petróleo. Fue en la década de los 80 cuando los garimpeiros, mineros de oro, empezaron a invadir ilegalmente la zona. Llegaron aceleradamente, con sus maquinarias pesadas, a explorar los ríos y contaminar los de mercurio. En 10 años, un 20% de la población Yanomami murió por enfermedades tratables, como la malaria, la gripe y por ataques violentos. Frente a esta situación, David no vio otra opción que luchar, alzar su voz como chamán y líder para defender a su pueblo y asegurarse que estas injusticias no quedaran silenciadas. Yo luché, luché por una tierra única para mi pueblo vivir. Fue mucha lucha, cuatro años de lucha para conseguir a la ciudad, que no quería demarcar las tierras en Anuman. Él quería demarcar los pequeños, pequeños, 19 islas. 19 islas. 19 islas, que significa, es como chiquero del boi, chiquero del porco. Entonces, yo no me gustó. Yo pedí con autoridad y reví esas 19 islas. Entonces, yo soy así que yo muero en mi casa. El número de mi pueblo Yanomami está en Amazonas y Roraima, 30.000. Yanomami está viviendo en el territorio de la tierra Yanomami. David luchó y luchó por esa tierra única de su pueblo. Él cuenta que en principio querían darles el título para únicamente 19 secciones de tierra, pequeñas islas que David describe como una pocilga, cuando en realidad les pertenecían 9.6 millones de hectáreas, hogar de 30.000 Yanomamis en los estados brasileños de Amazonas y Roraima. En ese tiempo, David conoció a su esposa Fátima y se mudó a Huatoriqui, una aldea en el estado de Roraima, en la Amazonía brasileña. Allí conoció a miembros de la ONG Comisión Pro Yanomami, quienes desarrollaban una campaña por los derechos territoriales de su pueblo. Así, en 1986 participó en la organización de la primera Asamblea Yanomami. En 1989, la lucha lo lleva al Congreso de Brasil y a reunirse con el presidente de ese momento, José Sarné, para advertir sobre las muertes que están causando los mineros ilegales en su pueblo y presionar por el reconocimiento de los derechos territoriales. Davi escaló su lucha hasta las Naciones Unidas y eventualmente ganaron esa batalla. En 1992, el territorio Yanomami fue reconocido oficialmente por el gobierno brasileño, una de las reservas indígenas más importantes del mundo, del tamaño de Hungría. Ese ha sido uno de los grandes hitos de la lucha de Davi-Copenagua, un hito en una vida dedicada a representar a su pueblo y territorio. Porque la realidad es que los Yanomami y su territorio siguen en peligro. Amenazados por los mismos riesgos que hace 30 años. Amplificados por la crisis climática. Las enfermedades. La minería. La explotación del territorio. La contaminación del agua. Amenazados por esa sociedad que quiere poseerlo todo. Esta lucha es antigua. La lucha es antigua, ahora ha crecido mucho. Ha crecido mucho para pegar toda nuestra tierra para ellos. La lucha por la tierra y los derechos de los Yanomami es antigua, dice Dabi. La tierra y los derechos de los Yanomami es antigua, dice David, pero ha crecido, ha crecido mucho y ahora incluye a todo su territorio. El líder y anfitrión David Kopenawa. La demarcación de la tierra indígena en Yanomami completa 30 años y solo sucedió gracias a las palabras y las acciones de este chamán. El 25 de mayo de 1992, él recibía de las manos del entonces presidente Fernando Collor la caneta que asignó la demarcación de la tierra indígena. Desde la demarcación de la Sierra Yanomami en 1992, la lucha de David no ha parado. Y ahora, David no lucha solo. Lucha desde la organización Jutucara y lucha como parte de un movimiento indígena en Brasil. Un movimiento indígena diverso, multigeneracional, que lucha con urgencia en un país que sufre de forma evidente las consecuencias del cambio climático. David es uno de sus líderes, ahora un