
En este capítulo del podcast "Tercera Vuelta" de Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero, los anfitriones exploran la relación entre la escritura, la amistad y el autoconocimiento en un mundo lleno de distracciones y desafíos. La conversación gira en torno a su experiencia personal al escribir un libro juntos, donde el equilibrio entre la tragedia y la comedia se convierte en un tema central.
Capítulos
El arte de no enloquecer
El episodio comienza reflexionando sobre la naturaleza del podcast y del libro "Tercera Vuelta", discutiendo cómo se gestó como resultado de una amistad y el deseo de encontrar un refugio fuera del caos político y social. Este arte de no enloquecer se centra en leer, escribir y conversar como herramientas para el autoconocimiento.
El proceso de escritura
Los anfitriones describen el proceso de escritura del libro, donde se correspondieron diariamente, compartiendo reflexiones y recuerdos personales. Se enfrentaron a sus hábitos de procrastinación y discutieron sobre el enfoque que debía tener el libro, optando por una conversación espontánea que se desarrollara orgánicamente.
Salud mental y adultez
La conversación se centra en la salud mental como un tema central, abordando el desafío de encontrar el equilibrio entre las expectativas propias y las de los demás, y cómo la adultez implica aceptar y navegar estas tensiones.
La importancia de la memoria
Alejandro y Ricardo discuten cómo la memoria influye en su percepción del yo y cómo los recuerdos inesperados pueden revelar distintas perspectivas sobre uno mismo. La modulación de las opiniones propias con las de los demás también es un tema explorado a fondo.
Competencia y autovaloración
El tema de la competencia es abordado, reflexionando sobre cómo la vida moderna nos obliga a competir incluso cuando no queremos. Hablan sobre cómo encontrar un equilibrio entre aceptar las opiniones ajenas y mantener una autovaloración sana.
El impacto de la amistad
Finalmente, el episodio cierra con el reconocimiento de la amistad como una poderosa herramienta para no perder la cordura, resaltando cómo sus interacciones y apoyo mutuo han enriquecido sus vidas y su trabajo conjunto.
Conclusión
El capítulo concluye con una reflexión sobre la importancia de la conversación y la amistad para enfrentar los desafíos del mundo moderno. Alejandro y Ricardo reafirman su compromiso de seguir aprendiendo y creciendo a través de su relación, encontrando en ello una fuente constante de equilibrio y autoconocimiento.
Menciones
- (Persona) Alejandro Gaviria
- (Persona) Ricardo Silva Romero
- (Org) El Locutorio
- (Persona) Natalia García
- (Persona) Carolina López
- (Persona) Enrique Santos Molano
- (Persona) Germán Castro Caicedo
- (Persona) Rafael Cadenas
- (Persona) Fernando Vallejo
- (Persona) José Emilio Pacheco
- (Corporación) Thrivent
- (Producto) The Godfather en champacasino.com
- (Producto) ChagPT
- (Obra de arte) La Depresión Controlada
- (Obra de arte) Uribe No Mix y otras paradojas
- (Obra de arte) La teoría de los sentimientos morales
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Ricardo, estábamos a 10 segundos de empezar y empezaron a llegar notificaciones que entran por el reloj. Parte del arte de no enloquecer está como apagar las notificaciones. Este libro es el resultado de una amistad que ha ido creciendo por tres años ya tres años ya y nace con un podcast, a pesar de que el libro no es una transcripción del podcast, y nace con un nombre que es Tercera Vuelta así es el podcast y Tercera Vuelta es un momento que ocurre después de una elección y de alguna manera fue pensado como un refugio dar un paso atrás, salir de la locura de la política y dedicarnos, Ricardo, lo quiero llamar de esta manera, como al autoconocimiento, a una conversación para conocernos mejor a nosotros mismos. Y de alguna manera que el arte de no enloquecer tiene que ver con tres ideas, leer, escribir y conversar. Que han sido nuestras pasiones, Ricardo. Y este libro empezó como una especie de intercambio epistolar con unas reglas que están al comienzo del libro, Ricardo, porque ahora hablamos un poquito de las reglas y cómo fue surgiendo esta conversación. Ahí las tenemos. Ahí las tenemos. Pues teníamos la duda desde el comienzo del podcast de qué tipo de libro hacer. Apenas empezó el podcast hubo gente que nos decía que valía la pena convertirlo en libro y nosotros decíamos que sí porque ninguno de los dos es bueno para decir que no. Y entonces le dábamos y le dábamos vueltas, pensábamos si transcribir conversaciones del podcast, si inventarnos alguna otra cosa, hacer un diccionario de los temas que hemos tratado, mil cosas discutimos hasta que Natalia García que es nuestra editora y está aquí en la esquina ya nos puso a trabajar en serio y nos dijo que dejáramos de mamar gallo y nos sentáramos seriamente a trabajar. Y entonces empezamos a procrastinar, ¿no? Que es lo siguiente. Empezamos a procrastinar. La primera semana de enero de este año ya más o menos sabíamos que teníamos que escribir el libro y yo miraba el WhatsApp y yo decía que no me escriba Ricardo, que empecemos que escribir el libro Y yo miraba el WhatsApp Y yo decía que no me escriba Ricardo Que empecemos a escribir el libro todavía La segunda semana de enero fue lo mismo Y ya la tercera Nos tocó ponerme serios Y el libro se desata con una idea de Ricardo Cuando él tuvo la idea De que este libro no debería tener capítulos Sino debería ser una conversación que empezara y que la conversación fuera siguiendo de manera espontánea, sin mucha planificación, su propia estructura. Que nos fuera llevando en lo que es una conversación, que nos lleva a lugares inexplorados que no habíamos previsto desde el comienzo. Y Ricardo quiso también, y eso fue una idea clave, que la conversación empezara con el tema de salud mental. Eso, sí, yo estaba muy esperanzado de que Alejandro apareciera con la estructura del libro, que es como funciona el podcast siempre. Nosotros llegamos, nos reunimos, hablamos de un montón de cosas como cuenta Alex Pinilla en su