¿Admiras a algún político?

¿Admiras a algún político?

12 de oct de 2024

En un panorama mundial de posverdades y figuras políticas controvertidas, Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero exploran la paradoja de admirar estilos políticos aparentemente grises. Parten de un marco teórico basado en un artículo clásico de Henry Kissinger que distingue entre "estadistas" y "profetas", para analizar figuras históricas y contemporáneas desde Barack Obama hasta políticos colombianos como Antanas Mockus y Humberto de la Calle.

Capítulos

El Marco Teórico de la Política

Retomando un artículo de Henry Kissinger, Alejandro Gaviria clasifica a los políticos entre "estadistas" y "profetas", subrayando que los primeros son realistas y cautelosos, mientras que los segundos buscan imponer su visión del mundo.

Ejemplos de Estadistas

Analiza figuras como Barack Obama, destacando su elocuencia y su enfoque gradualista, contrastando con figuras proféticas como Donald Trump que buscan alterar las reglas del juego.

Políticos Grises en la Historia

Se discuten personajes ficticios y reales, desde series como "The West Wing" hasta políticos históricos como Richard Nixon y John Adams, ejemplificando la tradición de grandes oradores y transformadores políticos.

La Importancia de la Lectura y Cultura en los Políticos

Ricardo comparte anécdotas sobre la conexión entre la lectura y la política, destacando figuras como Miguel Antonio Caro y Belisario Betancur como ejemplos de políticos cultos.

Política y Transiciones

Reflexiones sobre políticos que han gestionado transiciones complejas, como Nikita Khrushchev y Adolfo Suárez, quienes permitieron cambios significativos sin oponerse a la caída de sistemas debilitados.

Los Caciques Regionales Versus Influencers

Comparan la influencia de los antiguos caciques regionales, que apoyaban a sus comunidades, con la superficialidad de los influencers actuales, sugiriendo que los caciques ofrecieron un servicio más tangible.

Figuras Colombianas Admirables

Antanas Mockus y Humberto de la Calle son destacados como ejemplos de honestidad y coherencia, con un enfoque en la convivencia y la riqueza intelectual como aspectos fundamentales para liderar la política.

Conclusión

En un tiempo donde predominan las figuras políticas controvertidas, Gaviria y Silva rescatan la importancia de los "políticos grises", aquellos que en su aparente pérdida de esplendor mediático, demuestran una autenticidad y profesionalismo fundamentales para el progreso social y democrático. La reflexión termina con un llamado a recordar y valorar a aquellos líderes que, a través de su integridad, han traído cambios significativos a sus comunidades.