mayor, que sigue buscando maneras de conectar con el pueblo de las chucherías. El indio colombiano está en la montaña, desconocido. Entonces, él está faltando para hacer esto. El papel de la autoridad es venir a visitarnos, correr entre nosotros, para escuchar de nosotros lo que vamos a decirle. Él no hace eso. Creo que él tiene miedo. David conoce el pueblo de las chucherías y entiende cómo son percibidos los pueblos indígenas. Él dice que a sus comunidades se les han clasificado como aislados. Él sabe que un Yanomami, un indígena, es calificado como un extraño, y él cree que esta descripción es porque el hombre de las chocherías tiene miedo. Yanomami y otros otros parentes que están morando espalhados, nadie va a hacer eso. Ese hombre no se acerca a los pueblos aislados para escucharles hablar, para conocerlos. No se acerca porque tiene miedo. El hombre no quiere respetar que nosotros somos pequeños para él. Nosotros somos pequeños nos llama salvajes, dice David. No quiere que le respetemos. Somos demasiado pequeños para él. hablando, encanando, es mucha poligracía, habla mucho, pero no conseguí mostrar la belleza del pueblo Yanomami, pueblo indígena que nos está ahí. Él no quiere hacer eso. Solo para él, porque está mejorando para él tirar minero tirar petróleo para iluminar la ciudad mejorar para él acondicionado agua canada para nosotros él quiere Yanomami continúa sufriendo. Él quiere eso. Yanomami, Yekuana, no queremos sufrir. Yanomami, Yekuana y otros parientes no van a sufrir solos. Nosotros sufriremos juntos. Él va a sufrir más tarde. Nos llama salvajes cuando él, el hombre de las chucherías, no quiere conocerse a sí mismo. No quiere renunciar a sus grandes tierras. No quiere renunciar a su agua, su petróleo, su dinero, todas esas cosas que son para él. Quiere que los Yanomami, Yekuana y otros pueblos sufran. Pero los pueblos no sufren solos, sufren juntos. El hombre de las mercancías sufrirá, sufrirá solo y sufrirá después. David ha hecho esto muchas veces dar entrevistas, hacer discursos participar en paneles hoy en día es un portavoz de su comunidad y una referencia a nivel global sobre los pueblos indígenas de Brasil y esto David lo ha conseguido porque no se rinde y una referencia a nivel global sobre los pueblos indígenas de Brasil. Y esto David lo ha conseguido porque no se rinde, por seguir una y otra vez hablando, exponiendo su perspectiva, compartiendo su sabiduría, siendo crítico del pueblo de las chucherías y sus líderes. David dice, El gobierno no nos trae esperanza, nos trae ruina, nos trae maltrato. La lucha de David está en sus palabras, en sus críticas, en sus observaciones, pero también en dar a conocer la sabiduría ancestral de su pueblo. En que quede claro que cuando los pueblos indígenas hablan de la tierra, del territorio, de la naturaleza, están hablando desde un conocimiento profundo. No están hablando de un lugar, sino de un territorio, de un ecosistema de vidas complejo que tiene voz y conciencia. Ustedes no indígenas, ¿creen que son inteligentes? Nosotros también somos inteligentes. Somos gente que escucha la tierra. La tierra habla y nosotros escuchamos. Y esto es lo que nos puede explicar a nosotros, los no indígenas. Se trata de escuchar y sentir. El planeta Tierra, una global. Y nosotros estamos viviendo en un lugar solo. No hay otro mundo que existe. David explica que en la cosmovisión Yanomami, la Tierra y Dios son una misma palabra. La Tierra, el planeta, las deidades son uno mismo. No hay división y no hay binarios. es un municipio pequeño y para nosotros, ocupamos, mi pueblo pasado, antiguo, ocupó un espacio mayor. Entonces nos ocupamos para tener nuestra tierra grande. Vivimos en esta tierra, en un mundo donde hay divisiones creadas por