[Cruzar el río] E3. Ana Manuela Ochoa: La paz no es solo entre humanos
17 de oct de 2024
Este episodio del podcast 'Cruzando el Río' se centra en la historia de Ana Manuela Ochoa Arias, la primera magistrada indígena de la Jurisdicción Especial para la Paz en Colombia. Desde su infancia en la Sierra Nevada de Santa Marta hasta su rol crucial en el proceso de justicia restaurativa, Ana Manuela ha integrado la conexión entre las personas y el territorio en su concepción de paz y justicia.
Capítulos
Una vida en la Sierra Nevada de Santa Marta
Ana Manuela creció en la Sierra Nevada, un ecosistema único en Colombia. Viene de una familia de líderes indígenas que valora profundamente la conexión con el territorio. La sierra se contempla como un ser vivo, y su comunidad, los Cancuamos, ha sufrido severos impactos del conflicto armado en Colombia. Esta experiencia personal y comunitaria la llevó a dedicarse a la justicia y a la paz.
El camino hacia el liderazgo y la justicia
Ana Manuela estudió Derecho en Bogotá, donde encontró herramientas para luchar por los derechos humanos. Ha trabajado en varias organizaciones defendiendo estas causas, hasta llegar a ser magistrada en la JEP. Su trabajo se centra en incluir el territorio como víctima del conflicto armado y reconfigurar el concepto de paz.
El caso 002 y el reconocimiento del territorio como víctima
En la JEP, Ana Manuela trabaja en casos como el 002, que investiga crímenes y daños territoriales en Nariño. Este caso ha llevado a reconocer al territorio como víctima del conflicto, un hito legal significativo que refleja la conexión profunda entre las comunidades indígenas y sus tierras.
Redefiniendo la paz y la justicia
Ana Manuela busca integrar a los seres más que humanos en procesos de justicia. A través de la legitimación del territorio como un ser con derechos, promueve una paz que abarca tanto a los humanos como a la naturaleza, testificando a favor de una justicia holística.
Conclusión
Ana Manuela Ochoa deviene un ejemplo poderoso de cómo el derecho puede ser una herramienta para el cambio social y ambiental. Su enfoque integral de la justicia y la paz no solo busca sanar heridas humanas, sino también restablecer la conexión entre los humanos y el territorio, mirando hacia un futuro que considere a todas las formas de vida.
Menciones
- (Lugar) Sierra Nevada de Santa Marta
- (Lugar) Colombia
- (Persona) Ana Manuela Ochoa Arias
- (Org) Jurisdicción Especial para la Paz (JEP)
- (Org) Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)
- (Lugar) Valledupar
- (Lugar) Bogotá
- (Org) Universidad de los Andes
- (Org) Organización Nacional Indígena de Colombia
- (Org) Comisión Interamericana de Derechos Humanos
- (Org) Defensoría del Pueblo
- (Lugar) Nariño
- (Evento) Acuerdo de Paz con las FARC de 2016
- (Concepto) Justicia Restaurativa
En Colombia hay una sierra nevada al lado del mar. Físicamente se ve como una pirámide. Un ecosistema único, la Sierra Nevada de Santa Marta. Y es, por supuesto, un lugar lleno de montañas enormes, hermosas, verdes. Desde las costas cálidas del mar Caribe se eleva hasta alcanzar picos nevados. Donde se cultiva de todo, tenemos todos los pisos térmicos. Allí creció Ana Manuela Ochoa Arias, la primera magistrada indígena de la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, de Colombia. En donde se cultiva de todo, café, nata, mochuca. La sierra se eleva 5.000 metros sobre el nivel del mar y por eso, mientras que su temperatura en la base puede ser de 30 grados centígrados, en los picos nevados baja hasta los 0 grados. Las lagunas que están arriba en la Sierra Nevada dan mucho virus, ¿no? El río Guatapuri, el río Guadillo. Es un espacio único donde conviven redes de ecosistemas y cuatro pueblos indígenas, los Kogi, los Aruaco, los Wiwa y el pueblo de Ana Manuela, los Cancuamos. El territorio para nosotros es un ser sintiente, es un cuerpo vivo que está interconectado con muchos otros sitios sagrados, con muchos otros sitios que tienen mucho poder energético. Y esta conexión entre el territorio y todos los seres que lo habitan implica que cada evento que ocurre ahí tiene un impacto que