En este episodio de TED en Español, Jerry Garbulski presenta una charla de Augusto Townsend, ofrecida en TEDxTucuy, donde se aborda la polarización creciente en el debate público actual. Townsend discute la fragmentación en la sociedad peruana y propone que debemos permitir que las ideas compitan entre sí para promover el diálogo y la unidad en el país.
Capítulos
Introducción al problema de la polarización
Augusto Townsend señala que la sociedad peruana se enfrenta a una polarización creciente, donde el debate público se caracteriza por la falta de escucha entre quienes tienen opiniones distintas.
Ejemplos de división en la sociedad peruana
Townsend ofrece ejemplos concretos de divisiones: la política marcada por la oposición en lugar de la propuesta, la rivalidad en el fútbol que se convierte en enemistad, y el caos en el tráfico como reflejo de desconfianza generalizada.
Impacto de las redes sociales
Las redes sociales, originalmente pensadas para democratizar la expresión, se han convertido en espacios tóxicos exacerbando la polarización debido a incentivos mal diseñados que promueven el extremismo.
Propuesta de solución: el Comité de Lectura
Townsend presenta el Comité de Lectura como un esfuerzo por curar contenidos y fomentar el debate respetuoso entre una comunidad diversa, con el objetivo de cambiar los incentivos y el contexto de la discusión.
Iniciativas de debate cara a cara
La iniciativa 'cara a cara' fuerza a personas de diferentes posiciones ideológicas a debatir temas polémicos de forma presencial, buscando desarrollar empatía y verdadera comprensión del otro.
Reflexión sobre la diversidad en espacios personales
Townsend invita a reflexionar sobre cómo nuestras redes sociales reflejan mayormente nuestras propias perspectivas, limitando nuestra experiencia democrática al evitar la exposición a opiniones diversas.
Conclusión
Augusto Townsend concluye que para que la sociedad peruana avance, es vital exponerse a opiniones diferentes, aceptar la posibilidad de estar equivocados y verse como rivales, no enemigos. Sugiere que estas acciones son fundamentales para facilitar un debate civilizado y mejorar como país.
Menciones
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En su charla en TEDxTucuy, Augusto Townsend nos muestra cómo podemos compartir ideas haciéndolas competir entre sí y de esa forma encontrar una manera de volver a conversar. Nuestro país es maravilloso, tiene un futuro increíble adelante, pero la verdad es que a veces me preocupa algo bastante y es que no me queda claro con quién queremos compartir ese país. Si lo queremos compartir con todos o lo queremos compartir solamente con las personas que son y piensan igual que nosotros. Yo la verdad que lo que siento es que en lugar de un país somos como una división entre bandos, entre bandos que no se reconocen unos a otros como interlocutores válidos y cuyos integrantes no necesariamente encuentran muchas cosas en común con los otros bandos. Por ejemplo, últimamente nos sentimos todos muy orgullosos de la gastronomía peruana, por ejemplo, pero no hay mucho más que eso que nos haga sentir que todos formamos parte de lo mismo. A veces pasan cosas como la inauguración de los recientes Juegos Panamericanos en Lima y uno ve que somos parte de este pasado milenario y de estas culturas extraordinarias que nos han antecedido y aparece este sentimiento increíble, pero no nos dura mucho y al poco tiempo regresamos a nuestra realidad que es la de ser un país dividido, desconectado, con este enfrentamiento permanente entre todos. Y les voy a contar cómo veo yo esta dinámica en tres ejemplos concretos. El primero es la política. En el Perú, las identidades políticas no son a favor de algo, sino típicamente son en contra de alguien. ¿No es cierto? El anti no necesariamente está mal. Por ejemplo, en estos días es bastante? El anti no necesariamente está mal. Por ejemplo, en estos días es bastante bueno que seamos anticorrupción. Pero el problema es cuando somos únicamente anti y no hay nada en lo que podamos decir estamos todos a favor de. Y eso un poco se ve en la política, porque nuestros actores políticos no encuentran las maneras de generar estos consensos mínimos que necesitamos para avanzar como país. Están permanentemente enfrentados, enemistados. El segundo ejemplo que les quería dar es el del fútbol, del fútbol local. Uno va a ver un partido