humanos, países, ciudades, municipios, pueblos. Sin embargo, David explica que todo es parte de este mismo mundo. La tierra grande no reconoce estas fronteras humanas. La tierra es una vida. La tierra es nuestra madre que cuida, que sustenta a nuestra alimentación, se alimenta de agua, de comida, de fruta, de caza y de miles y miles de especies que está dentro de la Tierra, el planeta, para nosotros vivir. Mirar la tierra es mirarte a ti mismo. La tierra es vida. La tierra es nuestra madre que nos cuida, que nos sustenta, que nos alimenta. Nos alimenta con agua, con comida, con fruta, con caza, con miles de peces para que nosotros vivamos. Él no reconoce al pueblo de Machita Uri. Machita Uri que habla de tierra, floresta y hombres que inventaron para manipular entre ellos. Y esa es la diferencia fundamental entre el pueblo Yanomami y los pueblos de las chucherías. El pueblo Yanomami habla con el bosque, sabe escuchar a la naturaleza que habla. Y los pueblos de las mercancías no reconocen esto, no entienden al pueblo que habla con el bosque. Están mirando a otro lugar, están hablando sin escuchar. ¿Cómo habla el pueblo yanomámico en el bosque? ¿Qué significa escuchar la tierra? Yo aprendí con la palabra de la tierra, la conexión entre los chamán. David dice que para ser líder aprendió cómo habla la tierra, aprendió a escuchar la tierra. Y esto es parte de su educación como chamán. Un chamán actúa como un intermediario entre el mundo espiritual y el material. Es un portal, tiene visiones, sueños, acceso a sabiduría profunda que proviene de otros planos. Esta sabiduría, cuenta Davi, no se aprende de un libro, se aprende a través de la convivencia con la naturaleza, a través de la observación, de conocer íntimamente a los seres más que humanos, aquellos que no necesariamente hablan con palabras, pero se encuentran en constante expresión y relación con otros seres. Ustedes están escuchando sobre la riqueza del cogumelo. Uno de estos seres más que humanos es el hongo, el cogumelo. Los hongos viven vidas complejas, misteriosas. Son diversos, polifacéticos. misteriosas son diversos polifacéticos y tienen una estrecha relación cultivada por milenia con los yanomami fue así coyote coyote un humano el humano primero ya no mami que que crió Yanomami que creó nuestra tierra, nuestra tierra, todo. Entonces él pidió la fuerza de la riqueza. David cuenta la historia de la creación del hongo. El primer Yanomami que creó la tierra contenía toda la tierra en sí mismo. Y él pidió el poder de la r para que la tierra dejara nacer los cúrcumelos. Ese primer hombre pisó la tierra con su pie y dijo, aquí, en este lugar, quiero hongos. Pisó la tierra y pidió a la fuerza de la tierra para que nacieran los hongos. Así, nace la historia de los hongos para los Yanomami, esa que cuenta la relación entre el pueblo y el reino Fungi, una coexistencia desde el inicio de los tiempos, en ese contacto entre el pie de un hombre y la tierra. Y curiosamente, el reino Fungi es el menos explorado entre científicos en el mundo. Existen entre 2.2 y 3.8 millones de especies de funghi en el mundo, 6 a 10 veces más que el número estimado de especies de plantas. Y sin embargo, solo se han descrito 6% de esas especies de funghi, de acuerdo al micólogo Marilyn Sheldrake. Porque además de contar la historia fundacional del hongo en la cultura Yanomami, Dabi también habla de un cic ya están en el suelo. Y después pasó un tiempo, ahí vino la lluvia. Vino la lluvia, vino traiendo alimento para el cocomelo. La lluvia cae encima de la árbola. Es el alimento del cocomelo que nace. Sin agua encima de la piedra, no nace. Solo el cocomelo nace cuando la árbola está toda molida en el suelo. El agua se evapora y sube al cielo, a las nubes, que eventualmente se convierten en lluvia. Sobre