Carolina Sanín y su nuevo libro "La Mayor"

Carolina Sanín y su nuevo libro "La Mayor"

02 de may de 2025

En un emotivo y profundo episodio, María Jimena Duzán conversa con Carolina Zanin, una reconocida escritora y poeta colombiana. La charla se centra en su reciente libro de poemas, 'La Mayor', inspirado en el impactante rescate de cuatro niños que sobrevivieron a un accidente de avioneta y se perdieron en la selva del Amazonas durante 40 días, un hecho que unió esfuerzos de distintas comunidades y fuerzas de Colombia. Zanin habla sobre su experiencia personal en la creación de esta obra y las complejidades de ser una figura intelectual en el país.

Capítulos

La epopeya de los niños en la selva del Amazonas

En 2023, una avioneta que salió de Araraquara y se estrelló en la selva del Amazonas, dejando a cuatro niños sobreviviendo durante 40 días, produjo una reacción asombrosa. Este incidente no solo puso a prueba la resistencia humana, sino que también movilizó al ejército colombiano y las comunidades indígenas para rescatarlos. La historia tiene un final feliz poco común en Colombia.

Carolina Zanin y su inspiración poética

Carolina Zanin, motivada por el rescate de los niños, escribió 'La Mayor', un libro de poemas inspirado en este milagroso evento. La autora explora en su obra no solo el evento real, sino también sus paralelismos personales con su vida, reflexionando sobre la figura de la hermana mayor como heroína.

El desafío de la crítica literaria en Colombia

Durante la conversación, Carolina Zanin también aborda la crítica literaria en Colombia. Habla de las dificultades de ser una crítica en un país donde las relaciones personales y las roscas literarias complican la independencia de la crítica. También comenta sobre la literatura en el país y las escritoras que admira.

Conclusión

La entrevista con Carolina Zanin revela cómo un evento real trágico y milagroso puede inspirar piezas de arte literario significativas, capaces de resaltar tanto las complejidades y desafíos de la crítica cultural en Colombia como el poder de las voces poéticas para sanar y unir. 'La Mayor' es un tributo a la resiliencia y al espíritu humano, especialmente de aquellos que son aún considerados marginales en la sociedad.

Menciones

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               ¡Suscríbete al canal! y recuerda por qué su sabor fresco, fresco y fresco lo hizo el número uno antiperspirante de los hombres en la última década. Degree Cool Rush está de vuelta y olor a victoria para todos nosotros. El 1 de mayo del 2023, es decir, hace dos años, el mundo conoció la noticia del accidente de una avioneta que había salido de Araraquara y que terminó en la copa de los árboles de la selva del Amazonas, cerca al tremendo río Apavoris. Ahí comenzó una epopeya, una historia de no creer, como escrita por García Márquez. En esa avioneta había siete personas. Sobrevivieron cuatro. Cuatro niños que vieron además morir a su madre. Leslie Mukutuy, de sólo 13 años, y sus hermanos Soleini, de 9 años, Tien, de 5 años, y Christian, de sólo un año. estuvieron perdidos en la selva profunda del Amazonas y fueron rescatados por una fuerza increíble que juntó dos mundos que en general habían vivido aparte por cuenta del conflicto en Colombia. Las fuerzas especiales del ejército colombiano y las fuerzas espirituales dirigidas por el mayor Rubio, el sabio de la comunidad que fue traído precisamente del Araraquara para que se uniera a la búsqueda, la operación Esperanza, creo que se llamaba. Pues bien, de esta historia se han escrito libros, como el de Daniel Coronel, se han escrito, otra vez, se han escrito guiones que han terminado en documentales y también se han escrito poemas y cantos. Este es el caso de nuestra invitada de hoy, Carolina Zanin. Ustedes la conocen. Escritora, ensayista, poeta y sobre todo una intelectual crítica que nos mantiene siempre al borde del infarto con sus planteamientos sobre lo que sucede en el mundo cultural y político. Carolina está presentando en la Feria Internacional del Libro de Bogotá La Mayor, un libro de poemas. Ella dice que es como un canto que quiso hacer en homenaje de esta historia y de esta epopeya, que terminó como pocas veces terminan en Colombia las cosas, con un final feliz. Bienvenida aquí. Muchas gracias María Jimena, gracias, qué bien estar aquí. Bienvenida aquí. Muchas gracias María Jimena, gracias, qué bien estar aquí. Yo quería comenzar con una