entre clubes peruanos y escucha cómo las barras insultan unas a otras en el estadio, ¿no es cierto? Y uno se pregunta, ¿por qué no se sienten satisfechos con el hecho de estar viendo un buen espectáculo, ver a su equipo jugar, eventualmente ver a su equipo ganar, sino que tienen la necesidad de que el equipo opuesto no solamente sea derrotado, sino sea humillado, que lo golpeen y que no lo dejen levantarse? Y la razón por la cual ocurre eso es porque no lo están viendo como un rival, sino lo están viendo como un enemigo. Y la diferencia entre estas dos cosas es bien importante, porque contra un rival uno puede competir en una contienda deportiva y puede ganar o puede perder. Ambas son resultados, digamos, válidos de esa competencia. Pero contra un enemigo uno no está en competencia, está en guerra. Y la guerra es distinta. En la guerra lo que tenemos que hacer es destruir al bando opuesto. Tenemos que darle tan duro que no se levante. Porque en las guerras a veces es mejor no dejar prisioneros. Y el tercer ejemplo que les quería decir es el del tráfico. Manejar en Lima es como transitar en un campo minado. Uno siente que en cualquier momento va a recibir una agresión de alguien más. Y ni siquiera queda claro cuáles son los bandos. Es como que es una guerra de todos contra todos. Y lo que hace esto es que uno asuma que la otra persona, el otro conductor, va a tratar de sacar provecho de uno y por tanto la disposición natural que uno tiene hacia esa otra persona es de desconfianza y no de confianza. El problema es que en el Perú no estamos dispuestos a que se dé esta competencia entre ideas. Preferiríamos que las personas que tienen ideas opuestas a las nuestras no existan, que desaparezcan. No queremos que ese bando sea parte de este país. Y todo esto se ha vuelto peor con un fenómeno relativamente reciente que son las redes sociales. Las redes sociales llegaron con esta promesa de democratizar la expresión política, que todo el mundo pudiese expresarse, ¿no es cierto? Y efectivamente eso ha ocurrido. Pero de un tiempo a esta parte se han convertido en este espacio tóxico donde la gente no quiere debatir, no quiere escuchar al otro, lo único que quiere es insultar y descalificar. De repente es la experiencia de algunos de ustedes, ciertamente es la mía. El problema con las redes sociales es que el sistema de incentivos es el incorrecto, ¿no es cierto? Tenemos este incentivo para polarizarnos, para tratar de ser cada vez más extremos en nuestras posiciones. Y no solamente pasa con la gente que, por ejemplo, no se identifica, que no tiene la valentía de poner su nombre. Pasa también con los líderes de opinión, pasa con los políticos, con las autoridades que deciden ellas mismas hundirse en el fango y participar de ese tipo de debate. Yo le llamo a las redes sociales las puertas del infierno, porque es lo que nos permite ver lo peor de la humanidad. Entonces, sin duda, hay algo que tiene que ver con las personas, pero también, pienso yo, es principalmente un problema del diseño del sistema, de los incentivos, del contexto en el que discutimos. Y por eso yo desde hace algún tiempo, ya hace unos cinco años más o menos, surgió esta idea inicialmente como un hobby, pero creé esto que hoy se llama el Comité de Lectura, que es una comunidad que tiene hoy ya decenas de miles de personas, a las cuales básicamente lo que hacemos es le hacemos un servicio de curaduría de contenidos, porque en la prensa y en los medios y en las redes sociales en general ustedes pueden encontrar todo tipo de basura, digamos, información que apela al morbo, al amarillismo, al sensacionalismo. Y a veces no queda claro o termina pasando que perdemos mucho tiempo discutiendo tonterías. Y aquí lo que hay que hacer es seleccionar aquellos temas que realmente ameritan discusiones importantes. Y eso es lo que hacemos. Y la fortaleza que tiene esta comunidad es su diversidad. Porque hay economistas, hay políticos, hay empresarios, hay líderes de opinión, hay abogados, filósofos, educadores, hay de todo. Hay gente mayor, hay gente menor, hay gente de izquierda, de derecha, de centro, hay gente de distintas partes del país y de otras partes del mundo. En fin, tratamos de que sea lo más diversa posible. Y lo que hacemos nosotros es moderar esta experiencia de debate, precisamente para cambiar los incentivos y para cambiar el contexto. Y no intervenimos, somos