la tierra hay un árbol caído. La lluvia cae y moja la tierra y se moja ese árbol. En esa tierra húmeda, sobre ese árbol muerto, nacen hongos. La riqueza de la fuerza de la tierra nos la dejó nacer. Así aprendimos y escuchamos la riqueza de la tierra que los Yanomami han aprendido. La riqueza da fuerza a la tierra, permite que nazcan y crezcan los hongos. Esto los Yanomami lo saben por aprender y escuchar la riqueza de la tierra. Aprenden de la tierra y escuchan. y otros también que no existen. El tono del cocomelo se llama totori. Donde no hay totori, es poco cocomelo. Donde hay muchos jabotíes viviendo, hay mucho coco, no es cocomelo. Así que yo quería explicarles. David comparte que esto lo aprendió de un gran chamán. Un chamán que conoce todas las riquezas de la tierra, de la lluvia impulsada por el viento. Ese que lo conoce todo de la tierra sabe que los hongos no tienen dueños. Al contrario, tienen conciencia y no pueden ser domesticados. Al hablar de los hongos, Davi habla de la riqueza de la tierra. Una riqueza que no es material. No se puede medir con mercancías, con cosas, con chucherías. Es una riqueza trascendental, una conexión que escucha a la tierra, que conoce a sus seres más que humanos, que entiende cómo se conectan entre sí. Han sido 38 años de lucha para Davi, una lucha suya por su pueblo, por su padre, su madre, mi padre, de mis hijos, de mis hermanos, por la tierra, la tierra. Yo creo en la esperanza, en la fuerza de la naturaleza. Yo creo en la fuerza de la riqueza de nuestra tierra, el planeta. ¿Y por qué sigue luchando David? Por qué seguir insistiendo? Para David, su lucha no se trata de tener esperanza. No se trata de esperar. No se trata de soñar con el futuro. La única esperanza en la que cree es la fuerza de la naturaleza. naturaleza. David ha visto cómo el pueblo de las chucherías habla de la esperanza. Hablan y hablan, y es una palabra bonita, pero no funciona. Él no lucha simplemente por luchar, no habla por hablar. David no dice palabras en vano. Nuestra esperanza que está traiendo la fuerza de la naturaleza. Es así, se conoce. Nuestra esperanza que tenemos por la floresta es un tiempo bueno. Para David, lo único real es creer en la fuerza de la naturaleza. Su esperanza son las personas del bosque, el buen tiempo. La lluvia, que moló a nuestra floresta para sentir bien, para sentir bien, y nuestra esperanza a la salud. ¿Quién está traiendo la salud? La gran alma de la floresta, él trae para nosotros. Es creer en la lluvia que moja el bosque, es creer en el buen vivir, es creer en la salud que habita en el alma del bosque. Hay un solo lugar al que mirar, hacia la tierra. Ese es su mensaje para el pueblo de las chucherías. Escuchar a la tierra. escuchar a los mensajeros de la tierra, a su pueblo Yanomami que habla con el bosque, reconocerlos, darles su lugar, escucharles, escucharles porque hablan con la voz de la tierra, una voz que no miente. David lo dice, el planeta no miente, la tierra no dice mentiras. La tierra no dice mentiras, la naturaleza no dice mentiras. Cruzar el Río es un podcast del proyecto More Than Human Life, MOTH, con sede en el Centro de Derechos Humanos y Justicia Global de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York y 070 Podcast. La producción y el guión fueron realizados por mí, Goldie Levy. Fue editado por Carlos Andrés Vaquero Díaz, quien también es el investigador principal de este proyecto, y Natalia Arenas, de Cero70. Fue comentado por César Rodríguez Garavito, de NYU Era, el asistente de edición de sonido Juan Felipe Rojas. Las imágenes de este podcast son de Nefasta. La música es de Cosmo Sheldrake. Gracias a Abby Copenagua por aceptar esta entrevista y por compartir tu tiempo y sabiduría con nosotros. Y a ti, gracias por escuchar.