prólogo y hay un momento en que ya se nos está yendo el tiempo y pensamos, bueno, ¿de qué vamos a hablar? Le damos vueltas y vueltas hasta que llegamos a un tema y Alejandro desaparece unos cinco minutos, es decir, se hace invisible cinco minutos y cuando aparece tiene una estructura de la conversación y es increíble porque sí nos sirve realmente. Esta vez funcionamos un poco al revés, es decir, pensamos vamos a recrear la conversación que es pues ir intercambiando lo que vamos pensando e ir descubriendo cosas con las que no contábamos y quizás el tema que reúne todos los temas que hemos conversado en estos tres años, pues es el tema de la salud mental. Dicho en muy pocas palabras de cómo no enloquecerse en un tiempo en el que uno tiene tantos insumos para enloquecerse, tantos ruidos que lo arrinconan, tanto saboteo diario. Entonces arrancamos, pero antes de arrancar, que era lo que decía Alejandro, nos pusimos ciertas reglas del juego. Primero, escribir como se conversa, escribir lo primero que venga a la cabeza, como se dice lo primero que viene a la cabeza en el podcast Tercera Vuelta. El segundo es, no acudir a Google ni convertir el testimonio en ensayo, ni reescribir más de la cuenta, ni citar si no es de memoria. La gracia es que la conversación nos sorprenda y vaya encontrando sus verdades. Tercero, si es un impulso, es justo buscar textos en la biblioteca o imágenes en internet, como hace uno a veces en las charlas de amigos. Cuarto, se vale pensarse la respuesta un par de horas, pero se debe responder de ser posible el mismo día. Quinto, queda Alex Pinilla, productor del podcast, de testigo y de veedor de las cuatro reglas anteriores. Es decir, escribía alguno de los dos una página y se la mandaba al otro con copia de Alex. Y esto era diario. Y así hasta que terminamos el libro. Empezamos a escribir y yo me di cuenta inmediatamente, Ricardo, que tenemos como dos pulsiones diferentes. Ricardo, abarcador. Crece y crece y a mí siempre me da una especie de estrés de profesor y tengo que hacer la síntesis. Me llegaba la epístola de Ricardo y yo no sé por qué tenía siempre que resumirla. Entonces, pues se van a dar cuenta que tiene eso. Ricardo, crece el mundo y yo trato de síntesis e ir moviéndonos en esa dirección. Teníamos otra gran disyuntiva que no hemos resuelto incluso en el podcast. ¿Nos tuteamos o no nos tuteamos? No era fácil. ¿Yo siempre me he sentido más cómodo con el voz este paisa? Sí, el voz paisa es bueno, pero a un bogotano no le suena. Es bueno en el medio, pero a Ricardo no le sale. No, a un bogotano le suena como a entrenador de fútbol, como a comentarista deportivo. Al bolillo Gómez, al bolillo Gómez. Sí, como los comentaristas deportivos cuando se enloquecen empiezan a vocear. Y en esa encontramos el tuteo más o menos natural y en esa tensión entre el abarcador y el sintetizador, Yocha, GPT, Ricardo ampliando el tema, nos dimos cuenta que este libro era sobre ser adultos y ser adultos es saltar al vacío ser adulto significa abandonar la manada ser adulto significa encontrar un lugar en el mundo ser adulto significa no enamorarnos de nuestras propias derrotas pero tampoco de nuestros propios éxitos ser adulto es buscar el equilibrio ser adulto significa que a veces significa no enamorarnos de nuestras propias derrotas, pero tampoco de nuestros propios éxitos. Ser adulto es buscar el equilibrio. Ser adulto significa que a veces nos gusta el ruido, pero a veces no, que tenemos que buscar el lugar de la meditación. Ser adulto es difícil. Y recordamos en medio de la conversación que yo tenía un momento que para mí era el más difícil siendo rector de la Universidad de los Andes. Y ocurría la cuarta semana del semestre donde llegaban no los estudiantes, sino los padres Universidad de los Andes. Y ocurría la cuarta semana del semestre donde llegaban no los estudiantes, sino los padres de familia de los estudiantes. Y en esa reunión yo me daba cuenta de algo que quizás era obvio para algunos de los que están aquí, pero es que los jóvenes eran mucho más razonables que los adultos. Ser adulto parece esa búsqueda permanente de la razonabilidad, la idoneidad, pero es todo lo contrario. Y que uno de los desafíos que tenemos los adultos es no enloquecernos. Y que siempre estamos al borde del abismo. Y ese se fue volviendo el tema de la conversación, ese autoconocimiento. Y recordé en parte, esto está en parte de la conversación, un fragmento que yo había leído en un libro que leí siendo joven, pero era sobre la adultez. Es un libro de Truman Capote que se llama Plegarias Atendidas y que empieza con esta frase tan bonita. Que se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas. Nos desilusionan más los sueños que se cumplen que los que nunca se cumplen. Y ser adulto también es habitar ese mundo de la posibilidad, que es la felicidad. La felicidad se da cuando habitamos lo posible. Pero ser adulto significa también disculpar ilusiones. Y la conversación, creo, Ricardo, fue fluyendo en ese sentido. Nuestra búsqueda de equilibrio en el duelo, en los amores rotos, en habitar el mundo y habitarlo con ese autoconocimiento y este libro tiene mi opinión Ricardo yo me fui acomodando en una especie de felicidad que yo asocio con la resignación melancólica con dejar de lado ciertas cosas y habitar otras y triste pero contento con dejar de lado ciertas cosas y habitar otras. Y triste pero contento. Sí, nos fuimos dejando llevar por la conversación que ha sido la lógica con la que hemos funcionado y que hay que decirlo es la lógica de una amistad. Uno va descubriendo la amistad y va aprendiendo un montón de cosas del otro y pues se la pasa agradeciendo, sobre todo a estas alturas de la vida, cuando uno ya está tan cincuentón, haber dado con un amigo, eso no es nada fácil. Y eso es lo que yo creo que recrea el libro, recrea el tema de la adultez, como decía Alejandro, y además como está escrito, como se va pensando, pues hay confesiones tales como lo extraño que es ser adulto, es decir, esos momentos en los que uno se felicita por lograr ser adulto. Es