lectura que creo que ya la teníamos un poco planeada, no es verdad que es en el segundo capítulo, creo que es el desierto. ¿Por qué el desierto, Carolina? Pues estaba hablando de la selva, los niños estuvieron perdidos en la selva, y la selva y el desierto son contrarios, y por ser contrarios también son lo mismo. Un desierto es una selva desaparecida también, y un fondo del mar, y la selva, la soledad de la selva, y lo inhóspito de la selva, inadecuado para la vida humana, la vuelve un desierto también, aunque esté llenísima de vegetación y, bueno, el desierto también tiene vida, pero el espacio atiborrado de la selva que lo hace una adentro, ese gran afuera y esa lejanía y extensión ilimitada la convierte en una adentro, puede ser a veces lo contrario del desierto, que es lo vacío, lo vacío, pero también innumerable, ¿no? La imagen de lo innumerable, que son los granos de arena. Entonces, también el desierto se vuelve una cárcel y un sitio de tránsito como la selva. Entonces, quise hablar de la selva hablando del desierto. Como la selva. Entonces quise hablar de la selva hablando del desierto. Antes de empezar a leer los poemas, ¿usted por qué decidió hacer este libro sobre esta historia? ¿Por qué decidió además hacer los poemas? Pues yo oí sobre el rescate de los niños. Usted estuvo pendiente, pero en el momento en que los encontraron me pareció tan increíble que los hubieran encontrado y tan emocionante que me encontré escribiendo estos poemas. Me acuerdo que empecé a escribirlos en un vuelo, venía de Madrid en un vuelo que eso sale ahí, y empecé a hacer estos versos conmovida por la buena noticia, porque casi nunca hay una buena noticia y menos una buena noticia que involucre a niños en un país que maltrata a los niños, ni en el que los niños sufren tanto, y menos una buena noticia que involucre a niños indígenas, pues que son discriminados y que vemos estirados en la calle todos los días en nuestras ciudades. Entonces esto era glorioso. Y además siempre me conmovió, pues desde que supe que habían estado los hermanitos a cargo de su hermana mayor, siempre me conmovió la fortaleza de la niña mayor, que era la que era responsable de los pequeños. Hable de los pequeños. Y me pareció interesante esa figura heroica que es una niña, porque la niña es lo opuesto del patriarca. O sea, el ídolo y el héroe, el líder, es por lo general el padre. Un hombre que es padre de la nación, o padre de una religión, o padre... Y este, en cambio, es la hija. Es lo contrario de un padre, no es el hijo que es el que lo va a la nación, o padre de una religión, o padre, y esta en cambio es la hija, es lo contrario de un padre, no es el hijo que es el que lo va a suplantar, sino la hija, que es la que está al margen y es la figura más sacrificial, ¿no? La hija es la víctima de sacrificio, pues digamos, está Ifigenia y está… Tontol, Ifigenia. Y la primogénita, que es además el primogénito, sacrificía. En cambio, esta hermana mayor lo que hizo fue sobrevivir, llevar a sus hermanos a sobrevivir y ser magnífica y estar viva. Y entonces me parecía que hermoso una épica sobre una niña, que una niña no es una figura épica, sino lo que decía, ¿no? Un señor es una figura épica. Sí, no, pues ahí está Orestes, la Orestiada, es claro lo que dice. Y Figenia. Ya, fue la que ni aparece. Sí, es como. El pretexto. Exacto. Y entonces era hermoso que existiera esta niña de 13 años, esta niña adolescente que además había sido víctima, como las niñas son víctimas, y que vivió, es la niña que vivió, que sobrevivió. Y ahí viene la mayor. Y esa es la mayor, porque además es importante que sea la hermana mayor. Y usted dice que usted también era la mayor. Sí, yo soy hija mayor, y hay toda una cosa de las mayores, usted es hermana mayor. Yo también soy hermana mayor también yo también soy hermana mayor eso tiene su cosa y además cuando uno lee el Pentateuco por ejemplo se da cuenta de como Dios exigía que el primogénito es para él el mayor es una ofrenda luego los demás pueden vivir pero el mayor como que siempre debe su vida la mayor más pero la mayor como que siempre debe su vida, y pues la mayor más. La mayor más, pero la mayor mujer es una cosa más difícil. Sí, para mí me parece que sí, exacto. Y esa reflexión usted la hace aquí, me parece, porque esto es como un libro con tres telas, muchas telas, diría yo, unos poemas donde está su sensación, unos poemas donde está su sensación que le produce esta historia fabulosa, que es una