afecta a todos. Ocurre un bombardeo, se daña un sitio sagrado, se rompe una conexión. Si hay una guerra, por supuesto que el territorio lo siente. En Colombia fueron seis décadas de conflicto interno armado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, hasta que en 2016 esta guerrilla firmó un acuerdo de paz con el gobierno del país. Es cierto, es decir, la Sierra Nevada de Santa Marta, como muchos lugares en el país, ha sido profundamente golpeado por el conflicto armado. Desde el mar hasta los picos nevados, desde los páramos hasta el Amazonas, Colombia atraviesa un proceso de justicia restaurativa que busca sanar y reparar la multidimensionalidad de heridas que dejó la guerra. Muchos desaparecidos en la sierra, muchas personas a las que no se le pusieron a hacer sus rituales. Ana Manuela, como magistrada indígena de la Jurisdicción Especial para la Paz, es una de las personas que juega un rol crucial en este proceso. Por eso, ella ha pensado mucho en qué significa la paz y particularmente a quién involucra este concepto de paz. La paz como no solamente una paz entre seres humanos, sino una paz con el territorio, una paz que no significa solamente que se silencien los fusiles ¿Pero cómo funciona esto en la práctica? ¿Es posible integrar a los seres más que humanos en un proceso de justicia restaurativa? En Colombia, Ana Manuela está utilizando las herramientas del derecho para lograr justamente eso Reconfigurar qué entendemos como paz y quiénes pueden ser reconocidos como víctimas del conflicto armado. Las personas del otro lado del río. Así llaman a algunos pueblos indígenas a quienes vivimos desconectados, consumiendo, desechando, consumiendo. Hemos pasado demasiados años viviendo de espaldas al río y ahora es momento de cambiar. Los pueblos indígenas en distintas partes del mundo sostienen en sus conocimientos milenarios las claves para coexistir con la naturaleza, proteger el planeta y garantizar la vida humana y no humana. En esta serie vas a escuchar a quienes están en la primera línea contra la crisis climática, los líderes indígenas globales. Aquí comparten sus experiencias de vida, conocimientos únicos y consejos urgentes. Son ellos y ellas quienes están marcando el camino hacia un futuro posible. Es momento de escucharlos. Es el momento de cruzar el río. Cruzar el río es un podcast del proyecto More Than Human Life Moth, basado en el Centro de Derechos Humanos y Justicia Global de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York y 070 Podcast. La JEP es un sistema judicial creado en Colombia como parte del Acuerdo de Paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Cuando nació la JEP, los pueblos indígenas y afrodescendientes lograron que se reconociera que ellos debían participar directamente en este proceso. Yo no creo que uno pueda trabajar justicia sin hablar de paz y no creo que uno pueda hablar, por ejemplo, de desarrollo sostenible o de medio ambiente sin hablar de paz. Ana Manuela fue la primera magistrada indígena en ser elegida para ese cargo. Que todo esto se tiene que conectar, es decir, la justicia, la paz, los temas ambientales, eso se tiene que trabajar de forma integral. El camino de Ana Manuela para llegar hasta la JEP inició mucho antes de tener estudios o ser abogada. Inició en el territorio, en la Sierra Nevada de Santa Marta, esa sierra que conecta la nieve con el mar. El mundo primero se creó en espíritu, pero se habla de diferentes hilos que se fueron tejiendo hacia distintos lugares. Y la sierra entonces es el centro desde donde se empiezan a conectar muchos hilos en el mundo. Para Ana Manuela, vivir en su comunidad era crecer en familia, entre humanos y más que humanos. Siempre recuerda a su abuelo y sus rituales, como un ejemplo de esa conexión con el territorio. con el territorio. Como veía a mi abuelo pedir permiso para sembrar o como lo veía dejar el gambo de plátano de yuca o la yuca para que se la comieran los otros animales. Es decir, la primera, decía mi abuelo, la primera cosecha, los primeros racimos, no nos los debemos comer nosotros, se les deja a esos padres, sus espíritus. Y eso yo lo veía y así