¿Cómo viviste la universidad?

¿Cómo viviste la universidad?

26 de sept de 2024

En este episodio del podcast 'Tercera Vuelta', Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero abordan el complejo mundo de las universidades. Con humor y reflexiones personales, discuten sobre cómo estas instituciones están en crisis y cómo sus propias experiencias en la universidad moldearon sus vidas.

Capítulos

Introducción a la vida universitaria

Alejandro y Ricardo recuerdan sus experiencias personales con la universidad, destacando cómo estas instituciones representan una etapa de transición clave, marcada por una percepción de superioridad y certezas que no se encuentran en otras etapas de la vida.

Tomando decisiones educativas

Ricardo explica cómo decidió estudiar literatura por su interés en la creatividad y la lectura, mientras Alejandro cuenta que su elección por la ingeniería fue más una imposición de expectativas familiares que una elección personal.

La ingeniería y la literatura, un mundo de contrastes

Ambos discuten las diferencias entre sus carreras, con Ricardo disfrutando la literatura como una experiencia de inmersión y Alejandro sintiendo que la ingeniería era demasiado técnica y carecía del componente humanista que anhelaba.

La crisis de propósito en la educación superior

Exploran cómo la modalidad tradicional de enseñanza está siendo desafiada por la tecnología y nuevos paradigmas de aprendizaje, criticando el enfoque de las clases magistrales que parecen obsoletas en un mundo donde la información está al alcance de la mano.

El impacto de la pandemia y la salud mental

Analizan cómo la pandemia ha puesto en evidencia la importancia del contacto social en la experiencia educativa y cómo las universidades deben adaptarse para abordar cuestiones como la salud mental de sus estudiantes.

Un llamado a la crítica y la conversación

Destacan la importancia de la conversación y el pensamiento crítico en el ámbito académico, instando a las universidades a ir más allá del conocimiento especializado para fomentar un ambiente de diálogo y aprendizaje colaborativo.

Conclusión

El episodio concluye con una reflexión sobre la necesidad de adaptar las universidades a las nuevas realidades educativas y de fomentar espacios de conversación que contribuyan al desarrollo integral de los estudiantes. La crítica, la conversación y las artes humanas se plantean como elementos esenciales para un futuro educativo más enriquecedor.