historia que uno no pudiera imaginar que ocurría en un país como Colombia, que ocurriera en un país como la donde… Que ocurriera algo bueno. Exacto. Tan bueno. Pero además es una historia también de usted, que donde usted se mete también como la mayor, de usted, que donde usted se mete también como la mayor que también es una cosa y a su vez es una historia que usted va contando de acuerdo a lo que va pasando entonces es una cantidad de telas a que a mí personalmente me atraparon mucho ¿por qué no comenzamos con con este yo creo el desierto que usted explicó. Sí, ese es el segundo poema, diez poemas son, ¿verdad? Son diez poemas. Son diez poemas, pero todos forman un mismo poema, son diez partes de un poema narrativo sobre esta historia. Y este es el segundo que se titula El desierto. El cercado, este mismo verso, su sonido contra el tiempo. Las líneas van cortadas, se cansan y me canso. Soy la autora del poema, no su autoridad. Así como una escribe algo pero no lo rige, así cuesta creer que el creador gobierne el mundo. El mundo o un corozo. a creer que el creador gobierne el mundo, el mundo oncoroso. Procuro decir palabras en un orden que guarde a una niña perdida, pequeña, niña grande, y deje que mi problema, mi propósito, lo que tengo, cuanto gané, no se vuelva asolamiento. Un poema no puede estar solo. Le digo a la niña, la gente no es como tú. Y también, te esperan, te esperamos, acuérdate. Ella gana fuerza y gana imagen. Yo siento que termino, pero no por completo. No por completo y no encuentro cómo llamarme, pero sé de cuánto creí que iba a ser capaz. Era cristal el porvenir que finalmente no escribí. Lo que fui fue, lo que iba a ser fue, aunque yo no crea. A todo el mundo, a todo, todo, tarde o temprano, un día la condición humana lo parte en dos. Y ahí está la sirena cortada por la mitad serenamente. La condición humana. del que me hicieron, a semejanza de la imagen, de tu imagen, y endurecerme y ablandarme y regresar a mí, a quien en mí está vivo, y componerme, dar las gracias, y volver a despertar, para de nuevo mirar desde mi altura, y no entregar el alma ni a la astilla, ni pensar que el tiempo enferma, y dejar por fin de comparar con la basura cualquier caso, me dediqué a leer una historia que salió por todas partes. de 40 días de estar en la cárcel, además, en la cárcel digo yo. Pero está bueno, en la cárcel de la selva. En la selva, en un sitio que yo no sé si usted conoce, pero el Apaporisis es un río que incluso los indígenas le temen por todo lo que significa dentro de su cultura y su cosmogonía. Le dicen que es como la serpiente de la selva. Pero lo que quería yo adentrar es que usted sigue, y usted muy juiciosamente sigue la historia. Porque aquí hay también una Carolina Zanin que investiga, que se pone, y me da la impresión cosas como que usted utiliza y que adquiere, que yo no sabía, por ejemplo, la manera como se cayó el avión. Ah, sí. Eso lo cuenta Daniel Coronel en su crónica muy detalladamente. Y esa es una de las crónicas que yo usé, esa y la de Castaño, que son como los dos libros que salieron sobre esto para informarme, y todo lo que salió, sus podcasts, entre otros. Sí, me parece que hizo todo el trabajo. Todo el trabajo. Y entonces la pregunta que yo le tengo es, ¿usted empezó a escribir tiempo después? Sí, empecé a escribir cuando los encontraron, exacto, y ahí empezaron a salir todas las crónicas y las entrevistas, y entonces lo iba leyendo todo, hice unos primeros poemas, luego los amplié y estuve durante año y medio dándole vueltas, agrandándolo, luego se agrandó mucho y le quité mucho. ¿Y le quitó mucho? Sí, le puse mucho y luego le quité varios poemas que eran superfluos o repetitivos. Yo soy una persona muy machacona y repetitiva y escribiendo versos todavía más porque como los versos, pues las canciones que esto quise hacerlo como un canto, son justamente que dan vueltas, entonces hubo un momento en que ya era excesivamente reiterativo y lo corté, espero que no haya quedado tan reiterativo ahora Hay uno, el poema este del vuelo que es precioso, ¿por qué no lo leemos? El vuelo es cuando salen de Araraquara, creo que es, además usted dice unas cosas muy bonitas y les pone música a los nombres, ¿no? Araraquara que se debería decir O sea, es un nombre que parece que se va a quedar dici nombres, ¿no? Sí. Arara cuara, que se debería decir. Como arara cuara, o sea, es un nombre que parece que se va a quedar diciéndose, ¿no? Sí, eso. Y apaporis