Menciones

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               Tercera Vuelta, el podcast con Alejandro Gaviria y Ricardo Silva Romero. Un podcast de El Locutorio, arroba ellocutoriodc. Creo que se trata justamente de recordar en este panorama de posverdades, de caudillos, de mentirosos, de mitómanos, de megalómanos que nos están gobernando en el mundo entero. Rescatar esa vocación de político profesional, de gente que cumple, que va a las citas, que hace su trabajo, que encarna partidos, que hace el relevo generacional. Pero esa parte, esa dimensión Matt Gris de Barack Obama, ese contraste entre su elocuencia y sus ejecuciones, me parece que no solamente es criticable, sino que puede ser paradójicamente, Ricardo, admirable también. Hola Ricardo, la vida se complicó esta semana, semana de recién escolar, compromisos de parte y parte, contingencias aquí y allá y tenemos que recurrir nuevamente al intercambio de mensajes de voz, de mensajes de audio para mantener nuestro compromiso semanal con terercera Vuelta y la audiencia. Te propongo Ricardo que hablemos esta vez de un tema que en principio puede sonar un poco paradójico, un poco extraño, contradictorio tal vez, y es políticos, figuras, estilos políticos admirables en los que creemos, sin cierto escepticismo por supuesto. Y voy a empezar Ricardo con lo que quiero llamar el marco teórico, que le puede dar un poco de estructura a nuestra conversación. Y este marco teórico va a estar basado en un artículo ya clásico que escribió hace muchas décadas Henry Kissinger. Él proponía una clasificación binaria de los políticos. De un lado, decía, están los estadistas, o los podríamos llamar también realistas, cautelosos, dubitativos, atrapados en sus cavilaciones hamletianas, conscientes, decía Kissinger, de las muchas esperanzas que han fracasado, de las buenas intenciones que han terminado mal y conscientes también, por supuesto, de la ambición, el egoísmo y la violencia de los seres humanos. A vida cuenta de todo esto, los estadistas o realistas, Ricardo, son gradualistas, huyen de los experimentos políticos más ambiciosos y detestan, por supuesto, las aventuras o empresas políticas que dependen de una sola persona, de un solo individuo. De otro lado, decía Kissinger, y repito yo en este marco teórico, de otro lado están los profetas que rechazan el gradualismo, siempre lo van a ver como una concesión injustificable. Y por supuesto los profetas tienden a suplantar la realidad por su idea de cómo funciona el mundo. Primero está esa idea del mundo, su modelo de cómo funcionan las cosas y solamente abajo está la realidad. Representan los profetas, por supuesto, también son síntomas de la situación, una era como la nuestra de exaltación, de vastas posibilidades también, pero también una era de enormes desastres. Los estadistas creen, por supuesto, en las reglas de juego. Los profetas quieren ellos mismos definir las reglas del juego. Ellos mismos quieren definir e imponer, voy a decirlo así, las reglas de juego. Me gusta ya, hablando de figuras particulares, imaginarme a Barack Obama como el prototipo, el paradigma del realista, del político estadista dubitativo hamletiano también, atrapado en su propia elocuencia. Brillante Ricardo en sus palabras, pero gris en sus ejecuciones. Un político necesario que representa también, creo yo, una figura trágica, sucedido por ese otro político que quiso imponer sus propias reglas, que no respeta la democracia, que es un profeta que no solamente anuncia, sino que trae el desastre como Donald Trump. Esa dimensión más gris de Barack Obama, ese contraste entre su elocuencia y sus ejecuciones, me parece que no solamente es criticable, sino que puede ser paradójicamente, Ricardo, admirable también. gringos cuando apareció Obama me pareció genial me parece de los mejores oradores que he visto me parece brillante, me parece sensato, me parece capaz de como hemos hablado tantas veces lograr transformaciones en la medida de la democracia y creo que es además un clímax de esa política gringa que, vuelvo a decir, me suele atraer mucho. Me encanta la tradición que hay en el cine y en la televisión de retratar a esos políticos me fascina la película que hizo Oliver Stone sobre Nixon, Nixon me parece un personaje turbio antipático pero me parece un gran personaje no me gusta su visión del mundo ni de la política pero me parece un hombre torturado, muy bien retratado en esa película que se llama Nixon. Me gusta mucho la serie sobre John Adams, uno de los padres fundadores de la democracia