decir, quiero decir, yo no doy un peso por mí como adulto. Yo, en teoría, pienso que no soy capaz de ser adulto. Pero entonces siempre me sorprendo, pues no sé, logrando sacar los días adelante, pagando las cuentas, eso me parece un milagro, que un niño sea capaz de ser adulto es increíble. Y como dice Alejandro, sobre todo el tema de cómo lograr el equilibrio cuando el mundo le está pidiendo a uno, además, malabares. Hoy en día no solo nos están pidiendo que tengamos equilibrio, sino que nos dan tres bolas para que las tengamos en el aire mientras tanto y no es sino que uno se asome a las redes por ejemplo para que sienta el peso de todas las voces que le están a uno diciendo qué hacer, hay twitter y facebook e instagram están llenos de hay que, hay que leer tal cosa, hay que hacer tal cosa, a mí esta mañana me salió ambos tenemos perros y entonces me salen salió, ambos tenemos perros, y entonces me salen un montón de cosas de perros porque el algoritmo es malvado y lo persigue a uno hasta la noche. Y entonces me sale que el perro de Jennifer Aniston vivió 20 años y que qué estaba haciendo uno para que su perro viva 20 años. Entonces uno amanece y tiene una cantidad de obligaciones. El otro día me salió que uno no debe dormir sin medias. Otro día me salió que uno no debe dormir con medias. Y es enloquecedor el mundo de hoy, de verdad. Yo tengo una amiga de la infancia, es decir decir la conozco desde que ella nació que suele repetir una frase que me parece que aplica para el mundo de hoy y es cuando ella está desesperada con lo que uno está diciendo y le dice eso lo puede hacer mentalmente yo creo que hoy en día esa es la frase que todos debemos usar eventualmente uno se mete a las redes y dice, esto se puede hacer mentalmente, o esto se le puede contar a un amigo, no hay que publicarlo. Bueno, este mundo de locura que además Alejandro ha estado denunciando en los últimos libros que ha escrito, pues es el tema también de este y el esfuerzo por vivir a salvo, como decía Alejandro al principio, con dar con refugios en este mundo tan lleno de estruendos. Esa tensión estuvo presente en toda la conversación de este libro. Cuando Ricardo quiere definir la felicidad, la define como encogida de hombros. Cuando quiere definir la felicidad, la define como encogida de hombros. Cuando quiere definir el amor, lo define como esa paz, ese silencio. Pero ahí me metía yo y le decía, Ricardo, cuidado, que la ansiedad hace parte de la vida. Y esa paz, ese silencio, se parece a la muerte. Y ahí venía el equilibrio. ¿Qué tanto graduamos el importaculismo? Este libro es una búsqueda del importaculismo moderado. Ni mucho, ni muy poquito. Aquí y allá. Que si ustedes miran, ha estado en todos los escritores que han tratado de encontrar un equilibrio en el autoconocimiento. Es eso, Ricardo. Si nos alejamos mucho del mundo que han tratado de encontrar un equilibrio en el autoconocimiento. Es eso, Ricardo. Si nos alejamos mucho del mundo o si nos importan muy poco las opiniones de los demás, nos estamos acercando a la muerte y a la sociopatía. Pero la obsesión con las opiniones de los otros nos lleva a la megalomanía también. Y ser adulto significa buscar ese equilibrio permanentemente y nunca encontrarlo. Y este libro es también un catálogo, desde el lado de Ricardo, más de películas. Sin duda. De llorar al final de las películas. Y el mío, de poemas. eso es increíble que el disco duro de Alejandro está lleno de poemas y resuelve callejones sin salida de la conversación con versos, eso es interesante y en el podcast siempre es sorprendente, a mí eso me me gusta mucho de las conversaciones que siempre que estamos llegando a un lugar hay un poema que descifra lo que estamos tratando de pensar. Hago un paréntesis, ha habido veces en las que algún avatar de estos de las redes nos ha regañado porque no estamos haciendo conversaciones en las que peleamos. Yo creo que el mundo se volvió muy parecido a Ahora 20 y siempre estamos buscando gente que no esté de acuerdo o que haga el papel de que no esté de acuerdo, como que juegue a ser antagonista, como en las telenovelas, se busca constantemente ese pulso, como un pulso con la mano y nosotros lo que hemos estado haciendo es ir conversando para ir descubriendo lo que pensamos de cosas, nunca tenemos muy claro de antemano qué pensamos sobre todo, digamos, sino que va entendiendo uno poco a poco. El sol no me está enloqueciendo. No, aquí cabemos, y caben otros dos, por si acaso. Entonces eso ha sido también interesante de ese trabajo. también interesante de ese trabajo. En cambio, cuando yo me veo perdido, debería creo que dar ejemplos de libros, porque lo que he hecho en mi vida es ser novelista, pero usualmente me llegan películasiera podido citar películas de Bergman o de Fellini o cosas de cine club o cine arte o cualquier cosa taiwanesa y queda uno muy bien pero terminé por ejemplo citando una película con Mel Gibson que se llama Lo que quieren las mujeres, que me parece una fábula que uno puede también usar para entender este mundo de ahora en lo que uno no solo escucha lo que piensan las mujeres como en la película, sino lo que piensa todo el mundo a toda hora. Uno vive como ese personaje de Mel Gibson, escuchando lo que la gente piensa de lo que uno hace, pero no necesariamente lo que la gente piensa bueno de lo que uno hace, sino que hay mucha gente que amanece con la misión de decirle a uno que uno no vale la pena. Es una cosa que a mí siempre me ha sorprendido de estos tiempos. Yo entiendo que a uno no le guste un escritor, por ejemplo. Y me cuesta ya entender lo que sigue. Es, por ejemplo, que uno lo lea si no le gusta. Por ejemplo, que uno se termine el libro si no le gusta. Y luego de terminarlo y de odiarlo, no contarle a un amigo que lo odia, sino sentirse en la necesidad de hacer una publicación para que todo el mundo tenga claro que uno se leyó esa vaina y la odia hay unos saltos ahí mentales que a mí me me sorprenden hasta el día de hoy, ya debería uno estar acostumbrado a que es una dinámica de estos tiempos, pero me sigue