también. Y apaporis también. También es papapopo. Y por cierto, el árbol en el que quedó la avioneta cuando se cayó, Castaño dice en su libro que es un cedro amargo. Y yo no sé si lo sea, pero es un invento tan bueno, un nombre tan bueno que surcaba la Amazonía colombiana, cargada con una mujer y sus cuatro hijos. Una cuenta, cinco, la humanidad y una herida. En la mañana el avioncito se adelantaba a la vida, sonando sobre el verde crespo, afanosamente y levantaba su preñez para arrojarse al horizonte, flecha rosa y casa. Volaba sobre el docel, se llama así, igual que el toldo orlado que cubre a una santa en procesión, igual que el velo de una cama en la que engendran a una niña a salvo del mosquito, la máquina, haciendo su rumor y su remudio. Sorando de brazos abiertos sobre la copa verde negra de los altísimos árboles, techo y plan de la oración y por la ventanilla una alfombra honda y un paisaje espiralado. Hay flores arbóreas en la selva salvaje, altas, rojas, fucsias, hasta blancas, que alguien puede ver desde el azul o el trance de la cordillera. Están abiertas, dedos en la copa, copas, velas encendidas al borde de encender el bosque. Son el fuego que no quema, pero no se toca. Hay flores anaranjadas en el cielo, se marchitan también y caen, como las flores de la tierra. A medida que yo me acercaba, con el deseo de la historia, más veía que cuanto miraba no bastaba. Leí que la avioneta se llamaba Palma Rosa. La selva se llama Aros de Verde con anillos verdes, bodas, cabellera, entresijos sobre la tapa de la tierra, seño, suerte, alianza entre yemas descompuestas. Y así. Y ahí sigue. Es un detalle muy preciso en el momento en que, este es un poema muy lindo. Gracias. De verdad, ¿no? Es el aterrizaje de semejante avioneta, el aterrizaje no, la manera como llega y se cae sobre este cedro y se va des? Por ejemplo, que se llamaba Palma Rosa, la avioneta es hermoso, y así que por eso porque creí que debía ser un canto épico una épica con una heroína y que debía ser a la vez una canción como para arrullar a esos niños en la selva o sea, cuando los encontraron el hombre que era Nicolás Ordóñez, creo uno de los hombres indígenas que los encontró, la hermana mayor, esto sale ahí, sí,ita, que ya se iba a morir casi, y este hombre empezó a cantarle una canción en su lengua, en murui, para arrullarla. Y entonces había, yo tenía la sensación de que esos niños sobrevivieron porque había una canción acompañándolos, que son como las canciones que también cantan los taitas cuando dan yagé, o sea, siempre la compañía de la planta es la canción, ¿no? Entonces yo quería escribir una canción también, y por eso lo escribí así, en verso. Esta parte donde usted va y dice cuando ya empieza a hablar de la mujer, que es, empieza a hablar de la mayor y de la mamá, es de la mamá, perdón, aquí esta es la mamá y cuenta también cómo es que es la historia, esto es muy, esta es una manera muy interesante de aproximarse a lo que sucedió. No hemos tenido documentales, hemos tenido libros como el de Daniel Coronel guerrillera, según dijo, que lo quería cazar, de una gente llamada Frente Carolina. Lo desmintieron las parientas. No era de eso que él huía, sino del castigo que la tribu iba a imponerle, por cuanto él había intentado con la hija de su esposa, nuestra niña helada, la que casi se perdió, la mayor arrojada ante el oscuro. No va a haber un amor real para nosotras. Habrá un amor real para nosotras. Pidamos saber siempre dónde está. Elijamos saber dónde está ahora. que el hombre debía recibir era un proceso con tabaco, dijeron las noticias, sin el poder de imaginarlo, y dijeron que la pena era un momento al que uno podía sobrevivir cambiándose o morir. Volar, violar. La pareja había buscado en otros tiempos oro. Sacaban del río migas de oro y dejaban la corriente. Siempre hace falta una parte. La mujer iba entonces con los niños a reunirse con el hombre. Volaba a perdonarlo. Se suponía que luego avanzarían a otra estación, que era la montaña donde vivo, y quizá nadie va a verlo. A otro país hasta encontrar el tornasol que pone a prueba las matas y las minas, y así hasta un día haber muerto y regresar. Lo que hace falta es una puerta, pero el camino va y se dobla a la mitad del primer tramo. La mujer muere apretada en una arruga reluciente y la hija grande se levanta. De nuevo lo contamos. Rescata del equipaje unas tijeras suyas de cortar papel y cortar ropa con toaller para hacer vendas y envolverles donde les