neutrales. Lo que tratamos de hacer es que hayan ciertas reglas mínimas de civilidad, por decirlo de alguna manera, para que cuando la gente debata sienta que tiene la seguridad de poder expresar su discrepancia sin temor a ser, por ejemplo, insultado. Y una de las cosas que hemos aprendido en el camino es que está bien que las discusiones empiecen, por ejemplo, en las redes, pero es fundamental que las discusiones terminen de manera presencial, con la gente mirándose las caras. Porque cuando uno debate a través de una plataforma virtual, puede uno tener la valentía de insultar descaradamente al otro bando y de repente no le va a pasar nada. Pero cuando uno tiene al opositor al frente, ya no es tan fácil, ¿no es cierto? No es tan fácil insultarlo a su cara. Entonces, lo que hemos hecho hace más o menos un año es... Tenemos estos eventos que se llaman el cara a cara del comité de lectura, donde invitamos a gente representativa de todo el espectro ideológico, ¿no? Y les ponemos un sticker que tiene su nombre y tiene un color, y ese color simboliza su posición ideológica. Entonces, conservadores de un color, liberales de otro color, progresistas de otro color, etc. Y luego los emparejamos, de modo que cada quien tenga una pareja que sea o de un color diferente, o alguien que no ha conocido, que nunca ha visto en su vida. Y así los forzamos a debatir con personas que probablemente tengan posiciones diferentes a las suyas. Y vamos soltando temas polémicos. El matrimonio igualitario, el proyecto Minero Tía María, lo que fuera que fuese importante en un determinado momento, y los hacemos debatir por unos 10, 15 minutos. Y es como un sistema de speed dating, de ahí van rotando, se van chocolateando. Y al final hacemos una ronda abierta y les preguntamos ¿qué aprendieron del otro lado? Si es que hay algo que aprendieron del otro lado. A veces pasa, a veces no. Finalmente, lo que terminamos haciendo es que desarrollen, que brote un poco de ese instinto empático que tenemos las personas, que inclusive a pesar de la discrepancia podemos tratar de entender a quien está enfrente. Cuando yo recién lancé o convoqué a la primera reunión de estos eventos, varios amigos míos, líderes de opinión, me dijeron me parece bien bacán lo que estás haciendo, pero yo no puedo ir de ninguna manera porque he visto la lista de invitados y ahí hay personas a las que yo no puedo ver ni en pintura. Y yo lo que les decía, pues, eso es exactamente lo que estamos buscando. Estamos buscando que vayas y te juntes con esas personas. En lugar de estar insultándolas en Twitter, anda y conócelas. Porque la incomodidad es un elemento fundamental del debate, del buen debate. Si uno no se siente incómodo debatiendo, es porque no está debatiendo con el adversario correcto, es porque está debatiendo de repente con alguien que tiene una posición relativamente similar a la suya. Entonces, como les explicaba, lo que estamos tratando de hacer acá es, es como cuando ustedes escuchan esta anécdota que siempre se cuenta del chofer que en su país maneja como una bestia, ¿no es cierto? Pero cuando se va a otro país y alquila un auto, sube y también te cumple con todas las reglas de tránsito. Un poco es así, o sea, queremos generar ese espacio donde la gente se autorregula y tenga la disposición de poder debatir de manera segura. Y por supuesto que hay incomodidad, pero hay que aclarar que la incomodidad no tiene que ver con... La incomodidad tiene que ver con enfrentarse a ideas diferentes. No debiera tener que ver con enfrentarse a insultos de otras personas. Eso está proscrito y afortunadamente no nos ha pasado hasta ahora. Lo que sí me pasa a mí personalmente es que, aún ustedes saben, yo tengo un podcast que sale en las mañanas y a veces me llegan mensajes de gente que me manda este tipo de insultos porque no está de acuerdo con mi opinión. Yo resumo las noticias y comento un poco. Y cuando recibo estos insultos, lo que hago es les respondo con respeto y les digo muchas gracias por escribir, me parece que tu posición es válida, cuéntame un poquito más porque quiero entender tus argumentos. Y cuando eso pasa la gente se desarma, porque no les entra en la cabeza la posibilidad de que ante un insulto una persona responda con algo distinto a un insulto. Y a veces lo que termina pasando es que me dicen algo así como, mira, lamento mucho haber empezado así esta