gringa, parece una serie magnífica. Me gustan los presidentes de ficción gringos, Barlet, el de West West Wing que es una serie estupenda de Aaron Sorkin me gusta Hamilton el padre fundador vuelto musical de Lil Manuel Miranda en fin me parece que los gringos tienen una tradición de grandes oradores grandes políticos como bueno Martin Luther King o Kennedy, llenos de máximas, de sentencias memorables que vuelven la política una pasión y devuelven la atención sobre la transformación que se busca desde sus cargos, una transformación para la convivencia y para la democracia, para ahondar la democracia, para cumplir las promesas democráticas. pues era Obama también pero entonces trato de ampliarlo a una cantidad de voces más que ha habido en Estados Unidos hoy en día me parece que un tipo como Bernie Sanders es fantástico su hastío pero su visión me gusta me gusta mucho voy a contar Ricardo una anécdota que me ocurrió en la feria de libros si mal no recuerdo del año 2019 yo presenté allí mi libro siquiera tenemos las palabras libro que a su vez tiene tres ensayos sobre el poeta ensayista y ganador del premio Nobel de literatura ruso Joseph Brodsky durante la presentación le di un fragmento del que había sido su callista y ganador del Premio Nobel de Literatura ruso, Joseph Brodsky. Durante la presentación le di un fragmento del que había sido su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, si mal no recuerdo, también en el año 1986. Ese fragmento, voy a traerlo a cuento, decía lo siguiente, que me parece interesante volverlo a citar. Dijo Brodsky en su momento, y repetí yo en la feria del libro y repito ahora. No estoy llamando a la sustitución del Estado por la biblioteca, aunque esta idea se me ha ocurrido ya varias veces, pero no tengo dudas de que si hubiéramos elegido nuestras autoridades basadas en sus experiencias de lectores, no en sus programas políticos, en la tierra habría mucho menos dolor. La literatura resulta un antídoto eficaz en contra de los enfoques uniformes y masivos de resolver los problemas de la existencia humana. Eso dijo Broski en su momento, eso repetí yo en la Feria del Libro y alguien grabó cuando yo estaba repitiendo este discurso e hizo un comentario en una red social sobre la importancia de conocer la biblioteca de los políticos, no solamente sus programas. Al otro día alguien, haciendo un chiste, un buen chiste, tengo que reconocerlo, dijo Alberto Santo Fimio Botero tenía una excelente biblioteca. No quisiera, Ricardo, insistir en esta idea un poco de demagogia literaria sobre la importancia de tener políticos lectores, pero en todo caso me parecen admirables algunos de ellos. Estos políticos gramáticos de Colombia del siglo XIX, que entre otros ha celebrado Malcolm X esta idea de que no solo Miguel Antonio Caro sino también Rafael Uribe escribieron ensayos y tratados sobre la gramática española me parece por lo menos en estos tiempos de locura una visión admirable de un político hay una anécdota que cuenta o contó García Márquez en un discurso sobre Belisario Betancourt. García Márquez estaba en Europa. Él dice, no sé si exagera o qué, no sé si esta será una anécdota verosímil o veraz, pero dice que lo llamó de Europa. No se dio cuenta o se confundió y eran las tres de la mañana en Colombia y el entonces presidente Belisario Betancourt levantó el teléfono, estaba despierto leyendo poesía. Esa idea de que la conexión con los libros, la conexión con la poesía puede darle a un político un mejor entendimiento de la experiencia humana, puede hacerlo más escéptico y puede de alguna manera la buena literatura desconectarlo de cierta forma de fanatismo, me parece una idea interesante que no quisiera rechazar de plano. Y por eso esta figura de Belisario Betancur despierto en la casa de Nariño y levantando el teléfono a las tres de la mañana para contestarle a García Márquez mientras leía poesía me sigue pareciendo una idea atractiva, interesante, quizás un poco fabulosa. Hay un político colombiano de estos últimos 30 años que a mí me conmueve mucho, que es Mocos, Antanas Mocos. Cuando salió al mundo, yo estaba en la universidad y me pareció una moda y me pareció dirigido a una especie de juventud iconoclasta que estaba más jugando a la política que haciendo política. Luego, con el paso de esa primera alcaldía, me fui convenciendo de que había algo genuino allí, algo interesante, que iba por esos lados, por el lado de la transformación, por el lado de la convivencia. Pues cultura ciudadana me parece que es una manera de hablar de la