dolía a los hermanos es bien impresionante esto y hay una parte que usted llega a hablar que yo creo que es donde usted habla de usted, donde usted dice, hombre, es que yo cuando cuento esta historia también me veo yo reflejada en muchas cosas. Y eso es lo interesante, debe de ser duro hacer esto. Muy triste en esa época, que es muy curioso porque Daniel Coronel coincide también en decir que estaba deprimido y de repente empezó a escribir este libro. Y a mí me pasó lo mismo, estaba muy triste, recibí esta noticia y dije, bueno, hablemos sobre rescatarse. Y el libro también fue un consuelo para mí, porque es un libro sobre estar perdido y encontrarse. Y también ese estar perdido puede ser metafórico, como cuando Dante empieza la Divina Comedia, que está perdido en una selva oscura en medio de la vida y luego hace este viaje. Entonces para mí también era metafórico de mi situación al escribirlo y creo que al escribirlo volví a encontrar un camino, y el camino era el de, bueno, el de escribir, el de hacer lo que yo siempre hago. Como liberador. Sí, y como de reanudar, como cuando uno se sale del camino, yo en ese momento me había salido del camino un poco por circunstancias, y al escribirse uno era niña que encontraba el camino, pues iba encontrando yo el camino un poco por circunstancias y al escribirse una niña que encontraba el camino, pues iba encontrando yo el camino. ¿Y que era mayor? Exacto, y que era una hermana mayor, también encontraba yo mi camino, la hermana mayor. ¿Por qué no leemos esta parte que yo creo que es una reflexión suya sobre todo lo que pasa? Ah, sí, es lindo. También la selva es madre que se pudre hasta el hueso, hasta la luna medular. La hija mayor parte llena de miedo de valiente, llena de historias de soldados y de padres que rompen las estacas en las selvas a caojos donde se embadurna el sol con la noche devorada. Para hacerse un refugio en la mata, junta ramas caídas y ramitas que yo asierro en mi sueño con sus tijeras escolares rescatadas del abá. Un jornalero acaba de cortar el pasto. Pradear, dicen aquí. Soy tímida también. Me cubro la mano de ampollas para agarrar mal y sin guante la cizalla. Pero el jazmín queda ordenado, prosperando detrás de la gardenia y del año. Esperando detrás de la gardenia y del año. Sientes al tiempo que yo la imagino, que trato de imaginar esas historias divinas que era, que ella se llevó las tijeras, unas tijeritas de niña, y con esas tijeras algo pudo hacer para construir refugios. Entonces yo en el poema me la imagino haciendo esto, a la vez que yo misma puedo mi jazmín con mis tijeras, hago mis cositas también que no son rescatar niños, pero sí también, eso, son figuras. creo que esa es también una reflexión. Usted se mete en ese personaje y también se mete a hablar de usted. Y hay una parte que a mí me parece que es, dice, que hay veces cuando uno lee el libro uno piensa que está hablando de usted y no la mayor. Pero a ver si este es el pedazo que yo diría que yo señalé. Ah, sí, es bonito. Claro, porque a los niños los llamaban y no sabemos si ellos oían o no oían. Sí, porque para los que nos están oyendo, entonces, ¿qué ocurre? Empiezan estos niños, hay evidencias de que sobreviven, ¿no es verdad? Y entonces empiezan a desplegarse las fuerzas de la operación de rescate. Entonces, por un lado salen todas las fuerzas especiales a cubrir la selva, la selva de Apaporis, y por el otro lado, desde Araraquara se conforma como un grupo espiritual, diríamoslo así, que empieza a llegar a la zona más cercana a Apaporis, para reunirse ahí, sobre todo alrededor de una figura que es el sabio de Araraquara, que es el mayor rubio, lo tuvimos aquí. Y que sale acá, que dice el hombre más serio del país. Y que usted dice que es el hombre más serio del país. Y entonces, usted con esa, digamos, con esa historia ya que está saliendo, escribe esto. Sí, y una de las cosas emocionantes, María Jimena, para mí era que como rivales y enemigos y acá se unen todos porque hay que encontrar a unos niñitos. Porque de verdad hay algo que es más importante que cualquier nombre o diferencia ideológica. Y entonces eso fue grande. Yo creo que en ese momento fue un país grande al hacer eso, al poder. Y el general Pedro Sánchez fue impresionante. Fue una belleza que ahí también sale. Pedro Sánchez, hoy ministro de defensa. Y estos hombres serios y elegantes y que tenían conciencia de qué era lo importante pudieron unirse y por eso también encontraron a los