impresionando. En resumen, cuando yo me veo en líos, termino citando a Mel Gibson, que no es lo más recomendable y quiero que esto quede claro esta tarde. La conversación no fue llevando también a destinos insospechados. Hay como tres o cuatro interacciones o páginas en el libro dedicadas al graduado. Hablamos de un tema que nunca pensé que iba a ser parte de la conversación. Nuestra metafísica personal, el dios de cada uno. Nunca anticipé que fuéramos a llegar allá, Ricardo. Cuando hablamos del graduado, también tuvimos la oportunidad, Ricardo, de recordar esa última escena donde esta pareja ya ha hecho todo, se suben a un bus, parecen estar felices y la expresión del rostro cambia. Como diciendo, hasta aquí fue la desmesura, ahora nos toca inventar un amor. Y el libro está como entre eso, ¿no? Como los vaivenes de la felicidad. Los vaivenes, es un tema fuerte del libro Hablando de la poesía En la página 91 para que los tienen Hay una frase que También Define un poco esto de ser adultos Del poeta mexicano José Emilio Pacheco A todas partes vamos a no volver A todas partes Vamos a no volver Estamos por última vez donde quiera. Lo que me llama más la conversación de este libro es, voy a decirlo de esta manera, y tiene que ver con el autoconocimiento, los caprichos de la memoria humana. cuando estábamos en medio de esta conversación yo no sé por qué la memoria por esos vericuetos extraños me llevó a un momento que había ocurrido hace muchos años, el año 95 ¿son cuántos? 30 es ingeniero yo estaba estudiando en los Estados Unidos en esa época fuimos con mi papá y mi mamá a San Francisco a dar un paseo en carro dimos vueltas. Y de regreso yo estaba manejando, que para mí era extraño estar manejando yo y mi papá al lado del copiloto. Era la primera vez que pasaba. Yo lo miraba, él no se sentía de todo cómodo. Y dijo de un momento a otro, Adiós San Francisco, no creo que te vuelva a ver. Para mí un joven en esa época me dije, ese sentido de la mortalidad yo no lo he tenido. Y en ese momento yo no fui capaz de tener esa conversación conmigo mismo y con mi conciencia de que mi papá me estaba anunciando que estábamos envejeciendo y que había ciertos momentos que no iban a volver. y que había ciertos momentos que no iban a volver. Y eso fue parte de la conversación, esa búsqueda permanente de recuerdos y de esos espacios de la memoria que no están ahí. Yo me acabo de acordar del momento en el que mi papá me dijo a mí esa misma frase y era, él quería que yo escribiera una novela sobre el asesinato de José Asunción Silva, esa era una aspiración que él tenía, porque a ambos nos gustaba mucho la biografía, eso también está en el libro de alguna manera, la biografía que escribió Enrique Santos Molano sobre Silva, que se llama El corazón del poeta, Enrique Santos Molano murió en diciembre y es una muerte muy chocante, yo venía justo aquí en el trancón en el que uno alcanza a meditar, pensando en que era increíble que estuviera muerto Enrique Santos Molano, que nos dio esa biografía del corazón del poeta a mi papá y a mí, y lo empujó a él a empujarme a mí a escribir el libro de la envidia, se llama esa novela. Pero la frase fue la siguiente, yo iba a escribir el libro de la envidia, pero se me atravesó una idea que terminó siendo una novela que se llama autogol que es sobre el asesinato de andrés escobar y entonces me demoré cinco años más en escribir el libro de la envidia y un día me llamó expresamente a decirme toca ir escribiendo este libro toca toca empezar el libro de silva y yo entendí perfectamente que él me estaba diciendo me quedan años, me quedan un par de años. En efecto, yo publiqué ese libro en el 2014 y él murió en el 2016. Leo un fragmento después de que Ricardo contara un poco esta historia. ¿Dónde está tu papá? ¿Dónde está el mío? ¿Dónde está Germán? En ninguna parte, o bueno, sí, resonando en algún lado. Ecos de ecos es lo que va quedando de la vida. Una foto en un portarretratos que la luz va emblanqueciendo poco a poco. Un recorte de periódico pegado entre dos hojas que ya nadie abrirá. Unos recuerdos que nosotros enaltecemos o cambiamos a conveniencia. Y las historias contadas, los libros escritos, las palabras grabadas en algún lugar que son, como tú dices, nuestras formas posibles de cierta trascendencia. Yo quiero hacer una nota al pie en ese texto y es que me parece muy buen texto y es la primera vez que saco un libro en el que puedo decir que está muy bueno. Básicamente porque eso lo escribió Alejandro y entonces la gracia de hacer un libro juntos también es el peso que se descarga uno es decir, yo estoy seguro que Alejandro en algún momento me puede echar la culpa de si el libro no salió tan bueno y yo también pero también podemos celebrar este libro porque nos iba sorprendiendo y lo íbamos agradeciendo y yo debo decir que a mí me parece un gran escritor y que tiene mucha gracia lo que él decía de el abarcador y el sintetizador y ese juego que se ve ahí es muy claro, es decir un abarcador es porque es un novelista soy un ensayista exacto, la novela es sumar y sumar y sumar y documentar un mundo y yo siempre termino en eso, lo cual puede ser desesperante en una fiesta, por ejemplo, o en una comida, el abarcador en una comida usualmente lo sientan lejos, pero en este caso es interesante ese vaivén también, el de sintetizar y abarcar y la nota al pie que quería hacer era eso, el alivio que siente uno de poder decir que su libro es muy bueno, porque al menos la mitad está bien escrita. Cuando lo estábamos escribiendo, nos intercambiábamos correos electrónicos, y yo me sentía, le a Carolina mi esposa que está aquí que estaba tratando de seguirle el paso a Pogacar en el Tour de Francia o sea venía un premio de montaña yo lo grababa el texto se lo mandaba a Ricardo y yo decía que se demore que se demore que se demore que ya he agotado de esta trepada tan berraca y abría el hijo de puta correo electrónico ya estaba otro gran texto de Ricardo y yo decía, ¿qué voy a hacer? Ya no soy capaz. ¿A quién le chupo rueda, no? Y fueron semanas muy intensas. No fallamos