crecí. Y creo que esa es una forma bonita de convivir de manera armónica con lo que nos rodea. El abuelo de Ana Manuela fue uno de los líderes más importantes de su comunidad. Y en su familia, muchas personas han ocupado posiciones de liderazgo. Muchos han sido mamos y sagas, como son llamados los chamanes de la sierra. Creo que el tema del liderazgo es un tema que no es una decisión personal. Es una decisión espiritual. Yo vengo de una familia, la familia Arias Montero, que es una familia de líderes. Mi abuelo, Manuel Montero, fue uno de los mamos más importantes en la sierra. Por eso, Ana Manuela reconoce que la posición de liderazgo que ocupa en actualidad como magistrada es el resultado de un esfuerzo colectivo, un legado que ha sido transmitido a través de las experiencias y enseñanzas de sus ancestros. Y yo de eso sí estoy también consciente. Uno no se hace solo, sobre todo si uno viene de pueblos étnicos. Se requiere de una red de apoyo muy grande para que uno pueda llegar a estos espacios. El camino de Ana Manuela, desde joven, ya apuntaba hacia el liderazgo, y la llegada del conflicto armado a su territorio y a su vida personal fue un factor definitivo. Durante 20 años, entre la década de los 80 hasta el 2000, 450 indígenas cancuamos perdieron la vida. Murieron entre bombardeos, masacres, asesinatos selectivos o como víctimas de desaparición forzada. En uno de los momentos más agudos del conflicto, su territorio fue declarado como zona roja. Por eso, 40% de la población cancuamo se desplazó a ciudades del país, entre ellos la familia completa de Ana Manuela. Su familia quería evitar que ella y sus hermanos fueran víctimas del reclutamiento forzado y los mandaron a estudiar en Valledupar, una ciudad cercana. Allí vivió un momento que hasta hoy recuerda claramente. Recuerdo el asesinato de una joven de más o menos unos 18 años en una de las comunidades cercas a la comunidad de la que yo soy. Poco después del asesinato, los actores armados reunieron a las personas del pueblo en una plaza para contarles sobre la organización. Allí les contaron sobre sus reivindicaciones y les dijeron que ellos defendían los derechos humanos. Yo les dije que sí, que cómo era posible que siendo una organización que al parecer luchaba por los derechos humanos. Yo les dije que sí, que cómo era posible que siendo una organización que al parecer luchaba por los derechos humanos, porque tenían que asesinar niñas, porque eso era una violación de los derechos humanos. Y yo recuerdo que estaba muy pequeña, debía tener unos 14 años, cuando me enfrenté a este grupo armado a decirles estas cosas. Que una niña de 14 años se enfrente y cuestione a actores armados no era algo que pasaba todos los días. Sin embargo, Ana Manuela se dio cuenta que ella estaba dispuesta a hacerle frente a la injusticia y que estaba dispuesta a trabajar para que las cosas cambien. De ahí empezó como esta idea de trabajar, de estudiar, ¿no? Muy consciente de que había que hacerlo, ¿no? Porque era como lo entendía también como una herramienta de trabajo, de lucha, de resistencia, de defensa, de entender también. Eso también fue una de mis apuestas, como tratar de entender cuáles eran las herramientas de defensa que tenían acá. Por eso decidí entonces estudiar Derecho. entonces estudiar Derecho. Ana Manuela, al graduarse del colegio, se mudó a Bogotá, la capital de Colombia, a estudiar Derecho en la Universidad de los Andes, una universidad privada. Desde entonces, ha trabajado por la defensa de los derechos humanos en espacios como la Organización Nacional Indígena de Colombia, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Estados Unidos, la Mesa Permanente de Concertación y la Defensoría del Pueblo en Colombia, hasta llegar a su puesto actual como magistrada en la JEP. En la JEP, Ana Manuela investiga, juzga y sanciona los crímenes cometidos durante el conflicto armado. ANAMANUELA INVESTIGA, JUSGA Y SANCIONA LOS CRIMENES COMETIDOS DURANTE EL CONFLICTO ARMADO Y una de sus metas es que cuando se hable sobre víctimas del conflicto armado, se incluya también a los seres más que humanos. ¿Qué implica eso? Pues muchísimas