Menciones

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               tercera vuelta el podcast con alejandro gaviria y ricardo silva romero un podcast del locutorio arroba el locutorio dc si hay una cosa muy conmovedora que une a los universitarios es cierta superioridad por la naturaleza de la experiencia es decir, tienen una edad la edad en la que todo el mundo tiene todo seguro, es decir, todo en la que la gente tiene tantas certezas, digo están como resguardados ahí es un momento donde supuestamente están pensando, piensan más que todos los demás, ya dejaron el colegio, ya están en un ámbito que les permite ser en principio no del todo libres. Libres. Están hablando de todos los temas, de Dios, de la muerte, mientras todos los demás somos pues unos oficinistas. Hola Ricardo. Hola Alejandro. Una vuelta más. Quiero que hablemos hoy de esas beneméritas instituciones que son las universidades. Hoy en crisis, por lo menos en un momento de transición, o por lo menos un momento inquietante. Pero antes de llegar al análisis de la coyuntura, me gustaría que habláramos un poquito de nuestro paso por la universidad, por esa experiencia universitaria, que tal vez comienza con la llegada a la casa del resultado de la prueba del ICFES en esa época. Claro, era dramático. Era dramático, ¿no? Sí, a mí no me fue mal en el ICFES en esa época. Claro, era dramático. Era dramático, ¿no? Sí. A mí no me fue mal en el ICFES, pero... Tampoco. Sí, entré tranquilo. En mi carrera pedían poquitico y fue la literatura. Y entonces fue muy fácil. Pero sí me parece que es una experiencia realmente traumática el ICFES. Era como que algo se definía ahí en ese momento. Ricardo, ¿en qué momento decidiste estudiar literatura? ¿Eso fue desde muy temprano? No, yo tenía mucha confusión porque estaba convencido de hacer algo artístico. Hoy diríamos creativo. Creativo, sí. Inventarme, como dedicarme a escribir o a hacer películas o algo por ese lado. El cine estaba por ahí también. Estaba por ese lado, pero yo sentía que me hacía falta leer un montón de cosas. Y entonces pensé antes de cualquier cosa voy a estudiar literatura tenía un amigo que ya había entrado y que era un buen referente estaba él contento ahí adentro y entonces me animó a entrar y fue yo creo que una buena decisión a la larga a pesar de que de que fue una época dura para mí emocionalmente me parece interesante esa decisión ricardo de entrar porque tú dices quiero ser creativo permito leer y necesito estructura en la lectura exacto necesito saber la universidad como lista de lecturas o club de lectura si yo me lo tomé como un club la lectura. Exacto. Necesito saber cómo se hace. La universidad como lista de lecturas o club de lectura. Sí, yo me lo tomé como un club de lectura. Y lo pensé muy conscientemente. Eso sí. Todo el mundo quería que yo estudiara Derecho. Que era diferente a mi hermano. Mi hermano que me lleva cuatro años hizo alguna vez un examen para ver, de esos que hacían, para ver qué le convenía estudiar más. Y fue peor porque le que le convenía estudiar más y fue peor porque le salió que podía estudiar todo es un hermano es el hermano inteligente digamos y entonces quedó más confundido, él parecía que iba a ser físico como mi papá matemático, era muy bueno para eso y él terminó estudiando derecho como mi mamá y yo creo que a mí me lo dañó un poco. Como con esa meta de no hacer lo que hace el hermano. Yo terminé diciendo, no, yo no voy a estudiar Derecho y no vamos a ser tres abogados en esta casa. Y como que me liberó y pensé, voy a hacer lo que sí quiero hacer, que es hacer ficción, como mamar gallo en general. Pero fue un momento como de liberación. En el caso mío, a mí me iba bien en matemáticos. Y me parecía en ese momento que si a uno le iba bien en matemáticas, la ingeniería era casi que un destino inmediato. Yo no había sido ingeniero, pero yo no quería del todo. No, pero nunca fui capaz de tener la conversación. Mi papá me había dicho por allá una vez tenía 16 años para que le vaya bien en la vida tiene que ser un buen profesional y yo dije bueno hay que ganarse la vida me va a tocar hacer esta vaina. ¿Pero tenías otra opción? De pronto me gustaba desde esa época la economía pero también el derecho yo quería también algo más de leer el derecho parecía a mi también me parecía que se veía interesante pero me iba bien en matemáticas y como me iba a desperdiciar en otra parte, ¿no? Esa era como la idea que flotaba en mi casa. Es que si te hubieran hecho ese examen que le hicieron a mi hermano, te habría pasado lo mismo. Yo creo que muchas opciones. Sí, de pronto varias opciones. Y empecé sin mucha convicción a estudiar ingeniería, pero tampoco fue una cosa terrible. No, estaba... Algunas materias me gustaban. La estadística y estas me gustaban. Malo para el dibujo. Que no era bueno para ingeniería porque hay cursos de eso. Hay materias. Hay materias de dibujo técnico. Muy terribles. Sufrimiento total. Pero siempre tuve ese vacío en el lado que uno podría llamar humanista en la literatura, organizaba grupos de lectura en la universidad, llevaba libros para leer. Hice el discurso de grado de ingeniero protestando sobre ese asunto, que algo nos faltaba. Educación. Era imposible haber previsto que después iba a estar como profesional protestando sobre este asunto de que algo nos faltaba en nuestra educación. Era imposible haber previsto que después iba a estar como profesional, el que mi papá dijo. Y me escudió en esos debates como rector de la Universidad de Los Andes. Es imprevisible. Es increíble. Mi papá toda la vida fue profesor universitario y era muy conmovedor porque era claramente su vocación, era ser profesor de física y fue ingeniero y físico y adoraba la ingeniería. Le parecía que la ingeniería era el tema central de la sociedad. Bueno, la física era