niños, yo creo. bastante pudieron unirse y por eso también encontraron a los niños, yo creo. Y entonces en un momento la llamaban a la niña de un helicóptero con la voz de la abuela grabada y además los llamaban muchas veces constantemente en la selva. En su lengua. En su lengua y en español, que era muy bello porque lo hacían en ambas. Y entonces no sabemos si los niños oían o no. Entonces está esto. Desde arriba les decían, ustedes que están solos, no están solos. La mayor se oía tal vez llamada, pero no se resolvía responder. O su nombre no se oía entre el fragor de la caída de las formas y del agua, o llegaba convertido en búhos y torcazas mientras ella tarareaba sobre los nervios de las hojas, los bordes de las hojas. Desde arriba le decían, no sufras. Yo escuchaba otras voces, cerca y lejos, y sabía que escuchar era de todos modos ser querida, pues lo que suena quiere aproximarse, está cambiando con la intención de aproximarse. Lo que suena quiere vencer la confusión. Yo le habría dicho además, niña, para que no crezcas en estar perdida, sigue uno de los sonidos de la selva, solitarios, no hasta su fuente, sino hasta su descomposición, sus elementos, su sentido. Entonces es eso, a la vez que ella tenía que escuchar, yo también tenía que escuchar el poema para también desperderme como ella. Exacto, para poderse, y hay un capítulo muy bien también, hay unos versos especiales para este perro que se perdió. ¿Se acuerda de ese perro que se pierde? Que dicen que es la ofrenda que deja la selva o que pide la selva, o los duendes que tenían a los niños, y que según el sabio de la tribu en ese momento, dice que es parte de la ceremonia que hay que hacer para que se liberen a los niños. Y el perro nunca vuelve a aparecer. Y aquí está esta historia. Primero está el gato, que esa es otra. Y acá la tengo, la del perro. Pero la del perro se me perdió. Y en esas, claro, eso fue lo más bonito e impresionante de esa historia, ¿no? Y es que mandaron un perro a buscar a los niños, el perro se desapareció y eso. Y funcionaba, pues, según cierta economía, como un rescate sacrificial por la niña, ¿no? Entonces, sí. Mientras yo escribía este poema, también se murió mi propia perra. Es que yo creo que por eso le estoy… aquí está. Sí, y ella se murió un primero de enero también, un primero de mayo, perdón, que estoy confundida, estoy diciendo cualquier cosa. cualquier cosa. El cumpleaños de mi perro era primero de mayo, que era el día en que ellos se perdieron y luego se murió mientras yo escribía estos poemas que tenían a un perro sacrificado para salvar a una niña. Entonces todo eso también tenía otro significado para mí de los perros que lo salvan a uno constantemente. ¿Leemos ese? Sí, leemos el perro. Para aplacar lo invisible, los soldados vertieron aguardiente en los arroyos por orden de los viejos brujos, y luego soltaron en la región encantada un perro grande, cari negro, hijo de una perra detectora de explosiones enterradas que un reino lejano dio a Colombia de regalo por el fin de nuestra guerra. nuestra guerra. Estaba entrenado para perseguir perdidos, salidos, sacados del camino, y era el lobo que San Francisco convenció de no comer gallinas ni niños en Umbría. Usmeaba. Delante de su hocico se mantenía alguien transformado en aire. Llevaba al cuello un pañuelo amarillo, y todo él era bestia amarilla con esa cola que trasteaba así. La lengua le sonaba cuando bebía agua y no con ninguna palabra. Lamía el agua y el agua tropezaba. Ladró en la selva donde no se ladra y vio que su cuerpo no era equivalente a su ladrido. Había pájaros arriba que parecían igualarse, ellos sí, a su propio canto. Tampoco yo soy lo que digo. Yo no soy este poema, con versos que significan mucho y otros versos que nada significan, escrito para que me ubique el sol. Le dieron a oler entre los ojos ropas de las niñas. Jugaba con una pelota. Tenía orejas triangulares, lo tiraron en la selva y entonces lo perdimos también a él. No lo reconocimos en la superficie de las ondas, ni grabado en las cortezas, ni rumbo a ahogarse en la agonía. No regresó ni lo buscamos, nos fatigaba nuestra hazaña, se lo tragó la selva, fue la urgente prenda del cuidado. lo tragó la selva, fue la urgente prenda del cuidado. Ese es un poema muy bonito, pero yo la idea que tengo con este video podcast no es leer todo el libro, porque si no tienen que comprar el libro también. Creo que hay dicho todo. Sí, no dicho todo. Este es Editorial Laguna. Editorial