conversación, pero afortunadamente siento que aprendí un poco o me siento un poco más confiado ahora de poder tener esta conversación con quienes están en el lado opuesto. Cuando yo les cuento todo esto, de repente ustedes están pensando pues sí, me resulta familiar, pasa eso en el Perú, en el Perú debatimos así de mal. Pero yo no soy uno de ellos, yo soy una persona racional, yo soy una persona razonable, no insulto, Y yo no soy uno de ellos, yo soy una persona racional, yo soy una persona razonable, no insulto, no descalifico. Y probablemente sea el caso, si es que Teta ha hecho bien su selección entre los invitados. Pero yo lo que les preguntaría es lo siguiente. ¿Cómo son sus redes sociales? ¿Sus redes sociales son un reflejo de la diversidad del país? ¿De la diversidad ideológica del país? ¿O son un reflejo de ustedes?idad del país, de la diversidad ideológica del país, o son un reflejo de ustedes. Porque si ustedes tienen en sus redes sociales solamente a personas que piensan más o menos igual, con diferencias marginales, entonces no están dispuestos a vivir a plenitud lo que significa la experiencia de vivir en democracia. Porque están generando estas burbujas, ¿no es cierto?, estas cámaras de eco, donde lo único que hacen es escuchar a la gente que ya tiene igual que ustedes y están retroalimentando sus propios prejuicios. Y esa es la costumbre que estamos perdiendo en el Perú. Estamos dividiéndonos en bandos, como les decía, estamos tribalizando el país y cada uno solamente quiere escuchar a su tribu. Y así no podemos progresar como país. Hay otro tema que les quería mencionar que tiene que ver con los políticos. Yo a veces, por ejemplo, cuando se muere un político en el Perú, leo el obituario que sale en el diario y dice algo así como este político siempre fue consecuente con sus ideas y se dice como si fuese algo bueno, ¿no es cierto? Porque claro, en una política como la nuestra, donde la tradición es que los políticos cambien de posición todo el tiempo, que sean unas veletas, que sean hipócritas. Claro, una persona que siempre defendió lo mismo, entonces se sale del molde, ¿no es cierto? Pero la consecuencia llevada al extremo es un problema, porque puede ser una demostración de que una persona nunca tuvo la hidalguía o la honestidad intelectual de reconocer que estaba equivocado en algo. Que nunca dijo el otro lado de repente sí tiene mejores argumentos que los míos. Y eso es lo que nos pasa todo el tiempo. Nadie está dispuesto a aceptar que el otro lado tiene la razón. Porque si estamos en guerra, ¿no es cierto? Es como darle el triunfo al otro lado. Y eso no lo admitimos como una posibilidad y yo estoy preocupado, como les decía hace bastante tiempo por este tema y creo que con todas las cosas buenas que tenemos como país con todo el potencial que nos hace ser un país increíble en muchos sentidos no vamos a llegar a ningún lado si no resolvemos la manera como discutimos si no podemos tener un debate mínimamente civilizado no vamos a llegar a ningún lado si no resolvemos la manera como discutimos, si no podemos tener un debate mínimamente civilizado. No vamos a progresar, o en todo caso no lo vamos a hacer al ritmo que quisiéramos. Por eso yo creo que tenemos que hacer tres cosas, y ya se las he venido de alguna manera diciendo en la charla. La primera es que tenemos que exponernos a las opiniones diferentes. No podemos seguir viendo cada una de nuestras burbujas y hacer como que todo lo demás no existe. Ya eso no puede seguir siendo así. Lo segundo es que tenemos que empezar a asumir que sí podemos estar equivocados y que no tiene nada de malo que estemos equivocados. Si en un país la gente no asume eso como una posibilidad, las discusiones tampoco no van a ningún lado. Y lo tercero, que para mí es lo más importante, es que está bien que los peruanos seamos o nos entendamos unos a otros como rivales. Podemos ser rivales en la política, podemos ser rivales en el mercado, ¿no es cierto?, entre las empresas, o podemos ser rivales en los deportes. Pero lo que nunca debiera pasar es que entre peruanos nos sintamos que somos enemigos. Gracias. Gracias. Si te gusta TED en Español, la mejor manera de apoyarnos es compartiendo el podcast con tus amigos. Puedes encontrar todos los episodios en TEDenEspanol.com o donde escuches tus podcasts. Soy Jerry Garbulski y te espero en el próximo episodio. ¡Gracias!