nunca. Carolina López, la esposa de Ricardo, ha dicho que Ricardo estaba mucho más tranquilo. Que decía, nada, que Alejandro me manda nada. Nada. Hay un punto en el libro en el que ambos estamos declarándole el amor a Carolina y tocó aclarar que cada uno tenía su propia Carolina, porque era extraño, no poníamos el apellido. Entonces eso pasó. Retomando la idea del vaivén y el equilibrio, que yo creo que es el eje del libro, y pensando en los papás que se mueren y en es papá, la pregunta de hasta dónde está uno presente. Es decir, somos papás presentes, pero uno siempre está pensando, no quiero tampoco ser omnipresente. Es decir, aparecérsele a los hijos en los peores momentos, no dejarlos seguir. De hecho, me parece que hoy en día existe la tentación para todos de no estar solo presentes, sino omnipresentes. Es esa maña de opinar de todo, de estar a toda hora en todo. Va uno descubriendo siglas como el FOMO, el miedo a perderse algo que es increíble. el miedo a perderse algo que es increíble. Y bueno, está justamente este libro construido sobre esos dilemas. Por ejemplo, ¿qué tan en serio se toma uno? ¿Qué tan a pecho se toma uno? ¿Qué tan importante se siente uno? importante se siente uno, qué paso hay del amor propio a la arrogancia, cómo lograr tener un amor propio pero no comerse el cuento, no andar por ahí uno sintiéndose famoso, por ejemplo, que es ridículo y se nota, cuando alguien se cree es muy patético. Todos esos dilemas están allí, como querer vivir para siempre pero al tiempo lidiar con la muerte. Todo el tiempo el libro es un ir y venir de esas emociones. Descubrimos que había otra diferencia fundamental entre el abarcador y el sintetizador y era la siguiente, que ha sido parte de lo que yo le aprendí a Ricardo. Yo he tenido, incluso como funcionario, siempre una visión trágica de la vida. No hay soluciones, simplemente uno cambia un problema por otro, ojalá menor. De que toda decisión implica una renuncia, de que hay un elemento trágico profundo en nuestra existencia. Y Ricardo yo creo que me mira con un poquito de extrañeza y a pesar de que tiene algo de esa visión trágica, Ricardo habita más el mundo de la comedia que el de la tragedia. Y eso lo he aprendido porque el mundo de la comedia es el mundo también de la compasión, es el mundo que utiliza el humor, es el mundo que está un poquito desapegado de esa visión más trágica. Y sobre todo la primera, tercera parte de este libro es un poco también el choque de esas dos tensiones. Yo con esta visión un poco más trágica, incluso hay un poema que viene a cuento sobre eso. Y Ricardo llevándome a la comedia. Y la comedia yo creo que trata de quitarle un peso a la vida. Y esa frase que está en ese poema es no enamorarse demasiado de su propia derrota. Y eso lo he aprendido yo a Ricardo. Mirar desde la comedia a la vida, más tranquilamente, sin ese peso vital que yo me he echado encima, no sé por qué, sin que nadie me lo ha pedido. Y eso ha sido interesante y ha sido parte de cómo la conversación es el arte de no enloquecer, porque nos lleva a esa forma de autoconocimiento que nos quitan un poquito nuestras mallas más quizás gravosas o que nos pueden llevar a no celebrar la vida de alguna forma. que nos pueden llevar a celebrar la vida de alguna forma por ejemplo la feria del libro que yo llevo viniendo como 30 años también como transmitiendo una tapa del tour de Francia eso hay que disfrutarlo en algún momento que empieza a sonar de pronto una banda de salsa aquí atrás están buscando a alguien que está perdido, ojalá lo encuentren. En fin, uno tiene que, hay un punto en el que hay que dejar ir las cosas. Cuando uno además es escritor de novelas, hay unos momentos, bueno, cuando es escritor de cualquier cosa, hay un momento de vida o muerte que es el momento de las firmas, de las firmas de libros. Cuando yo comencé a sacar libros y a firmarlos, no era tan común que a la gente le interesara que le firmaran los libros. Y me sentaban, por ejemplo, al lado de Germán Castro Caicedo, lo que significaba que todo el mundo creía que yo era el hijo de Germán Castro Caicedo, porque a este señor le hacían filas y filas, que daban vueltas pues por la feria del libro, y él muy cariñoso me decía, tranquilo mijo, que lo tuyo es literatura, porque claro, nadie me pedía que le firmara, alguna vez me tocó firmar en Carrefour cuando existía o sea ya calcúnen 20 años y me tocó firmar con Mario Mendoza al lado de los carritos de Carrefour y por supuesto no firmábamos nadie hace 20 años Mario firmaba menos digamos pero era muy bueno para saber que había en cada góndola de Carrefour. Entonces le decía a la gente, la salsa de tomate está en la góndola 4. Mario siempre ha sido un tipo muy comprometido y muy serio y sabe que hay en las góndolas. Entonces, bueno, eso de las firmas, hace cinco años estábamos con Natalia, que también es mi editora de una novela infantil que se llama Todo va a estar bien y terminamos firmando con Masha y el oso los personajes de estas series de Netflix es decir, uno tiene que estar dispuesto a rodearse de Masha y el oso y a que la gente crea que uno es el hijo de Castro Caicedo y estar tranquilo porque la vida me parece que a ratos sí parece parodiándolo todo. La comedia de Ricardo, ¿no? La salsa de tomate y carrefour. Y la tragedia mía, yo cuento esta historia de firmas en el libro. Ocurrió hace aproximadamente un año y medio, en un mes de diciembre. Yo acababa de publicar, crear este libro, La Despolvación Controlada, y nos dijeron, vaya con esta persona a la Librería Nacional del Centro Andino y los dos van a firmar libros. Yo fui caminando y caminando anticipé los dos posibles escenarios. El uno que para mí era mucho más probable, los dos sentados en una mesa, una cola muy larga a la persona que me estaba acompañando y nadie en la cola mía. Yo dije, lo aceptaré con dignidad. Ocurrió el escenario opuesto. Y cuando terminé yo la firma de libros, eso lo estaba contado aquí, yo decía cuál de los dos hubiera preferido. Porque el otro fue muy estresante. Y en el fondo era el equilibrio, como el