Laguna. Yo se los recomiendo porque además es caramba, es que la poesía, hay una poesía así con, tan, tan, que se aventura a buscar palabras, además muy específicas, que me gusta esa parte que está haciendo Carolina. Yo creo que, ay, no sé, es como un respiro, como una especie de gran lugar donde uno llega a respirar tranquilamente. Yo creo, y para, ¿no? Es como una manera de parar. Es que la poesía tiene eso. Sí, el tiempo de las canciones en vez del tiempo este de... de tenerla aquí sin preguntarle, pues usted tiene además de esto, que lo hace como su obsesión, su gran obsesión, usted es poeta, escritora, ensayista, pero también es una intelectual que produce muchísimas opiniones y muchas de ellas digamos conmocionan el ámbito cultural cosa que a mí personalmente me gusta mucho y usted por ejemplo, ¿qué podría decir de lo que está pasando hoy en literatura? en literatura en literatura, en Colombia estamos en la feria del libro ¿qué tendría usted que decir? Usted que es profesora de literatura, además, de las buenas. Gracias. Pues yo, yo creo que hay cosas nuevas, originales, y que descubren caminos, y que descubren imágenes, y descubren relaciones, y creo que hay muchísima literatura nacional, a veces la más leída, que es la sopa de la sopa, o sea, una cosa más bien imitativa, que parte de una idea de qué es lo literario, que por ejemplo, a mí esa literatura que parte de temas, bueno, esto parte de un tema y es una noticia, es la única vez que lo he hecho, de hecho, y me gustó, pero que busca como qué puede venderse para que traduzcan la literatura, esta temática que escoge temas según más o menos. Sí, y pensando en traducción sobre todo, en vender una imagen nacional afuera. Yo ya hice un monólogo sobre Juan Gabriel Vázquez, que resulta a veces el escritor más celebrado de Colombia, y que yo no hice ese monólogo para decir que no me gustaba, porque no es cuestión de gusto, sino para denunciar la fraudulencia de su literatura en un libro en particular que me pareció más que malo, escandaloso. El último, dijiste. El último, sí. Y sí, yo realmente no veo que haya muchos libros que se vendan mucho y sean muy buenos, pero sí creo que hay escritores y escritoras que valen mucho la pena también. Y bueno. Y hay una cantidad de escritoras. Hay muchísimas, muchísimas escritoras, sí. Que están empezando y no los tocó tan fuerte como usted. Algunas están empezando y otras, tal vez mis favoritas, son mayores. Pero no las leyeron porque... ¿Como quiénes, por ejemplo? Como Paloma Pérez Sastre, que es una escritora de Medellín que me gusta mucho, como Yolanda Reyes, es súper leída de todas maneras. Y sí, creo que hay mujeres de antes y de ahora que están muy bien. Sí, ¿no? Pues yo creo que es. ¿Y por qué está pasando esto en, digamos, hay un momento en que la cultura, digamos, la cultura en Colombia, digamos, como también la cultura como un escenario, como un espacio, como un... Se está llegando a un punto en que se nos politizan muchas cosas. ¿Eso es cierto o no? ¿O estamos ante un momento? Yo creo que sí, yo creo que totalmente sí. La gente tiene la idea a veces de que ser intelectual público, que hay pocos o somos pocos, es tomar posición y no tiene que ver con tomar posición, sino con leer, con ser, es más parecido a un detective que a un político, realmente ser intelectual público, uno tiene que leer, verso de la mayor que decía, con miedo de valiente, porque en realidad, yo no sé si yo soy valiente, porque al valiente le da miedo y lo supera o no le da miedo. De pronto lo que soy es como loca, porque no me da miedo. No sé. Entonces, de pronto tiene tanto mérito. No me da miedo, me da culpa, que es peor que miedo a veces. Porque a veces yo digo, le tiré muy duro a esta gente, que igual es buena gente. Todo el mundo es bueno y todo el mundo cree que tiene la razón. Pues no todo el mundo, pero algunos son cínicos. Pero yo creo que muchas veces la gente hace lo mejor que puede. Y los críticos, para poder criticar, tratamos lo que la gente hace como un texto, como los abogados o los jueces. O sea, no a la persona, sino lo que hace, y a veces se confunde y uno termina por criticar hiriendo, y es, pues sí, lo hace, y es algo que no me gusta porque pues difícil hacer crítica? Es que es increíble. Es impresionante. O sea, Marianne Ponsford, yo tengo mi amiga Marianne Ponsford hizo crítica y fue casi que abatida por… Una y otra vez la atacaban por la crítica que hacía en la revista Arcadia, que fue