política en general, de cómo transformar el criterio de una sociedad hacia el criterio de la solidaridad, cómo desmontar este empeño de prevalecer y de ganar y dirigirnos más hacia una convivencia hacia una sociedad, digamos de socios un grupo de ciudadanos que se apoyan que se acompañan, me parece que esa lección quedó clara, uno podría discutirle a Mocus en términos ideológicos y verlo en ese vaivén de la derecha a la izquierda y dudar de si sus convicciones son firmes, pero me parece que su figura y su ejemplo es lo que se necesita en la política, una figura además honesta que jamás cayó en torcer y en desviar lo que pensaba para ganar. Me parece que es muy necesario. Su siguiente alcaldía me pareció sensata. Luego su campaña en el 2010, pues, revivió el amor por la política de muchas personas, fue esperanzadora. Luego fue una desilusión y nos rompió el corazón a muchos. Pero lo que él lograba encarnar, fue esperanzadora, luego fue una desilusión y nos rompió el corazón a muchos. Pero lo que él lograba encarnar, esa mezcla de carisma con seriedad, me parece muy difícil de encontrar. Esa responsabilidad a la hora de gobernar, pero emoción a la hora de hacer campaña, me parece que es muy difícil de encontrar. Me parece que es muy difícil de encontrar y que él ha sido un político muy particular que vale la pena revisar. En este inventario, en esta recopilación o en esta colección de políticos grises pero admirables, una categoría que nos estamos inventando en esta conversación, quisiera traer a cuento otro tipo de figuras políticas que siempre me han parecido admirables, interesantes, y son aquellos políticos que están instalados en medio de una transición compleja, que saben que reinan sobre un mundo que se está acabando, un mundo que quizás ya no tiene remedio. Y estos políticos tienen su gran valor en que no resisten esa caída, simplemente lo dejan caer. La gran revolución que ellos emprenden es la revolución de la resignación. Así describe, entre otros, uno de mis escritores y ensayistas favoritos, el alemán Hans Magnus Enzensberger, que murió hace poco tiempo. Así describe a Nikita Khrushchev. Todo el aparataje stalinista se está derrumbando y él es simplemente un político que no pone resistencia, que deja que todo eso se derrumbe. Y de allí viene su gran coraje, su gran admiración ética que podríamos tenerle. Yo creí, Ricardo, que Raúl Castro en Cuba iba a ser más o menos lo mismo, que iba a ser un testigo más o menos pasivo del derrumbe de un sistema que ya no parecía tener ningún sentido, pero no lo fue, o quizás su resignación no fue suficiente para que pasara lo que tiene que pasar y lo que probablemente va a pasar tarde o temprano. En esta categoría también está Adolfo Suárez, quien fue clave en la transición española y fue clave también en el derrumbe del franquismo. Está este bonito libro, un libro emocionante, un libro político-literario de Javier Cercas, Anatomía de un instante, que primero cuenta la historia de Adolfo Suárez, su tradicional franquismo y la forma como hizo todo lo que tenía que hacer para que eso se derrumbara, pero también cuenta la historia como en la intentona de golpe de Estado que ocurrió por allá en España en febrero del año 1981, él fue uno de los únicos que permaneció en su escaño, que no se agachó, que básicamente estuvo allí como una figura trágica, defendiendo de esa manera silenciosa y valiente la democracia española. Sobre esta forma de cómo la resignación puede ser una virtud admirable en la política, una idea paradójica pero que me gusta muchas veces contemplar. Recuerdo otra anécdota, una conversación que yo tuve con el ex ministro Juan Camilo Restrepo, que me contó a su vez una historia de otro ex ministro, no recuerdo su nombre ya, era ministro de comercio y de industria hace ya mucho tiempo, por allá cuando la política industrial concentraba todos los esfuerzos políticos, y él en medio de su ministerio situó a una rueda de prensa, y en la rueda de prensa presentó un libro tratado sobre el Quijote, y alguien le preguntó de cómo un ministro que vivía muy ocupado escribía un libro de muchas páginas sobre un tema que nada tenía que ver con su gestión sobre el Quijote, y este señor contestó, así me lo contó Juan Camilo Restrepo, pues yo siempre he creído que hay dos tipos de problemas. Unos no tienen solución y otros se resuelven solos. Así que he encontrado tiempo en medio de mis angustias ministeriales. Hay un político que uno da por sentado y que ha sido fundamental para la historia reciente del país que es Humberto