empate. Y perder es ganar un poco, ¿no? La vida es difícil, ¿no? A veces ganar es aburridor también. La derrota tiene una dignidad que la victoria nunca tiene, dice el poeta, pero tampoco es que nos guste perder, ¿no? La vocación de la derrota tampoco es buena en la vida y hay una parte de eso incluso que utiliza un poema del poeta venezolano Rafael Cadenas, que todo el mundo cita y él dice, no me gusta que lo citen porque yo en ese momento estaba muy deprimido y tenía un poema de salud mental y ese no soy yo eso está ahí Ricardo también está ahí, está como por bien que le vaya a uno en la vida por bien que tenga por ejemplo los mejores padres del mundo en todo caso hay unas sociedades construidas para que uno se sienta obligado a tener éxito y a competir. Desde el colegio se celebra mucho a los que ganan y de tal manera que uno puede llegar a pensar que vivir es ganar. Y entonces, pues ese equilibrio no es fácil de lograr. Y entonces, pues ese equilibrio no es fácil de lograr. Llegar al momento en que a uno no le interese competir, que solo le interese lo suyo y no se mida por la vida de los otros, pues es un propósito y yo creo que uno lo alcanza a ratos y a ratos lo pierde. Eso está discutido ahí porque, bueno, uno por ejemplo puede ser un escritor feliz con su obra, consciente de que eso es lo que puede hacer, lo que le queda bien, lo que necesitaba hacer, pero luego está de quinto en la lista de ventas y ¿quién quiere quedar de quinto? está de quinto en la lista de ventas y quién quiere quedar de quinto, es el mundo, el mundo le está diciendo a uno que pues que quedar de quinto no es tan bueno, esa tensión, esa tristeza de haber dado con un mundo, el de la lectura, el de los libros que es un refugio del mundo del éxito y de la competencia, pero que al mismo tiempo es invadido a ratos por ese mundo, esa tensión está contada ahí. Los dos nos encontramos ahí en cierto miedo a competir, cierta aversión al riesgo, cierta insinceridad cuando hablamos con nosotros mismos porque no es que odiemos completamente el mundo de la competencia. Y por esos pericuetos de la memoria, yo recordé también cuando estaba estudiando en Estados Unidos una conversación que tuve con un compañero gringo que siempre terminábamos un examen y salía y me preguntaba ¿cómo le fue? Y yo decía, más o menos. Y él se dio cuenta y me preguntaba ¿cómo le fue? y yo decía más o menos y él se dio cuenta y me dijo usted está siendo estúpidamente averso al riesgo simplemente lo que quiere es manejar sus expectativas y usted sabe que le fue bien pero me está engañando a mí y se está engañando a usted de una se la pilló o sea me leyó completamente como era y esa conversación está aquí también ¿cómo la vida también de los adultos para no enloquecernos, tiene eso? ¿Cómo manejamos las expectativas? Porque queremos y no queremos competir. Esa ambivalencia que creo que es la ambivalencia de muchos quienes están aquí. Porque como bien dice Ricardo, la competencia tiene un lado apabullante pero no solo eso, triste. El economista Adam Smith escribió un libro muy famoso que se llamaba Riqueza de las Naciones. Tiene otro menos famoso que se llama La teoría de los sentimientos morales. Y dice, hay algo triste en el capitalismo, por ejemplo, y es que todos tenemos que volvernos en mercaderes de nosotros mismos de alguna manera, de una u otra. Y en eso hay una tristeza esencial. Y los dos estamos conscientes de eso, pero no nos hemos reconocido plenamente a nosotros mismos que a veces toca competir. Porque lo otro es entregarse a una especie de derrota anticipada que tampoco está bien. Sí, es un equilibrio que se discute y que hemos hablado también en otras ocasiones y es algo que, por ejemplo, por el lado de la cultura y el arte, es mal visto, que es venderse a uno mismo. Se supone que a uno le tienen que caer del cielo los lectores y tienen que ir llegando poco a poco como los niños en el flautista de Hamelin. Pero es cierto que el mundo es tan grande y tan lleno de voces que alguna vez uno tiene que salir a proponer lo que hace. y alguna vez conversamos esto en el podcast y llegábamos a la conclusión de que uno tiene que estar también orgulloso de lo que escribe, de lo que hace y ofrecerlo como por ejemplo los editores ofrecen a sus escritores, que ponen sus libros en mesas y dicen mire yo hice esto y yo le tengo fe a esto que hice y ahí no hay nada oscuro, ni nada perverso, ni nada patético como uno puede creer cuando viene, por ejemplo, del mundo de las letras, en las que a la gente le da vergüenza querer ganar plata. Ese equilibrio también está discutido y también se da una cuestión que se da en cada capítulo del podcast, bueno no en cada capítulo, pero se da de tanto en tanto que es el momento en el que yo me he obligado a defender a Alejandro, de él mismo aclaro. a defender a Alejandro, de él mismo, aclaro. Y ahora pensaba cuando él hablaba de la tragedia y la comedia y de esa firma que tuvo, que está muy bien contada en el libro, porque es un muy buen libro, esa visión trágica, a mí me parece que no impide que sea una persona profundamente compasiva, razón por la que es insólito que haya estado en política, porque en él hay una compasión verdadera que sería ideal para los políticos, pero que suele ser muy extraña, muy rara, en alguien que quiere servir, por ejemplo, al servirle al Estado. Y esa descripción que hace, ese retrato de esas firmas, a mí me conmovió sobre todo eso. Me recuerda a esa final en el Maracaná que Uruguay le gana a Brasil, creo que es el segundo mundial, no sé si es el primer mundial, aquí tiene que haber alguien como un Jairo Patiño que salga y le diga a uno cuál es el mundial, pero hay en una narración de Soriano, el escritor argentino, el momento en el que los jugadores uruguayos se dan cuenta que todos los hinchas del Brasil están desolados porque Brasil perdió en el Maracaná el Mundial y entonces estos jugadores de Uruguay empiezan a pensar, les devolvemos la copa, es decir, no importa, no era para tantos, es decir, si iban a llorar todos, no queremos ganar. iban a llorar todos, no