uno de los lugares donde yo empecé a publicar también. lugares donde yo empecé a publicar también. Yo creo que hay unas solidaridades de clase, por ejemplo, que no dejan que la gente haga crítica, porque entonces si la gente son amigos de siempre, si todo el mundo es pariente de cierta clase social educada, ya desde luego no es así, pero fue así durante mucho tiempo que había una misma clase social que era la que tenía acceso a los medios y tenía una educación literaria, la clase letrada. Y si todos eran parientes y amigos, pues ahí no iba a poder criticar nadie a nadie. Y luego hay también unas roscas impresionantes, o sea, la rosca literaria de este país es aterradora, que está incrustada y tiene unos espacios totalmente cooptados y cerrados y con anatema, soy anatema, que es genial, es un término increíble. Condenado al anatema, exacto, es intocable, pero también está dedicado, es a Dios, cuando condenaban a alguien al anatema en el deuteronomio, no sé. Y entonces, sí, para mí es mejor, pero es un peso espesado y es caro. Y uno puede decir, no me importa. Claro que importa, pero es el precio de la libertad. Es que uno no puede hablar sin que eso cueste. Y eso es muy bello también. O sea, nadie ha hablado gratis. Uno se gana también el derecho de decir las cosas que dice y de decir su verdad, y el precio puede ser la soledad y el aislamiento. Y bueno, sí, sí, mejor porque así no me invitan a fiestas que esa parte sí no me gustaba. cierra caminos deliberadamente, que como, sí, pues tampoco quiero hablar acá como una víctima y una paranoica, no soy, entonces no voy a decir, no sé quién, pero sí hay eso, y bueno, ya llegué a una edad en que ya sé que ese es mi camino también, ¿no? Como este camino, ya volví a mi camino, sé que ese es el camino, sé que soy la mayor también, y sé que lo voy a subir así. Y sé que, y entonces la mayor, que bueno, eso tiene una cantidad de responsabilidades. No es verdad que uno tiene que probar muchas cosas. Las mayores tenemos que probar siempre muchas más cosas que a las segundas o a las terceras, menos. Bueno, a la tercera o el tercero, nada. Y la mujer, y eso lo va a edificar, ¿no? A mí sí me parece de una manera, sí, no, sí, no le tieneña mayor se metía frutos a la boca y los maduraba con el calor de la boca, los que da frutos medio digeridos a la pequeña. Y sí, ahora que dice, porque usted dijo hay que probar caminos, como que el mayor tiene que probar caminos, es lo que hace el crítico también. El crítico es como un lector mayor, que prueba el veneno para decir, no coman de eso, y verán si lo comen, pero esto contiene, contiene esto, sí. Por eso, por eso yo creo que, sí, pero eso es, entonces usted dice, ya sé que soy así, voy a ir por ahí, y ahí vamos a tener a Carolina también siempre. Pues ojalá durante unos días más, durante un rato más. Sí, yo creo que cuesta toda la vida darse cuenta de quién es uno. con la literatura también, yo creo, y con todas las artes. Es la primera vez que usted se mete a hacer algo sobre un acontecer, un hecho, un hecho, digamos, que sucedió en este país. Es la primera vez. La primera vez, sí, que parto de una, exacto, de la actualidad nacional para hacer algo literario, sí. En todo caso, yo les aconsejo lean La Mayor. Es una aventura poética refrescante que lo deja uno tranquilo, con cierta paz. Gracias. Yo quisiera decir algo. Con esperanza, como diría el filósofo chino, chino no, coreano, el filósofo coreano, que nunca he podido pronunciar bien, pero es algo como... Bueno, yo quería decir una cosa más, y es, en este libro no se menciona el nombre de la niña, pues por respeto a que esa niña existe. Es que la niña tiene 13 años. Y tiene 15 ahora. Ahora tiene 15. Sí, exacto, y es una menor. Y yo nunca me entrevisté con ella ni la conocí, lo cual está muy bien, pues, porque no se debe permitir acceso a periodistas. Nadie, nosotros tampoco. Me ha parecido muy bien esa protección. Nosotros tampoco lo hicimos. Y si cuando sea grande quiere, pues le cante a ella y que sepa que hay un canto que es para ella. Es todo lo que quisiera. Le podemos decir eso, eso sí se lo podemos llegar a decir. Que es una heroína y que por eso le cantó a una poeta. ¡Qué bonito! Muy bien. A Fondo es un podcast producido por Mafialand producción general Beatriz Acevedo producción de audio Daniel Chávez Mora. Música original del maestro Oscar Acevedo. Nos pueden escuchar también en mi canal de YouTube. Gracias por escuchar. Soy María Jimena Duzán