una pasión así enorme y era muy conmovedor porque fue el director de física de la Nacional muchos años y luego pasó a ser el secretario general de la Escuela de Ingeniería y luego se volvió el rector. Pero mientras era el secretario general de la escuela, como esa era una universidad chiquita al principio, funcionaba en Usaquén en una casa esquinera, pues él era el que llevaba los horarios de todo el grupo de estudiantes y era conmovedor esa pasión por la universidad y la sensación que él tenía de que ese era el sitio en donde todo se arreglaba. Y luego las pasiones de los otros, de mi mamá con la javeriana de estud estudiar allá, creo que no lo llaman derechos, sino jurisprudencia. Como en el Rosario también. En el Rosario fue mi hermano y mi hermano también se metió de cabeza, pero en el Rosario no quiso estudiar en la Javeriana. Yo no sé si por darle el pulso a mi mamá, porque eso de la Javeriana es súper tradicional y el padre Giraldo y no sé qué, todo esto. Este se metió al Rosario y también vivió esa universidad con una pasión de tal modo que cuando yo llegué yo me sentí muy mal porque yo no lo disfruté. No había esa pasión, no había esa cosa de decir que algo muy importante está pasando. No, para mí era ese club de lectura. Yo estudié en la Escuela de Ingeniería de Antioquia, que es parecida a la Escuela de Ingeniería donde tu papá organizó todo. Era una universidad pequeña, no tenía ese ambiente universitario grande, estudié en la escuela de ingeniería de Antioquia, que es parecida a la escuela de ingeniería donde tu papá organizó todo. Sí. Era una universidad pequeña, no tenía ese ambiente universitario grande, era un ambiente de una comunidad con valores quizás demasiado tradicionales, ahora lo pienso en retrospectiva, pero tampoco tenía yo esa pasión. Tenía una sola pasión desde esa época, era programar computadores. Eso sí. Sí. Era el momento en que llegaban los computadores de escritorio. Sí, que uno era programar computadores. Eso sí. Era el momento en que llegaban los computadores de escritorio. Sí, que uno podía programar. TRS-80 y yo aprendí a programar primero en BASIC, después en FORTRAN, después en PASCAL y eso sí me gustó. Esa curiosidad de programar. A eso sí le dedicaba horas y horas y seguía leyendo y escribiendo en todo caso de manera paralela manteniendo una vida distinta a lo que pasaba en las clases de la universidad cuando vine a estudiar economía ya en los años 90 pero esto es un posgrado o es una carrera la carrera de ingeniería yo termino la carrera trabajo como ingeniero un año no me gusta mucho una carrera, dos carreras. La carrera de ingeniería. Yo termino la carrera. Trabajo como ingeniero un año. No me gusta mucho. Y decido por muchas razones venirme a vivir a Bogotá. Muchas razones. También era la época de la violencia. Yo había tenido un incidente violento por allá. Decido venirme a vivir a Bogotá. Y cuando estudié la maestría en economía, sí fui... Sí hubo pasión. Yo quiero aprender esto, me voy a meter de pies y cabeza, quiero ser el mejor estudiante y así fue ahí sí lo disfrutaste de verdad tenía un propósito quizás era demasiado nerd, hoy lo pienso dedicado a estudiar, a estudiar, a estudiar yo siempre le he tenido envidia a la gente que disfrutó la experiencia universitaria, que la pasó rico, como en las películas, que uno ve que tienen amigos y viven de rumba y aparte tienen unos profesores magníficos como el profesor Kingfield de Paper Chase en la serie de televisión. O este Deadpool, eso sabe. Exacto, esos que inspiran y lo sacan adelante a uno. Pero no, mi experiencia no fue así. Y estaba pensando, para que no se me quede atrás el tema y cerrar eso de la ingeniería, que cuando mi papá fue rector de la escuela de ingeniería, se obsesionó justamente con que a los ingenieros les tocara ver cuatro materias de humanidades. Entonces pusieron en todas las carreras cuatro semestres de humanidades y era la materia más dura para los ingenieros. Increíblemente odiaban entrar, sufrían con las humanidades como sufriría uno con el dibujo técnico. Les tocaba probablemente leer y demás. Y era mucha angustia. El problema, Ricardo, es que esos cursos, poco a la fuerza, no funcionan del todo. No. Tiene que haber una vocación, tiene que haber una afinidad, tiene que haber una conexión espiritual. Lo que nos va llevando a esta doble idea o doble propósito de la universidad. Que en la universidad de los Andes había sido, después que yo trabajé como decano muchos años y como rector, había sido, decía, como el propósito inspirador. La educación liberal. reflexiona sobre el amor, sobre la muerte, sobre la familia, sobre Dios, sobre la historia, sobre lo que somos. Se leen los mejores libros, los clásicos están presentes. Y usted es eso primero. Y hay una educación profesional que ocurre al mismo tiempo, pero uno es eso primero. Ese ideal de la educación liberal, que es bonito. Muy bonito, muy conmovedor. Es esencial, creo yo, porque va generando pensamiento crítico una educación en el escepticismo que a mí me sigue pareciendo muy importante pero es difícil si tiene la gracia de también de lanzarlo a uno como estudiante al mundo es un choque a mí me parece un choque brutal yo creo que yo vivía muy tranquilo en el colegio y la entrada a estudiar literatura en donde además hay tanta gente tan tan diferente pero sobre todo tan extraña porque estudiar literatura no es si no es lo más común es raro. Era exactamente lo diferente, todo lo contrario a la carrera de arte. Uno veía que la gente de arte trataba de parecer extraña y en cambio la gente de literatura trataba de parecer normal. Entonces era medio estar descubriendo unas vidas todas complejas, con gente con unas salidas rarísimas. Además en la Javeriana siempre hay gente que tiene un pie en el seminario. En esa época también había una cantidad