queremos ganar. Y eso me recuerda a mí ese retrato de esas firmas de Alejandro y la sensación de que el otro no está firmando, que es muy angustiante. El libro tiene al final otra parte de la conversación, que ahí me gusta resumir con una frase que leí en una novela de Fernando Vallejo que es inquietante, dice lo siguiente, abro comillas. Uno no es lo que es, sino lo que los otros le permiten creer que es. El espejo de la mirada de los otros, las opiniones de los otros, qué tanto nos afectan, qué tanto nos debemos alejar de ellas. Y en estos vericuetos de la memoria, Ricardo, recordamos cosas. Yo recordé una que era aparentemente banal. Esos momentos de la vida donde la idea que uno tiene de uno mismo difiere mucho de la que tienen los otros si uno se da cuenta. Entonces me acordé, estaba yo en el colegio, era un muchacho tímido, y tenía un reto el fin de semana, el berraco. Íbamos a ir a una finca de unos amigos de mi papá y allá había un montón de adolescentes y había una pelada que me gustaba. Y yo era tímido y sabía que era un ambiente socialmente muy retador. Fuimos y yo creí que lo había hecho muy bien. Yo dije, fui capaz de vencer mi timidez. Lo hice bien. De pronto esta pelada se da cuenta que aquí tiene una persona que vale la pena sábado miércoles en la tarde me levanté yo de mi oficina de mi pieza y salí y vi que mi papá y mi mamá estaban conversando y empecé a escuchar la conversación y estaban hablando de esa reunión y mi mamá le contó a mi papá que la muchacha esa que me gustaba había dicho que yo la había impresionado porque era muy muy tímido y yo me di cuenta que la evaluación que yo había hecho de esa reunión nada tenía que ver con lo que había pasado y eso se llama tristeza y me acosté yo triste y había un inventario de esos momentos en los que uno se juzga de una manera y los demás lo juzgan de otra y uno se da cuenta que hay una discrepancia entre una cosa y la otra y nos duele porque también en parte somos lo que los otros nos permiten creer que somos la última parte de ese libro es sobre eso, que tanto nos deben importar las opiniones de los demás si está desarrollado ese momento y de ese libro es sobre eso, qué tanto nos deben importar las opiniones de los demás. Sí, está desarrollado ese momento y además es un momento inevitable en esta época porque uno se despierta y puede verificar muy pronto qué piensan los demás de uno. verificar muy pronto qué piensan los demás de uno. Hay una página que es muy buena, si uno no es escritor, que se llama Goodreads, que es la página en donde la gente va reseñando lo que va leyendo, una especie, tiene ya como vocación a red social, como todo en la vida hoy en día termina volviéndose red social hasta la aplicación de los taxis, lo que sea, está lista a ser red social. Para alguien que escribe libros, hay gente cariñosa que de pronto le manda a uno, mire esta reseña que salió en Goodreads sobre su libro, entonces uno entra y sí está buena, pero al lado hay siete malas, y uno empieza a ver que alguien lo que piensa todo el mundo de los libros que hace hay que decir que uno más o menos tiene suerte pero esa opinión de todo el mundo a toda hora hace que uno tenga que tener más cuero de lo normal en un principio cuando uno escribía columnas la gente comentaba abajo todavía se hace la gente hace comentarios en la columna de uno usualmente son violentos que es una cosa increí Usualmente son violentos, que es una cosa increíble. Usualmente son violentos. Yo lo aprendí cuando escribí una columna mensual en Soho, la revista que desapareció hace ya años. Y era impresionante. Yo las primeras veces leía qué decía la gente ahí en los comentarios hasta que apareció una persona que me empezó a decir por eso lo dejan las novias lo cual quiero aclarar no era cierto era por otras razones y entonces con esa frase y otro que me decía, me leí su primer libro y me pareció pésimo, me leí su primer libro y me pareció pésimo, me leí su segundo libro y me pareció pésimo leí su tercer libro y me pareció pésimo y ahora me encuentro esta columna y es pésima, y yo pensaba pero qué fidelidad la de este ser humano ni mi mamá, mi mamá se ha leído medio libro de esos pero esta persona estaba ahí presente y constante como nadie. Entonces, bueno, yo aprendí allí a no volver a leer esos comentarios, no lo hago jamás, pero empezaron las redes sociales y en las redes sociales es muy difícil no enterarse porque la gente lo copia a uno porque siente que está abriendo el debate. Entonces el debate es, por por ejemplo estos viejos locos que solo toman whisky y le dicen a uno que no toma whisky hay una cantidad de insultos que no vienen al caso porque uno ni, por ejemplo a Alejandro lo regañan le dicen este cachaco y no es cachaco o sea hay que documentarse antes de insultar que es un mensaje que también queremos dejar hoy no lo cuento en el libro Ricardo pero hace probablemente documentarse antes de insultar, que es un mensaje que también queremos dejar hoy. No lo cuento en el libro, Ricardo, pero hace probablemente seis meses fue a una librería de viejo aquí en Bogotá. Y había un libro mío, uno que escribí hace como 10, 12 años, y lo empecé a obviar. Y en la página final estaba escrito a lápiz, I love you no more. ¿Qué libro era? el libro era Uribe No Mix y otras paradojas era un libro que yo había hecho como una recopilación pero una declaración de donde esa fidelidad se acabó yo no sé si era del odio o del amor pero ahí quedaba no lo compré hay momentos donde pasa lo contrario, donde las opiniones de los demás son mejores que las que uno tiene de uno mismo. Yo encontré otro que me parece chistoso, también cuando estaba estudiando por fuera. Estábamos a la salida de una clase y yo dije que había ido al gimnasio y que me había hecho un examen que hacía una máquina aquí que me había ido muy mal. Y había otro gringo que dijo ahí uy, yo creí que usted era un deportista de alto rendimiento. Y no lo dijo con ironía. Yo empecé a mirarme así. Nunca he sido un deportista de alto rendimiento, este huevón que está pensando, ¿no? Y ese día pasé más