cosas. Pero una de las principales es reconocer el papel del territorio, como un ser vivo que se relaciona con otros seres y que ha sufrido los impactos de la guerra. Yo creo que todo aquí está atravesado por el territorio y creo que por un gran sufrimiento del territorio. Uno de los casos más paradigmáticos aquí es, por ejemplo, el caso 02, que investiga los hechos ocurridos en Tumaco, Ricaute y Barbacoa. Digamos, de los patrones, es el patrón criminalidad, el patrón de daños ambientales, en donde se ve todos los daños que se le causaron a los ríos, al mar. La JEP decidió priorizar los delitos cometidos contra la comunidad indígena Agua y los consejos comunitarios de los municipios de Tumaco, Ricaurte y Barbacoas. Que hemos venido analizando, ya llevamos más de mil víctimas. Comprender la dinámica del conflicto armado en el territorio. Realmente en este territorio han sucedido muchos hechos victimizantes, graves, como son masacres, reclutamiento forzado, confinamiento, desplazamiento. El caso 002 que Ana Manuela menciona es uno de los macro casos investigados por la JEP. es uno de los macrocasos investigados por la JEP. Este caso lo lidera otra magistrada indígena, Belkis Izquierdo, y se enfoca en tres municipios de la región de Nariño, en la frontera con Ecuador. Este caso investiga una serie de crímenes hacia las comunidades indígenas, afrocolombianas y campesinas en ese territorio, cometidos presuntamente por la FARC-EP y la Fuerza Pública. Pero, como señalan a Manuela, en este caso también se investigan los daños socioambientales y territoriales que ocurrieron en estos lugares, en particular en los territorios de consejos comunitarios afrodescendientes y resguardos indígenas de los pueblos Agua y Eperara-Siapidara. Acá se declaró el territorio, el Caxazú del pueblo Agua, el Eperara-Eurra del pueblo Eperara-Siapidara como víctimas. Y fue mucho también preguntarles a ellos, ¿no? ¿Cómo era esa relación con el territorio? ¿Cómo se afectaron los espíritus? ¿Qué se afectó con el conflicto armado? Por primera vez en el contexto del proceso de paz en Colombia, se reconoció un territorio como víctima del conflicto armado. El pueblo Aguá llama a su territorio Catsazú, y el pueblo Eperara-Ciapidara lo llama Eperara-Euda. Estos territorios, un ser más que humano, fue declarado como víctima por la JEP. La JEP pasó su decisión en varios factores. Los testimonios de los propios pueblos indígenas, pero también la explotación del territorio en busca de oro y la deforestación para los cultivos ilícitos. Pero quizás los eventos que son más recordados en el territorio fueron los derrames de crudo. Ocho derrames que ocurrieron entre 1976 y 2015. El caso más extremo ocurrió en el 2015, cuando las FARC derramaron 410.000 galones de crudo sobre unas quebradas que desembocaban en el río Mira. Según CNN, esto dejó sin agua a 160.000 personas y a cientos de animales que vivían en el río embarrados de crudo. La gente llena de crudo, fotos que vimos de la gente llena de crudo que se lanzó al río a tratar de limpiarlo, a sacar ese crudo del río. Incluso con puestos de enfermedad. Pero ahí uno ve como a la gente también le duele y ve uno ahí una humanidad a la que le duele lo que le pase a la madre naturaleza, lo que le pase a los ríos, lo que le pase al agua. sino porque les duele. No porque es el agua que necesitan para tomar y vamoses más importantes que hemos expedido, no solamente como magistradas, sino también como indígenas, porque es quizás una de las pocas contribuciones o grandes contribuciones que nosotros, como miembros de estos pueblos, le hemos hecho a la Jurisdicción Especial para la Paz. Reconocer el sufrimiento, documentarlo, volverlo parte de la memoria histórica de un país, es una de las maneras en las que el derecho genera un espacio para la reparación. Y es también una apuesta por moldear la herramienta del derecho occidental, reivindicar al territorio y las múltiples cosmovisiones de quienes lo habitan. Esa acreditación del territorio como víctima surge de toda esta cosmovisión con la que venimos nosotras cargando. Es decir, nosotros sí pensamos que el territorio es un