de la Calle. Últimamente además ha probado que es un buen escritor, que es en suma un hombre muy completo, un protagonista de las principales transformaciones de la historia reciente de Colombia. Estuvo como ministro del Interior en la Constituyente y luego de jefe negociador en los acuerdos de paz con las FARC, que quizás sean nuestras dos transformaciones principales de estos treinta y pico de años. Y sin embargo, a pesar de que ha hecho lo mejor como ministro, como senador o como candidato, como embajador, a mí lo que más me da seguridad, lo que más fe me crea es que siempre vuelve a ser una persona con la que uno se puede identificar. Este es un hombre que tuitea lo que piensa, que siempre está interesado en la suerte del país, que tiene series que está viéndose, películas favoritas, libros que recomienda. que está viéndose, películas favoritas, libros que recomienda, es un abuelo y es un padre y es un amigo y es un tipo que siempre está siendo auténtico y real, uno podrá discutir ideas con él, pero es justamente un hombre que está participando en el debate y en la discusión, a mí me devuelve la fe en que la política es un oficio que hace gente buena en muchos casos gente buena por supuesto siempre hay unos infiltrados tratando de sacar lo que mejor pueda y es algo esta fe en que hay unas personas que de verdad quieren servirle al país y que se lo diga a mi mamá y a la gente que la rodea desde que ella trabajaba en los gobiernos, pues es algo que yo también he visto en el político Alejandro Gaviria, pues que quizás no sea el podcast para hablarlo o quizás sea una buena oportunidad ya que estamos haciendo esta edición por audios pues ahí a mí me parece en lo que ha estado Alejandro en política a mí me parece clara su coherencia su vocación a servir su sentido del humor su convicción de que uno puede transformar las cosas dentro de la democracia y gracias a la democracia. Y eso es lo que a mí me gusta de la calle y lo que me ha hecho votar por él las veces que he votado por él y me ha dejado totalmente tranquilo. Para seguir, Ricardo, con nuestra lista, creciendo ya, de políticos grises pero admirables, voy a proponer otra categoría, otro tipo de político y esta es una idea más compleja, quizás una idea más difícil de expresar, porque son políticos que tienen un lado cuestionable y cuestionable éticamente, pero que en todo caso mantienen una dimensión admirable que nos muestran que a pesar de ese lado cuestionable pueden tener un impacto positivo sobre la sociedad. Yo quisiera para introducir la idea, Ricardo, plantear un contraste, un contraste entre los caciques de antaño y los influencers de hoy en la política. Y para introducirlo quisiera proponer como el siguiente discursito, voy a llamarlo así. Maldita política de estos tiempos. Maldito TikTok. Malditos influencers. Malditas pantallas. Malditos todos. Terminé pantallas, malditos todos. Terminé añorando a los caciques. Entre el cacique y el youtuber o el tiktok, prefiero al primero. Y no solo por nostalgia. Ricardo, los caciques, los caciques regionales de antaño, eran el nodo más importante en una red, una red que incluía líderes barriales, comunales, sectoriales, pero contribuían a disminuir el sufrimiento humano y contribuían a sí mismo al bienestar social. Si alguien, miembro de la comunidad, moría y no había plata para el funeral, el entierro, el cacique ayudaba. Si alguien estaba enfermo, hace algunos años no teníamos aseguramiento en salud, si alguien estaba enfermo, el cacique era quien detonaba o ponía a funcionar los mecanismos solidarios de la comunidad. formas de corrupción o por lo menos formas cuestionables de disponer de esos empleos públicos, pero muchas veces utilizaban, tenemos que aceptarlo así, criterios de solidaridad. Los caciques no eran vagos, trabajaban todo el tiempo, la comunidad esperaba mucho de ellos y esas expectativas de la comunidad eran sin duda un yugo. Cuando yo leo historias políticas de entonces, me acuerdo de una historia de otra época y otro país y otro contexto. En los ensayos de Michel de Montaigne, él describe la vida de su papá como alcalde en la Francia rural de entonces y cómo responder a esas expectativas de la comunidad. Básicamente había acabado con su vida y decía Montaigne entonces como una enseñanza de lo que le había dejado esa vida, él también fue alcalde después, uno se presta a los demás pero solamente se entrega a uno mismo si comparamos esas vidas de los caciques de entonces con los influencers de ahora, uno podría decir que los influencers ofrecen