de estudiantes coreanos. Todo era... ¿Había coreanos que venían a aprender español? Sí, había uno en esa carrera de literatura muy conocido que además murió, porque, bueno, entró como en un ambiente de rumbas pesadas. en esa carrera de literatura muy conocido que además murió porque bueno entró como en un ambiente de rumbas pesadas y donaron los padres porque era gente de plata a salones y todo era una época extraña era un mundo extraño había gente pues maravillosa profesores muy buenos pero en general era yo lo sentí tenso todos esos años esos años de literatura. En el caso mío fue un poco distinto. Porque el grupo, cuando yo estudié ingeniería, era más homogéneo. Con objetivos parecidos en la vida de lo que queríamos ser. Había gente extraña, por supuesto, siempre lo hay. Sí, es imposible. Es imposible que no. Pues incluido nosotros quizás uno sabe lo mismo estarán diciendo si la gente debería vivir aterrada conmigo si completamente pero yo hoy lo veo en retrospectiva un poco como más homogéneo si seguro no recuerdo mucho durante esos años de ingeniería grandes profesores inspiradores. Como un gran maestro. No, porque eran materias muy técnicas. Muy técnicas. Había buenos profesores. Era un momento del desarrollo de la ingeniería de Colombia, donde los grandes proyectos hidroeléctricos estaban ahí en el centro de todo. Y había muy buenos profesores de estruct, estructuras hidráulicas. Y había un ambiente de aprender a hacer eso, ¿no? Que es bonito, ¿no? La gente que se dedica a una cosa y la hace bien toda la vida. Es un oficio, digamos. Y es un oficio. Sí, es un oficio bien aprendido. Concreto. Me ha parecido que eso en la vida merece mucho respeto y aprecio. Claro, es muy conmovedor que alguien domine su oficio, digamos. Pero yo tenía una mente más generalista y un apetito más abarcador y quería ocupar muchos espacios a la vez y esa profundización en este tipo de canal rugoso de esta manera o pavimentos 1, 2 y 3 no era lo que más me llamaba la atención. Sí, muy específico. Yo sería un poquito más generalista. Criticándolo todo. No, es un oficio que si uno lo hace bien es además súper útil, digamos, para todos. En literatura era justamente el terreno de los poetas muertos y había todas las materias para ser un profesor inspirador porque había romanticismo alemán. Sí, por las épocas, el romanticismo, el renacimiento, el barroco, el realismo. En fin, quizás era lo mejor de la carrera de literatura, era que estaba estructurada según la historia. de la carrera de literatura era que estaba estructurada según la historia, entonces uno acaba eso con los griegos, la edad media el renacimiento, el barroco el romanticismo, el realismo el naturalismo, bueno después las vanguardias, uno quedaba con una estructura muy bien lograda, pero era escaso, era difícil que llegara un profesor tipo poetas muertos o alguien muy emocionado a enamorarlo a uno. Uno podría contarlos. Para empezar, Mario Mendoza era extraordinario en el primer semestre. Uno no podía creer la emoción con la que hablaba. La emoción con la que hablaba era como si esa fuera su vida entera. Estar hablando de él, le daba introducción a la literatura y era además lo que le daba la gana de dar, porque arrancaba con Edgar Allan Poe la introducción. Seguramente lo último que estaba leyendo lo llevaba a clases. Lo que le daba la gana y le hacía sentir pasión. Sin estructura. que le daba la gana y le hacía sentir pasión. Sin estructura. Sí, y entonces conectaba eso con Ramboy, Baudelaire y Verlaine. Hacía como un camino, lo que él llamaba literatura moderna, pero estaba escogiendo lo que quería. Pero como él había pocos momentos, así que uno dijera, claro, esto es lo más importante que hay en el mundo así como mi papá pensaba no en el sentido de que se transmitía con frecuencia que estudiar literatura no servía para nada, que eso era un lujo y que era como el grupo de los de Fahrenheit 451 que conservan la literatura como un grupo, una secta que lleva más allá esa pasión que a nadie le importa, la literatura de la gracia es que es inútil decían mucho y a mí eso me entraba en reversa Mientras tanto es inútil, decían mucho y a mí eso me entraba en reverso. Mientras tanto, yo estaba resolviendo ocasiones diferenciales, ¿no? ¿Qué era una forma de decir, yo tengo estos modelos estilizados de la realidad, que algo tiene que ver con el mundo, pero yo tenía esa curiosidad de cómo conectar eso, ¿no? De ese saber de las matemáticas. Esa idea también romántica de que eso describe una esencia del mundo o del universo. Y que además tiene un componente práctico que es la ingeniería. Ese componente práctico permite soluciones concretas para problemas concretos. Había también un romanticismo ahí en los profesores. Y había una idea que venía un poco de atrás, casi decimonónica en los ingenieros como aquellos que abrían caminos. Sí, exacto. Y conectaban el país y traían la energía y traían el agua. Y eso se llamaba desarrollo. Totalmente. Hoy en el siglo XXI, en medio de todos estos problemas, ese romanticismo está en cuestión. Pero había eso. Y eso llevaba Ricardo a que esta pregunta sobre lo práctico estaba siempre presente. Pero de manera interesante, el vacío era el otro. El vacío era lo inútil, lo que nos permite pensar la sociedad. Que era, por ejemplo, la literatura. Era la literatura. entonces yo a veces llegaba por un recuerdo y tenía que resolver sistemas de ecuaciones me acuerdo que tenía que hacer un programa para resolver sistemas lineales de ecuaciones pero estaba a sangre fría de Truman Capote lo había comprado y estaba ahí y yo no sabía muy bien qué hacer ¿y qué hiciste? las dos cosas una mente generalista era cogerlo de un lado que hacer. ¿Y qué hiciste? Las dos cosas. Una mente generalista era cogerlo de un lado y doblar para el otro. Probablemente no lo terminé, pero