ser sintiente, que siente que le duele, que le duele que sus hijos, hijas, se mueran o sean desaparecidos sin un ritual, porque ella nos dejó rituales para hacerles a nuestros muertos. Que le duele el derramamiento de sangre, que le duele, no solamente que derrame grandes cantidades de barriles de petróleo en el territorio, sino que le duele todo lo que pasa también con la humanidad. Hay muchas formas de liderazgo, muchos caminos para proteger el territorio. Para Ana Manuela, el derecho ha sido su herramienta y vía para ejercer el cambio. Cuando ella habla de derecho, lo define como una herramienta práctica de defensa. Hoy en día, la emergencia de la crisis climática nos exige justamente eso, entender que los humanos no somos el centro. Afortunadamente, cada vez existen más ejemplos de leyes en el mundo donde se reconocen los derechos del territorio y los seres más que humanos. Esto ya ha ocurrido en Colombia. Que el río Atrato se convirtiera en una entidad sujeto de derechos. En el 2017, el río Atrato se volvió sujeto de derechos. Nuestra Amazonía tiene derecho a ser cuidada, protegida, restaurada y mantenida. Y en el 2018 ocurrió un reconocimiento similar para la Amazonía. Esto le otorgó una serie de garantías y protecciones legales para su conservación y preservación. A mí me agrada mucho que se haya ido avanzando, no solamente en relación con los derechos de los seres humanos, sino que ya también se habla de los derechos de los animales, de los derechos de la naturaleza, de los derechos del agua, en fin, como me parece muy importante que nos vayamos poniendo, que vayamos abriéndonos a que no somos el centro. Una de tantas herramientas de cambio que tenemos los humanos a nuestra disposición. Porque hablar de violencia, así como hablar de dolor, de memoria, y hablar de restauración, de respeto, de paz, es hablar de condiciones que nos afectan a todos los seres que habitamos el planeta. Una paz que nos permita respetar el río, que nos permita respetar la montaña, que nos permita respetar la diversidad religiosa, que nos permita respetar la diversidad cultural, todo. Nosotros en la sierra siempre hablamos de que cuando nos limpiamos espiritualmente, nos limpiamos espiritualmente, nos limpiamos con siete generaciones atrás. Es decir, cuando nosotros hacemos rituales de limpiarnos energéticamente de cosas malas que hayan pasado, tenemos que pensar en siete generaciones atrás, pero también en siete generaciones adelante. Por eso, Ana Manuela le apuesta a una paz integral, una paz que integre a las personas y al territorio. Porque en cierta manera, la justicia restaurativa funciona como una limpieza. Es una oportunidad de remendar el pasado, de sanar heridas y abrir espacio para lo que viene. Nuestros pueblos son pueblos que no piensan en el hoy solamente, en el presente, sino que están pensando en los hijos, en los hijos de sus hijos, y en los hijos de esos hijos también. Y yo creo que por ellos trabajamos. Desde que grabamos este episodio con Ana Manuela, los pueblos Wihua paramilitar llamado Autodefensas Conquistadoras de la Sierra, ACS, y el Clan del Golfo, uno de los mayores carteles de drogas del país. Lamentablemente, las comunidades de Wewa no son las únicas que enfrentan desplazamiento. únicas que enfrentan desplazamiento. Según la Defensoría del Pueblo, en 2023, alrededor de 121 mil personas fueron víctimas de desplazamiento forzado y confinamiento en Colombia. Cruzar el Río es un podcast del proyecto More Than Human Life, MOTH, con sede en el Centro de Derechos Humanos y Justicia Global de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York y 070 La producción y el guión fueron realizados por mí, Goldie Levy. Fue editado por Carlos Andrés Vaquero Díaz, quien también es el investigador principal de este proyecto, y Natalia Arenas, de 070. Fue comentado por César Rodríguez Garavito, de NYU Era. El asistente de edición de sonidos Juan Felipe Rojas. Las imágenes de este podcast son de Nefasta. La música es de Cosmo Sheldrake. Gracias a Ana Manuela Ochoa por aceptar esta entrevista y por compartir tu tiempo y lecciones con nosotros. Y a ti, gracias por escuchar.