creído que un berraco caminando todo ese campus con una seguridad imposible. Aquí todo el mundo me está mirando, ¿no? A mí a veces me pasa que si me subo a un taxi me empiezan a hablar de Caracol que no entiendo por qué, me empiezan a decir pero ustedes deben trabajar muy duro ahí en Caracol, ¿no? Y he pensado que es porque me debo estar pareciendo cada vez más al presentador de deportes lo cual no tiene nada de malo digamos, no me quita ningún no me quita nada, pero sí está el momento en el libro en el que la gente piensa que uno tiene buena opinión de uno mismo, que no es necesariamente cierto, como todos los que estamos aquí sabemos, eso es un péndulo y hay días en los que uno no se gusta particularmente y hay días en los que es un alivio darse cuenta de eso, de que uno es capaz de ser adulto, por ejemplo, o de que es capaz de ser escritor. Pero el péndulo va para el otro lado con frecuencia y no sobra dar con un montón de personas que terminan definiéndolo a uno a la larga. Es decir, ya hablamos de la declaración de amor a cada Carolina, eso es un alivio, cada Carolina tiene su propia declaración. hijos es un alivio, cuando además son amigos de uno, dar con colegas buenos y yo creo que en el fondo aunque debe estar explícito por allí en el libro, pues también lo que se está celebrando es dar con un amigo y que uno empieza a pensar, bueno, si esta persona quiere hablar conmigo todas las semanas, imposible que yo sea insoportable. Entonces es esa redefinición que le dan a uno los demás, esa sensación de que lo importante de uno son los demás, está hacia el final en el libro, o sea que no se lo tienen que leer ya, porque ahí está, ese es el final, el clímax. El sintetizador encuentra un párrafo para expresar con elocuencia lo que dice Ricardo, cito a Ricardo, dice lo siguiente que me parece un párrafo muy bonito, página 153. Más que Narciso me interesa Némesis, porque ella es el equilibrio, adentro de uno, el equilibrio del que estamos hablando, la voz que lo pone a uno justo a tiempo en su sitio. Narciso es el protagonista, Némesis es la autora que lo pone a prueba. Hay que quererse, claro, sin sentirse fascinado con uno mismo, pero hay que tener adentro esa diosa de la justicia que devuelve la cordura. Es increíble que el soberbio, el narciso, no esté entre los arcanos del tarot ni entre los arquetipos de Jung. Hay locos y hay bufones, pero no hay envanecidos ni endiosados en esos bestiarios. El narciso es un arquetipo cada vez más claro en esta época. tipo cada vez más claro en esta época. Es abrumador ver el fenómeno de estos tiempos que tiene un lado muy positivo y un lado muy perverso que es, volviendo al comienzo de la conversación, pues la maña de decretarse la propia fama, de decretarse la propia importancia, de dirigirse al país como los protagonistas de novela, a mí me impresiona mucho esos momentos de los realities en los que los pueden hablar a la cámara, a los que están amenazados para salir en la semana y la gente se dirige a Colombia. Dicen, yo quiero que toda Colombia sepa que yo soy una buena persona. Y uno dice, esta gente está loca, realmente esta gente cree que toda Colombia, que son 50 millones de personas, está allí pendiente de si se peleó culotauro con no sé quién. Y uno dice, no puede ser que… Claro, y entiende uno cómo todos podemos crearnos burbujas de reality y pensar que todo el mundo está pendiente de lo que nosotros hagamos y que cada vez que haya una noticia, que haya nuevo papa o pase algo en la política, el país está atento a ver nosotros de qué lado estamos, a ver si decíamos, no, tenía que haber sido Monseñor Parolin, no puede ser que sea Monseñor Prevost, o sea, el mundo nos ha llevado a construirnos realities y a ser narcisos y protagonistas de novela, irnos realities y a ser narcisos y protagonistas de novela y yo creo que todas las herramientas que están en este libro las películas que se mencionan y que se reseñan las canciones que se citan las escenas, los poemas las novelas pues yo creo que si son antídotos a pensar que el que la tierra gira alrededor de uno pues yo creo que sí son antídotos a pensar que que la tierra gira alrededor de uno después de la editora este libro tuvo un primer lector ¿quién creen que fue? Chad GPT yo le mandé el taco, el pdf y le dije a Chad GPT ¿ Yo le mandé el taco, el PDF, y le dije a ChatGPT, ¿qué opina? Y digo, es muy lambón. Muy lambón. Yo creo que el algoritmo está programado para que uno lo use, lo use, es lambonsísimo. No le creí nada de lo que dijo. Pero al final, y se lo mandé a Ricardo, dijo, van a decir que en este libro falta pugnacidad, falta contradicción, falta polémica. Y Ricardo me dijo, es que Chagé Peté quiere que este libro sea hora 20. O sea, que se convierta en una especie de confrontación. Y desde el comienzo nosotros teníamos el convencimiento que no lo era. Nosotros queríamos aprender de nosotros mismos, pero esto no se trataba y no se trata de un debate. Este libro es una conversación. Y en el debate uno quiere que sus ideas prevalezcan. En la conversación uno tiene la guardia abajo y está dispuesto a aprender. El trágico aprendió del que pone la comedia como el centro del mundo en un debate yo no hubiera aprendido, entonces este libro en el fondo el objetivo que queremos como la herramienta principal para no enloquecer es conversar la auto celebración de la amistad y más en público es un poco grotesca, pero es un libro sobre que nos queremos y podemos aprender de nosotros y nos gusta estar juntos y es un libro sobre la amistad y el amor a los amigos que es tal vez la herramienta para no enloquecer que con esta declaración de amor Ricardo creo que podemos terminar sin duda y ese es el final, muchas gracias gracias a todos, un abrazo y escúchalo cada semana en tu plataforma favorita. Un podcast producido por El Locutorio. Ellocutorio.com Síguenos como arrobaellocutoriodc en redes sociales. Para algunos de nosotros, las finanzas personales no son solo personales. Incluyen a mucho más gente que nosotros mismos. 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