ahí estaba. Lo que me parece fascinante y bonito además es esa idea de la ficción de los números, que es como la otra. Es la aspiración de que de que ahí esté retratado el mundo en esas ecuaciones que además cada vez va siendo el mundo sofisticado de las matemáticas que uno lo ve en el colegio uno arranca bueno a sumar luego a hacer ecuaciones luego ya cuando llega trigonometría uno no entiende para qué le está sirviendo eso tan tan abstracto y ya cuando llega cálculo al final de insisto en qué situación me va a funcionar en la vida el cálculo la sí ya cuando yo me acuerdo un profesor que era extraordinario en el colegio y le mostraba a uno estas tablas que tienen ya X, Y, Z. Y le decía a uno, este punto está aquí. Y señalaba un punto en el espacio. Y uno decía, ¿pero para qué? Coordinadas espaciales. Esas coordenadas. En los ingenieros había un chiste, porque había forma de resolver problemas de integrales o derivadas. resolver problemas de integrales o derivadas. Si aquí uno iba a terminar, iba a poner un pequeño taller o un garaje donde tenía dos cotas. Aquí se integra por partes y se deriva parcialmente. Es un chiste que decía, estamos aprendiendo todo esto, pero quizás esto no funciona. No. Y llega después la crisis de séptimo, octavo semestre, que yo me acuerdo, estábamos viendo alguna materia de estructuras, y se hacen los cálculos estructurales y se decide cuánto acero va a tener una columna o cualquier cosa. Pero los ingenieros utilizaban un factor de seguridad. Esto es lo que me dan las ecuaciones, pero yo me voy a ir un poco más allá. Entonces se multiplica por dos. Algunos multiplicaban por tres del factor de seguridad. Por si acaso. Por si acaso. Entonces yo ya decíamos, ya cuando ciertamente escéptica, epistemológicamente insegura decía, si uno tiene que utilizar un factor de seguridad de tres, es porque no tiene ni puta idea de lo que está pasando. Claro, claro. Y realmente no sabe. No, es... Entonces comienza la realidad a... Claro. A tener dudas sobre si ese conocimiento y si esas ecuaciones sirven para algo, ¿no? Claro, porque esas ecuaciones ya hay un punto en el que uno pierde de vista la realidad, ya no están reflejando del todo la realidad, ya son vanguardias si fuera arte, serían las vanguardias, como algo que ya se fue por allá es un lenguaje en sí mismo que sí, que se describe a sí mismo constantemente y bueno en literatura justamente empezaba un poco a ser así también en los 90 que es mi momento de la universidad pues estaba el posmodernismo de moda era lo que había que saber y entonces por ejemplo la novela era un género que ya había muerto y escribir novelas era un error y todo tenía que ser de lenguaje, juego de lenguaje sin personajes sin sitios retratados, sin mundos retratados. La novela tenía que ser desde los 90 un hecho de lenguaje y de puro lenguaje. Lo escritural. Bueno, había unas expresiones que hacían pensar que si uno escribía la historia de alguien en algún lugar de alguna época estaba siendo inútil, estaba siendo complaciente, también estaba despegándose de los referentes reales, lo literario. Entonces yo creo que era una época rara para estar estudiando eso, pues que le dijeran a uno como a los de arte les decían ya el dibujo murió, a los de literatura les decían ya la narrativa, la narración no es útil. No es claro que todos podemos escribir, es claro que todos con suerte y con vocación podemos dedicarnos al oficio de escribir, pero últimamente pienso que no solo podemos, sino que debemos escribir. Escribir es la mejor terapia que tenemos a la mano. Bienvenidos a Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Toma el audiocurso de escritura Ficcionario en ellocutorio.com slash ficcionario con Ricardo Silva Romero. A mí no me tocó nunca esa forma de crítica al interior de la ingeniería porque no existe lo que llegó de la tecnología y empezó a cambiar ciertas costumbres. Y los reyes de la ingeniería en esa época eran los calculistas, pero el computador lo fue desplazando y los convirtió en otros más. Esa habilidad para hacer cálculos sofisticados manualmente quedó desplazada ¿Qué nos lleva al debate actual, Ricardo? Al debate de la educación universitaria en esta época donde tanto ha cambiado y para utilizar una frase reiterada en la cual la humanidad parece empeñada en construir su propia obsolescencia y donde ya una carrera de estas no va a durar por toda la vida la humanidad parece empeñada en construir su propia obsolescencia. Sí. Y donde ya una carrera de estas no va a durar para toda la vida. Todo conocimiento va a ser obsoleto en menos de una década. Y la universidad comienza a interrogarse sobre sí misma. Claramente estamos en una transición. Sí, la inteligencia artificial... El otro día un amigo pidió que le hiciera un contrato y le hizo el contrato inmediatamente y era cuestión de corregirlo, no más de mirar por encima y pensé que menos mal no estoy de derecho porque todavía inventarse cosas todavía le cuesta más a la inteligencia artificial está la inteligencia artificial, está otra parte que las universidades me han incorporado plenamente. De la que fui testigo como rector de la Universidad de Valenzuela y alguien como decano. Hay una cantaleta, hay un grupo siempre en la universidad que sigue mucho la ciencia cognitiva y la neurociencia. E insisten e insisten e insisten que todo lo que se hace en una clase, en particular en la clase magistral, nada tiene que ver con el aprendizaje. O sea, que lo que dice la teoría o la ciencia cognitiva nunca ha sido tomado en serio por las universidades. Y en una clase típica de cualquier universidad en cualquier parte del mundo está ocurriendo cualquier cosa menos el aprendizaje. Hoy hace poco que en una clase en la Universidad de Harvard, donde se hacen escáneres al cerebro de los estudiantes, mientras el profesor