retazos de indignación, ofrecen algunos consuelos retóricos, son quizás la peor parte de la democracia convertida en entretenimiento son un síntoma de la civilización del espectáculo pero no creo que si uno fuera a hacer el cálculo utilitario, y es difícil de hacerlo por supuesto, fuera a encontrar que los influencers de hoy le ayudan más al bienestar de la comunidad que los caciques de entonces hay una persona que podría ser un ejemplo o paradigma de esta idea que estoy tratando de expresar y es Víctor Renan Barco, que alguien definió, me acuerdo de una frase de Roberto Junguito que lo definía como MIT, manzanillo y técnico. Actuaba como técnico en el Congreso, conocía todas las dificultades y la estructura de nuestro sistema tributario, pero era parte de esa red de información de su región. Ese político de entonces, quizás vuelvo y repito, y esta puede ser una idea provocadora una idea difícil de aceptar pero quizás ese político le servía mucho más a esa comunidad de lo que hacen hoy muchos de los influencers y con esto Ricardo termino la lista de nuestros políticos grises pero admirables y hablando de barcos a mi me queda muy difícil no grises pero admirables. Y hablando de barcos, a mí me queda muy difícil no hablar de barco, el presidente con el que mi mamá trabajó cuatro años y razón por la cual tengo claro que el barco no estaba ni loco, ni con Alzheimer, ni perdido. Es porque mi mamá estuvo todos los días ahí y vio a un político muy disciplinado, muy concentrado, un tipo que quería obrar bien, que encarnaba más ese partido liberal que tenía muchos errores pero que era orgulloso era orgulloso de lo que ha logrado en la historia que no negaba la violencia pero que asumía su parte en la historia, ese partido que a mí me parece que luego en manos de César Gaviria fue cayendo y cayendo y cayendo hasta desaparecer. Pues en ese momento todavía había una emoción alrededor de un partido que me parece que es importante para una democracia. Un partido más que un grupo de caudillos. Barco era justamente un político gris de los que elogiamos, un tipo sin mayor carisma, sin mayor dominio del lenguaje. Hemos hablado de Obama, que es la cumbre del orador, con humor, con giros, con potencia narrativa. Y ahora me parece que Barco está en el otro lado, pero que está con mucha dignidad y con mucho sentido también del servicio. Es un tipo casi que un héroe reticente, un tipo que hubiera podido no lanzarse y que finalmente fue el que tuvo que ser. Y me parece que estuvo a la altura en un momento muy brutal. Quizás, vuelvo a decirlo, estoy afectado por el hecho de que mi mamá estuvo ahí y los cuentos de todos los días y el elogio de un tipo que ella vio ser honesto y buenas intenciones e incansable en un momento en que se estaba cayendo el país por la guerra narcoterrorista. Y entonces me parece un tipo digno de elogio y con él el político gris que hemos estado celebrando tanto, el político que hace su trabajo, que cumple la ley, que busca que las cosas se hagan, que trata de mejorar el país al que le duele su pueblo y su ciudadanía y que creen los partidos, que creen fortalecer los liderazgos. Eso me parece que es muy importante de rescatar y pues de celebrar. Yo creo que se trata justamente de recordar en este panorama de posverdades, de caudillos, de mentirosos, de mitómanos, de megalómanos que nos están gobernando en el mundo entero, rescatar esa vocación de político profesional, entero, rescatar esa vocación de político profesional, de gente que cumple que va a las citas que hace su trabajo, que encarna partidos, que hace el relevo generacional, bueno, me parece que es un tipo gústele a uno o no, porque estoy rodeado de amigos que lo dudan, a mí me parece que este fue un presidente gris y rojo en el mejor de los sentidos. Es claro que todos podemos escribir. Es claro que todos con suerte y con vocación podemos dedicarnos al oficio de escribir. Pero últimamente pienso que no solo podemos sino queicio de escribir. Pero últimamente pienso que no solo podemos, sino que debemos escribir. Escribir es la mejor terapia que tenemos a la mano. Bienvenidos a Ficcionario, un curso en audio sobre cómo y por qué escribir. Toma el audiocurso de escritura Ficcionario en ellocutorio.com slash ficcionario con Ricardo Silva Romero. Elige siempre un buen rato. Elige siempre una buena conversación. Tercera vuelta, el podcast. Suscríbete ahora y escúchalo cada semana en tu plataforma favorita. Un podcast producido por El Locutorio. Ellocutorio.com Síguenos como arrobaellocutoriodc en redes sociales.