da clase, y la actividad cerebral es menor que cuando están durmiendo. O sea, no está pasando nada en términos de aprendizaje. Nadie está poniendo cuidado. Nadie está pasando. Todo el mundo está pensando en otra cosa. Y hoy sabemos ese diagnóstico que quizás no conocíamos bien hace algunos años, pero nada se hace. Es increíble esto. Yo cuando terminé de ser ministro de educación, y después lo publiqué en este último librito, El desdén de los dioses, escribí un cuento que se llama Implantados. Sí, sí, sí, claro. Y me imaginaba un grupo de estudiantes todos implantados, ya tienen acceso a todo el conocimiento. Eso que está pasando en la clase magistral ya no sirve para nada no porque ya saben todo y lo escribí porque quería imaginarme un profesor con un grupo de 40 estudiantes implantados repitiendo en el tablero al frente de la clase lo mismo que ha repetido siempre cuando es inútil hoy sabemos que pasa lo mismo porque toda la información no está implantada pero está en el celular entonces quería decir algo aquella costumbre que tenían los profesores de repetir al frente de su clase Pasa lo mismo porque toda la información no está implantada, pero está en el celular. Entonces quería decir algo. Aquella costumbre que tenían los profesores de repetir al frente de su clase lo que estaba en los libros estaba pasando de anticuada a ridícula. Claro. Y ese es como el momento de la educación superior. ¿Qué va a ser la clase? Si es un simulacro, ¿qué es eso? Y la conversación tiene que estar otra vez. El método socrático, lo de siempre. Claro. Y ahí es donde viene, Ricardo, un poco de autocrítica. Yo fui profesor de econometría, de teoría de juegos, hacía muchas deducciones algebraicas en el tablero. Y hoy siento que yo voy a haber sido un profesor distinto. Es decir, mire, ¿qué es la teoría de juegos? En el fondo, la teoría de juegos es una forma de hacer modelos estilizados para ver cómo los órdenes espontáneos y la forma de cooperación sin leyes pueden surgir o no pueden surgir, cuáles son los límites cuáles son las posibilidades esto qué realidades describe, qué realidades no. Es apasionante Sí es apasionante, pero la aplicación la reflexión un poco más panorámica desde arriba, no la deducción del equilibrio de Nash, que hoy en día un tutor de Chapji Piti lo hace mejor. Pero eso todavía no ha pasado, no ha pasado del todo en muchas universidades. Y es fascinante pensando en lo que hablábamos al principio de la época universitaria, de cómo encaró uno, de qué tan tanto pudo vivir la fantasía universitaria de rumbas y amigos y como lo que se ve en las películas, pensar ahora cómo será esa experiencia, porque si hay una cosa muy conmovedora que une a los universitarios es cierta superioridad por la naturaleza de la experiencia experiencia es decir, tienen una edad la edad en la que todo el mundo tiene todo seguro es decir, todo en la que la gente tiene tantas certezas están como resguardados ahí es un momento donde supuestamente están pensando, piensan más que todos los demás ya dejaron el colegio ya están en un ámbito que les permite ser en principio no del todo libres. Libres. Sí. Están hablando de todos los temas de Dios, de la muerte. Mientras todos los demás somos pues unos oficinistas. Ellos sí están pensando y sí están enfrentando, encarando. No había pensado eso, ¿no? Como que si ellos dijeran nuestros cerebros son todavía maleables. Ustedes todos ya están muertos mentalmente. Sí, se suben a un bus y todos los del bus son pasajeros muertos mentalmente menos ellos que están viviendo todo a fondo y todo esto. Pero en esta época yo sentía eso, por eso dije que sentí tensión en la universidad. Yo que siempre he sido, como era un ingeniero medio reticente, no lo sentía del todo. Pero sí. ¿Dudabas más? No, y sí dudaba. Otros como por Dios, estos ya enía del todo pero si, dudabas más no, y si dudaba, otros como por dios, estos ya envejecieron todos pero si pienso que no es la misma experiencia porque uno ya no va a la universidad a saber más que nadie porque todo el mundo tiene a la mano todo y ya uno no puede presumir de lo que habló o de lo que le contó un profesor, sino tendría que ser lo que tú has o de lo que le contó un profesor, sino tendría que ser lo que tú has dicho hace rato. Además, que es la conversación, es como como una un encuentro. Lo que pasa en la universidad más que cualquier otra cosa. Tendría que irse para allá, porque si no, si es pasa de obsoleto a ridículo como en el cuento. Ese método que practican algunos profesores que ha sido divulgado una y otra vez, que los estudiantes lean el material y hagan preguntas y más bien la clase no sea para exponer ese material que ya conocen, ya está dado y antemano, ya lo encuentran en toda parte, incluido YouTube sino para las preguntas, para la conversación es lo que hay que hacer, pero todavía ese cambio es difícil, no sé por qué es duro y entonces uno oye hablar de crisis universitaria, quizás porque ese cambio no se ha dado. Y como hablábamos antes, pues es una crisis en varios sentidos. ¿Ese lugar para qué le está sirviendo a una vida? ¿Qué tan...? Porque yo hablaba ahora, fue un choque para mí, pero yo creo que es un choque importante. ese lugar para qué le está sirviendo a una vida, qué tan, qué tan, porque yo pues hablaba ahora, fue un choque para mí, pero yo creo que es un choque importante, como una cuestión, una educación sentimental, hay un experimento psicológico dentro de uno mismo, eso para qué se está sirviendo a la gente hoy en día, emocionalmente, para su salud mental, y luego, que tanta gente está yendo a la universidad. Hay unas cifras de descenso de estudiantes, lo mismo en los colegios. Hay toda una cuestión que hay que replantearse allí. Yo supongo que las universidades lo han pensado mucho antes que uno y todos le han dado vueltas a este tema. Pero uno sí siente que es una institución que tiene que adaptarse, girar de una manera muy inteligente en este momento. Sin duda, Ricardo. Si uno quisiera ordenar estas diferentes crisis, hay una. Un economista llamaría de oferta. Sí. Y es que las universidades como existen le estás rindiendo una competencia. Claro. Que las EdTech la llaman, ¿no? Entonces, si no, su oferta no la cambia para... Se le van a llevar los estudiantes para el otro lado. Una competencia ahí que está creciendo. La otra es que los mercados de trabajo están cambiando y el tipo de habilidades que están demandando. Hay una brecha de habilidades, lo que las universidades enseñan sobre lo que el mercado o los empleadores quieren. Hay cifras donde dicen solamente entre el 10 y el 15 por ciento de los estudiantes salen preparados en las empresas donde entran a trabajar para hacer cualquier cosa. La demografía está cambiando. Y esta idea de que uno simplemente tiene una vida en la cual estudia por un tiempo y después ejerce una profesión, imaginemos una profesión liberal toda la vida, se acabó. Y se acabó para siempre. Nadie puede prometer esa vida ya en este punto. Y en los jóvenes hay una impaciencia. Sí. Cinco años o cuatro años y medio allí en estas clases Sí. guardianas de un conocimiento de una forma de entender el mundo de la cultura a lo mejor que el ser humano escrito y ha pensado pero también tienen esa responsabilidad de conectarse con el mundo y ahí están falla eso y más que para bien más que para mal hay unas generaciones muy diferentes a las nuestras digamos educadas para cuestionarlo todo educadas para no dejarse, para no hacerle reverencias a nada es decir pues cuando yo era niño era muy claro que había dos partidos políticos y había unos curas y unos militares y había que responderles. Y tres periódicos. Tres periódicos y todo eso era respetable y uno más o menos le temía a todo lo que usara uniforme. Pero esta gente no, yo no le he sentido que le tenga susto a los curas, que le tenga. Eso mejor. Mucho mejor. Por eso digo que es más para bien que para mal esta educación en la que los profesores no son unas eminencias a las que uno les tiene pánico, sino alguien al que uno le puede interpelar o lo puede poner a hacer conversación real. pero claro, es exigente porque los profesores todavía tienen que desmontar la idea de que de las tarimas de los pedestales, de todas estas cosas que ya no cada vez existen menos. Hay otra cosa que pasa en las universidades que se extraña a las universidades hay una novela muy buena que recomiendo, una novela universitaria es una novela de campos que se llama Stoner, buenísimo, sobre un personaje, ¿no? Y él define las universidades como aquellos lugares donde un grupo de personas que nunca se sintieron bien en el mundo real se van allá a refugiar. Claro. La universidad como convento. Sí. Y hay una cosa extraña que pasa en las universidades, es que la preparación para la vida la hacen precisamente las profesores, las personas, los profesores y profesoras, que le han tenido un poco miedo a lo que está ocurriendo allá. Totalmente. Me recuerda, Ricardo, yo me casé la primera vez por lo católico. Y fuimos a un curso de preparación con mi primer esposo, Tatiana. Y el cura era dándonos consejos matrimoniales, incluido el sexo, ¿no? Habla la voz de la experiencia. Hay curas que dan consejos de sexo en la misa del matrimonio en frente de toda la gente. Este manqué, ¿no? Yo creo que muchos estudiantes dicen este manqué. Este manqué, que es lo que ha pasado con toda esta gente, profesores, curas, estas autoridades han dilapidado su autoridad con estas cosas, curas que hablan de sexo y regañan además. Cuando fui rector de la universidad yo tenía como una palabra que me gustaba repetir una vez una preocupación por el impacto de las universidades por conectarse más por la sociedad. Una crítica a la hiperespecialización que copiamos a críticamente la universidad americana, que no tiene mucho sentido. Yo estaba haciendo mi tesis de doctorado y tuve una conversación con mi asesor de tesis. Yo estaba haciendo un artículo sobre lo que podríamos llamar economía de la educación y leí en el New Yorker un artículo escrito por una psicóloga que era un artículo de divulgación sobre el mismo tema yo entusiasmado le dije, mira aquí hay algunas ideas y el tipo me dijo, yo solo leo literatura especializada y en ese momento Ricardo yo pensé, yo no quiero ser así, como este man como es la gran paradoja de las universidades que gente con una gran curiosidad por el mundo con inteligencia, con ganas de aprender se va convirtiendo simplemente en una persona hiper especializada a la que le roban eso yo tengo un amigo que quiero mucho que se llama Alejandro Martín que es un filósofo, bueno, estudió también matemáticas y se especializó en Leibniz. Y entonces lo invitaron a un congreso y se fue, se hizo todo su viaje, llegó a dar su conferencia en Leibniz y solo había dos en el público porque solo esos dos entendían lo que él iba a decir. Porque solo esos dos entendían lo que él iba a decir. O sea, era la espiralización más dura posible. Sí, ¿hasta qué punto uno quiere llegar a hablar de un párrafo como carrera? El número promedio de lectores de los artículos académicos, incluidos los referidos, quienes los evalúan para que sean publicados, es 1,7. No puedo creer esto. Pues eso lo leía yo alguna vez. Es increíble. Como hacía en los ingenieros, multiplicámoslo por 2. Cuando fui el factor de seguridad de los lectores. Son 5 lectores. Cuando fui rector de la universidad en el primer discurso, un poco protestando contra toda esta locura dije una frase mamando gallo, era exagerada dije, en estos lugares hay lugares en este campus donde nadie lee porque todo el mundo está muy ocupado escribiendo cosas que nadie lee claro, y si siente uno eso esa desconexión y creo que esa es la mayor crisis. Yo pensaría que se viene gestando, además hace mucho. Otro pedacito de esa crisis con la que podemos terminar, y es que la pandemia hizo consciente a... Bueno, sí hizo conscientes a todos. Profesores, estudiantes, padres de familia, sobre los temas de salud mental. Y que las universidades son muchas cosas. Ya dijimos que son conventos, son lugares de aprendizaje, son lugares de... Rumba casi. Rumba. Pero centros de bienestar. Cuando el tema de la salud mental comenzó a convertirse en algo importante. Y vivimos un momento de mayor ansiedad hoy en día. Totalmente. Más fuentes de ansiedad que nunca. Que aquel que vivimos nosotros hace ya varias décadas atrás siendo estudiantes donde esa ansiedad que yo veo por todas partes no estaba presente, teníamos ansiedad teníamos preocupación por el futuro pero no teníamos celular para arrancar ya es otro mundo no teníamos celular, no teníamos 100 notificaciones llegando cada hora no teníamos esta disputa loca en estas formas casi decadentes de capitalismo por nuestra atención, todo el mundo bregando a robarnos un minuto aquí o allá. Totalmente, eso no estaba, no había tanta gente mostrando su vida para que uno la comparara y se sintiera menos o más, que yo creo que debe ser muy duro. Uno no calcula porque ya está muy lejos de los 17 años, pero yo creo que tiene que ser duro uno estar viendo a los 15, 16, 17, cómo viven los demás y qué tan brillante es todo el mundo. Y cuántas fotos hay que tomarse todos los días. Tiene que ser un peso brutal. Pero hay una cosa interesante, Ricardo, que la pandemia mostró que esos espacios presenciales, esas interacciones eran importantes también. Claro, son mejores. En medio de la pandemia, mi hijo Tomás, que no está en la universidad, está en el colegio, en algún momento dijo que la educación virtual es muy buena con un solo problema. No aprendo nada. Leí en el... Lo que bueno era estar en la casa sí es lo bueno estar en la casa leí en el New York Times un artículo sobre por qué los libros que uno sí tiene esa percepción pero no se atreve a decirlo, por qué ha crecido la lectura y se venden cada vez más libros que es impresionante en todo el mundo y es justamente porque es lo contrario a esa ansiedad es un refugio es una pausa volviendo a conectar a lo que hicimos Ricardo en la universidad tú estudiando literatura, yo estudiando ingeniería pero he tenido la literatura como una especie de refugio. Leí una frase interesante que me llamó la atención también estas semanas que decía, es la literatura compleja. Yo creo que esa literatura compleja, esa literatura donde hay novelas desde varios puntos de vista, donde uno no sabe muy bien lo que está pasando, estructuras narrativas que son interesantes. Es un buen ejercicio, ¿no? Yo sí creo. Mental. Yo sí creo. Yo sí creo. Es que hasta el Papa de verdad hizo un elogio de la literatura esta semana, o la... No, como en agosto. Carta en favor de la literatura como formación para los curas. Es realmente lo que él dice. Y es explicándole para los curas es realmente lo que él dice y es explicándole a los curas que allí es donde uno entrena para ser humano y es muy inesperado que un papa se ponga en esas terminemos con esto hay otra crisis de la universidad en este recuento desordenado que hemos hecho, es la crisis del humanismo las carreras de las ciencias humanas, historia, filosofía, literatura, entre otras, están perdiendo estudiantes en todas las universidades. Es una crisis global, quizás en el momento en que más se necesitan, y es un reflejo problemático de esta época, quizás lo del Papa tenga que ver algo con eso, con formas de resistencia que el mundo está buscando. Porque además uno ve lo contrario en las redes y en el mundo, es decir, que la gente lee más, que compra más libros, que se comparten más libros, hay un movimiento alrededor de los libros que no existía, pero curiosamente la universidad es inútil para eso, no hay que pasar por la universidad para vivir en talleres de lectura y en clubes de lectura y la universidad yo creo que en esas materias no se ha repensado qué es lo que da qué no da el mundo de las redes lo que sí necesita Ricardo y quizás la universidad pueden hacerlo más yo también, es la conversación todos los autodidactas en algún tema particular tienden a ser un poquito locos, ¿no? y se van y yo creo que la conversación, el escepticismo al que le diga no, esa interpretación no es lo que se está creyendo, eso no tiene sentido Sí, los autodidactas son a ratos útiles y a ratos peligrosos porque empiezan a decir barbaridades y se casan con cosas y tienden a ser todos pretenciosos porque te han de compensar pues el hecho de no haber pasado por el estudio de lo que están haciendo entonces creo que la universidad tendría favores o como ser un centro de conversación pues con todo a la mano aquí tenemos entonces una especie de universidad incipiente porque este es nuestro centro de conversación. Tenemos nuestras clases acá. Un abrazo y gracias a toda nuestra audiencia. Es claro que todos podemos escribir. Es claro que todos con suerte y con vocación podemos dedicarnos al oficio de escribir. Pero últimamente pienso que no solo podemos, al oficio de escribir. Pero últimamente pienso que no solo podemos, sino que debemos escribir. Escribir es la mejor terapia que tenemos a la mano. Bienvenidos a Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Toma el audiocurso de escritura Ficcionario en ellocutorio.com Slash Ficcionario Con Ricardo Silva Romero Elige siempre un buen rato Elige siempre una buena conversación Tercera vuelta El podcast Suscríbete ahora y escúchalo cada semana En tu plataforma favorita Un podcast producido por El Locutorio Ellocutorio.com Síguenos como arrobaellocutoriodc Escúchalo cada semana en tu plataforma favorita.